Chereads / Transmigré y me convertí en esposo del príncipe desfavorecido / Chapter 3 - Capítulo 3: Cruzar al mundo de una novela

Chapter 3 - Capítulo 3: Cruzar al mundo de una novela

Morgan abrió los ojos solo para descubrir que esta vez estaba en una espaciosa y elegantemente decorada habitación. Los muebles y el tapizado de la habitación eran exquisitos, el piso estaba cubierto por una alfombra, el mismo estaba sobre una enorme cama con dosel.

Esta vez no entró en pánico, permaneció con la vista fija en el patrón del dosel mientras aceptaba con lentitud lo imposible había sucedido. Había transmigrado. El hecho de que estuviera dispuesto a reconocerlo ahora se debía a la ola de recuerdos que habían llegado a él durante su estado inconsciente.

Jaló una de las campanilla junto a su cama. Momentos después hubo un toque suave en la puerta.

Suspiró y pasó una mano a través de su cabello, ligeramente más largo de lo que estaba acostumbrado.

—Puedes pasar.

Una joven criada entró y al verlo pidió permiso para acercarse, al permitírselo llegó a la cama para apilar las almohadas tras su espalda y ayudarlo a sentar.

—Buena noche, joven maestro.

—Un vaso de agua… ¿mi padre?

Tras beber regresó el vaso, viéndola depositarlo en la cómoda junto a la cama.

—El maestro aún esta en su despacho, me pidió le avisará cuando el joven despertara.

—… Puedes hacerlo. Gracias.

La sirvienta no lo vio a los ojos, luego de una pequeña reverencia con la cabeza gacha salió rápidamente de la habitación. El miedo y confusión escritos en su rostro. Era la primera vez su iracundo y grosero segundo joven maestro le agradecía. Un momento después la sirvienta se sonrojó al recordar las marcas en el cuello de su segundo maestro.

Al quedar solo Morgan se puso de pie. Se detuvo ante un bello tocador, ahí tomó un espejo de mano ornamentado. La imagen en el espejo era la de un atractivo hombre joven de cabello negro y piel blanca, su apariencia era un desastre cansado y ojeroso de piel pálida, a pesar de la falta de reacción en su rostro, sus ojos color violeta estaban tranquilos.

Era definitivamente Morgan, solo que unos años más joven, cinco años más joven, había vuelto a su delgaducha apariencia de diecinueve años. Acercó el espejo y tocó su rostro, la imagen en el espejo hizo exactamente lo mismo.

«He cruzado al mundo de una novela», tocó su reflejo, «mierda». Dejó el espejo y estudió sus manos, ligeramente temblorosas debido al shock interno.

Haber entendido lo que le había ocurrido no hacía más fácil el digerirlo.

Estaba en otro mundo, en el mundo de una novela, ocupando el cuerpo de un personaje con la misma apariencia y mismo nombre que él. Eso solo hacía todo más extraño.

Dejando atrás el impresionante hecho de que había transmigrado sin saber por qué ni cómo, estaba el hecho de que no solo había transmigrado a una novela de romance para chicas, sino que lo había hecho al cuerpo de un personaje carne de cañón, se había convertido en un villano, en realidad en su opinión llamar a Morgan Slorrance villano era demasiado, Morgan Slorrance solo era un personaje insignificante, un matón, alguien malicioso y estúpido que había terminado decapitado.

Volvió a soltar un suspiró, apretó sus manos en puños y levantó la mirada. Definitivamente no estaba dispuesto a arriesgarse y tener ese final, aún no sabía si existía alguna posibilidad de volver a su mundo, y si lo pensaba no había perdido nada que lo hiciera lamentarse, no tenía familia, ni ningún amigo verdadero o alguien que lo extrañará, su vida anterior parecía haber terminado. Se preguntaba que había pasado con Morgan Slorrance, sinceramente esperaba estuviera en un lugar mejor donde madurara para lograr tener una buena vida. Eso era justo lo que él haría. Si, descubría podía regresar, bueno… lidiaría con eso en su momento.

Por ahora evitaría cometer los mismos errores que Slorrance, él no se enamoraría de la protagonista, no buscaría problemas con ninguno de los personajes masculinos importantes, tampoco se dejaría utilizar por la villana, él se alejaría de todo eso, no iba a involucrarse en la trama. No estaba ni siquiera un poco interesado en hacer eso.

