un día soleado se asomaba por la ventana. Meriel había despertado y se había sentado al borde de la cama, tallo sus ojos y dio un gran bostezo. Al girar a su lado y ver a Alden dormir no pudo evitar despertarlo besando sus labios.
—hola, amor mío —dijo Meriel— ya es de día, despierta.
Alden comienza a abrir sus ojos, un fondo borroso lo recibe, pero al ponerse sus lentes y enfocar su mirada, puede ver el rostro sonriente de Meriel. Se comienza a sentar en la cama mientras Meriel se acerca de nueva cuenta y lo besa nuevamente.
—no hay una mejor manera de despertar —dijo Alden.
Meriel se levanta y camina hacia el armario. Lo abre y comienza a buscar algún atuendo para ponerse.
—¿Por qué tanta prisa? —preguntó Alden.
Meriel sale del armario con un par de vestidos en sus manos.
—¿Cuál se vería mejor? —preguntó Meriel mostrando los vestidos a Alden.
Alden comienza a pensar mirando ambos vestidos detenidamente. Tenía dos opciones frente a él, a su derecha, había un vestido rojo con tirantes un poco revelador, pero del otro lado tenía un vestido azul con olanes en las mangas y flores adornando la cintura. Una difícil, o tal vez una sencilla decisión para cualquier otra persona, pero no para Alden.
—sé que te verías increíble en ambos —dijo Alden— pero me quedaría con el azul.
Meriel deja el vestido rojo en el armario y su sonrisa se hace cada vez más y más risueña. Se acerca una vez más a Alden y lo abraza con fuerza.
—¿será que me conoces tan bien? —dijo Meriel— o solo es que el profesor nunca se equivoca.
Ambos retroceden y se miran a los ojos. Después Meriel vuelve a levantarse y antes de entrar al baño voltea una vez más hacia Alden.
—deberías irte preparando —dijo Meriel.
Alden ahora parecía intrigado por lo que dijo Meriel.
—¿prepararme para qué? —preguntó Alden.
—¿ya lo olvidaste?, hoy iremos a ver a tu madre y a Cristal, nos harán una pequeña fiesta antes de nuestra boda tontito...
"¿boda?, esto no es un recuerdo, ¿Qué fue lo que pasó?, no puedo recordar mucho, lo último que recuerdo fue... llovía tan fuerte y como nunca, había un popurrí de personas que estaban a mi alrededor y estorbaban en mi camino, yo quería llegar hasta Meriel, pero... iba hacia ella, estaba por subir a un autobús. Crucé la calle y después hubo un grito desgarrador, no recuerdo nada de lo que ocurrió después. Ahora estoy aquí, puedo sentir todo, es como si realmente estuviera con ella, puedo sentir la suave piel de Meriel en mis dedos y sus labios en los míos, pero no puedo decir nada de lo que quiero. Es como si yo solo fuera un pasajero dentro de la conciencia de un Alden en un universo paralelo, uno en donde todas aquellas decisiones que tomó fueron las correctas".
Alden y Meriel salen de casa, deciden ir caminando por el sendero que lleva hacia el pueblo en donde Alden creció. Caminaban tomados de mano y haciendo planes de futuro. Alden recién había terminado y publicado una teoría de un universo que se expande en reversa, dándole fama en la comunidad científica y ofertas de trabajo por todas partes. Por otro lado, Meriel había terminado su carrera en literatura y se convirtió en una escritora famosa, y a pesar de no haber estudiado artes también era una excelente artista. Ahora intentaban decidir qué camino frente a ellos tomarían, pero sin importar la dirección, de una cosa estaban seguros, a donde quiera el viento los llevara, irían siempre juntos.
Caminaron un par de horas hasta llegar al puente que divide la ciudad de aquel pequeño pueblo. Siempre que pasaban por ese lugar Meriel no podía evitar detenerse a ver el río, le gustaba ver las ondas del agua. Alden se paró a su lado y comenzó a ver junto con ella, allá a lo lejos, en donde el río se perdía en el horizonte.
—James me enseñó a pescar en este río —dijo Alden.
—¿en serio? —preguntó Meriel— conociéndolo no debió haber pescado ninguno.
Ambos comienzan a reír, algo de aquella vista hicieron que Alden se pusiera nostálgico solo de recordarlo.
—así es —dijo Alden— a pesar de que él me estaba enseñando, ese día los peces que conseguimos los pesqué yo, aun así, siempre intentaba ayudarme.
Meriel sostiene la mano de Alden, el voltea a ver sus manos entrelazadas con una sonrisa atenuada.
—espero que James pueda asistir a nuestra boda —dijo Meriel— últimamente tiene demasiado trabajo en el hospital.
—lo sé —dijo Alden— yo también espero que pueda estar con nosotros.
Después de respirar el aire fresco una vez más, comienzan a caminar de nuevo, poco a poco se adentran en el bosque hasta salir al corazón del pueblo. No caminan mucho antes de llegar a su destino. En el pórtico, una joven esperaba sentada, al verlos llegar, no dudo en levantarse y correr hacia ellos.
—¡hermano!
—hola Cristal —dijo Alden.
Cristal llegó hasta ellos y los abrazó con fuerza.
—Cristal —dijo Meriel— que enérgica.
—yo siempre ��dijo Cristal riéndose.
Después de saludarse todos entran al interior de la casa, Cristal los invita a sentarse en el sofá.
—¿Dónde está mamá? —preguntó Alden.
—ella está atrás preparando todo —respondió Cristal— ya sabes que le gusta que todo sea perfecto.
Todos en la habitación comenzaron a reír a carcajadas, pero entonces.
—¿están hablando de mí?
De pronto todos se enmudecieron al escuchar la voz de Beth entrando por la puerta.
—es broma —dijo Beth riendo.
Beth se acercó a Alden y lo miró fijamente, puso sus manos sobre su cabello y comenzó a acomodarlo.
—¿Cuántas veces te diré que tienes que peinarte, Alden? —dijo Beth.
De nueva cuenta las risas vuelven a la habitación. Más tarde todos se sientan en una pequeña mesa en el patio trasero. Beth había preparado un exquisito platillo de pollo, pero antes de comenzar a comer, Beth se para y anuncia un brindis. Todos se ponen de pie y miran a Beth.
—Alden, nunca dudé de que podrías cumplir aquel sueño que una vez me contaste, te convertiste en eso que siempre quisiste, sé que fui dura muchas veces con el fin de serte de ayuda y perdón por eso. Solo quiero decir que sé que tu padre está orgulloso de ti, al igual que yo. Cristal y yo estamos felices de que encontraras a Meriel y en unos días más, ustedes serán dos viajeros con el mismo destino... sigue creciendo y aprendiendo más, y nunca olvides que Cristal y yo te...
Y justo en ese momento todo se desvanece, fui expulsado de aquella efímera escena en donde al fin era feliz. La frustración invade mi cuerpo y los fríos pálpitos me impiden respirar... no pude escuchar lo último que iba a decir mamá, no puede terminar de esa manera. Tengo que saber las palabras que iba a decir, pero, al tornarse todo de negro me resigno a que aquello que vi fue solo un sueño.
