Narra el asesino
Después de dos semanas que no me permitieron salir de la casa, mis padres decidieron enviarme a la escuela, sin importarles nada mi salud mental. Entonces me puse el uniforme de la escuela, fui por mi mochila y mis padres me llevaron a la secundaria, por suerte ellos no me hablan así que podía pensar en tantas cosas, de pronto la voz me preguntó —¿Qué les pasa? —se escuchaba algo preocupado por mi, después de pasar dos semanas que no le hable
—digamos que todos me ignoran y toda mi familia me odia —dije en voz alta. —al parecer no recuerda mucho lo que sucedió
—al parecer tú quieres quedarte sólo, ¿verdad? —mencionó la voz. —realmente me quede pensando un poco y nunca había llegado a ese punto
—es mejor que seas el loco psicópata de la familia —contesté. —trataba de verle el lado bueno a todo y solo reí un poco.
Mis padres oían que estaba hablando sólo, pero no les importaba mucho además decían que ya no tenía remedio alguno. La voz me volvió a preguntar —¿a donde van? Porque es raro ver a toda tu familia reunida en un solo lugar sin odiarse —aunque no lo crea, tiene razón
—vamos a la escuela, después de todo prefieren que me humillen allí que en la casa —contesté sin mucho ánimo. —observaba la ventana del auto y solo miraba como la gente caminaba por el centro de la ciudad
—vas a sufrir mucho, sí lo sabes mi querido amigo —mencionó. —supongo que ya sabe lo que me puede pasar en este día, mientras no tenga otra visita al hospital, estaré bien
—lo sé, pero a nadie le importa lo que me suceda —dije. —estaba hablando en voz alta para que se arrepientan de llevarme
—y ¿Qué harás? —volvió a preguntarme. —me agrada mucho estar platicando con alguien más que no sea mi propia familia, solo quiero que me dejen en paz
—nada, además si mi vida social estaba por suelos y ahora esta peor, pero ya estoy acostumbrado a esa vida de antisocial —respondí. —ya no me importaba nada sí me ignoraban mis compañeros de la secundaría, después de todo yo no existo para ellos.
Antes de que la voz siguiera platicando conmigo, mi padre me preguntó —¿con quién demonios hablas? —lamentablemente mi burbuja social se había roto
—con mi amigo que vive en mi mente, además no tiene nada de malo —contesté. —espero que no haya sonado tan descabellado
—me da igual con quién hables, pero trata de fingir ser normal, una vez en tu vida —dijo mi padre. —esperaba algo menos hiriente, pero ni modo.
Yo simplemente no conteste y preferí estar en silencio; para que nadie me considera raro pero ya es muy tarde para eso. Mi madre le dijo —no debiste haberle dicho eso, no olvides que no esta en facultades de responderte —también se me hizo algo muy exagerado el comentario de mi madre, pero me debo de acostumbrar a esto
—pues que quieres que hiciera, dejarlo actuar como un loco al mocoso esté. Sí va estar fuera de la casa que actúe normal; ya en la casa puede hablar hasta con el diablo, sí quiere —mencionó mi padre —para mi mala suerte, tenía razón... No podía actuar como loco afuera de mi casa
—¿entendido? —me preguntó él. —quería ignorarlo, pero era una de las pocas veces que usaba su cabeza para pensar
—sí —dije muy desanimado. —mi sonrisa solo desapareció y preferí ya no hablar con la voz enfrente de ellos
—otra cosas más, que ni se te ocurra hacer amigos ó algo por el estilo, porque no quiero pagar otro funeral por tus locuras psicópatas —me ordenó. —ellos creyeron que si tenia amigos, pero no era cierto
—no te preocupes por eso, dudo que hoy se me acerquen las personas —le aseguré. —creo que ya toda la ciudad se entero de lo que hice
—bueno, ***** ****** esperó que no hagas nada malo —me indicó mi madre. —ella tan gentil como siempre
—bien, haré mi mayor esfuerzo por ser invisible —dije algo disgustado. —solo fingía que sería tan difícil para mi dejar de ser tan sociable.
Llegamos a la secundaria, me baje del carro y entre. Pero eso no era lo peor sino que todos mis compañeros me miraban, obviamente me tenían miedo por lo que hice, traté de fingir que todo estaba bien, pero no funcionaba muy bien. Entre al salón de clases, nadie estaba ahí sino afuera de esté y como siempre se oían los murmullos de todos ellos. —De los tres años que llevo en esta escuela, siempre me han creen algo raro e incomprendido y ahora deseo matarlos a todos a sangre fría... —pensé. —en ese momento solo buscaba desaparecer de aquí.
