Chereads / Seven Days Walking (Español) / Chapter 7 - Day 6 - Wandering.

Chapter 7 - Day 6 - Wandering.

Una noche tormentosa pasó sin avisar y se llevó mis pensamientos, tal vez me hizo un favor. No me fue posible dormir a pesar de intentarlo con tanta desesperación. Un sueño tranquilo, solo eso quería, pero el insomnio no dejó de negarlo una, y otra, y otra vez. El tiempo pasa y yo sigo aquí en la esquina de la habitación, sentado en el suelo mientras abrazo una fotografía. La miro, un par de ojos sin matiz se reflejan en el cristal, es un retrato de una chica sonriente abrazada de un chico que... ahora solo es un muerto con ropa haciéndose pasar por vivo.

—¿qué tal si nos tomamos una foto?

Estamos en el lago donde nos conocimos, Meriel corría alrededor mientras yo la observaba, pero una vista del lago a mis espaldas la conmovieron, dándole deseos de retratarla.

—yo... nunca eh sido bueno para las fotografías —respondo intentando persuadir.

Se acerca a mí, hasta que estamos frente a frente, me sonríe y me toma de las manos, ya no siento nervios cuando nos acercamos de esta manera.

—por favor —dice Meriel viéndome con ternura— que esta sea la primera de muchas fotografías.

Sin siquiera aceptar se aparta, coloca su teléfono en las ramas de un árbol y pone un temporizador, vuelve hacia mí y me abraza por el cuello. El teléfono captura el momento, uno en donde un Alden lleno de vida sonríe, y detrás de él, la razón de su sonrisa...

Se que soy culpable de mis problemas, navego a la deriva después de que yo mismo cambiara el curso. Continuare vagando, como la leyenda del holandés errante, vagaré sin rumbo deseando volver a vivir esos días, pero mi maldición será... saber que jamás los viviré de nuevo.

Despierto, el sol entra por las cortinas iluminando mi rostro. Al voltear, a mi lado puedo ver a Meriel. sigue dormida, se ve tan hermosa y pacífica que, no puedo evitar mirarla con cariño. Pongo mi mano en su mejilla y comienzo acariciarla, su piel es tan suave. De pronto comienza a despertar, al abrir ampliamente sus ojos me mira y sonríe, estira su mano tomándome también de mi mejilla y comienza acariciarla.

—tus ojos ya no están tristes —dice Meriel repentinamente.

Sonrío al escucharla, y me pregunto, ¿cómo iban a estarlo si cada día al despertar su cálida mirada es enfocada en mí?, Meriel pone su mano en el aire esperando a que ponga la mía, no la dejo esperar y lo hago. las puntas de nuestros dedos se tocan y después nuestras manos terminan entrelazadas, mis manos irradian alegría cuando son abrazadas por las de Meriel.

—¿esto será para siempre? —me pregunta Meriel antes de besarme....

Mis ojos rodeados de ojeras ya no parecen tristes... ya no hay palabra que pueda usar para describirlos. Mis manos desgastadas anhelan con tanta devoción ser abrazadas de nuevo. Mis mejillas piden a gritos ser acariciadas por aquellas manos tan suaves, pero, ¿Cómo hacerles entender que no volverá a pasar? Como hacerlo, si ni siquiera yo lo he entendido.

Salgo de la universidad y me dispongo a ir hacia la parada del autobús, pero esperando en la entrada de la universidad está...

—Meriel —digo confundido.

Su hora de salida fue cuatro horas antes, aun así, sonrío y me acerco a ella. Al verme corre hacia a mí y salta a mis brazos.

—¿Por qué no fuiste a casa? —pregunto preocupado.

Pero ella negando con su cabeza comienza abrazarme más fuerte.

—¿querías estar conmigo? —pregunto de nuevo.

Esta vez Meriel asiente con su cabeza, se aparta un poco y me mira a los ojos.

—está bien —le digo tomando su barbilla— vayamos a la parada del autobús.

Niega de nuevo y suspira.

—vayamos caminando —dice Meriel mientras me toma de la mano— quiero caminar a tu lado todo el tiempo que sea posible, quiero estar tomada de tu mano y recorrer los lugares en los que hemos estado, volvamos a vivir esos momentos una y otra vez.

—¿Por qué?

Meriel sonríe, se acerca de nuevo hacia mí y besa mis labios, pone su frente sobre la mía y comienza a susurrar.

—para nunca olvidarlos...

Esta sensación de nuevo quemando mi pecho, mis latidos se aceleran y la ansiedad me inunda por completo, ¿Por qué me pasa esto?, no puedo mirar esta fotografía sin imaginarme de nuevo con ella, tantas cosas que ahora sé qué tendría que haberle dicho. Ahora lo único que puedo hacer, es abrazar esta foto. No dejo de preguntarme porque pienso tanto en esto, ¿será acaso que quiero volver a esos momentos?, pero es imposible ¿no es así? ...

—si pudieras regresar a algún momento de tu vida ¿cuál sería y por qué? —pregunta Meriel

comienzo a pensarlo, pero no sé qué responderle a Meriel, así que le pregunto.

—¿tu cual elegirías?

Comienza a jugar indecisa con su cabello, después de unos segundos sonríe y me mira de nuevo.

—regresaría al momento en que te conocí, porque de esa manera volvería a vivir todo el tiempo que he estado contigo y no arrepentirme de nada.

—pero... eso no es posible.

—pero... ¿y si lo fuera?

