Capítulo 1:
Mis ojos se abrieron con dificultad, otra vez había soñado con la muerte de mis padres y esto hizo que me levantara con pésimo ánimo. Desde los quince años vivía en una casa de acogida, todavía recordaba como la trabajadora social me había dejado aquí después de descubrir que no tenía a nadie que se hiciera cargo de mí.
Todo era mi culpa, yo los había distraído con mis quejas, si hubiera aprendido a controlar mis emociones nada de esto hubiera pasado.
Traté de ubicar mis ideas y recordé que hoy se cumplían dos años de su muerte. Maldije por lo bajo mientras me levantaba de la cama, la habitación no contaba con mas que mi presencia, tenía la suerte ( si se puede llamar así) de tener un cuarto solo para mi por ser la mayor del lugar. Ya solo tenía que esperar un año más para largarme de aquí. La mayoría de las familias preferían adoptar a niños pequeños, mi edad ya se excedía del límite. Tampoco quería ser adoptada, me negaba a que alguien quisiera tomar el puesto de mis padres.
Una cuidadora que respondía al nombre de Celeste entró sin llamar a la puerta, esto era algo que siempre hacia y ya estaba acostumbrada a ello, en sus manos cargaba un pastel con una vela en forma del número diecisiete y se puso a cantar feliz cumpleaños con su voz totalmente desafinada. No tuve más remedio que fingir una sonrisa. Ella sabía que este día me resultaba demasiado difícil, así que estaba haciendo todo lo posible para alegrarme.
-Por favor deja de cantar-Le suplique con las manos en los oídos.
-Lo haré si me dejas darte un abrazo. -Celeste colocó el pastel en mi escritorio y me extendió sus brazos. Rodé los ojos y fingí una cara de cansancio, pero al final terminé accediendo a la caricia. Ella no tenía hijos y disfrutaba imaginar que yo lo era, hasta ahora me había cuidado mucho y yo estaba agradecida por tenerla.
El pastel fue llevado al comedor, donde el resto de los niños me cantaron feliz cumpleaños por segunda vez, me sentía avergonzada, no me gustaban este tipo de cursilerías, pero las cuidadoras insistían en tener este tipo de atención porque así lo dictaba la tradición. El postre llegó a formar parte de nuestro desayuno, me gustó que fuera de chocolate, este era mi sabor favorito y el hecho de que lo hayan recordado me hizo saber que les importaba, todos trataban de hacerme sentir bien de alguna manera, incluso me hicieron varios regalos. Sabía que no merecía nada de esto. Mi cumpleaños era un día en el que no podía permitirme estar alegre.
***
Apenas eran las ocho y media de la mañana, cuando recivimos a nuestra primera vicita del día. Esta era una de las razones por las que odiaba los sábados, por lo general este era el dia en que algunas familias interesadas en adoptar tenían citas con algunos niños, pero este fin de semana era muy importante, las cuidadoras nos habian insistido toda la semana en que teniamos que causarle buena impresion a un señor que quería ayudanos economicamente. La verdad era que la recidiencia estaba teniendo algunos problemas, yo lo habia notado a pesar de que nos ocultaban todo para no preocuparnos.
El señor que se presentó con el nombre Daniel Benson tenía el pelo oscuro pero a su vez dejaba al descubierto una que otra cana, revelando que podía ser más mayor de lo que aparentaba, contaba con una excelente condición física y sus ojos eran de un azul muy potente. Posó su mirada en cada uno de nosotros sin dejar de sonreir, yo en cambio me mantuve seria y ante un descuido me fui de aquel salon y me refugié en los columpios del patio. Este era mi lugar favorito en todo el mundo, había muchos árboles y el césped permanecía verde, me daba una sensación de paz. Me quité los zapatos y sentí la hierba bajo mis pies y dejé que el viento me despeinara a la vez que me impulsaba suavemente.
La verdad es que no pude permanecer mucho tiempo a solas ya que un grupo de niños irrumpió para organizar un juego de baseball, el señor Benson los acompañaba y no tardó en quitarse la chaqueta de su costoso traje y arremangarse la camisa para estar mas cómodo, incluso celeste y otras cuidadoras se sumaron al juego haciendolo mucho mas divertido, se notaba que todos la estaban pasando muy bien pero yo no tenia ganas de nada, no podía divertirme, era algo a lo cual no tenía derecho.
De un momento a otro observé como uno de los niños no había conseguido detener la pelota con sus manos y esta estaba aproximándose hacia mí con una fuerza impresionante, por su posición supe que se iba a estrellar en mi cara causándome, por lo menos, un fuerte golpe. Por cada segundo que pasaba la pelota se acercaba rapidamente, no me daba tiempo a nada mas que colocar mis manos a modo de escudo para impedir que esta me hiciera daño, esperé a recibir el impacto y luego el dolor, pero el golpe nunca llegó.
Al alzar mi cabeza descubrí que esta se encontraba justo en frente de mis narices, pero por alguna razón no se acercaba más, parecía flotar en el aire, era algo rarísimo, me recordó a la noche del accidente, algo como eso había pasado, miré a mi alrededor y me di cuenta de que nadie se movía, los árboles que antes estaban siendo sacudidos por el viento se habían detenido, todo parecía una fotografía. Las personas que se encontraban en aquel lugar estaban completamente petrificadas, ni siquiera pestañaban, o respiraban, más bien parecían estatuas. Me asusté demasiado, quería salir de todo eso y me puse de pie para correr dentro de la casa, cuando lo hice, todo volvió a la normalidad. Los árboles continuaron impulsados por el viento, Las personas siguieron moviéndose como antes y la pelota impactó justo donde yo había estado sentada.
