Chereads / Corey Valkyries, Zafiro 1956 / Chapter 17 - Capítulo diecisiete

Chapter 17 - Capítulo diecisiete

—¿E-El Libro de…? ¿La Bruja Rockman? —Corey dudó con un poco de miedo. Estabas seguro de que sostenía en sus manos el Libro del Sello.

—Ustedes usan otro nombre para referirse a éste —aseguró el misterioso—. ¿Cómo lo obtuviste, Valkyries?

—¿Es tan importante que lo sepas? Ahora puede ser tuyo.

El desconocido no mostró cambio alguno en su rostro; la seriedad que lo rodeaba era pesada e inmutable.

—¿Por qué me entregarías el Libro del Sello, mago? Yo soy tu enemigo… ¿lo olvidas? Los dragones somos bestias mortíferas, con el objetivo de destruir a quienes nos apresan. Me darías una ventaja al entregarme el libro.

—Lo sé —Corey dijo tranquilamente; sonrió y repitió—: lo sé… Y Fabian y el resto de los rebeldes y piratas lo saben. Pero nuestro interés no es capturar dragones… Y, por lo que comprendo, tú tampoco deseas que sea así.

—Podría usar el libro para que tu hermana cumpla un destino que le corresponde.

—Y sé que lo intentarás, pero también sé que temes al poder de Ignatis Magika… Muerte, nosotros —empero, Corey fue interrumpido.

—Ryouko —compuso el misterioso.

—¿Ryouko?

—Nadie me llama Muerte ya…

—Bien, Ryouko, nosotros somos enemigos de Ignatis Magika, y quizás pelearemos contra ellos en algún momento.

—Sí, tal vez —Ryouko repitió.

—Yo… y otros como Fabian Demmogh o María Siegfried no… Nosotros no estamos a favor de este sistema. Y yo no quiero ver sufrir a los dragones así.

—No quiero palabras bonitas pronunciadas por una de las creaturas más viles, crueles y corruptas de este planeta. Ustedes los humanos no son más que unos malditos.

—Lo sé.

Ryouko contempló a Corey de forma molesta.

—¿Lo sabes?

—Sí… Los humanos son… somos crueles, Ryouko, pero hay unos pocos, muy pocos a decir verdad, que valen la pena.

—Ahora comprendo —Ryouko externó al dar unos pasos hacia el frente y tocar el libro—, que has descubierto a uno de los individuos que deseas proteger con todo tu ímpetu. Y… —acalló.

Corey soltó el libro, dio dos pasos hacia atrás y se quedó junto a Fabian. Nuevamente Ryouko fijó la mirada en Corey.

—Utilizas Magia de Tiempo —Ryouko habló con calma.

—Sí.

—Y lo has visto.

—¿Disculpa?

—Has visto lo que depara al planeta: guerras, devastación, decadencia…

—Pero también vi a los dragones en libertad —Corey reveló a toda prisa.

—Sí… tú… junto a Demmogh, serán la influencia más grande y el último eslabón que me entregará lo que necesito.

—¿Eslabón, de qué? —Fabian interrogó.

—Acepto el libro… Ya no los perseguiré, Demmogh. Sólo considera que Piratería no es un objeto ni un arma. Aunque mataron a dos de mis aliados, los perdonaré por ahora.

—L-Lo… siento tanto.

—Quizás debía ser así, niño. Al final, yo fui partícipe en aquél momento en el cual tu padre murió…

Y, sin otra palabra más, Ryouko despareció como en una nube ennegrecida. Después, los dragones restantes detuvieron el ataque y volaron hacia las nubes para abandonar la escena.

La batalla había terminado al final; aunque la isleta central lucía distinta, pues de entre las rocas habían barcos encallados y dos cadáveres de dragones entrelazados con la pila de escombros.

Por fortuna, la flota externa no había recibido tantos hostigamientos y los dos barcos más grandes, el Edrok y el Barkom, habían resistido el asalto.