Una vez leí que, si un hombre se arrepiente de verdad de lo que hizo, puede regresar al momento en su vida en donde fue más feliz, que así se describe el paraíso. Sí es verdad, hay tantos que tomaría en consideración, tantos, que no se cual elegiría. No hace falta decir que me arrepiento de todo lo que hice, sé que de nada vale ya, pero quiero que aquellas personas que forman parte de esos momentos lo sepan. Tampoco hace falta que me perdonen, de hecho, ya no busco eso, a estas alturas solo deseo que entiendan. Con el paso del tiempo todo se olvida, espero que ellos olviden mis errores... pero es mucho pedir ¿no es así?, terminaran olvidándome a mí... antes de olvidar todo el daño que les hice, siendo ese el solitario final de mi viaje.

Me levanto, no sin antes dejar con mucho cuidado el recuadro en el buró. Me ducho y me preparo para el penúltimo día. Aún no deja de llover, parece que así seguirá. Voy hacia la cocina y preparo una taza de café. Al terminar mi café, me dirijo hacia la puerta, pero antes de tocar la perilla no puedo evitar ver el teléfono. Ya no hay más mensajes en la contestadora, pero si hay muchas cosas que recordar al respecto.

Estoy a punto de irme a la universidad, Meriel subió a la habitación para intentar dormir un poco más. Antes de salir por la puerta el teléfono suena, me acerco a él y miro el número, no parece ninguno conocido, pero aun así contesto.

—¿hola? —pregunto por la bocina del teléfono.

Al esperar una respuesta inmediata, lo que llegó fueron unos segundos de silencio acompañados de una respiración lenta y calmada.

—hola —responde después de hacerme esperar.

—¿con quién desea hablar? —pregunto de nuevo.

—quisiera... quisiera hablar con Alden —dice aquella tímida voz.

—el habla —respondo inundado de intriga.

Unos segundos más pasan, aquella voz se quedó callada de nuevo, pero su respiración parece haberse alterado un poco, aun así, se me hacía tarde para la universidad así que.

—discúlpeme, pero tengo que...

—tu voz a cambiado —dice aquella voz de nuevo— yo... no podía reconocerla...

Esperen, esa voz, comienzo a recordarla... no puede ser.

—¿mamá? —pregunto extrañado.

—si... hola Alden.

Hace más de un año vendió nuestra casa y se mudó con Cristal a diversos departamentos del pueblo. Desde entonces no he vuelto a saber de ellas. Sin mencionar que... tengo desde que me fui de casa que no veo su rostro, yo tampoco reconocía su voz.

—¿Cómo estás? —pregunto a mi madre.

Pero de nuevo lo que recibo de contestación son unos segundos de silencio.

—estoy bien —responde mi madre— espero que tú también lo estés... sé que te está yendo bien, al fin cumpliste tu sueño... yo, sé que seguramente no querías hablar conmigo... pero, quería saber si podías...

—¿Qué cosa?

—si podrías prestarme solo un poco de dinero —dice mi madre después de pensar de nuevo su respuesta. Claro, años de no vernos y cuando recibo una llamada de ella es por dinero, seguramente para...

Nunca dejare de preguntarme el por qué no me lo dijo, sabía que su hijo era yo, un estúpido sin remedio que nunca termino de conocerla bien... tenía que habérmelo dicho. Sacudo mi cabeza, no es momento de esto.

Giro la perilla y salgo de esta casa repleta de recuerdos. El viento y la lluvia salvaje me reciben una vez afuera. Hoy es sábado, no hay más niños dirigiéndose a la escuela, tal vez hoy no haya correspondencia por dejar, tampoco hay más autos yendo seguramente al trabajo, ni más... personas despidiéndose con un beso.

Primavera está cada vez más cerca, a pesar de ello, no dejo sentir tanto frío como si en pleno invierno estuviéramos.

Solo queda una cosa por contar, pero no estoy seguro de querer hacerlo, después de todo, este último aspecto fue el que acabó con mi vida.

Caminé más o menos por una hora, llegué de nuevo a ese restaurante que días atrás me hizo recordar. No lo había visto bien, no noté que cambio de nombre y tal vez de dueño. No traje nada para almorzar y ayer casi no comí, creo que entraré a almorzar. Una vez en el interior me di cuenta que en una de las mesas, están algunos profesores de la universidad y... sentado con ellos esta Alan. Él es un joven demasiado inteligente con el que platicaba cuando venía aquí. Solía verlo como el profesor me miraba a mí, como un diamante en bruto esperando a ser pulido. Pero parece que encontró nuevos mentores... todo el mundo siguió avanzando después de todo.

Intento llegar hasta la barra sin ser notados por ellos, pero fallé, ahora todos saben que estoy aquí y también saben perfectamente quien soy.

—¿Qué ese no es? —pregunta uno de ellos.

—si... es el profesor que se volvió loco.

—es demasiado joven.

—es una verdadera lástima...

No me importa lo que digan... no me importa. Es una lástima que Alan lo tenga que escuchar, pero tarde o temprano iba a saber la razón, el porque me desaparecí como si la tierra me hubiera tragado.

Tal vez fuera otra su reacción fuera otra si hubiera concluido aquella investigación, así es, jamás cerramos aquella investigación que nos costó nuestra carrera, nuestros lazos y nuestras vidas.

No quería contar esto, pero es parte de mi viaje contar cada perspectiva de los 4 aspectos de mi vida... Si hablo de mis estudios, estaba en medio de una de las más grandes teorías de la historia. Junto al profesor Michael formule una teoría, pero estaba incompleta, solo era la mitad de la respuesta. De encontrar la otra mitad, estaríamos frente al nacimiento de una nueva física que explicaría cómo funciona el universo.

