Aquel atardecer en la orilla del lago Victoria no era como otros. Usualmente me sentaba a ver el sol ponerse a lo lejos mientras pensaba en las actividades que tendría el próximo día... pero no tenia nada que hacer mañana. He trabajado durante años y ahora que cumplí con mi meta, no se que hacer; esta extraña sensación ya la había sentido en el pasado. Los sentimientos encontrados me forzaron a ver un fragmento del pasado que llevaba conmigo: un mensaje gravado de mi amada compañera. Ahogándome en lágrimas y en nostalgia, termine por sentir un eterno vacío en aquel atardecer.
El pacifico silencio de la naturaleza fue interrumpido por el sonido del motor de una lancha; a lo lejos puedo apreciar una pequeña barca motorizada acercarse a la orilla. Me quedé mirándola muy confundido pensando que se trataba de piratas, lo cual me sorprendió pues pocos son los que se atreven a enfrentarme cara a cara.
Pese a mis ideas equivocadas, la realidad es que no eran piratas, sino que agentes uniformados del gobierno. La barca arribó cerca de mi y sus tripulantes bajaron inmediatamente, se acercaron y preguntaron si yo era Atomfist. "¿Cómo sabían mi verdadero nombre?" me pregunté al escucharlos hablar.
De repente, de entre los agentes, se asoma una mujer rubia delgada. Supuse que ella era alguna clase de agente militar, pues vestía como una y además estaba equipada con armas. Tenia finos ojos azules con los cuales me miraba fijamente. Poseía expresiones muy frías pese a ser una joven mujer, es como si a su corta edad ya hubiera vivido cosas terribles como guerras, batallas u otro tipo de cosas crudas.
Esa mujer se llamaba María del Carmen.
Deduje que ella estaba a cargo porque actuaba con mucha confianza y firmeza. Para ser humana, fue bastante intimidante en su presentación como persona. Me quedé estupefacto y sin palabras.
-¿Eres tu Atomfist? -volvió a preguntar.
-S..Si... -dije con inseguridad- ¿Cómo saben mi nombre?
-Sabemos mucho sobre ustedes, los centinelas.
¡Ella sabe que soy un centinela! ¿Cómo demonios sabe que soy un centinela? Temí de que ellos fuesen enemigos, pero no lo era. María me explicó que ella trabajaba para una organización llamada: "Fuerzas de Defensa Global" o (FDG). Ese nombre ya lo había escuchado... era un grupo de humanos que pretendían solucionar problemas por todo el planeta.
-¿Cómo pudieron rastrearme hasta aquí? -pregunté- No suelo quedarme en un mismo sitio.
Resulta que el cuerpo de un centinela esta hecho de luz y energía radioactiva, por lo cual es muy fácil rastrear a cualquier miembro de mi especie. Solo bastaba con comparar el tipo de energía que cualquier centinela emite para encontrar a otro centinela. Admito que me sentí algo avergonzado al pensar que me estuvieron siguiendo todo este tiempo.
Pude enterarme de una esperanzadora verdad: Aún quedan centinelas vivos. Algunos de ellos han estado invernando y otros ya han despertado y están causando problemas.
El principal motivo por el cual me han buscado durante mucho tiempo es para ayudarlos a derrotar a un centinela problemático llamado Blaster. Los agentes me contaron todo el historial de este tipo: es un centinela agresivo que ha atacado varias instalaciones eléctricas, petroleras y nucleares al rededor del mundo. Aniquila a todos los humanos y destruye todo a su alrededor. Al parecer está equipado con una especie de traje tecnológico avanzado color gris y rojo, siendo esta su principal característica. Traté de recordar si yo conocía algún centinela con esas características, pero nada llegó a mi cabeza. Seguramente, Blaster no fue un aliado y por eso no recuerdo su nombre, lo cual no era bueno porque significaba que seria mucho más difícil convencerlo de redimirlo.
-Yo... no puedo hacerlo -dije con mucho pesar.
-No lo entiendes Atomfist -dijo María- nosotros no podemos detenerlo ¡Te necesitamos!
-En verdad lo siento... pero la última vez que me enfrenté a otro centinela, todo el planeta fue condenado, incluyendo mi especie. Perdí mucho por enfrentarme a mi propia raza, así que juré que jamás volvería a ser un Centinela de Ataque. Perdóname, pero no puedo ayudarte.
Tras confesar mis emociones, salí corriendo de allí. Traté de huir de mi pasado heroico, el cual trataba de regresar mediante la necesidad y esperanza de la humanidad.
Mientras me encaminaba sin saber a donde, escuchaba el cantar de las aves, el rugir de alguna bestia y al viento sacudir las hojas de los arboles. La luz solar desaparecía poco a poco, tornando el ambiente en la oscuridad de la noche, dejándome solamente con la compañía de la luna y las estrellas. Cada pisada que daba, aplastaba ramas y vegetación muerta, siendo este el único sonido que se percibía en los alrededores.