Mi entorno es oscuro, no hay viento para sentir, ni un susurro para escuchar, solo estoy yo. Comienzo a caminar, pero por más que avanzo parece que no llegaré a ninguna parte. Me derrumbo en el suelo y me tomo de la cabeza... quiero volver, ¡quiero volver!, pero por más que deseo no puedo regresar, quiero volver... no importa si solo soy un pasajero, quiero volver.
—¡¿Qué está pasando?! —grito con todo mi aliento.
El eco de mi grito parece que fue escuchado por alguien o por algo, comienzo a escuchar pasos a mi alrededor.
—hola —dice una voz.
Me levanto de nuevo y comienzo a mirar a los alrededores, pero no puedo ver a nadie.
—¿Quién está ahí? —pregunto asustado.
—¿Quién?, pensé que eras tú el que siempre contestaba las preguntas.
Alguien está cerca de mí, pero no puedo verlo, no puedo ver ni mi propia nariz debido a la oscuridad. De pronto, una imagen aparece frente a mí, es aquella escena de nuevo. Mis ojos lagrimosos miran con tristeza esa imagen, ya no soy un pasajero dentro de ese Alden que todo lo hizo bien.
—¿pensaste que volverías a estar ahí dentro? ... No es posible.
—¿Por qué me haces esto? —pregunto a la voz.
—la pregunta es ¿Por qué te hiciste esto?
—¿Qué quieres decir?
Intento con todas mis fuerzas volver a entrar a esta escena, pero por más que lo intento todo lo que hago es inútil, es como intentar ir en contra de la corriente salvaje que me jala hacia atrás cada vez que intento avanzar.
—¿aún no lo entiendes? —pregunta de nuevo esa voz.
—no... aun no entiendo.
—y te creías tan inteligente... mira esa escena frente a ti, ¿Qué puedes deducir de ella?
Ya desde hacía mucho tiempo atrás dudaba de esto que llaman inteligencia, a pesar de tenerla, solo fui inteligente en dejar ir a las personas que más amé, esta pregunta es obvia tomando en cuenta eso...
—nunca pasó —digo mientras alejo mi vista de esa escena.
—así es... jamás paso, es por eso que no puedes volver a ella, no hay nada más en esa escena que puedas querer o que puedas imaginar.
—eso fue por equivocarme tantas veces ¿cierto?, ese es un Alden de un mundo paralelo al nuestro.
Esa voz que ya estaba casi a mi lado comenzó a reír a carcajadas.
—sí que te hacía una conversación conmigo —dice esa voz después de dejar de reír.
—¿ya vas a decirme quién eres?
Los pasos comienzan a escucharse más y más cerca de mí hasta que se para frente a mis ojos, por fin puedo ver.
—todos los errores que cometimos nos trajeron hasta aquí, hicimos todo sin pensarlo dos veces, jamás pensamos en las repercusiones de nuestras decisiones.
Mi expresión de sorpresa no cabe en mi rostro, es como verme en un espejo. Al fin veo todo el daño que he sufrido materializado en un espejismo frente a mí, al fin me doy cuenta de que esa mirada... realmente parece triste. Pensando en eso que dijo vuelvo a mirar hacia la escena, aún no desaparece.
—entonces esta visión frente a mi es...
—sí, lo es.
Como me lo imaginaba... pero verla una y otra vez me hace desear cambiar de lugar con ese Alden que sonríe con tanta gracia, eso me vuelve loco.
��no quiero verla más, hazla irse por favor.
—puedes engañar a todos, pero no te puedes engañar a ti mismo.
—no quiero verla, ¡haz que se vaya!
—ya te lo dije, no te puedes engañar a ti mismo.
Comienzo a llorar sin siquiera saber por qué.
—¡no quiero verla! —grito desesperado.
—no puedo hacer que se vaya.
—¡¿Por qué?!
—porque si no quisieras verla ya no estaría frente a ti.
Cierro y abro mis ojos, frente a mi aparecen más y más visiones como esa, pero estos si son recuerdos... son memorias de un pasado al que desearía volver, estiro mi mano intentando alcanzarlas, así como Meriel intentaba alcanzar aquello que la hacía sentir especial, pero eso que la hacía sentir especial se alejó de ella, así como estas visiones que se alejan de mí.
—¿Dónde estoy? —pregunto casi seguro de que lugar era ese— ¿Cómo llegue aquí?
Aquella otra versión de mi se para a mi lado mirando todas esas ventanas de enfrente.
—¿aun no lo sabes?, es una ironía que la única buena decisión de tu vida te trajera aquí.
—te refieres a...
Después de pensar en aquel recuerdo feliz, al fin decido regresar hacia Meriel para comprobar algo. Corro lo más rápido que puedo pasando a través de todas estas personas. Totalmente empapado y lleno de arena en mis ojos regreso en el tiempo como ese universo paralelo intentando llegar a mi pasado feliz. Me tropiezo con un pedazo de acera mal construida y caigo, pero mi determinación es tenaz y me levanto de nuevo, tengo que comprobar eso que no abandona mi cabeza. Al fin llego a la parada, sigue del otro lado de la calle, pero está a punto de subir a un autobús así que me apresuro.
—¡Meriel! —grito con eso que muere al final, pero no me escucha, el ruido de tantas personas alrededor, tantos coches yendo y viniendo, tantas gotas que caen salvajemente al suelo me impiden ser escuchado— por favor, espera...
Me acerco, en el cruce hay personas esperando, pero debo alcanzarla, así que sin dudar ni un poco cruzo la calle lo más rápido que puedo.
—Meriel —vuelvo a decir una vez más.
Al fin se detiene, parece que al fin escucho la voz de este errante que al fin encontró eso que buscaba. Gira y al fin puede verme. Comienzo a sonreír pensando que estoy tan, pero tan cerca de ese aspecto que puedo salvar... pero la mirada de Meriel es otra...
—¡Alden!
Eso es todo, el ultimo recuerdo que tengo de ese mundo del que deseaba partir antes de verla. No hubo dolor, de hecho... no hubo nada, ni si quiera recuerdo como paso, que tipo de automóvil fue ni como impacto con mi ya desgastado torso. Lo único que recuerdo es que mi corazón latía a mil por hora, mis manos temblaban y mi ropa pesaba por la lluvia. Un temprano alivio había llegado a tranquilizar mi corazón deteriorado al verla tan cerca... pero aun así se quedó tan lejos. Mi mente no abandonaba la idea de que probar esa teoría que era tan fácil como decir un par de palabras...
—es gracioso —dice mi visión de mí.
—¿a qué te refieres? —pregunto incómodo.
—siempre quisimos hacer algo que cambiara a la humanidad, pero irónicamente, jamás pudimos dejar de lado la vieja tradición humana de...
—¿hacerlo todo demasiado tarde?
—así es, recordamos muy tarde aquello que Meriel nos dijo, si tan solo hubiera sido un momento antes, algo así como el día en el que se fue...