La gran problemática es el comportamiento del universo, en ocasiones rompe con aquellas leyes que grandes científicos establecieron, dándonos a entender que no se puede predecir. El profesor y yo habíamos ido a la Antártida, habíamos recolectado información desde la estación de ANITA sobre los neutrinos que vienen del espacio exterior, pero no descubrimos nada que alguien más no hubiera descubierto antes. La universidad presionaba, los medios presionaban y el resto de la comunidad científica avanzaba, nos estábamos quedando atrás. Comenzamos a perder la paciencia, así que hicimos lo posible por tener avances, pero creo que es más que claro el resultado final.

Gracias a ese tiempo que desperdicié con aquella investigación... la perdí. después de entender lo importante que era Meriel para mí, había decidido compartir mi vida con ella, embarcarnos en ese viaje a través del tiempo y el espacio... que estupideces estoy diciendo, si no la hubiera perdido, jamás me hubiera dado cuenta que mi vida le pertenecía desde un principio, solo estaba viviendo una vida prestada.

Después de aquella dolorosa despedida no me fue posible salir de casa, me pesaba tanto el corazón que me hundía cada vez más al abismo. Me di cuenta de que ni las más grandes investigaciones llenarían el hueco en mi pecho como ella lo había hecho, como si fuera una pieza perdida de un rompecabezas que jamás estaría completo. Los días pasaban y yo estaba encerrado en aquella casa llena de recuerdos, remembranzas que me herían y me sonreían a la vez, ya que, siempre ha pasado que tenemos recuerdos buenos, pero solo recordamos los malos... pero en mi caso, recordar aquellos bellos recuerdos era como clavarme navajas en la piel.

Diario recibía llamadas del profesor Michael, pero no sentía deseos de ver a nadie, solo había unas cuantas personas que anhelaba ver, pero a pesar de haber miles de millones de estrellas en el cielo, ninguna de ellas concedía deseos.

La semana siguiente, los días corrieron como si fueran caballos salvajes escapando de mí, pero el dolor se quedaba en mi corazón como si fuera su casa. había un pensamiento recurrente que cruzaba por mi cabeza todo el tiempo, realmente... ¿iba a dejar a medias la investigación que me lo quito todo?, no podía permitirlo. El día que decidí volver, me costó mucho poder salir por la puerta, pero lo hice. Tomé un autobús y me dirigí hacia la universidad. Las vacaciones habían comenzado hacía un par de semanas, por lo que la universidad y mis esperanzas de ver a Meriel estaban vacías.

Las docencias y oficinas seguían trabajando, por lo que aún tenía oportunidad. Llegué preguntándome qué me diría el profesor Michael sobre todo ese tiempo perdido. Pero los inauditos sucesos de mi vida no dejaban de ocurrir, uno tras otro y así... en reproducción infinita.

—el profesor Michael ya no trabaja aquí —dijo uno de los encargados al preguntar por el profesor.

—¿Qué? —pregunté confundido— es una broma ¿cierto?

—¿crees que estoy para bromas?

En nuestra carrera, el prestigio es lo más valioso que podemos tener, tanto de nosotros, como de la institución en donde realizamos las investigaciones. Cualquier teoría que genere rechazo por la comunidad de los científicos más importantes, puede acabar con ese prestigio. Hurtos, falta de argumentos, pruebas o ideas descabelladas, son cosas que jamás deben ser parte de una teoría, porque podrían terminar siendo burlas.

Al ver los avances de otras universidades u otros lugares, la universidad presionó al profesor para publicar la que era nuestra teoría, pero fue un error, era como decir que la ley de la gravedad de Newton explicaba a fondo la gravedad. Solo teníamos media respuesta, en el caso de Newton la otra mitad sería la teoría de la relatividad general de Einstein, pero... yo no soy Einstein y no pude encontrar esa otra parte que faltaba.

—pero... ¿ahora como terminaremos con esa investigación? —pregunté al encargado.

—no lo harás, Michael ya no es profesor, ni lo será en ninguna parte por culpa de esa teoría.

Suena difícil de creer, pero también el profesor perdió todo lo que tenía por la misma razón. Ahora tenía más en claro que debía terminarla a como diera lugar.

—yo seguiré con ella —dije al encargado.

—no Alden, déjalo ya, no vale la pena.

Se muy bien que parece que intenté aferrarme a ese aspecto, pero tenía que hacerlo. Ya había tirado toda mi vida por la borda por esa razón, lo único que podía hacer era que valiera la pena.

Llegué a mi oficina y me encerré, de inmediato llamé al profesor. Al principio pensé que jamás me iba a contestar, pero lo hizo...

—¿profesor?

Del otro lado del teléfono había sollozos constantes, que junto a una voz quebrada dijeron.

—Alden... les fallé.

—aún podemos...

—no Alden, déjalo, una respuesta para ese misterio no podrá ser encontrada, lo perderás todo antes de encontrarla.

—pero yo...

—mejor vuelve a casa con Meriel y dedica ese tiempo a ella, no cometas los mismos errores que yo Alden, sé que llegaras a mucho más lejos que cualquiera, pero deja esto ya...

—profesor yo...

No me dejó si quiera explicarle, solo colgó la llamada y nunca más llamó. Jamás pasó por mi cabeza que el profesor fuera como esa versión del futuro que me esperaba, completamente solo y con mi carrera acabada. Nunca conocí bien su historia, tampoco le pregunté nada acerca de eso, la verdad, no quería saberlo, pero creo que todos podemos imaginar cómo fue su vida. Poco tiempo después me enteré que se fue de la ciudad, ya nada lo ataba aquí, realmente lo entiendo.