- ¿Como llegaste hasta allí? -Preguntó el chico que había lanzado la pelota. Su cara mostraba mucha confusión, todos me miraban extrañados. -Tu estabas sentada en el columpio y la pelota estaba a punto de golpearte ¿Cómo fue que te levantaste tan rápido? -El chico me seguía insistiendo para que yo le diera una respuesta, todas las personas que estaban presente me miraban exigiéndome una explicación que yo no podía darle, no tenía idea de lo que había pasado.
Antes de que pudieran decir algo más, salí corriendo y me encerré en mi cuarto, aquí nadie me molestaría y con un poco de suerte olvidarían lo que había pasado, así como lo había hecho yo años atrás. Todo esto era demasiado extraño, no podía definir las sensaciones que tenía dentro de mí, sentía rabia, temor, incertidumbre. ¿Cómo era que algo así podía pasarme? Esas cosas no eran normales, cuando me sucedió por primera vez pensé que eran imaginaciones que mi cerebro había creado producto al miedo del accidente, pero esta vez sabía que no era el caso porque todos los demás presentes tambien se habían dado cuanta, era como si el tiempo se hubiera detenido y yo era la única que podía moverme dentro de el.
Celeste volvió a entrar sin tocar la puerta y esto causo que me enojara con ella, pero no lo demostré, ella no se merecía ser blanco de mi enojo.
- ¿Vas a estar encerrada aquí todo el día? -Preguntó a la vez que se sentaba al borde de mi cama.
-Si-Respondí sin una pisca de emoción en mis palabras. -Y no te atrevas a insistir en que salga por favor.
Celeste dejó escapar un suspiro, luego me miró como si tuviera algo que pudiera animarme.
-El señor Benson quiere hablar contigo-Dijo sonriente.
-No quiero hablar con nadie, a estas alturas deberías saberlo. -Mis palabras salieron de mi boca con rabia y ella lo había notado, no quería hacerla sentir mal, pero a como estaban las circunstancias no podía hablarle de otra forma.
-Se que hoy es un día muy difícil para ti-Celeste acarició mis hombros para aflojar la atención que se había acumulado. -Pero es muy extraño que justo ese señor alla solcitado una entrevista contigo, así que por favor no seas terca y al menos habla con él. ¿No tienes curiosidad por saber qué es lo que quiere?
Y si, tenía demasiada curiosidad. Celeste me puso esos ojos que me impedían darle un no como respuesta, así que no tuve más remedio que seguirla hasta una de las salas de espera que había en la casa. Celeste nos dejó solos, prometiendo que estaría de vuelta lo antes posible para traernos una taza de café y galletas.
-Por favor, siéntate-Dijo aquel señor extendiendo sus manos hacia la silla que se encontraban a su lado para indicarme que era ahí donde debía de sentarme. No sé por qué, pero me daba la impresión que era yo la que me encontraba en su casa. Esto no me gustó, este era mi hogar y desde luego la visita era él, así que yo me iba a sentar en donde me diera la gana. El sofá del frente parecía un muy buen lugar, así que termine incorporándome en este. Lo miré con cara desafiante, quería intimidarlo, pero él solo sonreía, como si no se impresionara con ninguno de mis movimientos.
-Me llamo Daniel Benson-Dijo. Seguramente esperaba que yo me presentara, pero no lo hice, si él había solicitado una entrevista conmigo seguramente ya debía conocer mi nombre así que me ahorré esa estúpida presentación.
- ¿Por qué quiere hablar conmigo? -Pregunté tajante, no era de las personas que les gusta dar vueltas al asunto, prefería ser directa.
-Veo que no te gustan los rodeaos. -Asintió lentamente con la cabeza- Prefecto, entonces te lo diré sin tapujos. -Su sonrisa desapareció, ahora su rostro estaba muy serio, esto hizo que me sintiera un tanto insegura. -Quero adoptarte.
Este señor no comprendía la gravedad del asunto, adoptarme ni siquiera era una opción, yo era demasiado grande y en tan solo un año me largaría lejos de la vista de todos, así que no lograba entender por qué justo él, había considerado una idea como aquella. Esta casa estaba repleta de niños. ¿Por qué entre todos ellos me había escogido a mí?
- No soy una opción, lo siento mucho pero yo no quiero ser adoptada.
El señor Benson encogió su pie sobre su rodilla poniéndose más cómodo sobre el asiento
- Sé que necesitas de mi ayuda- me miró como si fuera la persona más comprensiva del mundo, como si pudiera entender mis problemas y leerme como un libro-Tu eres capaz de hacer algo que nadie más puede hacer y si aceptas venir conmigo puedo ayudarte a controlarlo.
Este señor estaba completamente loco, estaba consciente de que se refería al incidente en el patio, pero la verdad no quería hablar de esto con él ni con nadie, así que me levanté de mi asiento con toda la intención de volver a mi cuarto pero solo pude dar un par de pasos, mi mirada se detuvo sobre una maceta que estaba al lado de la puerta, la planta que había dentro de esta crecía rápidamente, miré en dirección a aquel señor, el hacía que esta creciera dejando ver hermosas florecitas que minutos antes no estaban en ella, uno de los tayos de la planta alcanzó mi mano y dejo caer una pequeña flor blanca. Mi boca se abrió dejando ver lo impresionada que estaban, lo que habia echo era muy hermoso pero tambien era aterrardor.
- Confía en mí, se justo como te sientes.
Ante aquella inusual sorpresa decidí volver a tomar asiento, esta vez quería escuchar lo que me tenía que decir, y comprender un poco mas lo que estaba pasando.
-Vi lo que hiciste en el patio. -Reveló.
- ¿Y qué fue lo que hice? -Pregunté. Aun sin entender nada de lo que queria decirme.
-Creo que detuviste el tiempo.