¿fue tan tarde probar aquello que dijo?, siempre odie ese comportamiento humano. Todas las escenas desaparecen una por una, hasta que al final aquella que prevalece comienza a brillar con más intensidad. Nos acercamos y la vemos de cerca... es esa ocasión. Había despertado gracias a que el sol iluminaba mi rostro. A mi lado estaba Meriel dormida, se veía tan hermosa y pacífica al hacerlo que no pude evitar acariciar ese rostro. Comenzó a despertar, poco a poco abría sus ojos. Al abrirlos ampliamente hizo lo mismo que yo y me dijo algo que era una verdad absoluta.
—tus ojos ya no están tristes —dijo Meriel mientras acariciaba mi rostro.
Un atisbo de alegría invadía mi cuerpo y pensaba ¿Cómo podían estarlo? Si al despertar esa mirada me veía con tanto amor y cariño que... sentía que nada me faltaba. Meriel levanto su mano en el aire esperando por la mía, la tomé, al hacerlo nuestras manos se abrazaron con tanta fuerza que pensaba que jamás se soltarían. Fue entonces que Meriel me hizo una pregunta que se quedaría haciendo eco en mi cabeza hasta este momento.
—¿esto será para siempre?
Cualquiera quisiera escuchar esa pregunta viniendo de la persona que ama, pero en ese momento no estaba seguro de lo que eso significaba. Tiempo atrás le había prometido lo mismo a una persona que amé, pero ese para siempre duro muy poco. Después de que mi respuesta no llegara, como de costumbre Meriel me sacó de aquellos pensamientos que invadían mi cabeza, esta vez, con un beso, uno largo y dulce. Al apartarse nos volvimos a mirar y fue cuando le pregunté.
—¿quieres que sea para siempre?
—¿tú no?
Ese significado que aún desconocía seguía haciendo eco dentro de mi cabeza, así que le respondí.
—le preguntas a alguien que conoce el infinito, más que eso es mi deseo de estar a tu lado.
Pero para una mente como la de Meriel, aquellos límites del infinito no eran más que una barrera inexistente, mi respuesta, simplemente no fue suficiente para que quedara tranquila.
—entonces... ¿será para siempre?
No quería volver a cometer el mismo error, no quería prometer algo que no podía asegurar. Había leído una vez que en raras ocasiones tu primera pareja es para "siempre", y si no puedes asegurarlo ni a tu propia familia, ¿Cómo podía mentirle a Meriel algo que no dependía de mí?, bueno... en ese momento así lo pensaba.
—¿puede ser para siempre? —pregunté mirando abajo.
—¿piensas que no puede serlo? —me preguntó Meriel.
Me quedé mudo sin saber que decir, simplemente no quería contarle lo de aquella persona como excusa para no saber qué responder. Pero entonces, Meriel se acercó y se subió encima de mí.
—si piensas que puedes perderme solo es un invento de tu imaginación —dijo Meriel mirándome a los ojos.
—¿a qué te refieres?
Meriel comenzó acariciar mi rostro mientras sonreía, se acercó a mis labios y los rozó, pero paso de largo hasta terminar abrazados de nuevo.
—no importa el rumbo que tomen nuestras vidas —dijo Meriel refugiándose bajo mi barbilla— nuestro destino es terminar juntos de nuevo, porque soy tuya, y si algún día me voy puedes ir detrás de mí, si algún día te vas, no descansaré hasta encontrarte de nuevo... solo prométeme que será para siempre.
Meriel siempre encontraba... siempre sabía cuáles eran las palabras adecuadas para cada ocasión. Estaba sonrojado, sonriendo y totalmente seguro ahora. Prometí que eso que pasaba entre nosotros dos iba ser para siempre. Después, al escucharme prometerlo Meriel comenzó a besarme de nuevo y acariciarme, mientras que yo... navegué a través de su cuerpo con mis manos.
Es una lástima que esperara tanto tiempo para comprobar aquello... no pude llegar a ella, aun después de todo ese esfuerzo.
—entonces... estoy...
—no... no lo estas.
—en ese caso... ¿dónde estoy? —pregunto mientras intento tocar aquella imagen frente a mí.
—este es el límite de tu imaginación, es donde todos esos recuerdos fueron revividos una y otra vez a lo largo de los seis días, tú mismo lo creaste al inicio del viaje y aquí he estado viéndolos una y otra vez.
—¿has estado viendo estos recuerdos una y otra vez?
—lo hemos estado haciendo... ¿ya lo olvidaste?
Al fin entendí en dónde estoy, parece de película... jamás pensé que esto fuera posible, pero así es. Siempre imaginé que la mente de un genio era un lugar asombroso, un lugar en donde aquellos fenómenos del universo se materializaban, agujeros negros, blazares, pulsares... pensé que era un lugar en el que podía acercarme a eso y... tenerlo en mis manos. Pero ni siquiera puedo imaginar a Meriel aquí a mi lado. Aquí no hay nada. Después de ese último recuerdo que vi, algo quedó en mi cabeza y no dejo de pensar en ello. El otro Alden se acerca a mí y me mira. Que es lo que...
—¿ahora no solo piensas en Meriel cierto? —pregunta aquel Alden.
No puedo engañarme a mí mismo, por más que lo intente.
—no...
—lo sé, además de ser un idiota eres un mentiroso... sabias que no podías prometer un para siempre y aun así lo hiciste.
Lo miro, en aquella mirada decepcionante lo veo, se perfectamente a que se refiere.
—lo sé...
—si... ella estaba sentada en el techo de casa, llegamos con la intención de hablar con ella, ¿lo recuerdas?
—lo recuerdo.
Pasaron solo un par de días después de que Cristal llegara de aquel campamento, al hacerlo, realmente parecía contenta y todos lo estábamos por ella, pero no todo es lo que parece... y nosotros estábamos innegablemente equivocados. Esa noche estábamos cenando cuando Cristal se paró antes de la mesa y se fue. Conocía a mi hermana, sabía que algo pasaba. Al terminar de cenar subí a su habitación y toqué la puerta, nadie respondía así que decidí entrar. Noté que no estaba en su cama, mi primera impresión fue que no estaba ahí, pero entonces vi que la ventana estaba abierta y una sombra se vislumbraba entre las cortinas. Atravesé la ventana y salí hacia el techo.
Allí estaba, sentada casi en el borde abrazada de sus piernas. El cielo estaba totalmente despejado y estrellado, su cabello se movía con el viento y su mirada estaba perdida en aquellos pequeños puntos brillantes en el cielo. Su ánimo no estaba bien, lo supe en el momento que me llamo con aquella triste voz.
—hola... Alden.
Me acerqué a ella y me senté a su lado.
—¿sucede algo? —pregunté a Cristal.
—no —respondió Cristal seria.
Miré hacia donde ella lo hacía, aquella estrella que miraba era Betelgeuse de la constelación de Orión, la misma de la que le había hablado tiempo atrás.
—antes creía que las estrellas vivían por siempre —dijo Cristal— cuando dijiste que Betelgeuse estaba en el final de su vida me hizo pensar en algo...
Dentro del cálido corazón de Cristal los miedos seguían presentes, así como aquellos recuerdos indelebles de ella en mi memoria, parecía que nunca se irían. Fue entonces que me dijo.
—nada es para siempre...
Escuchar a una niña decir a sus ocho años que nada es para siempre era preocupante.
—¿Por qué lo dices? —le pregunté— ¿aun sigues pensando en que dejaremos de quererte?