Siguieron pasando los días, parecía que vivía en la universidad, no quería volver a casa, después de todo, nadie me esperaba en ella. El tiempo se venía encima de nuevo, pero había hecho algunos descubrimientos, algo que ya se sabía pero que nadie sabía explicar. El misterio de los neutrinos, era el hecho de ir en orden contrario al que normalmente van, en lugar de venir del espacio y rebotar contra la tierra, estos salían de la tierra directo al espacio. Estaba cerca de explicar por qué se comportaban de esa manera.

Por otro lado, no solo aprendía cosas nuevas y descubría más, sino que el desgasto tanto físico como mental era abrumador, llegó el momento en el que olvidaba cosas o no pensaba con claridad. En la universidad seguían insistiendo en que abandonara aquel trabajo, habían perdido la esperanza cuando el profesor Michael se fue.

La universidad no tardaría en darme aquel ultimátum que terminó con la investigación. El encargado que me había dicho lo del profesor llegó a mi oficina. Abrí la puerta y lo invité a pasar, al ver el interior la sorpresa no tardó en llegar a su rostro, así como la preocupación. Presenció en carne propia lo que era una obsesión como la mía, las ventanas tapizadas por decenas de hojas, el pizarrón lleno de ecuaciones que parecían no tener sentido y las paredes tampoco se salvaron de los apuntes que hacía.

—Alden... ¿Qué es todo esto?

—Oh, que bueno que preguntas Ellis, descubrí cosas muy interesantes, si miras aquí, en lo que anoté en la pizarra, te darás cuenta que los neutrinos parecen...

—¡basta Alden! —exclamó Ellis.

—pero...

—te dije que lo dejaras, ya la universidad ni siquiera está esperando respuestas para esto.

—pero descubrí cosas —volví a insistir— mira, aquí est��... sí miras aquí te vas a dar cuenta de que... solo...

—¡no! —gritó Ellis furioso— entiende Alden, ya la universidad no está respaldando esta investigación, ya no está pagando por ella, ¿Por qué sigues insistiendo con esto?

—¡porque es todo lo que me queda! —estallé sin querer— por favor, tienes que entender, solo mira esta ecuación, aquí está la respuesta...

Ellis se acercó a mí y me tomó del hombro.

—Alden... por favor, deja esto, solo te haces daño a ti mismo —me dijo Ellis con una voz calmada.

No sé porque, no sé la razón, pero en ese momento rompí en llanto. Ellis tenía razón, no tenía sentido seguir con esa tarea. Me estaba engañando a mí mismo, pero mi determinación era inquebrantable, iba más allá del horizonte de sucesos, era terminarla o darse por vencido en todo.

Todos en la universidad me veían de otra manera, ya no era aquél chico genio al que elogiaban. Faltaba muy poco para que los alumnos volvieran, todos estaban preocupados solo de pensar en si sería capaz de seguir siendo profesor. Los otros profesores se burlaban cuando pasaba a su lado, para todos ellos estaba perdiendo la poca razón que me quedaba. Escuchaba como murmuraban cosas a diario, pero hubo una ocasión en la que no pude hacer que dejara de importarme, yo... simplemente no lo soporte.

Había decidido tomar un respiro y a comer algo en la entrada de la universidad, al terminar, crucé todo el campus directo hacia mi oficina. Cuando pasé por el patio central como de costumbre, los maestros que estaban allí comenzaron a murmurar.

—pero ¿Qué está pensando? Asustara a los alumnos.

—te va a escuchar, no hables tan alto.

Como lo mencioné, no me importaba lo que esas personas decían, de hecho, ya nada en el universo llegaba a ser relevante para mí, pero...

—escuché que se está volviendo loco.

—cómo no va a volverse loco si su novia lo abandonó, llegó a sorprenderme que estuvieran por tanto tiempo, una chica tan sexi y linda como esa con él, ¿pueden imaginarlo? Cuanto apuesto que si siquiera la tocaba.

Un profesor de Meriel dijo algo que realmente no pude dejar pasar por alto, al escucharlo... simplemente perdí la poca razón que me quedaba. Corrí hacia él lo más rápido que pude y lo golpeé con toda la fuerza que mi brazo pudo dar. Cuando estaba dispuesto a seguir, los demás me detuvieron. A pesar de que lo más seguro era que ese profesor me diera una paliza, ese instinto primario de usar mis puños en su rostro no abandonaba mi cuerpo. Después de ese escándalo, aquel profesor fue absuelto de todo y yo quedé como el profesor que enloqueció por completo. Fui llamado por el decano de la universidad, el me dio un par de elecciones, podía quedarme en la universidad y seguir dando clases como siempre, pero abandonando por completo esa investigación, o podía renunciar a todo e irme de la misma manera en la que se fue el profesor... abandonar aquel sueño de mi infancia.

Dos elecciones que no podían ser más claras. Fue entonces cuando me encerré en mis pensamientos y... llegaron a mi cabeza todo tipo de remembranzas. Comencé a pensar en todo lo que dejé atrás, no solo desde que empecé esta investigación, sino más atrás, me di cuenta de que mi obsesión por los estudios me hizo perderlo todo. Recordé a mi madre, mi padre, mi hermana... Meriel. Había tomado un puñado de malas decisiones a lo largo de mi línea de tiempo, así que tomaría la única buena elección que llegué hacer en mi vida.

