''Pensar que no vas a morir, es otro efecto colateral
de estar muriéndose''
Todo comenzó cuando...
Kageyama Tobio había decidido que esa sería la última vez que pisaría ese hospital; la idea sonaba bien en su cabeza, incluso seductora, teniendo en cuenta, que su vida pudo haber acabado allí. El apendicitis podía ser mortal si no era tratado con rapidez. Para su suerte, en el momento que su cuerpo comenzó a contraerse -involuntariamente-, estaba rodeado de un grupo de personas a las que podía llamar amigos, y tuvieron la suficiente capacidad, para llamar a una ambulancia, que lo llevaría directamente a urgencias. No fue lindo ese mes que estuvo internado, a base de alimento intravenoso, y múltiples estudios luego de la operación.
Pero hoy, era su día de alta, y se encontraba cruzando el marco de la puerta dispuesto a...
Un fuerte estruendo resonó en todo el corredor, cuando Kageyama chocó con un muchacho, de ojos veloces y movimientos ansiosos, lejos de parecer un padeciente. Había cruzado a la velocidad de un rayo, y ni siquiera se percató, de que seguía en el suelo, cuando comenzó a parecer desesperado. Tenía en sus manos un sobre, con sello médico por delante. Tobio se levantó primero, pareciendo una especie de autorización, pues segundos después, aquel muchacho, de ojos veloces y movimientos ansiosos, repitió su acción, y entonces Kageyama descubrió, que su cabello era alborotado, naranja y alborotado; lo contrario a su liso y oscuro peinado, pareciendo solamente amargado, incluso más luego de haber adelgazado, por ese tortuoso momento llamado Apendicitis Aguda.
- Estás bien? lo siento, no vi por donde corría
Escuchó Kageyama al otro lado de su cabeza, y un recuerdo inundó su mente. "Muchacho, de ojos veloces y movimientos ansiosos." Lo asoció a la palabra correr, y ahora parecía tener sentido. Ni siquiera esperó una respuesta concreta, el muchacho con prisa se había adelantado a hablar.
- Perdona, se que es espont��neo pero... - hizo una pausa, a la que temió su continuación, recibiendo por adelantado, una vergonzosa risa por parte del muchacho con prisa - no hay nadie que me acompañe y- y... - otra pausa. Pareció vacilar un poco, pero cuando sus ojos de oro se conectaron con el par de zafiros, Tobio supo que nunca había visto tanta seguridad en una persona - quisiera leer mi diagnóstico con alguien, me sentiré más seguro, crees que podrías hacerme ese favor?
El muchacho con ojos de oro extendió en el aire el curioso sobre que portaba desde un principio, como para darle peso a sus palabras. Su boca se torció en una media sonrisa, y esa media sonrisa se transformó en lo único que separaban a Kageyama del No.
Inhaló por la nariz, conteniendo el aire en sus pulmones por unos escasos segundos, para luego exhalar por la boca, y darse cuenta de que, prefería aguantar cinco minutos más dentro de ese hospital, que lidiar con el capricho del muchacho con ojos de oro, si se negaba a su pedido. Entonces asintió, como quien no tenía otra opción y solo se apiadaba de un padeciente. Exactamente lo que el muchacho con ojos de oro no parecía: un padeciente.
En su camino a... - habían estado caminando por el hospital buscando un lugar aislado de gente -, el muchacho con ojos de oro le relató a Kageyama, el comienzo de sus análisis.
''Te pedí que me acompañaras porque me sentía asustado, y pensé que podría encontrar algo de alivio en un poco de compañía...'' relataba sin despegar la vista de sus pies, luego al sobre, miraba hacia el frente, seguía caminando, y volvía a sus pies ''descubrí que tenía un especie de bulto en el pecho, del lado izquierdo. Me aplicaron alguna medicación y dijeron que era un bajón de defensas, pero que mejor me acercara a mi médico de siempre. El doctor que me atendía en ese tiempo creía que no era nada, según él, el bulto se movía. Comencé a hacerme los controles habituales por el mes de julio. Todo estaba perfecto entonces. Pero hace unos veinte días, cuando me realicé una ecografía.. mamaria... la ecografista me advirtió que algo no estaba bien. Que el diagnóstico precoz es clave en estos casos. Yo tenía turno de un estudio más invasivo para el mes que le seguía.. pero la escografista me consiguió un turno de urgencia para ese mismo día'' Finalmente ambos llegaron a una zona aislada del hospital, con dos bancas, ambas desocupadas, rodeadas de un verde radioactivo: césped. Se sentaron en una de ellas, manteniendo cierta distancia, y tentando la paciencia de Tobio, el muchacho con ojos de oro siguió hablando ''Me hice una mamografía y volví a consultar con el ginecólogo. Él simplemente me miró preocupado, y me abrazó... supongo que es porque me dijo que "era serio". Me indicó que consulte con un mastólogo, quien determinó que habría que realizar una biopsia. Así que me la hice, y hoy llegó mi resultado''
Kageyama, en todo lo que había estado relatando, retuvo con mayor intensidad en su cabeza la palabra "mamografía", y pensó:
=siendo un hombre, también debe hacerse eso?=
- La verdad es que tengo miedo de saber cuál es mi diagnóstico..
- Solo ábrelo, va a ser peor si aguardas más tiempo
Una de las cualidades de Tobio, no era la paciencia. Para él, entre más rápido se libre de ese niño - que realmente parecía un niño, no podría tener más de 20 años -, más rápido saldría de ese lugar con olor a desinfectante y muerte.
Y le hizo caso. Parecía buscar la aprobación de él en cada acción, o simplemente quería estar seguro de que estaba haciendo algo normal.
Carcinoma Lobulillar Infiltrante.
El muchacho con ojos de oro pareció confundido, estático por unos segundos. Rebuscó en su bolsillo, y comenzó a teclear en un celular. Algo indescifrable nubló su vista en ese momento.
- uh, tengo cáncer.