Después de mi inesperada pregunta los labios de Cristal comenzaron a tambalearse y se abrazó aún más fuerte de sus piernas. Una vez más veía como mi pequeña hermana estaba a punto de llorar.
—Cristal...
—¿puedo dejar de tener ese miedo?
Esa pregunta no era como las demás, de poder ver el futuro me habría dado cuenta de que mi respuesta sería errónea, pero por más que nos asuste aceptarlo solo somos simples humanos, con una incesante costumbre en equivocarnos.
—pero claro —respondí— claro que puedes dejar de temer a eso... ¿Por qué lo sigues pensando?
Fue cuando Cristal dejó aquella vista del cielo y giró a verme directamente a los ojos.
—todos en el campamento recibían cartas —reclamó Cristal— recibían llamadas, mensajes y yo no recibía ninguna, todas las demás niñas me decían que mi familia no me quería... y yo les decía que no era así, pero al llegar el día siguiente todas veían que no me mandaban mensajes como había dicho y se burlaban de mí... llegué a pensar que tenían razón.
Solo somos simples humanos, los mismos pueden llegar a ser fríos e insensibles en las palabras que dicen sin la necesidad de ser genios, pueden llegar a herir a las demás personas con solo un par de frases. Pero tenían razón en una cosa, nadie llamamos o mandamos mensajes en los dos meses que Cristal estuvo en el campamento. Los tiempos también cambian y ese tipo de comunicación era nuevo, cuando yo fui anteriormente no era necesario mandar mensajes o llamar, por lo que mis padres no se preocuparon por hacerlo... y yo tampoco, a pesar de que en mi estancia allá Cristal me enviaba cartas ocasionalmente.
—es por eso que tengo miedo...
Después de escucharla la abracé, esa fue una de las pocas veces que fui yo quien consoló a Cristal. Sabía que había servido, ya que en el momento que la rodeé con mis brazos comenzó a llorar sobre mi hombro. Con solo tres palabras fue suficiente para conmoverla a ese punto.
—jamás dejare de quererte Cristal, no voy a dejarte sola —dije a Cristal.
En Medio de aquel llanto Cristal me preguntó.
—¿me lo prometes?
—por supuesto, es una promesa...
Cristal confió en mi esa noche... jamás pensó que aquel que traicionaría esa confianza seria el mismo que le prometió estar siempre a su lado... solo somos simples humanos, nos equivocamos ¿no es así? Eso justifica mi vida... ¿verdad?
—soy una mala persona.
—somos una mala persona... pero no a propósito, jamás supimos que el conocimiento más importante era aprender a decir lo que sentíamos... el amor era primero, ojalá lo hubiéramos sabido antes.
Me miro totalmente decepcionado, aprendía cada misterio y teoría del universo, pero nunca a ser humano. Después de resignarme a caminar eternamente en esta... mi mente, comienzo a alejarme de todos esos recuerdos y ese espejismo de mí, pero sin importar la dirección que tome, ellos parecen no querer dejarme solo. No sé cuánto tiempo pasó, ni siquiera sé si en una mente existe ese concepto. Parece que solo camino en círculos, nada cambia a mi alrededor, pero seguiré avanzando hasta que...
"hola Alden... soy yo, James".
Me detengo, comienzo a mirar alrededor mientras esa voz continúa hablando.
"quiero confesarte una cosa, quiero sacarlo de mi pecho. Perdóname por hacerlo cuando sé que no puedes escucharme, pero tengo que decírtelo. Yo... siempre tuve envidia de ti, lograbas todo con el menor escuerzo, bueno, en cuanto a ingenio, en habilidad física si eras pésimo *risas*. Pero siempre conseguías todo, como la vez que fuimos a pescar, parecía que para ti nada era difícil. Ese día que te vi con Meriel, me di cuenta que ella realmente disfrutaba de tu compañía, vi cómo se portaba contigo, eso que pasaba entre ustedes no pasaba con nadie más en la escuela, ella no veía a nadie más... solo a ti, la sonrisa que tenía a tu lado era la más genuina que alguna vez vi... tu lograste conquistar a esa chica tan especial, y a pesar de que todos lo intentaron fuiste el único que entró en su corazón. Aun después de saber que tenías tanto tiempo de conocerla no pude dejar de sentir envidia. Es por eso que ambos nos equivocamos Alden, creo que es un defecto humano".
—¿Qué fue eso? —pregunto confundido.
—no lo sé, pero... parece algo que siempre quisiste escuchar, puede que solo lo estés imaginando también.
A pesar de ser la misma voz de James que recuerdo, el dejo en claro que no quería volver a verme. No quiero escucharla de nuevo... pero...
"debes despertar, Meriel no ha dejado de venir preguntándose cuándo lo harás, tienes que estar a su lado, ustedes nacieron para estar juntos. Además, Cristal no te ha dejado solo ni un momento, eres todo lo que le queda, ya no tiene a nadie más... por ellas, incluso por mí, despierta".
Me quedo mudo un momento... aunque solo sea mi imaginación eso es verdad...
—soy todo lo que le queda a Cristal... no quiero dejarla sola.
—¿y nuestro plan para el séptimo día?, esto no es diferente a eso, íbamos hacerlo de cualquier forma, es más, ya lo habíamos decidido. Además, Cristal dijo que no quería volver a vernos.
—tienes razón.
Cuando esa voz calló, comencé a caminar de nuevo, ese molesto espejismo no deja de seguirme a todas partes... era bastante molesto ser yo, como para escucharme a mí mismo decirme lo que ya sé... giro dispuesto a decirle que se detenga.
—no tienes que...
"hola... eres un idiota ¿lo sabias?".
Vuelvo a detenerme, nuevamente una voz conocida comienza a resonar en todas partes... se escucha tan real, pero es imposible ¿no es así?, entonces ¿por qué sigo escuchándola?
"eres un verdadero idiota... pero aun así eres mi hermano y yo... jamás dejé de amarte. Siempre te hice preguntas aun conociendo las respuestas, solo era mi tonta excusa para pasar tiempo a tu lado. Sinceramente pensé que haciéndolo te hacia feliz y yo... era feliz tan solo de pasar ese tiempo contigo... era tan feliz...".
—Cristal... ¿realmente eres tú?
"el día que te fuiste estaba tan furiosa contigo que mi orgullo me impidió despedirme de ti... ¿Cómo podía ser esa mi culpa?, tú me prometiste estar siempre a mi lado y rompiste esa promesa. Por más de 8 años jamás volviste, ni siquiera para saber si estaba bien, si podía dormir, si lloraba... sí era feliz. Pero a pesar de odiarte tanto yo... solo me di cuenta de que no puedo odiarte ni un poco. Aquel día que me encontraste en aquel bar tenia deseos de correr hacia ti y abrazarte con todas mis fuerzas, al fin tenía el hombro de mi hermano enfrente para poder llorar como nunca lo había hecho, pero aquel resentimiento volvió a impedírmelo y por culpa de eso, no sé si volveré a tener oportunidad de hacerlo. Por favor despierta, puedes irte lejos a cualquier parte del mundo y no volver a verme, solo hazme saber que estas bien... eso es todo lo que quiero saber, sé que no eres como todos decían y aunque lo fueras... te amo y quiero que cumplas tu promesa, por favor, despierta".
