''No te das cuenta de cuánto necesitas algo
hasta que lo pierdes''
Dos años atrás, fue cuando Hinata Shoyo descubrió que iba a morir. El diagnóstico: Cáncer en estadio IV; el más devastador de todos. Le dijeron que su esperanza de vida, sería de veinticuatro meses, debido a que sus células eran tan jóvenes, que serían fácilmente manipulables por aquella mortal pesadilla susodicha. Sin embargo, no parecía morir; sus ganas de vivir rebasaban cualquier virus.
Cada vez que lo encerraban en las desesperantes máquinas de medicina nuclear para realizarle estudios de alta complejidad, aprovechaba ese tiempo estático y radioactivo para rebuscar en su cabeza diez momentos de felicidad en su vida, y se daba la esperanza de que, si no seguía expandiéndose, podría volver a esos recuerdos dorados.
Cuándo recibió la noticia, supo que se encontraría una barrera, y en ese momento, se potenciaron sus ganas de respirar. Lo encontraron envuelto en las sábanas, vomitando, llorando, pelado, con todas sus venas pinchadas, quejándose angustiado y preocupado por cómo seguiría la vida de su descendencia cuando ya no estuviera.
"Una analista me decía que le causaba gracia que yo quisiera organizar el futuro más allá de mi muerte. A mi me causaba llanto"
Shoyo siempre consideró que lo que le estaba ocurriendo le podría pasar a cualquier otra persona. Dichosamente, nunca pensó que se trataba de una injusticia. Pero por más aliento que se daba, su malestar llegaba a cuestas, como la quimioterapia.
Cuando manifiesta que su recuperación tiene el eje definido en el apoyo de una persona, es porque no le importó que él dijera que podía solo, y fue obligado a estar acompañado. Y no porque tuviera que hacerlo, sino porque quería. Y él consideraba que nadie querría ocuparse de su malestar. Y que nadie querría pasar un día entero en el hospital, la mayor parte del tiempo solamente esperando. Pero lo hizo, y lo hace. Y se conocieron mucho más en todo ese proceso. Con su acompañamiento constante, la invitación permanente, el mensaje o el llamado diario, lo hicieron sentir amado; no solo enfermo, muriendo.
Hoy, dicha persona se ve tentada a decir "todo comenzó cuando..."