Sin previo aviso, Corey sintió la mano de Fabian en la suya, y giró la cabeza para contemplarle.

—Gracias —Fabian dijo—, por todo. Ignatis Magika tendrá la desventaja, y con el próximo comercio entre Ryuu-Lonh y nosotros, sé que perderán la guerra.

—No sólo lo hice por eso.

Corey sonrió con calidez, soltó a Fabian y se alejó un poco.

—Vayamos con los demás —la voz de Corey sonó pasiva.

***

La Capitana Demmogh había llamado a los sobrevivientes para celebrar, pero antes se había abierto la corte pirata de la Bandera Negra.

Todos los capitanes más importantes estaban reunidos junto a su tripulación en la torre ladeada, en el primer piso. Los presentes aplaudían en su mayoría, otros gritaban palabras de respeto y aprobación. Corey había sido llevado hasta el centro, a una especie de podio que tenía gravada la insignia de esos piratas; frente a él había tres palcos altos: uno en el medio y dos a los costados. En el palco central estaba Fabian junto a su madre y hermana; a la derecha se encontraba el Capitán O'Donnel y su hija, y a la izquierda el Capitán Giovani y sus dos allegados más cercanos.

—Por toda tu valentía, tu honor, tu sabiduría y tu ayuda —la Capitana Demmogh comenzó el discurso para calmar a la multitud—, Corey Valkyries, la Bandera Negra te estará eternamente agradecida. Sin embargo, tú no llegaste como un prisionero, ni tampoco como un enemigo; nos has mostrado tus habilidades como mago, tu deseo por compartir algunos objetivos en común con nosotros… excepto tu propio interés. Aquí y ahora, junto al resto de los capitanes y las tres tripulaciones de nuestra flota, te pregunto, ¿qué deseas?

Corey aguardó por unos instantes. Era libre de elegir su camino. Ya no deseaba ocultarse de nadie, pues se sentía lleno de vida, de energía y de poder. Había aceptado que era Corey Valkyries, un mago descendiente de la Élite y con la capacidad para seleccionar su camino.

—Yo… —Corey aclaró la garganta y buscó el rostro de Fabian. Por fin, después de tanto tiempo, de tanta incertidumbre y confusión, había tomado una decisión—. Yo… Me gustaría convertirme en un pirata de la Bandera Negra.

De pronto, los presentes estallaron en aplausos y gritos de emoción.

—Entonces —la Capitana Demmogh compuso—, bienvenido seas, Corey Valkyries. De ahora en adelante serás uno de los nuestros, y podrás pertenecer a la tripulación del Capitán Demmogh, nuestro máximo líder y representante.

—Gracias.

La corte cerró la sesión y la festividad comenzó. Corey disfrutó junto a sus nuevos compañeros hasta que la madrugada llegó.

***

Fabian había pedido a Corey un tiempo a solas en su habitación, a pesar de que era un momento de celebración, Fabian lucía estresado y muy serio.

—Voy a ser honesto contigo —Fabian habló con un tono bajo—, pensé que después de entregar el libro, te irías.

—¿Por qué creíste eso? —Corey indagó. Estaba sentado junto al otro en la cama.

—P-Porque… pensé que deseabas tu libertad de otra manera.

—Sí, quizás al comienzo había considerado partir cuanto antes. Pero… te conocí y decidí romper una promesa que me había hecho.

—¿U-Una promesa? —Fabian contempló al rubio.

Corey suspiró y agachó el rostro.

—Los mercenarios de Oro-Gris me… usaron. Cuando descubrieron que no era una mujer… uno de ellos me hizo mucho daño. Y otro aprovechó la situación para jugar conmigo… Éste último fue asesinado por su padre, el líder, una vez descubrieron que habíamos estado en una especie de relación. Me prometí que nunca confiaría en nadie más, nunca volvería a abrir mi corazón… Pero tú… eres muy distinto a ellos.

—Corey… —Fabian sujetó a Corey en un abrazo y lo besó en la mejilla—. Lo siento tanto.