—Cristal...
—pero... ¿Cuál es la probabilidad de que realmente sea ella?
—son escasas, pero... soy yo el que quisiera llorar en su hombro... Cristal tú, ¿sabes que no soy como todos decían?
Cuando recién entré en la escuela, al caminar siempre escuchaba a los demás a mi alrededor, ellos pensaban que no les ponía atención... pero en ocasiones no podía concentrarme en otra cosa. Siempre decían que las personas como yo no tenían sentimientos, que son antisociales y egocéntricos... pero siempre se equivocaron, incluso yo al decir que no me importaba.
Justo en este momento quisiera ser como decían, no sentir nada, pero cada palabra que escucho me hiere, y a pesar de ser solo un sueño... no puedo evitar llorar, cierro mis ojos y cubro mi rostro con mis manos.
—siempre intentamos ocultarnos cuando nuestros sentimientos se desbordaban, preferimos encerrarnos en nuestro mundo y no contarle a nadie.
—si... solo hay una persona que pudo ver que mis ojos siempre estaban tristes, me pregunto si...
"Te vez tan pacifico dormido... siempre me gusto verte de esa manera y después despertarte con un beso, pero ahora tengo miedo de que no despiertes ni siquiera besando tus labios".
Vuelvo abrir los ojos, esa voz...
—¿Meriel?
"... ¿sabes una cosa?, la razón de porque me enamoré perdidamente de ti. Durante todo ese tiempo que estuve mirándote cuando ibas al parque, siempre tuve curiosidad de saber cómo eras, creo que eso ya no es un misterio ya que leíste aquella nota que no tenías que haber leído *risas*. Te veía cada vez cuando te frustrabas por no encontrar algo y también cuando festejabas cuando era lo contrario. Recuerdo cuando te resbalaste en el lodo al poner tu telescopio y te caíste, no pude evitar reír... lo siento por eso. Cuando estabas contento y dabas vueltas y vueltas hasta caer al suelo y terminar riendo... yo no pude evitar sonreír contenta. También cuando te enojabas y arrojabas tu cuaderno lejos de ti, yo no podía dejar de preocuparme. Es como dice la tercera ley de Newton... con cada acción tuya había una reacción en mí, no sabía porque, pero me hiciste sentir todas esas emociones que pensaba que ya no tenía y sin siquiera conocerte".
El silencio vuelve, miro hacia arriba con este par de ojos lagrimosos, mientras que este corazón comatoso comienza a latir cada vez más y más fuerte, jamás supe la razón por la que esa chica se enamoró de alguien como yo... ¿Cómo es posible que supiera esas palabras?, pongo mi mano sobre mi pecho y de pronto.
"... te estuve esperando Alden... quería saber si realmente me amabas, así como yo siempre te eh amado... ¿recuerdas lo que te dije una vez?".
—sí... no importa el rumbo que tomen nuestras vidas nuestro destino es terminar juntos de nuevo, Porque eres mía... y yo soy tuyo, si algún día te vas podría volver por ti... y si yo me fuera, tu no descansarías hasta encontrarme.
Entonces... Meriel si me estaba esperando, era verdad, realmente... ¿Por qué tuve que intentarlo tan tarde? Me siento tan estúpido.
"... ese día iba a tu casa para verte, perdóname... después de todo lo que pasó creí que ese para siempre que prometiste no era real... dude de ti Alden... por favor perdóname...".
—¿Por qué te disculpas? ... tu no fuiste la culpable, ahora sé que eso que quería comprobar era verdad... así que... ¿Por qué pides perdón tu?
"... ese día solo iba a despedirme de ti, había preparado mis palabras de despedida".
Esa emoción inicial se va... pero claro que pensaría que mis palabras eran falsas, después de todo jamás fui detrás de ella.
—no te preocupes Meriel... que fuera una despedida no fue tu culpa.
"pero... no sabes la alegría que sentí cuando te vi intentando llegar hacia mí... la misma que se convirtió en terror al ver lo que pasó. Por favor mi amor... no me hagas tener que decir esas palabras, no quiero despedirme de ti... por favor, despierta".
La voz se calló, estiro mi mano intentando alcanzar aquel rincón en donde se escuchó por última vez, pero a pesar de estar en una mente que todo lo imaginaba, me es imposible imaginar una escalera que me eleve hacia ese lugar. Me siento en el suelo, a mi lado esa otra versión de mi hace lo mismo.
Todos estamos destinados a despedirnos de lo que amamos y creo que... si realmente es Meriel quien me está hablando al oído con la esperanza de ser escuchada... quisiera saber cuáles son esas palabras de despedida.
Por favor Meriel, Cristal y James, pueden que dejarme ir, pueden despedirse ahora. El único miedo que he tenido es el de perderlos, pero eso ya lo hice, no le temo a la muerte, ya no siento dolor, me ha estado doliendo tanto los últimos años que... ya no duele.
—no pienses de esa manera —dice mi otro yo— acaso, ¿no quieres volver?
—con todas mis fuerzas...
—y ¿Qué darías por volver?
—todo...
—lo único que tenemos es el conocimiento de todos esos libros e investigaciones, eso no sirve de nada.
Tiene toda la razón, durante toda mi vida tuve una sola meta clara, quería conocer cada misterio y aspecto del universo, en el fondo, yo quería dejar una marca, una prueba de que existí alguna vez en este basto espacio. Otros científicos lo habían logrado, habían pasado su vida dejando huellas de gigantes en el suelo que difícilmente alguien lograra llenar. Yo quería ser uno de ellos, pero... a pesar de recordar sus teorías, no conozco nada de la vida de Albert Einstein, no sé cómo era, no sé si sentía algo o era uno de esos icebergs sin sentimientos. Me pregunto, ¿de qué sirve solo ser recordado por aquellas teorías y no por quién fuiste?, nadie te llevara en su corazón en forma de recuerdos, solo estaremos plasmados en libros en forma de conocimiento que todos quieren aprender, pero dejan de lado la vida de aquel científico que lo escribió... ahora que lo pienso es estúpido.
—daría todo eso, el sueño que siempre tuve no era lo que realmente mi corazón quería.
—si... lo sé, ojalá fuera posible...
—sí... supongo que en un universo paralelo todo es posible... no despertaré jamás ¿cierto?
El otro Alden se aleja un poco, mira todas esas pantallas que se quedaron atrás, se gira de nuevo y me mira.
—ya no habrá más dolor eso tengo lo por seguro... pero tampoco nadie nos recordara, ni siquiera podremos despedirnos, pero eso nos lo buscamos hace mucho tiempo ¿no es así?, creo que estamos listos.
—si... lo estoy.
A pesar de que parecía en ocasiones que quería hacerme pensar positivo, parece que también perdió la esperanza... no, en realidad yo la perdí, este es el fin de mi viaje.
Suspiro, miro hacia mi oscuro horizonte y comienzo a caminar hacia a él. Aquel invento de mi imaginación se queda atrás, parece que ya no hay más lugares a donde seguirme, creo que eso fue todo... pero de pronto, comienzo a sentir algo en mi mano, es como si la estuvieran sosteniendo y apretando con mucha fuerza.