Miré al decano, me levanté de la silla y comencé a caminar hacia la puerta sin decir una sola palabra. El decano no dejaba de hablar y hablar, pero yo ya no escuchaba nada. Ni siquiera fui por mis cosas de la oficina, solo caminé y caminé sin detenerme. Semanas después de ser un muerto en vida, decidí comenzar con este viaje, el mismo que me trajo hasta este momento presente. Y esa es la historia, oficialmente no me queda nada más por contar, intentaba dar razones o acciones que justificaran mi vida, pero creo que cualquiera que supiera toda esta historia pensaría que soy el malo del cuento... y lo peor de todo, es que tendrían razón.

Mi comida llega, después de esperar algunos minutos. últimamente no eh comido bien, por eso intentare hacerlo ahora. Me percato de que, junto a mi plato, la mesera pone otro que me llama la atención.

—tortitas con Bacon y sirope de arce —dijo la dependienta.

—gracias —dijo el chico que acaba de llegar a la barra por el plato.

Abro los ojos en señal de sorpresa y giro hacia mi lado derecho.

Después de lo que fue un largo día de estudios, al fin llego al restaurante. Sentado en la mesa en la que siempre me siento esta Alan. Alan es un chico que conocí en este lugar, un niño dotado, sabe que en ocasiones algunos profesores visitan el local y aprovecha la oportunidad para aprender cosas nuevas. Pero por alguna razón, es más apegado a mí de lo que pensaba, siempre me hace todo tipo de preguntas, no lo noto, pero en el fondo sé porque me gusta tanto responderlas. Llego a la mesa y lo saludo, me siento y enseguida ordenamos juntos.

—que vas a pedir Alan —dice la mesera que ya conoce bien a Alan.

—quisiera pedir... am... tortitas con Bacon y sirope de arce por favor.

Lo miro y él a mí, parece contento de verme después de todo este tiempo. Pero eso no puede ser posible.

—hola profesor Alden —dice Alan— cuanto tiempo de no verlo... ¿ya probó este platillo?

Me pregunta eso y... recuerdo.

Nuestros platos llegan, el dulce platillo de Alan me llama la atención, noto que lo come con tanta fascinación.

—¿de verdad te gusta? —le pregunto.

—me encanta, en especial el de este lugar, es una combinación perfecta entre lo dulce y lo salado.

—ya veo.

—sé que no te gustan las cosas dulces —dice Alan— noto que siempre pides tú café sin azúcar, pero deberías intentar algún día probar este platillo.

Rio al escucharlo, realmente defiende ese platillo, así que le digo.

—si, tal vez algún día lo haga.

Vuelvo en sí y lo miro con una sonrisa, días atrás tuve la oportunidad de probarlo y...

—si ya lo probé hace unos días —le digo a Alan.

Al ver mi expresión el deduce aquello que pensé cuando probé este dulce y salado platillo.

—demasiado dulce para ti ¿verdad?

Vuelvo a sonreír, Alan sí que es un chico listo. Regreso a mi plato con la intención de comer.

—¿día difícil? —pregunta Alan.

—un poco —respondo moviendo la comida en el plato— ¿Cómo te ha ido?

—me ha ido bien... quiero preguntarte ¿Por qué te fuiste de la universidad?

Vuelvo con él, realmente no sé qué responderle. Nunca pensé en la posibilidad de que alguien me iba a preguntar al respecto, así que no tengo una respuesta preparada.

—ya no había nada para mí —respondí solo para quitarle la duda.

—es una lástima —dice Alan— realmente quería que fuera mi profesor.

—¿irás a la universidad? —pregunto sorprendido.

—sí, entraré el siguiente semestre.

Vaya, a sus 15 años entrará a la universidad, pero era de esperarse de un chico como él.

—felicidades —le digo a Alan.

—no es la gran cosa —dice Alan moviendo su cabello— tu entraste cuando tenías 14 años, es por eso que no importa nada de lo que dicen los otros profesores.

Es claro que no sabe toda la verdad acerca de lo que pasó. A pesar de escucharla de esos profesores parece no terminar de aceptar que todo sea cierto, pero...

—ellos tienen razón, no pude ser capaz de concluir con una investigación que me hizo perder la razón en varias ocasiones, yo... me equivoqué Alan, más de lo que quisiera.

Tenía que saber que todo era verdad. Después de escucharme voltea hacia a mí, pero escapo de su mirada, no sé si en ella hay decepción. Debe darse cuenta que no soy más que un...

—creo que, todos tenemos derecho a equivocarnos —dice Alan sacándome de mis pensamientos.

Me sorprendo al escucharlo, lo miro, no parece decepcionado, solo está ahí frente a mí mirándome compasivo.

—no importa si eres el más grande de los genios, todos tenemos ese derecho, equivocarnos es una de las pocas cosas que nos hacen verdaderamente humanos. Es verdad que en ocasiones nuestros errores son tan grandes que nos sobrepasan, pero, ¿Quiénes seríamos sin ellos?, realmente... ¿habrías aprendido que hiciste mal si no te hubieras equivocado?

Me quedo sin palabras, escuchar a alguien de su edad hablar con tanta razón es de admirarse.

—¿crees que un error tan grande puede enmendarse? —pregunto tímidamente.

Alan comienza a pensar, realmente se toma su tiempo, tal vez piensa que no es posible...

—puede hacerlo, tal vez no, pero jamás lo sabremos si no lo intentamos, es como dice el dicho, "si luchas puedes perder, pero si no, estas perdido" ... si no lo intentamos habremos pasado el resto de nuestras vidas pensando que era imposible, cuando solo era cuestión de pedir perdón.

Esto que dice Alan contradice todo lo que pensaba... aun así, tiene razón.

—gracias Alan —digo en agradecimiento.

—no hay de que profesor Alden.