—No, no te sientas así. Gracias a ti descubrí otra cara del mundo. Quizás nuestra sociedad es una mierda, pero tú… toda tu gente… Ustedes han hecho cosas distintas y me han demostrado que hay esperanza. Tú… —Corey pronunció con emotividad—, tú me has hecho creer en el amor.

El rostro de Fabian se enrojeció.

—Tú también —Fabian revelo—, me has hecho sentir especial y que el amor es real sin importar los estigmas sociales.

Otra vez Fabian abrazó a Corey. El adolescente replicó el mimo y besó a Fabian en los labios. De un momento a otro, las caricias se intensificaron; Corey se había movido y ahora estaba sentado sobre el regazo de Fabian. Sus lenguas se entrelazaban y sus manos tocaban sus cuellos y a veces bajaban por sus torsos.

—Corey… —Fabian dijo con sensualidad—, te quiero…

—Y yo a ti te quiero —Corey replicó.

Las caricias continuaron. Ahora los dos se movieron hasta la cama sin romper el beso; se despojaban de sus ropas con lentitud. Fabian acariciaba la piel de Corey de forma tersa; recorría desde sus clavículas, bajaba por su pecho, continuaba por su estómago y luego descendía hasta sus piernas. Corey, recostado debajo de Fabian, había retirado la camisa de su novio; rozaba su abdomen formado y bajaba hasta su entrepierna.

—Corey —Fabian habló al romper el beso—, ¿puedo dejarte marcas visibles?

Corey rió con timidez. La actitud de Fabian era un deleite.

—Sí… Todos saben que estamos juntos, así que no me molesta.

Fabian se sonrojó por completo; inclusive sus orejas estaban coloradas. Fabian besó el cuello de Corey y succionó su piel de manera excitante. Corey cerró los ojos y se concentró en la sensación cada que Fabian hacía una marca; se percataba de que algunos puntos eran más sensibles que otros, en especial cerca de sus orejas. Su voz salía como suspiros profundos cuando los labios de Fabian rozaban aquellas zonas erógenas.

De entre los besos, Corey permitió que Fabian tocara su miembro erecto. El mayor se distanció un poco, pero inició a mover su mano; conjuntó su pene con el de Corey y los masturbó.

—F-Fabian… —Corey dijo con gozo.

Unos minutos después, Fabian intensificó el movimiento; él también gemía un poco y se excitaba aún más al observar la figura de Corey y su rostro sonrosado.

Los dos jóvenes alcanzaron el orgasmo y eyacularon a la par. Fabian usó parte del semen para lubricar la entrada de Corey e introdujo un dedo. Corey se tensó un poco, pero se relajó de inmediato; abrió los ojos y encontró a Fabian agitado y mirándolo.

—Corey… —Fabian susurró; se inclinó y besó con intensidad a su novio.

Por unos minutos, Corey disfrutó de la sensación en su trasero; ahora eran tres dígitos los que se movían de formas variadas, y que a veces aplastaban aquél nervio que lo hacía gemir de placer.

—Ah… Ahí… S-Se… siente bien… —Corey informó.

Fabian presionó en el interior de Corey de manera correcta y dejó que el otro cubriera su boca. Él ya estaba erecto de nuevo, y de su miembro chorreaba un poco de eyaculación previa. Corey curvó más su espalda y sintió que estaba a punto de venirse.

—Fabian… ¡Ah! E-Espera… me corro…

De pronto, el miembro de Corey se sacudió varias veces y arrojó semen con potencia. Corey había sentido el orgasmo tan intenso que hasta este instante se percató de que Fabian no lo había tocado por fuera.

—¿Estás bien? —Fabian preguntó impresionado.

Corey asintió con la cabeza. Luego, se incorporó un poco y besó a Fabian.

—Te necesito, Fabian —susurró el adolescente—, a-adentro…

Fabian tragó saliva y asintió con la cabeza.