Levanto mi mano y la miro, pero a pesar de que esa sensación se vuelve cada vez más fuerte solo puedo ver una mano solitaria. Miro a ese Alden de mi imaginación, él comienza a sonreír sin razón aparente.
—eso que dije fue lo que siempre pensábamos, pero hemos estado más de una vez equivocados... no puedes irte sin cumplir tu promesa.
¿aún tengo promesas por cumplir? ... comienzo a pensarlo cada vez más y... es verdad, ahora más que nunca deseo volver a verlos para cumplir mis promesas, un para siempre en el que puedan confiar. La sensación de mi mano solo se vuelve cada vez más intensa... entiendo.
—creo que es momento de...
—así es...
—¿qué pasará contigo?
—recuerda que soy tu... esto solo fue un sueño, si comienzas a escuchar a tu corazón te aseguro que todo estará bien de ahora en adelante.
Sonrío por última vez en este largo sueño.
Cierro los ojos y al abrirlos todo se ve borroso, pero ya no tengo ninguna duda de que desperté, el olor a medicina y el molesto sonido de las maquinas manteniendo mi vida me lo indican. No puedo ver bien sin mis lentes, creo que era la única ventaja de estar en mi mente. Hay una lampara encendida, pero su luz no es muy fuerte. Intento mover mi mano para sentir algo del mundo real, pero... hay alguien tomándola con fuerza...
—¿Me-Meriel?
Intento enfocar mi mirada y... puedo ver ese cabello, puedo escuchar esa respiración y... sentir la calidez de esa pequeña mano.
—¿eres tú?
Está durmiendo en una silla apoyando su cabeza en la cama, me toma de la mano y no parece querer soltarla, entonces aquello que sentí no fue un... de pronto comienza a despertar, no sé qué es lo que tengo que decir, no sé cómo reaccionar cuando la mire de nuevo. Abrió sus ojos ampliamente y me mira, no tarda en darse cuenta que desperté. Su rostro comienza arrugarse e intenta contener sus lágrimas lo mejor que puede, lleva sus manos a su boca intentando contener esa presa que está a punto de desbordarse en sus ojos.
—¿Alden? —pregunta sin aliento.
Estoy tan contento en este momento que las palabras no salen de mi boca. Con todo el esfuerzo que puedo levanto mi mano hasta llegar a su barbilla, comienzo acariciarla, pensé que jamás tendría la dicha de hacerlo de nuevo. Solo entonces Meriel rompe en llanto abrazando mi mano. Se que suena raro, pero nunca la había visto llorar de esta manera, es decir, de felicidad...
—Meriel —digo con el poco aliento que tengo.
No puede dejar de llorar, pero esa expresión en su rostro... comienza a limpiar sus lágrimas y mira hacia otro lado.
—¿Qué sucede? —pregunto a Meriel.
Se inclina y del suelo toma algo, al levantarlo me doy cuenta de que es mi maleta. La abre y saca mi libreta, después de pensarlo unos momentos me la muestra.
—¿Qué es esto? —pregunta Meriel.
—eso... es...
Comienza a pasar página por página y a leer pequeños fragmentos.
—¿eres un fantasma errante? —pregunta exaltada— ¿un extraño?
—Meriel, yo solo...
—no hay incentivos para sentirse triste, no hay incentivos para sentirse feliz, tampoco para estar neutral... ¿pero tú los tuviste? Y cuando pensaste que los perdiste tu ibas a...
—déjame explicarte....
—¡no! —grita Meriel mientras sus ojos vuelven a humedecerse, extrañaba su forma de siempre interrumpirme cuando intento habla.
—yo iba...
—¿ibas a qué? —pregunta Meriel— ¿Qué ibas hacer en el séptimo día? Ibas a entregarnos esta historia contando como perdiste a las personas que amabas... ¿y luego qué?
Ahora ese par de ojos tristes transmiten algo que jamás imaginé, está enojada... entiendo porque, yo ni siquiera imagino como me sentiría si la situación fuera al revés. Se tranquiliza y se aleja, me da la espalda y cruza sus brazos.
—¿ibas a dejarme sola? —me pregunta de nuevo.
Había preparado bastantes cosas, pero jamás prepare algo para el caso de tenerla frente a mí preguntándome si mi plan era dejarla sola.
—lo había perdido todo, con cada elección que hacía en mi vida perdía a una persona que amaba, tenías razón, mis ojos estaban tristes todo el tiempo, pero llegaste tú y cambiaste eso... cuando te perdí yo... ya no tenía a nadie más, estaba aún más solo y entendí que le di la espalda a todos los aspectos de mi vida que me hacían feliz... creí que...
Meriel gira y me mira a los ojos, después de pensarlo tal vez mil veces en su cabeza se acerca, se sienta sobre la cama y toma mi mano suavemente.
—¿creíste más en tu teoría de un universo extraño... que en el para siempre que te prometí?
No sé porque... no entiendo la razón, pero este es el momento en el que me rompo frente a ella, no estoy en condiciones de correr hacia mi habitación y llorar a solas. Al verme así por primera vez Meriel se acuesta a mi lado e intenta limpiar mis lágrimas. Todo es tan perfecto que comienzo a dudar de la veracidad de esta realidad.
—deja de llorar —dice Meriel— despertaste... y eso es todo lo que importa, vuelvo a tenerte entre mis brazos y no tengo planes de volver a dejarte ir ¿entiendes?
Asiento con mi cabeza mientras ella acaricia mi cabello.
—estuve esperando tu llamada —dice Meriel— durante todo ese tiempo yo... deseaba escuchar tu dulce voz.
—perdóname... yo quería hacerlo... pero...
Meriel pone su dedo en mis labios.
—lo sé... leí la historia de tu vida en aquel cuaderno ¿recuerdas?
La miro, en ese par de ojos cafés ya no veo más tristeza, ahora brillan como cualquier estrella al inicio de su larga y misteriosa vida. También su enojo parece haber migrado a otra parte... una vez más comienzo a dudar de que esto es real, tener esa sonrisa de par en par frente a mi es algo que solo veía en mis más anhelados sueños.
—¿Qué sucede? —pregunta Meriel después de ver mi intrigosa mirada.
—hay algo en mi pecho que no me deja tranquilo... temo que...
—¿a qué temes?
—temo que esto sea solo otro sueño del que no puedo despertar.
Meriel solo sonríe dulcemente y se acerca aún más. Esos profundos ojos cafés me dejan ver a través de ella, ahora están diciéndome que todo estará bien. Nuestras manos siguen abrazadas... un evento que esperaba desde hacía mucho tiempo, el dulce aroma de su cabello atraviesa mi desgastado cuerpo y luego me besa, una... y otra... y otra vez. Se aparta de nuevo y se percata de mi mirada llena de asombro.
—¿sigues pensando que solo es un sueño? —pregunta Meriel.
No sé porque, pero no puedo dejar de sonreírle como tonto, primera vez en mi vida que admito eso. Mirando mi maleta de nuevo recuerdo algo.
—Meriel...
—dime amor mío.
No es momento de sonrojarse...
—revisa en la bolsa más pequeña de mi maleta.