Termino mi comida y me dispongo a pagar la cuenta, pero al abrir mi cartera me percato que el efectivo en ella no es suficiente.

—no se preocupe profesor —dice Alan— yo invito esta.

—claro que no —digo avergonzado.

—claro que sí, fue un gusto verlo por aquí de nuevo.

Él siempre fue un gran chico, y sé que llegará a ser alguien grande. Solo espero que no cometa los mismos errores que yo.

—gracias de nuevo, Alan.

Alan me dio una nueva perspectiva, aun así, un fantasma no tiene voz para decir todas aquellas palabras que nunca dijo... solo soy un cobarde incapaz de hacerlo.

Comencé a pensar de nuevo en aquella investigación. A pesar de que no pude terminarla, si logré formular una teoría interesante. No servirá de nada ya que mis hallazgos jamás llegarán a ser vistos por nadie, este prescindible mundo no merece saber aquella verdad que se supo a costa de los lazos que marcaron mi vida, los mismos que me mantenían unido a este plano terrenal.

Solo hay algo que entender, el concepto del tiempo realmente no existe. El espacio y tiempo no son más que una línea en la que se desplaza el universo, desde el momento cero (llamado Big Bang) hasta el momento "presente". Pero ese momento depende de la percepción, depende desde que punto del universo sea visto o sea visible. Las estrellas, por ejemplo, todos esos pequeños puntos que vemos en el cielo no son más que fotografías viejas de las estrellas, solo vemos su pasado, es probable que muchas de ellas ni siquiera estén ahí en este momento. Si pudiéramos verlas desde otro punto, seguramente veríamos su presente y tal vez... su futuro, todo en el mismo momento en el que estoy diciendo estas palabras al aire.

Pero ese desplazamiento del universo por el tiempo y el espacio, siempre va hacía enfrente, como una flecha, solo tiene una sola dirección, pero es donde entra la teoría que formulé. Según la misma, aquello que encontraron los científicos no solo es un universo paralelo, es un universo en el que cada segundo que pasa, el tiempo avanza en reversa. Lo que quiero decir es que, en lugar de expandirse, se está contrayendo, es una clase de viaje en el tiempo. Es por eso que los neutrinos vienen de la tierra y van al espacio.

Se que es totalmente difícil de entender y puede que tal vez no tenga sentido, pero... ¿lo pueden imaginar?, un universo que rema eternamente en reversa con un solo destino programado, el pasado. Se que es de locos, pero es totalmente posible, ojalá hubiera forma de comprobarlo y sumergirme en ese desfase del tiempo para volver al pasado y... arreglarlo todo. Pero como no es posible, hay un lugar que quiero visitar antes de que termine este viaje y en este futuro salvaje es el único lugar en el que puedo estar cerca.

Caminé unas horas más hasta llegar. Pregunto al guardia en turno por la ubicación específica y camino hacia ella, este lugar es demasiado grande.

llego al lugar indicado y me paro frente a una lápida con el nombre de mi madre...

—Beth Lenn —digo mientras que la lluvia repentinamente se hace más fuerte— hola, mamá.

Caen sobre mí las enormes gotas golpeando salvajemente contra mi paraguas, haciendo ese ruido sin eco al chocar. Este alrededor esta matizado con este único color monótono, hay tantas piedras memoriales talladas con los nombres de aquellas personas que extrañaremos por siempre... tantas cosas me rodean, pero dentro de mi percepción solo estamos ella y yo.

—mamá... soy yo, Alden... tu hijo.

hace tanto frío, esta lluvia helada solo lo hace todo más difícil.

—debes pensar que soy un desconocido... ¿cierto?

Despierto, la luz del sol entra por mi ventana y una idea interesante cruza por mi cabeza. Al pensar en la velocidad de la luz me pregunto, ¿Cuánto tiempo tarda la luz del sol en recorrer los millones de kilómetros a la tierra?, haciendo el cálculo me doy cuenta que son 8 minutos, vivimos atrasados en el tiempo por 8 minutos. Comienzo a ir más y más a fondo hasta pensar en la luz de las estrellas. Después de un rato, al ver que no mostraba signos de estar despierto mi madre entra a mi habitación. En su vientre ya es visible el embarazo de mi futura pequeña hermana. Llega hasta a mí y se sienta en la orilla de la cama.

—Alden —dice mi madre— se hace tarde para la escuela, acaso ¿tus días en vela terminaron y ahora no quieres levantarte de cama?

Después de terminar de decirlo comenzamos a reír juntos.

—no mamá —respondo sentándome en la cama— es solo que ya sé que quiero ser cuando crezca, se cuál es mi sueño.

Mi madre sonríe, tal vez su pequeño hijo de 4 años aun no sabía lo bien que lo conoce. Me toma del cabello y comienza a moverlo delicadamente.

—quieres ser astrónomo, ¿cierto?, y un científico importante.

Me sorprendo al saber que acertó, quiero ser un astrónomo y llegar a ser importante, a partir de ahora quiero que sea mi sueño más que ayer.

—¿Cómo lo supo? —le pregunto a mi madre.

Pero ella solo comienza a sonreír tiernamente.

—soy tu madre... yo te conozco mejor que nadie, ven, vayamos a que desayunes algo.

Nunca olvidaré la sonrisa que mi madre dirigió hacia mí el día de hoy, algún día le daré las gracias por todo...

¿Qué tanto debe cambiar un hijo para que ni su propia madre termine de conocerlo?, es decir, aquel día mi madre no pudo haberse imaginado que años en el futuro, su hijo no iba a recordar esa mágica y hermosa sonrisa, aquella que solo una madre puede brindar... pero soy un estúpido sin remedio que no supo valorarla. mis ojos lagrimosos miran hacia la lápida, tan cerca y tan lejos de ella...