Los dos piratas cambiaron de posición; Corey quedó sobre Fabian y con cuidado introdujo el pene en su entrada. Fabian suspiró y gimió; había sujetado a Corey de los glúteos y disfrutaba de la sensación cálida y envolvente.

Primero, su ritmo fue lento y atolondrado, hasta que encontraron movimientos con los que ambos pudieron regocijarse.

Nuevamente Corey tenía una erección, pues toda la fricción entre él y Fabian, interna y externa, era sublime; era como estar lleno, como si todo su ser pudiera manifestarse sin miedo a ser juzgado, a ser señalado.

—¡Ah! ¡F-Fabian…! —Corey habló entre gemidos—, t-te… quiero…

Corey inclinó el cuerpo y Fabian lo envolvió en un abrazo; se besaron con ternura y detuvieron los movimientos un poco. Sus labios se entrecruzaban y todo en ese instante parecía fundirse como si fueran uno solo.

Reanudaron su actividad al distanciarse; Corey usó sus manos para sostenerse en el vientre de Fabian. Fabian, por su cuenta, tocaba los muslos de Corey e impulsaba a su cuerpo de arriba para abajo con ayuda del colchón.

El primero en eyacular fue Corey, y, casi sin que terminara su orgasmo, Fabian se vino dentro de él.

Aguardaron un poco; sus respiraciones eran pesadas y recuperaban el aliento. Corey se movió y se acostó junto a Fabian. El mayor abrazó a Corey del hombro y besó su frente.

Durante unos minutos los dos jóvenes disfrutaron del silencio. Corey acariciaba el pecho de Fabian de manera suave con los dedos y sonreía una y otra vez. Fabian miraba al rubio y también mostraba una sonrisa cálida.

—Corey —por fin Fabian rompió el silencio—, quiero que tú seas mi primer-maestre.

—¿P-Por qué? —Corey dudó atónito—. No sé mucho de barcos, y tampoco creo que sería un buen líder.

—Podrás aprender sobre la navegación conmigo, así como tú me enseñas magia. Además ya eres un líder, aunque no lo creas.

Corey suspiró y abrazó a Fabian.

—Está bien. Me convertiré en tu primer-maestre y navegaré junto a ti.

—Y exploraremos mundos nuevos… Imagínate, ¿qué es lo que se esconde en las ruinas de la ciudad de los dragones en el continente del extremo sur?, ¿qué hay en las islas del norte del territorio nevado de Dukens?, ¿a caso descubriremos por qué hay un cráter enorme en las islas vírgenes del este? Todo eso y más… quiero que tú y yo lo descubramos juntos.

—Juntos —Corey afirmó con una voz cargada de paz—, sí, suena genial.

—Juntos nos convertiremos en los piratas más temidos de todos los mares…

—Y Leora nos respaldará.

Ambos rieron con tranquilidad.

—Sí… Leora también se convertirá en Capitán…

—Te quiero, Fabian.

—Te quiero, Corey.

***

Al paso de un año y medio, Corey había aprendido bastante sobre la navegación, los barcos, las batallas piratas y las operaciones que la Bandera Negra tenía como rutina.

Las cosas habían cambiado mucho para él; ahora vestía con gabardinas medianas en tonos cafés y portaba la insignia del dragón cadavérico acompañado de espadas cruzadas; también había aprendido a pelear con una espada gracias a la Capitana Demmogh. Había optado por usar su cabello corto, hasta las orejas y agregar arracadas en su orejas para complementar su imagen de rufián.

Por supuesto, sus relaciones también habían evolucionado. Con Fabian las cosas eran románticas la mayoría del tiempo, aunque a veces discutían por algunos desacuerdos causados por terceros. Con la Capitana Demmogh todo marchaba de maravilla; Corey se había convertido en uno de los confidentes más cercanos de ella y también había adquirido el título de estratega. En cuanto a Leora, quien ahora ocupa el puesto de Capitana en un navío recién construido, Corey y ella solían conversar mucho y su amistad era clara y dulce. Incluso había creado una buena relación con los Capitanes O'Donnel, pues le respetaban y aveces buscaban sus opiniones.