Meriel vuelve a levantar aquella vieja maleta y la pone sobre la cama. Comienza a buscar en el lugar indicado, no tarda mucho antes de encontrar eso en lo que pensaba. Al verlo, parecía no creer que realmente tenía eso en sus manos, veo como mira esa pequeña caja, no sabe si lo que ve es real. Lleva su mano a su boca y una vez más sus ojos parecen lagrimosos.
—Alden... esto es...
—si —respondo aliviado al saber que sigue allí— iba a dártelo aquel día, no quería seguir teniendo ese miedo de perderte y...
Meriel se acerca una vez más, ahora cree que cometió un error aquel día, pero está equivocada.
—perdóname Alden... no quería dejarte... irme de ti es el error más grande que he cometido... perdóname.
Sus lágrimas recorren su rostro nuevamente, pero ahora estoy aquí para detenerlas.
—no hay nada que perdonar... si no lo hubieras hecho no me hubiera dado cuenta que el único universo en el que debía concentrarme, eras tu... sin darme cuenta me volví parte que aquel típico cliché de....
—¿no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes? —interrumpe Meriel.
—si... tenía en mente que errores como los míos no pod��an ser enmendados... pero un chico sabio me dijo que si no lo intentamos pasaremos el resto de nuestras vidas pensando que era así, cuando en realidad, todo lo que teníamos que haber hecho era pedir perdón... por favor, perdóname Meriel.
Meriel vuelve a besarme una vez más, está tan contenta como yo de estar de nuevo a lado del chico que encontró el universo en sus ojos.
—no hay nada que perdonar —dice Meriel dulcemente— a partir de hoy seremos viajeros compartiendo el mismo destino.
Un momento, esa frase la escuché en... Meriel se aparta, abre la caja y se pone el anillo. No deja de mirarlo, puedo deducir que le fascinó aquel pequeño detalle. Me mira de nuevo sin dejar a un lado esa bella sonrisa en su rostro. Estira su mano esperando por la mía, no la dejo esperar mucho.
—¿nunca nos diremos palabras de despedida? —me pregunta Meriel.
Sonrío, por más que investigue, sé que jamás encontraré palabras para despedirme del amor de mi vida.
—solo si es un hasta luego —respondo a Meriel.
Ahora sé que esto que está pasando es real, este cálido sentimiento en mi pecho... es imposible que sea un sueño. Estoy tan contento de tener a la chica que cambio mi percepción del amor frente a mí, la misma que me enseño que un para siempre puede ser igual al infinito.
—gracias —digo espontáneamente.
—¿Por qué me agradeces? —pregunta Meriel.
Tan modesta como siempre, pero tengo que hacerle saber lo agradecido que estoy.
—porque gracias a ti ahora sé que el amor que tengo dentro, aquel amor que siento por todas las personas que mencione en esa historia... es más grande que el universo entero, solo espero poder hacérselo saber a todos.
Meriel sonríe, de la misma manera en la que quiero hacerla sonreír de ahora en adelante.
—no te preocupes por eso —dice Meriel acercándose más a mí.
—¿Por qué lo dices? —pregunto a Meriel.
—ya lo veras...
De pronto la puerta de la habitación se abre, una chica con un par de vasos de café entra al interior. La veo y...
—¿Cristal?
Mira hacia la cama y me mira, los vasos de café caen al piso y sus grandes ojos azulados comienzan a brillar.
—¿Alden? —pregunta aun incrédula.
—¿realmente está aquí?
—si... ella no te ha dejado solo en ningún momento —dijo Meriel.
Miro de nuevo hacia la puerta, en los labios de Cristal comienzan a tambalearse todas aquellas palabras que nunca me dijo, al igual que yo, no preparé las palabras para decirle en caso de volver a tenerla frente a mí.
—Cristal —digo con mi voz quebrada.
Comienza a caminar hacia mí, aun parece insegura, la entiendo perfectamente. En el pasado fui la única persona que ha lastimado su cálido corazón al no responder esa pregunta tan importante, al no cumplir la única promesa que ella consideraba especial. Aun así, esta frente a mí de nuevo mirándome con el mismo cariño con el que me miraba cuando éramos niños. Llega a mí y se sienta en la silla a lado de mi cama, no sé qué debería hacer, pero este nuevo Alden con una perspectiva distinta debe tomar la iniciativa. Estiro mi mano hasta alcanzar la suya, rozo sus dedos sin la fuerza para tomarlos, pero ella no lo duda ni un segundo antes de tomar mi mano con fuerza. De nueva cuenta sus labios comienzan a tambalearse, está a punto de llorar, sus ojos transmiten todos aquellos sentimientos que ahora siente.
—no llores —digo a Cristal— estoy bien y jamás me iría al otro lado del mundo para no volver a verte...
De pronto mi pequeña hermana rompe en llanto, pero esta vez sé que todo está bien.
—¿me escuchaste? —pregunta Cristal entre su llanto.
—los escuché a todos.... la verdad es, que quiero que estés en mi vida, quiero que me preguntes cosas, aunque sepas las respuestas... porque esa siempre fue mi excusa para pasar tiempo contigo...
Ahora soy yo quien no puede evitar llorar al decirle lo que siempre eh querido decirle.
—hay una pregunta que nunca te respondí...
Cristal me mira ansiosa de escuchar aquella respuesta que jamás había escuchado.
—te amo Cristal... nunca dejé de hacerlo, abandonarlas fue uno de los más grandes errores que cometí en mi vida, perdóname... por favor.
Cristal se lanza contra mí y me abraza con fuerza, a pesar de que comienzo a sentir dolor, no quiero que se detenga, quiero seguir abrazándola hasta quedarme sin fuerzas. Mi pequeña hermana, siempre fue la alegre de nosotros, ahora no puede detener ese mar de llanto que sigue saliendo de sus ojos. De fondo, suena la canción de Nuvole Bianche de Ludovico Einaudi, no hay una mejor canción para este momento tan perfecto.
—si me dejas —digo una vez más a Cristal— quiero cumplir la promesa que te hice.
—eres un tonto —dice Cristal— yo cumpliré esa promesa... sé cuánto sufriste al estar solo, se lo que sentiste cuando te fuiste, también pude ir tras de ti y no lo hice.
—leíste...
Cristal se aparta y me mira con una sonrisa en su rostro.
—sí, todos lo leímos... sé que incluso mamá sabe lo que sentías.
—¿Cómo puedes saberlo?
—te vi ese día en el cementerio... fue la primera vez que pude ver a mi hermano llorando.
Abro los ojos sorprendido, jamás me percate de aquella joven escondida detrás de un árbol, mirando como me despedía de nuestra madre.
—sé que fuiste a despedirte de mamá, estoy segura de que te escuchó y... también te perdonó.
Una vez más Cristal vuelve abrazarme, Meriel parece contenta de ver esta sonrisa que tengo en mi rostro al poder abrazar de nuevo a mi hermana.
—no fue un adiós —dice Meriel— solo fue un hasta luego... ¿verdad Alden?
Esto que siento dentro de mi pecho es algo que no sentiría ni teniendo las más grandes investigaciones del mundo, solo son pedazos de papel sin ningún sentimiento grabado en ellos. Aún falta alguien de ver y justo cuando pienso en el...
