Clare.
-¿Disfrutaste el concierto? -Preguntó mi padre mientras me miraba a través del espejo del auto.
-No, no me gustó nada. -Contesté muy seria y en un tono inapropiado.
Estaba más molesta y las condiciones climáticas que acontecían en aquella noche parecían encajar a la perfección con mi estado de ánimo, llovía mucho y casi era imposible divisar algún otro vehículo en la carretera, mis padres se encontraban en los asientos delanteros y yo en la parte de atrás.
-¿Y eso por qué? -Intervino mi madre - creí que esto era lo que querías por tu cumpleaños.
Y si, era verdad. Por mi decimoquinto cumpleaños les pedí que me dejaran asistir a un concierto con mi mejor amiga Rachel, y pensé que sería la primera vez que nos dejaran salir solas pero esto no ocurrió, fuimos acompañadas no solo por mis padres sino también por los de mi amiga.
Por eso me sentía furiosa. Pensé que al cumplir quince años me darían un poco más de libertad, pero ya veía que no. Ellos seguían pensando que yo era una niña, y ni si quiera me dieron un voto de confianza cuando se los pedí, prometí que íbamos a cuidarnos, pero no me escucharon.
-Me molesta que ustedes me sigan tratando como una niña pequeña- Los acusé.
-Sabes que no podíamos dejarlas ir solas, no es que te tratemos como una niña, pero debes entender que tampoco eres una adulta, y si te llega a pasar algo no podríamos soportarlo -Mi madre también sonó molesta, pero me daba igual lo que pensara, solo quería llegar a casa y encerrarme en mi cuarto.
De pronto unas fuertes luces iluminaron nuestros rostros, era casi imposible distinguir de que se trataba por la lluvia que descendía en aquel momento, luego de unos instantes me percaté de que delante nuestro había un camión enorme y se encontraba demasiado cerca, noté que mi papá agarraba el volante y trataba de hacer unos movimientos para sacarnos de la vía, tuve un sentimiento raro, en cuestiones de segundos todo se fue de control, el camión iba a impactar a nuestro auto, cerré los ojos, tuve mucho miedo y pensé que este sería nuestro final, espere varios instantes a sentir el golpe pero nada paso, al abrir mis ojos todo estaba muy quieto, más que eso, era como si todo estuviera en pause, ya no nos movíamos y el camión tampoco, ni mis padres, y nada a nuestro alrededor, fue entonces cuando toqué el hombro de mi papá, quería llamarlo para que me explicara que era todo esto que estaba pasando y por qué todo lucia tan raro, y justo en ese momento todo volvió en marcha, el camión impactó nuestro auto haciendo que este diera varios giros. Los cristales salieron disparados haciendo cortes por todos lados, sentí un peso impresionante encima de mí, era más de lo que podía soportar, poco a poco mi mirada se fue apagando, y me costaba mucho respirar, quería hacer algo, pero mi cuerpo no me respondía, todo se oscurecía a mi alrededor hasta que no tuve percepción de nada más.
Una semana después.
Percibía mucho movimiento a mi alrededor, sentía como alguien se colocaba a mi lado y luego se alejaba, había escuchado varias voces pero ninguna me resultaba familiar, poco a poco comencé a abrir mis ojos y las luces blancas de aquella sala me molestaron demasiado, enseguida me acorde de las luces del camión y me asuste, comencé a mirar a mi alrededor para buscar a mis padres, pero estaba sola, con un montón de maquinarias medicas a mi alrededor, quise pararme y salir de aquel lugar pero una enfermera me lo impidió, ella solo apoyó su mano en mis hombros y esto bastó para que mi cuerpo retrocediera, no tenía fuerzas ni para levantarme, estaba muy adolorida.
- ¿Dónde estoy? ¿Qué pasó? ¿Dónde están mis padres? -Dije buscando una respuesta, estaba demasiado alterada, y débil, las preguntas en mi cabeza me aturdían, mi respiración comenzó a agitarse como si hubiera corrido un maratón, la enfermera me decía que me relajara, pero como podía calmarme si nadie me daba la respuesta que quería escuchar.
Ella se dio cuenta que no me iba a tranquilizar tan fácilmente así que salió de la sala para buscar a alguien más, en su regreso vino acompañada de una señora con cabello corto su mirada no me trasmitía nada más que cansancio. En sus manos cargaba una carpeta llena de papeles, los cuales utilizó para recordar mi nombre.
-Te llamas Clare Ann Anderson, ¿verdad?
Yo asentí con la cabeza, no entendía de que se trataba todo eso. No conocía a aquella señora y tampoco comprendía que hacía en el hospital.
-Mi nombre es Emma Lamintong, soy trabajadora social.
Las lágrimas comenzaron a correr por toda mi cara, sabía de qué se trataba todo eso.