—nunca te di las gracias... no pude ver tu rostro ni siquiera una última vez.

Pensar en la última vez que miré su rostro es algo que no quisiera recordar, preferiría un millón de veces quedarme con esos otros momentos de mi madre cuando era solo un niño, pero una verdad irrefutable es que no puedo cambiar lo que pasó y el último momento en el que vi su rostro yo...

Hoy es el día en el que me iré a la universidad, el profesor Michael vendrá más tarde por mí. Salgo de mi habitación, Cristal está en el pasillo, pero al verme se encierra en su cuarto rápidamente. Bajo las escaleras, en la sala está mi madre sentada en el sofá, al notar mi presencia rápidamente talla su rostro con sus manos y acomoda su cabello. Me acerco por detrás del sofá hasta estar cerca de ella.

—hoy vendrá el profesor por mi —digo a mi madre— ya tengo todas mis cosas preparadas.

Pero mi madre se queda callada, no dice absolutamente nada, su respiración es calmada y parece mirar solo hacia el televisor. Me molesto, desde que papá murió ni siquiera me mira a los ojos o habla conmigo.

—si quieres decir algo, ahora es el momento —vuelvo a decir.

Pero mi madre no dice nada, solo estira su mano y toma aquella copa llena de vino, su respiración sigue tan calmada, pero, aun así, puedo escucharla.

—esta es tu última oportunidad —vuelvo a insistir— ya no habrá más en el futuro, es importante para mí, porque esta será mi forma de despedirme, por favor, di algo.

Aun así, parece no importarle, así que me doy media vuelta y comienzo a caminar.

—¡Alden! —escucho la voz de mi madre.

Volteo rápidamente. Por primera vez en mucho tiempo nos vemos a los ojos, pero al verla, me doy cuenta de que ella ha sufrido más que yo. Grandes ojeras cubren su rostro, sus labios partidos no se pueden ocultar ni con todo el labial de sus cajones, su respiración ahora está acelerada y sus ojos... sus ojos no pueden ocultar toda esa tristeza que la inunda y parece ahogarla y... nadie la ayuda.

Aun así, no consigue decir una sola palabra, solo arruga su cara triste y vuelve a mirar hacia el vacío. Más tarde, después de intentar hablar con Cristal sin éxito el profesor me llama. Bajo las escaleras y me dispongo a salir, al ver la sala me doy cuenta de que mi madre ya no está allí. Al final no podré despedirme de ella, ya que no lo sé ahora, pero no estará dentro de mis planes regresar. Camino hacia la puerta, pero justo pegada en ella está una nota, la tomo y la leo.

"Adiós Alden... sé que cumplirás tu sueño, aquel que un día me contaste, pase lo que pase, quiero que sepas que... yo siempre te amaré... mamá".

Fue esa la última vez que vi su hermoso rostro. Cuando recuerdo su expresión, ahora me doy cuenta de que tenía miedo, tal vez tenía miedo de saber que su hijo estaba abandonándolas en ese momento, y al conocerme tan bien y saber mi parecido con ella... en el fondo de su corazón sabía que jamás iba a volver. Siempre me pregunté si me culpaba de la muerte de mi padre, pero tal vez era ella quien se culpaba, tal vez pensaba que todo ese tiempo apoyándome para cumplir mi sueño, nos estaba guiando hacia ese trágico final, pero no fue su culpa... no lo fue.

Estos fríos suspiros son cada vez más constantes. Me acerco un poco más y miro nuevamente la lápida, hoy, es lo único que puedo ver. Trago saliva y me acerco tímidamente a ella.

—usted... siempre...

Esta costándome hablar, a pesar de que hay tantas palabras que quiero decirle, dentro de mi, sé que de nada sirve hacerlo ahora que no me escucha... pero quiero intentarlo. Intento contener todo lo que puedo estas ganas de llorar, pero ahora todo es tan difícil para mí.

—usted siempre creyó en el cielo y... no sabe cuánto deseo estar equivocado para que el cielo realmente exista, es la única esperanza que tengo para volver a verla y... abrazarla y... decirle todas esas palabras que nunca le dije.

Hablar es una habilidad que ahora me resulta casi imposible, mi voz se rompe cada vez más, no creo poder con esto... duele tanto.

—¿a quién quiero engañar?, si es verdad que el cielo existe... ¿Qué me hace pensar que puedo ir?, yo seguramente voy para el otro lado... es por eso que, ahora que estoy aquí quiero... ¡quiero pedirle perdón!

Suelto mi paraguas y el viento lo lleva lejos de mí, me derrumbo frente a la lápida y tapo mi rostro con mis manos... me eh roto frente a mi madre, solo que ella no está aquí para consolarme.

—por favor... perdóname, quisiera ser como siempre decían y no sentir nada, pero no puedo serlo... duele, duele saber que no volveré a verla nunca más, no volverá acomodar mi cabello o mis lentes, no volverá a sonreírme... ¿cómo lo puedo aceptar?

El mejor lugar de un hijo para llorar es en el hombro de su madre, pero esa posibilidad la perdí hace ya mucho tiempo. Perdí totalmente la compostura... no puedo dejar de llorar. esto que siento dentro de mi pecho quema demasiado. Quiero volver a verla... quiero volver a ver esa sonrisa... quiero hacerlo, pero no es posible. Tomo mi maleta y comienzo a buscar, del interior saco un par de papeles y los pongo frente a la lápida.