Como cualquier otra novela de romance para chicas la trama giraba alrededor de una protagonista, una chica que aparecería durante un eclipse, su aparición causaría admiración y miedo, aunque lo último rápidamente se solucionaría cuando demostrará ser una chica gentil de corazón puro únicamente interesada en el bien de las personas, con ayuda de su conocimiento futuro ella se ganaría el título de santa enviada por Dios para salvación del reino. La protagonista, llamada Emily, una belleza frágil y etérea, se ganaría sin pretenderlo el corazón de la mayoría de los personajes masculinos, entre ellos los más importantes, tres príncipes, un mago, un sacerdote, Morgan Slorrance y el hermano de este también terminarían profundamente enamorados de ella. Sin embargo, al final, incapaz de decidir, la afligida protagonista terminaría quedándose con varios de esos hombres, en un perfecto final de novela harén inverso.

«Tonta no es… », pensó, admirado de su astucia y logró dada la descripción de esos personajes masculinos en la novela.

Gracias a los recuerdos de Slorrance sabía la protagonista aún no había aparecido, calculando la fecha en la que estaba, la protagonista aparecería dentro de un año y medio, entonces la trama que conocía comenzaría. Morgan tenía el tiempo suficiente para alejarse y pensar en contra medidas que lo mantendrían a salvo en el futuro.

Sintiéndose mucho más aliviado, decidió volver a la cama para descansar, todavía sentía su cuerpo débil y adolorido, pensar en el porque lo tuvo frunciendo el ceño mientras se recostaba. De alguna forma había terminado involucrándose con uno de los personajes masculinos importantes, no tenía idea de lo que podría haber sucedido para que Slorrance y Allen terminarán en esa casa de huéspedes. De hecho los recuerdos de esa noche, antes de que él apareciera eran confusos, como cortos de video borrosos y sin sentido reproduciéndose en su cabeza.

Solo tenía memoria de entrar a una habitación para encontrar a un atractivo hombre sentado en una cama, luego, bueno… Tuvo que suspirar agotado, esperaba lo ocurrido no le trajera graves consecuencias.

Morgan escuchó un toque en la puerta, se sentó apoyándose en las almohadas.

—Adelante.

El primero en entrar fue el hombre maduro que había visto antes de desmayarse, ahora sabía ese hombre de aspecto severo y frío era el padre de Morgan Slorrance, Clarence Slorrance, Barón. Título heredado y otorgado por el antiguo rey debido a los méritos de la familia Slorrance durante la antigua guerra, los Slorrance eran una familia de caballeros, profundamente admirados en el reino.

Clarence Slorrance era un conocido y respetado viudo, no había vuelto a casarse luego de la muerte de su esposa.

Detrás del barón había un hombre bajito de barba y cabello blanco sosteniendo un especie de maletín.

—Traje al médico para revisarte.

—No es necesario, estoy bien… padre —bajó la mirada al decir la última palabra sintiéndose culpable e incómodo. Su corazón apretándose extrañamente una vez más como hacia algunas horas al verlo.

—Te desvaneciste, Morgan.

—Solo… no he probado ninguna comida desde la tarde anterior, es debido a eso.

Notó demasiado tarde que ambos hombres habían fijado su vista en su cuello y pecho descubiertos, claramente en las marcas que exponían lo que había estado haciendo la noche anterior.

—Tú… —dijo Clarence en un tono enojado—, ¡realmente eres un sinvergüenza!

—Yo…

—Salga —ordenó al médico de cabeza gacha.

El médico salió en silencio y justo tras cerrarse la puerta el hombre mayor lo fijo con una mirada de enojo.

—Permanecerás en tu alcoba y reflexionaras sobre tu comportamiento hasta que se te diga lo contrario.

Clarence Slorrance esperó por una rabieta, esperó la ira insensata de su hijo en forma de una discusión, en su lugar obtuvo lo que solo podía interpretar como remordimiento cuando vio a su hijo bajar la cabeza y quedarse callado.

Su hijo cerró su camisa con un puño sobre el pecho, evitaba mirarlo como si reconociera su error y no tuviera la cara para defenderse. Nunca antes había visto tal comportamiento en Morgan.

Tal comportamiento lo llenó de preocupación.

Un momento después, para su ya creciente sorpresa y confusión, su hijo alzó la mirada y pronunció palabras que habría creído ajenas a su vocabulario.

—Lo siento, padre.

Ante la disculpa, Clarence Slorrance sintió una calidez en su pecho que no había sentido en años al ver a su hijo menor.