De pronto la voz en mi cabeza me preguntó —¿Cómo puedes vivir con todo esto? —solo trataba de no quebrarme, después de lo sucedido
—no vivo con esto, sino me siento muerto cada vez que todos me ignoran —conteste. —la soledad era parte de mi vida, era como si fuera mi única familia
—ya lo creó, pero todos saben que mataste a tu hermano y ahora te tienen miedo —mencionó. —realmente no le tomaba mucha importancia a las opiniones de los demás
—y ¿eso que? —pregunté sin mucha importancia. —sabía que me miraban desde afuera y trataba de no dar mala imagen de mí
—pues que ya no eres ese chico inofensivo que todos despreciaban, sino un asesino despiadado, psicópata y entre tantas cosas más; las personas temen que les puedas hacer algo y nadie te quiere —recalco nuevamente la voz. —lo que ya sabía desde el principio de mi vida
—en algo estas equivocado —dije fríamente. —sé que desea tanto hundirme, pero no lo voy a dejar
—¿en que cosa? —me preguntó la voz. —estaba sorprendido al saber que estaba equivocado
—hay alguien que me quiere —respondí. —estaba seguro de mi respuesta, aunque tarde un poco para entenderlo
—¿quién? -pregunto la voz con mucha curiosidad. —otra de las cosas que hace la voz, es que tiene mucha curiosidad sobre mi vida
—mi madre, sé que al principio no lo notaba mucho, pero les la única que le interesa que siga vivo, de seguro le recuerdo a mi padre y por eso no me dejará solo —respondí. —¿Por qué será que lo note tan tarde? Tal vez no estaba listo para aceptar ese cariño que me tiene
—hasta que me sabes dar una respuesta finalmente —dijo. —tantas veces que me preguntaba sobre mi relación con mis padres
—no te preocupes así estaba yo, hasta que lo comprendí —mencione. —era muy raro que la voz este tan preocupado por mi, sin embargo, hará algo para destruirme
—pero aún así eres un asesino y lo que hagas no cambiará eso —recalcó la voz —y así se acabo todo ese amor de hermanos
—¡cállate de una maldita vez! —le ordené. —mi actitud cambio muy rápido y me molesto mucho por decirme asesino, aunque sea cierto
—¡asesino! ¡asesino! Nunca cambiarás, solo vas a asesinar a los demás y al final todos te odiaran hasta desear tu maldita muerte —gritaba la voz en mi cabeza tantas veces. —al parecer seguía mas molesto con esa maldita voz y espero algún día acabar con ella.
Yo trababa de no perder el control, pero me era difícil porque la voz seguía gritando me más fuerte. Entonces me salí del salón rápidamente, no sabía a donde iba pero sólo quería estar en un lugar tranquilo; todos mis compañeros de la escuela se escondían de mi. Hasta que me tope con los que me molestaban tanto, sin embargo no me hicieron nada; al parecer sabían lo que le hice a mi hermano mayor, aún así tenia preparado algo para ellos. Llegué a los baños, entre y todos los que estaban adentro se salieron, la voz seguía diciéndome asesino, me tape los oídos con mis manos, me senté en la esquina de donde estaban los baños y empecé a llorar. Mi vida era una especie de tortura que ya no podía soportar más, pero la muerte no era la solución a mi problema; sino una tonta salida para los cobardes.
No dude mucho y llame a mi psicólogo para que me ayudará a sobrellevar a la voz que esta en mi cabeza, pero después de que hablará con él, sentía que alguien me observaba y sólo miraba a una sombra al parecer era la voz de mi cabeza, sólo se reía de mi. Yo estaba muy triste y le dije —crees que con tu risa y tus torturas psicológicas harán que asesiné otra vez ó que me vuelva loco ¿verdad? —ya no tenía el control de mi mismo
—¿por que me dices eso? —me preguntó la voz. —no le agrado mucho que lo retará
—es tu objetivo desde el principio, tratarme bien para que te ganes mi confianza, tratar de manipular me con tus palabras de hipocresía y hacer me perder el control de mi cabeza. Muy bien planeado el juego, querido... Pero hay un pequeño problema en tu insignificante plan —conteste con algo de sarcasmo en mí voz. —estaba a punto de darle un golpe bajo
—¿Qué cosa? —volvió a preguntarme la voz con tanta curiosidad. —ya esperaba con ansias mi revancha
—puedo controlar todo el lado malo que se concentra para asesinar personas y sí existieras te mataría sin piedad ni compasión... Que desearás no haber nacido en tu miserable vida —respondí amenazándolo. —solo sonreía de oreja a oreja y realmente yo disfrutaba amenazarlo.