—Capitán —la voz de Corey se escuchó cerca del timó, en el alcázar del Beat-O—, los muchachos han localizado algo en los alrededores.

—Además de esta niebla espesa —compuso Fabian con seguridad. Traía su cabello sujetado en una coleta y su estilo era más maduro y oscuro—. Dame buenas noticias, Maestre Valkyries.

—Tierra. Por fin hemos encontrado la ciudad perdida de los dragones.

Los otros piratas junto a Corey dieron un paso al frente.

—El Maestre Valkyries dice que aquella luz roja que hemos visto en el horizonte es Dragonita —expuso el pirata de la derecha que mostraba un parche y gorro básico.

—Concentración muy alta de Dragonita —confirmó la pirata de la izquierda que usaba sus cabellos largos y trenzados.

—Bien, nos acercaremos con cautela —Fabian dijo—, quiero que todos se preparen para desembarcar. Si hemos encontrado la mina más grande de Dragonita del planeta, será nuestra, y con ello Ryuu-Lonh cerrará todos los tratados con nosotros y quizá podrán ganar la guerra de una vez por todas.

—No es una mina cualquiera, —Corey repuso—, es la ciudad perdida de Nogard: la antigua civilización de los dragones. Es recomendable proceder con suma cautela.

—Perfecto. —Fabian sonrió—. Maestre Valkyries, prepara a un equipo de exploración; tú y yo nos adentraremos para investigar. Dejaremos a un grupo de escolta y mandaremos una señal a la flota de la Capitana Leora.

—Sí, capitán, a la orden.

—C-Corey —Fabian dijo con rapidez mientras se alejaba del timón y sujetaba el brazo de Corey—; ¿podrías crear una barrera para el barco? No quiero que un dragón nos termine por destrozar.

Corey sonrió y contuvo el impulso de besar con descaro a su novio frente a otros.

—Sí, está bien. Yo me encargo de la protección mágica. Aunque tengo el presentimiento de que no sólo encontraremos dragones en estas tierras ocultas.

—¿Por qué? —dudó la pirata de la izquierda.

—De acuerdo a los informes, los avistamientos extraños de navíos destrozados en estas aguas me hacen creer que no sólo hay dragones al acecho. Lo mejor será estar listos para el combate contra grupos piratas.

Fabian soltó a Corey.

—Vayan a preparar las armas, el Maestre Valkyries tiene razón; encontraremos enemigos humanos en estas tierras —ordenó Fabian.

—Sí, capitán —dijeron ambos piratas y se alejaron.

Corey dio una media vuelta, pero sintió de nuevo el tacto de Fabian.

—Si la mina es nuestra, aseguraremos ganancias y paz por muchos años con Ryuu-Lonh —Fabian expuso.

Corey giró y contempló a su novio.

—Eso es muy bueno —Corey afirmó.

—Lo sé… Pero, también significará una guerra contra Ignitem.

—Ya nos odian. ¿Qué más podría pasar?

Corey dio unos pasos hacia Fabian y tomó un mechón de su cabello del frente que adornaba su rostro.

—Descuida, Fabian, los enfrentaremos juntos —Corey divulgó con una mueca sonriente y pícara.

—Sí… ¿Corey?

—¿Qué pasa?

—No te separes de mí.

—No lo haré.

—Espera, no es sólo por la misión… —Fabian tocó el rostro de Corey y lo besó con ternura—. Quédate a mi lado para siempre…

—¿Hasta que la muerte nos separe? —inquirió Corey con quietud.

—Sí… hasta que la muerte nos separe.

—Siempre, Fabian, estaremos juntos. Te lo prometo.

Ambos jóvenes se besaron nuevamente, y al distanciarse iniciaron la misión para conquistar las minas de Dragonita de la antigua ciudad de Nogard.

THE END