—esto es para ti... te pertenece, es el documento en donde dice que soy doctor en física y este... es el título que me hizo un importante astrónomo... ya no vale la pena que los tenga, ya no habrá quien se enorgullezca de mí.

La razón de querer llegar más lejos era ella, ahora lo sé, ya no quiero ser nada de eso... solo quiero volver a ser su hijo, eso es todo.

—tomé muchas malas decisiones en mi vida, lo perdí todo... no solo la perdí a usted, daría lo que fuera para enmendarlo, pero... no es posible, es por eso que hoy al fin tome esa decisión de la que no estaba seguro... quien sabe, tal vez la vuelva a ver.

Llegó el momento del último adiós, jamás pensé en esta posibilidad de tener que decir unas palabras para despedirme, la verdad es que nunca nadie está listo para despedirse de su madre. Quisiera que fuera en otra circunstancia, pero mis decisiones me trajeron a este momento que no puedo cambiar, por más que lo desee.

—sé que no se lo dije cuando la tenía enfrente, pero, si está en el cielo en el que usted siempre creyó entonces... puede escucharme, así que lo diré ahora... nunca dejé de amarla, solo fui demasiado idiota como para decírselo, pero la amo para siempre... ¿está bien? ... la amo para siempre, adiós... mamá.

No se pueden pronunciar esas palabras sin llorar, me alejo poco a poco de ese lugar en donde yace aquella persona que jamás olvidaré.

Ahora no tengo un rumbo cual seguir, no quiero volver a aquella casa, no quiero que esto sea más difícil. El pronóstico de lluvia fue demasiado certero esta semana, la lluvia no ha parado ni a dar un respiro. Pero no se compara con la tormenta de mi cabeza, que se lleva todo a su paso.

Ahora estoy en el corazón de la ciudad, a pesar de esta fuerte lluvia hay demasiado tráfico, hay personas por todos lados, es un desfile de paraguas de todos los colores y tamaños. llego a un cruce y la luz se pone en rojo para los peatones, me detengo y espero. Un tumulto de personas espera conmigo, para ellas soy un transeúnte más dirigiéndose hacia aquellas personas que lo esperan, pero lo que no saben, es que esa realidad tan simple no existe más en mi mundo.

Solo soy un fantasma errante, como la leyenda del holandés, vagaré sin rumbo deseando volver hacia esas personas en las que no dejo de pensar, pero mi maldición es... saber que no volveré a verlas de nuevo. Tal vez con el paso del tiempo sea convertido en un mito, la historia de un chico que lo perdió todo y ahora cumple su penitencia eterna.

El semáforo esta por cambiar, me preparo para cruzar. El frio atraviesa mi cuerpo y a pesar de que el paraguas detiene las interminables gotas salvajes, mi rostro sigue mojado por aquellas lagrimas que no dejan de brotar. De pronto, antes de cruzar, una silueta familiar pasa del otro lado de la calle...

—¿Meriel? ...

Los fríos suspiros y los pálpitos helados no hacen esto más fácil. El deseo de ir tras ella se hace presente, pero solo me limito a verla pasar del otro lado de la calle. De pronto se detuvo y... mientras oculto mi rostro con el paraguas ella comienza a girar hacia donde estoy, pero vuelve a su camino al ver la estampida de personas que ahora están cruzando la calle.

La miro, se dirige hacia la parada del autobús, me pregunto a donde se dirige con tanta prisa. pero no llegó hasta su destino cuando se detuvo una vez más, tal vez creyó haber visto algo familiar en aquella silueta que se quedó parada del otro lado. Pero seguramente solo se quedó allí confundida, pensando que lo que vio fue solo el fantasma de un pasado que desea enterrar para siempre... o tal vez solo fue mera curiosidad, jamás llegaré a saberlo puesto que ahora me encuentro tan lejos como mis piernas me permiten correr.

Es extraño, mientras corro por alguna razón los días anteriores comienzan a pasar por mi mente, desde el día uno, hasta el día 6, pero hay algo en especial en lo que no puedo dejar de pensar, fue esta mañana que lo recordé.

—¿esto será para siempre?

Comienzo a detenerme, mi paraguas está inservible ahora, pero eso no me importa, yo solo...

—¿esto será para siempre? —me pregunta Meriel antes de besarme, acomodo un mechón de su cabello detrás de su oreja y la miro.

—¿quieres que sea para siempre? —pregunto mirándola a los ojos.

—¿tú no?

—le preguntas a alguien que conoce el infinito, más que eso es mi deseo de estar a tu lado.

—entonces... ¿será para siempre?

Un nuevo descubrimiento me hizo abrir los ojos... doy media vuelta y comienzo a correr en sentido contrario al que venía. Regreso atreves del tiempo y mi destino es aquel momento en el que no dejo de pensar, justo como lo hace el universo paralelo en la teoría que formulé. Pero la diferencia es, que este nuevo descubrimiento lo puedo comprobar. Corro con todas mis fuerzas intentando llegar a ella.

—¡Meriel! —grito desesperadamente.

La gente no deja de salir de todas partes, choco con ellas mientras intento llegar a ella. Me caigo en la acera, pero este deseo que tengo de ver esos ojos cafés me ayuda a levantarme. Al fin la puedo ver, está a punto de subir al autobús. Tengo que alcanzarla.

—¡Meriel! —vuelvo a gritar jadeando, el atletismo nunca fue lo mío— Espera...

En este momento no puedo pensar en nada más que en ella, el aspecto que puede salvar mi vida. Esta tan cerca, solo debo cruzar la calle, hay personas esperando por cruzar, pero lo hago sin pensarlo dos veces, es cuando noto que... el semáforo está en rojo.