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Chapter 20 - Capitulo 12.5: La revolución

Arman observo con desprecio y molestia a todos aquello soldados...

No, llamarlos soldados era algo que no se merecían, ni siquiera eran cadetes, eran un montón de idiotas patéticos e inútiles, adiciones a su causa que hasta ahora, solo habían mostrado ser mas un freno para sus ambiciones, que una ayuda.

Arman no pudo evitar divagar en su mente por la desesperación de ver como todos aquellos idiotas no realizaban los ejercicios como era debido. Arman recordó las palabras que su padre siempre le decía y que años después, este aun ponía en practica.

"La muerte de un soldado, es la base y el motor de una revolución", aquellas palabras Arman las pronunciaba como si fueran un mantra o un rezo, para el, eran sagradas y lo mas importante que su padre le había dejado.

Arman creía fervientemente en las palabras de su padre, no se podía conseguir lo que se quería, sin realizar unos cuantos sacrificios y como comandante que Arman aspiraba a hacer, estaba totalmente preparado.

Aun así, Arman miro con rabia a todos aquellos inútiles, sintiéndose impotente y molesto, se sentía como un idiota, había ido a Japón para cumplir su sueño y el de su padre, para formar su ejercito, su revolución... Pero Arman no era nada mas que un niño, sin experiencia en combate o la capacidad de comandar como era debido...

Arman culpaba a todos esos chicos que entrenaba, los llamaba patéticos e inútiles, pero a la hora de la verdad, el que realmente era patético, era el mismo. Un buen comandante, por muy insubordinado o incapaz que fuera su ejercito, seria capaz de entrenarlos y desarrollarlos para convertirlos en excelentes soldados a sus ordenes... Pero Arman no era capaz de aquello, ya llevaba mas de tres semanas con todos esos estudiantes y aun no había conseguido nada, ni un solo soldado digno de estar bajo su comando...

Y lo mas molesto para Arman era el estúpido juego de Alvatroz, aquello si era una molestia que podía acabar con todo su plan, podía derrumbar todos sus sueño... Arman temblaba de solo pensar en aquella cosa que podía acabar con tantos años de planificación y es que este, había visto cientos de soldados y guerreros en su patria, pero ninguno, había tenido una aura tan sanguinolenta y violenta como aquel chico...

Aquel al que llaman Bran... Arman esperaba con pánico que aquella cosa que parecía un monstruo fuera a por el, había vencido fácilmente al tarado de Ai y la mujer de la suerte también había sido vencido... Por lo que el siguiente debía ser el...

Arman alzo la vista hacia el techo con desesperación, ¿Cuál había sido la razón por la que había venido a Japón?, ¿Para que se molestaba tanto?, ¿Acaso su causa tenia algún sentido ahora?... Ya nada parecía tener sentido y Arman sentía como su voluntad flaqueaba...

Arman pensó con temor, que tal vez no importara que tantos soldados tuviera, cuantos sacrificara o cuanto poder tuviera... Tal vez nunca conseguiría lo necesario para cumplir su sueño...

—Padre... El sueño de nuestro pueblo, parece ahora imposible... —murmuro para si mismo Arman, con la esperanza, de que alguien lo escuchara...

Arman extrañaba a su padre y se sentía perdido sin este...

Y cuando Arman se sentía lo mas patético de lo patético, uno de sus hombres se equivoco en su entrenamiento y cayo al suelo. Para Arman, esto fue como un golpe bajo, el ultimo puñetazo en la cara que necesitaba para caer al suelo.

Arman agarro a aquel chico y lo miro a los ojos, parecía asustado y confundido, pero lo que mas le preocupaba, era su el rostro que se reflejaba en aquellos ojos... El rostro de un perdedor.

—¿Que debo hacer padre?... Necesito ayuda... —Aquellas palabras salieron de su boca con dolor y estas solo confundieron mas a aquel chico.

Acto seguido, Arman congelo al chico y lo observo congelado en una enorme estructura de hielo, la cual parecía una estatua que representaba su fracaso y sus lamentos. Arman ya no sabia que hacer y esperaba el mañana con terror y expectación... Deseo poder tener el coraje de Sakura o la astucia y la capacidad de comandar de Alvatroz... Pero Arman no tenia nada de eso, lo único que tenia, era poder... Y su sueño no se podía cumplir solo con eso.

—¡Tu, estúpido soviético, tiembla ante el poder del gran Toru! —De repente, un chico de pelo negro entro al lugar, con una confianza irrompible y un espíritu que parecía ser imbatible.

Arman observo al chico y pensó, que aquel debía ser una broma del universo, un chiste, restregado en su cara, para recordarle lo patético que es... ¿Qué tan bajo podía caer Arman hasta el punto de convertirse en solo una broma?

Arman sintió una gran furia nacer en su interior y un gran deseo por destruir a aquel que se burlaba de su sueño...

A Arman no le gustaban las bromas...