"¿Qué debo hacer?", "¿Qué se supone que deba hacer?" me preguntaba con angustia.
De repente, una extraña neblina de color púrpura empezó a aparecer por toda la selva. Intrigado por lo que era tal anomalía, me acerqué poco a poco a ella. Tal neblina formaba una especie de ruta, la cual tuve que seguir instintivamente pues creí que algo o alguien estaba provocando tal fenómeno.
Finalmente, tras caminar una hora, pude llegar a mi destino: un templo centinela en ruinas oculto en medio de la selva africana.
Este lugar originalmente estaba hecho de oro, pero el musgo, la oscuridad y el tiempo lo han deteriorado hasta el punto de parecer una gran roca sucia. Alrededor del templo hay un pantano habitado por cocodrilos, aves y anfibios. Es algo conmovedor pensar que un edificio hecho para adorar a tiranos se haya convertido en el hogar de esos animales salvajes.
Me quedé viendo mi reflejo en el agua de tal pantano. Estuve pensando un buen rato en las palabras de María: "Los centinelas están regresando y los humanos necesitamos de un héroe que nos proteja de ellos". Seguramente los centinelas sobrevivientes tengan las intenciones de conquistar el planeta y cuidar sus dominios. Si esto llega a ocurrir puede que vuelva a surgir una guerra de centinelas por el control absoluto de todos los territorios del planeta. La idea de que surja otra gran batalla era horrible, me llené de terror al pensar de que la historia se repita una y otra vez ¿Acaso no ganamos la guerra? ¿Acaso no ganamos libertad para vivir en paz en este mundo? No es justo que tenga que pasar por lo mismo otra vez. Ya tuve suficiente con lo que ocurrió en el pasado: perdí a mi familia, mis amigos, al amor de mi vida y el propósito por el cual nací.
De repente, la extraña neblina púrpura se posó sobre el agua para transformar mi reflejo en una visión… pude ver a Trixie, la centinela que amé durante miles de años. Por lo visto en su rostro, ella estaba apenada de verme sufrir y pude escucharla hablar con esa dulce voz con la cual la recordaba.
-¿Qué piensas hacer? -dijo.
-No lo sé... -respondí- estoy aterrado de lo que puede ocurrir.
-Pero ¿Qué puedes perder? Los humanos te necesitan... eres una leyenda y ellos gritan tu nombre con lágrimas y esperanza para que los ayudes. ¿No les darás la mano para rescatarlos?
Me quedé callado un buen rato mientras pensaba el lo que me decía. Durante muchos años estuve tratando de huir de mi responsabilidad, quise olvidar lo que soy: el guardián del planeta tierra. Si alguien tiene el deber de detener a Blaster, ese soy yo... porque hice el juramento de detener a cualquier centinela que dañe este planeta.
-Recuerda nuestra promesa, Atomfist -dijo ella- no tomes decisiones que hayan hecho mi muerte en vano... salvalos.
Las aguas se agitaban, haciendo que la ilusión de Trixie desapareciese dejando un completo vacío en mis sentimientos. Sin embargo, ella tenia razón: debo seguir con la batalla que nunca acaba.
Es momento de volver a ser lo que fui: un héroe.
Ya en el interior del templo, fui a la recamara central, donde el portal terrestre me esperaba para viajar a otra parte del planeta. Esta sala tenia una fuga de agua, por lo que se produjo una pequeña cascada que fluía; frente al portal estaba el rostro esculpido de un gobernante centinela... su nombre era Gallium. El portal era una pequeña plataforma redonda de cristal implantada en el suelo. Estaba rodeada por picos puntiagudos hechos de metal, los cuales ayudaban a que la teletransportación sea precisa.
Para activar el portal, solo necesitaba pensar a que lugar quería ir y alzar mi puño para iniciar la teletransportación. Tuve que usar la vieja computadora inteligente para ayudarme a encontrar mi destino... esa computadora era la cabeza gigante frente al portal. "¡Computadora!" grité con fuerza activándola inmediatamente.
-¿En que puedo ayudarle? -respondió.
-Localiza la señal centinela más activa en el planeta -dije.
La computadora se tomó su tiempo hasta darme una respuesta concreta: Hawaii. Cerca de allí hay una plataforma petrolera, seguramente Blaster se dirige allí para atacarla, lo que significa que debía llegar lo más pronto posible.
Afortunadamente, el portal más cercano a Hawaii esta en medio del mar Pacífico.
-Llévame al centro de portales -dije a la computadora.
-Inmediatamente, señor -respondió.
Entonces, los picos comenzaron a crear una luz en la punta de cada uno. Luego dispararon esa luz a mi cuerpo para teletransportarme a mi destino, desapareciendo de allí y reapareciendo en medio del mar. Ahora, con una nueva determinación a pelear, me arrojé al océano para nadar en dirección a mi rival, el cual debo detener para salvar a los involucrados de sus atrocidades.