La voz no dijo nada con la amenaza que le hice, pero tiene suerte de no existir porque sino estaría frito. Y le mencioné. —supongo que entendiste, mi querida voz —finalmente había ganado la pelea
—quien diría que fueras capaz de ser alguien sin corazón y sin compasión alguna sobre las personas que están cerca de ti —comentó. —estaba muy sorprendido de mi jugada
—toma lo como quieras, pero te haré daño —recalqué. —la pelea estaba ganada y logre mi objetivo
—¿Cómo lo harás? Porque sabes que no soy real y solo vivo en tu cabeza—me preguntó la voz. —era una de las pocas veces que admitía que no existía
—ya lo verás, puede que no existas pero pronto te tocará pagar mi querida voz —dije. —solo tenía una gran sonrisa de satisfacción en mi cara por ganar esta vez.
Narra el psicólogo
Después de la llamada de *****, fui rápidamente a su escuela porque había perdido el control de su mente, además les indiqué a sus padres que no lo llevaran a la escuela, pero no me hicieron caso alguno y eso que pasaron dos semanas que él no viene a su consulta y me preocupa mucho su estado emocional. Al llegar a la escuela a nadie le importaba mucho sí el chico estuviera bien sólo lo dejaron ir, por el temor de que él los asesiné. Quería saber en donde se encontraba, pero no había nadie en los pasillos; hasta que apareció una maestra y me preguntó —¿ha visto a *****? Es muy importante que lo encuentre —al igual que sus padres, el entorno estudiantil no era nada saludable para él ya que toda su escuela estaba afuera
—no, de hecho lo estoy buscando para hablar con él y tratar de calmarlo —respondí. —era raro que lo buscarán, espero que no haya hecho nada malo
—¿Qué es suyo el joven? —volvió a preguntar me la maestra. —por suerte la maestra estaba tranquila
—soy su psicólogo y es urgente que lo encuentre —dije. —espero que eso no me cause ningún problema
—bueno, sí lo encuentra diga le que no venga más a la clase y que ya término el año escolar —indicó. —esa noticia me cayó como balde de agua fría
—¿por que quiere que le diga eso? —le pregunte. —se supone que se lo debe decir a sus padres, no a mí
—es que toda la escuela no quiere que él lastimé a otro chico, así que es mejor que terminé todo y se vaya —contestó la maestra. —esto era realmente malo, termino excluido completamente de todo
—sabe eso se lo debe decir a sus padres y no a mí, porque yo sólo soy su médico —recalqué. —espero que no pase a mayores esta situación
—no se preocupe por eso, también se les informará a los padres del joven —menciono. —esta vez no dije nada, solo me enfocaría en buscar a *****.
Después de hablar con la maestra, decidí seguir buscándolo hasta que lo entré. Estaba en los baños, así que entre y estaba sentado en una esquina del cuarto, sólo —al parecer nadie vino a preguntarle si esta bien o si no se ha lastimado a si mismo —pensé. — Entonces me acerque y lo saludé — hola ¿estas bien? —lo miraba que tenía una sonrisa retorcida
—no lo estoy, esa voz no me deja en paz, sin embargo, le gané a la maldita por una vez en mi vida —contesto. —se escuchaba algo feliz, pero realmente ocultaba su manera de ser
—tranquilo, esa voz ya se calmo ahora te llevaré a casa —dije. —necesitaba llevarlo a casa para que se sienta mejor
—¿por que le importó? —me preguntó el chico. —mientras se calmaba un poco, estaba algo alterado por el estrés que sufrió
—eres mi paciente, además ahora se supone que tu familia debe apoyarte en tu enfermedad; pero por lo visto te han dejado sólo para que tú resuelvas tus problemas —conteste a su pregunta. —él solo me miraba, parecía que sufría mucho
—usted es la única persona que se preocupa por mi y no es de mi familia —respondió el chico. —estaba intentando no llorar, pero no aguanto más y solo empezó a llorar con todas sus fuerzas.
Yo sólo lo abracé al chico, no seria capaz nunca de dejarlo sólo como lo han hecho todos los demás a su alrededor, haré todo lo posible para que vuelva ó sea otra vez normal, aunque se que ya no es posible.
Narra el asesino
Después de hablar con el psicólogo, salimos de los baños y me llevo a casa trataba de no perder el control nuevamente, pero por suerte sabía que no lo volvería hacer porque le dejé en claro que le iba a pasar algo muy feo. Durante el camino rumbo a mi casa, el psicólogo me informó —creo que ya no podrás ir a la escuela mañana —era algo muy extraño que él dijera eso
—¿porqué? No hice nada malo —pregunté. —estaba algo confundido y realmente que yo recuerde, no hice nada malo
—es que me informaron que no volverás a ir y que no te preocupes por nada, terminaste tu educación secundaria —respondió. —estaba molesto, ya que cuando mi hermano me hacía daño nunca hicieron nada
—¡malditos hijos de perra! Estos años que mi propio hermano quería matarme en la escuela, nunca intervinieron y justo ahora sí lo hacen —maldecí. —no pueden ni siquiera dejarme estar en la escuela y ahora me corren, a mi padre no le va a gustar mucho la noticia
—sé que lo que hicieron esta mal, pero tienen miedo de que tu les hagas algo —mencionó el psicólogo. —ahora resulta que yo soy el malo de toda esta historia
—lo sé, ahora que todos me prestan atención, toda mi vida se fue al demonio por matar a ese hijo de perra —conteste mientras fruncía mi cara. —no podía ocultar mi enojo, hasta sería capaz de dejarles mi carta de despedida a esos malditos
—deberías dejar de maldecir por un rato —me sugirió. —supongo que no le agradaba oírme maldecir en todo el camino de regreso a casa.
Ya no contesté y sólo me dediqué a ver el camino rumbo a mi casa, hasta que llegamos y le dije —gracias, por traer me a casa —ya estaba mas relajado
—de nada, no se te olvidé ir al consultorio mañana —me ordeno. —espero que lo sucedido no provoqué problemas en casa
—esta bien, a ver que hago para que me dejen salir —respondí algo dudoso. —solo sonreí y deseaba que no pase nada malo, cuando sepan la noticia.
Luego que el psicólogo se fuera, camine hacia mi casa, trataba de estar feliz aunque sea por única vez, sin embargo, toda la cuidad me evitaba a toda costa; ya de por si ya me corrieron de la secundaria, mi vida había dado por última vez su momento de socializar con personas. Abrí la puerta de mi casa, no había casi nadie, entonces me fui a mi cuarto y me puse a leer un par de libros. Habían pasado dos horas después hasta que llegaron mis padres, entonces baje a la sala y mi padre me dijo —no se supone que tu estas en la escuela —era el momento de la verdad
—pues sí, pero me dijeron que ya no querían verme nunca más por el temor que les hiciera daño y me corrieron —le expliqué lo que había pasado. —de mi voz no se escucha tan malo
—¿Qué hiciste? —me preguntó mi padre. —al parecer estaba muy molesto conmigo
—nada malo, solo me pidieron que no volviera a ir —le aseguré. —creo que esto ha provocado otro problema más
—sí me llego a enterar que hiciste una de tus locuras, te juro que no vuelves a salir de tu cuarto —me amenazo. —estaba a punto de golpearme, porque me lo había ganado pero no lo hizo
—bien —conteste sin opción alguna. —hay días que deseaba ser otra persona, ya que no aguanto esta horrible vida.
Yo volví a mi cuarto, no sabia mucho de lo que pasaba a mi alrededor, pero ya toda mi familia prácticamente me odia así que no tengo mucho que hacer. Mientras trataba de acomodar un poco mi habitación, cuando la voz me dijo —hasta que te pones a acomodar tu desastre —ya se había tardado en hablar
—pues es lo único que voy a hacer todos los días, porque ya no voy a ir a la escuela —le mencione algo alegré. —espero que no lo tome tan mal como mi padre
—¡qué diablos! ¿por que ya no irás a la escuela? Eres el más inteligente que yo conozco —pregunto la voz. —estaba muy sorprendida al escuchar eso de mi propia voz
—no quieren que lastimé a otra personas más —conteste sin mucho ánimo. —trataba de verle el lado bueno a mi expulsión
—y la única opción fue que te expulsarán de la escuela —mencionó la voz. —tal como me lo temía no acepto muy bien la noticia
—exacto —dije dándole la razón a la voz en mi cabeza. — ya parezco loco hablando sólo, pero es lo único normal que se hacer
—¿Qué harás? —pregunto la voz. —se escuchaba muy preocupada
—pues ir al psicólogo y hacer algo productivo en la casa, porque de plano nadie me quiere hablar —respondí tranquilamente. —mientras seguía acomodando las cosas de mi habitación
—¿por que pienso que me ocultas algo? —mencionó algo dudosa. —se me hizo extraño que sospechará eso
—ni idea, tu cada rato cambias de actitud de bueno a psicópata y viceversa — dije con honestidad. —la voz estaba peor que yo, porque hace rato quería matarme y ahora esta siendo bueno conmigo
—no te preocupes por eso, llegaré a descubrir que es y te aseguró que no es nada bueno —dijo sin duda alguna. —solo preferí hacerlo sospechar que ocultaba algo sobre mí, pero sus sospechas algún día se harán realidad.
En ese momento pensé sobre lo que se refería la voz que había algo malo en mi, sin embargo no lo he notado y esa voz me oculta algo más que no me ha dicho.