—¡James! —grita Cristal— por fin despertó.
James entro por la puerta al ver el café tirado por todo el piso. Casi se convierte en médico, esa bata sí que le queda bien. Al escuchar a Cristal me mira y comienza a sonreír.
—sabía que despertarías amigo —dice James.
—tenía que hacerlo... James yo...
—no digas nada —dice James— el pasado es pasado, lo único que importa es el presente, y en este presente tu despertaste, tal vez en ese universo paralelo que describes no lo hubieras hecho.
—es una probabilidad —respondo riendo— ¿Qué tan mal estoy?
—sin mencionar las dos semanas que estuviste en coma...
—¿dos semanas?
—así es, tu brazo derecho, tu pierna derecha y unas costillas están rotas, pero no creas que por eso ibas a abandonarnos.
—¿no voy a caminar? ... ¡como Stephen Hawking!
—ya hermano, solo es una fractura estarás bien ¿cierto James?
—si... lo estará... o ¿no?
—no hagas caso a James amor, aunque no puedas caminar te seguiré amando.
Todos comenzamos a reír a carcajadas en aquella pequeña habitación, es una segunda oportunidad que no pienso desaprovechar. Es curioso, en este pequeño planeta llamado tierra hay más de siete mil millones de personas, pero durante este tiempo me di cuenta que no importa la cantidad de personas que haya en el mundo, sin importar nada, al faltarme estas sonrientes tres frente a mi... no pude dejar de sentirme solo, por eso mis ojos siempre estaban tristes. Meriel tenía la razón en otra cosa, dentro de mi percepción no había nadie más y jamás volver haberlo, solo están ellos y... dos estrellas que iluminaran nuestro camino en cada paso que demos... atesorare este momento por siempre, es una promesa que ahora si voy a cumplir....
Paso un año desde aquel día, han pasado muchas cosas desde entonces. Cristal entró a la universidad, tuve que enseñarle bastantes temas debido al tiempo que estuvo sin estudiar, pero es la chica más lista que he conocido y aprendió rápido. Decidió entrar en la carrera de astronomía, no sé porque presentía que también le gustaba. Vendimos la ya abandonada casa de nuestra niñez, creo que es momento de dejarla ir, con ello espero ayudar a Cristal a terminar sus estudios para hacer que nuestros padres se sientan aún más orgullosos de ella. James se convirtió en medico al fin, pensábamos que nunca lo lograría, es broma, estaba seguro que sería así. Después de que mis huesos sanaron fuimos a pescar todos juntos, de nueva cuenta no pudo pescar ni un solo pez, pero no importa, Cristal, Meriel y yo pescamos los suficientes como para almorzar ese día. En cuanto a Meriel, a pesar de mis suplicas de que volviera a casa, ella decidió terminar la universidad viviendo en el internado de la misma, pero no, no dejamos de ser el uno para el otro. Comenzamos con citas hasta que eventualmente le hice aquella propuesta apropiadamente, ella quería volver a casa siendo algo más que novios... lo que me lleva a este momento, el día de nuestra esperada boda. Todos nuestros invitados están aquí para presenciarla, James pudo asistir también, de hecho, será mi padrino. En este momento estoy a punto de salir, Cristal está conmigo arreglando mi cuello... justo como mamá lo hacía.
—¿nervioso? —pregunta Cristal.
—si un poco —respondo tímido— jamás pensé estar aquí a punto de hacer esto...
—pero aquí estas... y con una gran chica, a mamá y papá les habría encantado.
—¿de veras lo crees?
—claro que sí, me agrado a mí y yo que pensaba que ninguna te merecía.
Sonrió, Cristal tiene razón. Aquella escena en mi sueño se cumplió después de todo, en cada aspecto, porque sé que aquí junto a Cristal y a mi están nuestros padres viéndonos orgullosos.
—llegó la hora hermano... ¿estas listo?
—sí, lo estoy.
Caminamos hacia el interior de esta pequeña gran iglesia en la que será nuestra boda, el padre está en posición y James está detrás de mí, sonriendo por mi gran día, al fin Meriel y yo nos convertiremos en viajeros con el mismo destino.
—¿nervioso? —pregunta James.
—lo estaba, pero ahora extrañamente no lo estoy más.
de pronto, por la puerta entra esa hermosa chica con ese gran vestido blanco y una sonrisa cautivadora. Comienza a caminar por ese camino que la lleva a eso que la hace sentir especial.
—hazla feliz —dice James.
—lo hare... es un hecho.
No solo los errores nos convierten en humanos, hay muchas otras cosas que nos hacen serlo, por ejemplo... sentir todo tipo de emociones aquí en el pecho... miedo, enojo, tristeza... amor. Podemos saber que están ahí en nuestros corazones, puedes hacer la prueba, si tan solo al mirar a las personas que amamos... o pensamos en aquellas que ya no están con nosotros, sí sientes esa calidez en el corazón... sabrás que estaba en lo correcto. El amor, es aquel sentimiento que nos une más allá de esas barreras del tiempo y el espacio, jamás nos deja solos, porque aun después de marcharse hacia ese eterno viaje por el cosmos, aun después de que solo queden sus recuerdos, nosotros seguiremos amándolos de la misma manera, de ese amor nacerán historias, leyendas, epopeyas y mitos... será como si nunca se hubieran ido, es la idea que tengo de inmortalidad. Es verdad que en ocasiones tendremos algo de arena en nuestros ojos, es verdad que a veces las extrañaremos y... es verdad que tendremos que decir algunas palabras para despedirnos. Pero las personas que están aquí presentes conmigo... así como mamá y papá algún día, son la prueba de que nos volveremos a ver tarde o temprano. Si algo aprendí en este viaje, es a seguir a mi corazón por más que se equivoque, de esa manera... ¿Quién dice que no podemos ser felices?
—Meriel, ¿aceptas a Alden como tu esposo?
La miro, en su mirada está el brillo al descubrir algo, en su caso al chico con el que pasara el resto de su vida y ahora sabe con toda certeza, que el para siempre que el prometió, es real.
—acepto —dice Meriel con una sonrisa.
—Alden, ¿aceptas a Mariel como tu esposa?
Sonrío, el chico que dudaba de sus sentimientos y jamás pudo asegurar lo que decía en sus teorías, ahora no puede estar más seguro de su respuesta.
—acepto.
—entonces yo los declaro, marido y mujer... puede besar a la novia.
Fueron solo siete días, siete días en los que volví a vivir, recordé que se siente equivocarse, pero también... que se siente ser amado. Me hizo recordar que en la vida no todo es color de rosas, y aprendí a quedarme aun si lo más fácil es irse. La próxima vez que camine será rodeado de estas personas frente a mi... a quienes llevaré en mi corazón hasta el último momento.
The End.
Una suave brisa de primavera soplaba desde las montañas, los niños corrían en los campos de una gran casa con un observatorio en ella. Al atardecer, fueron llevados al jardín en donde una persona les contaba una maravillosa historia, todos escuchaban atentamente la dulce voz de la cuentista. El final de la historia llegó y más un de un par de ojos lagrimosos brillaban como las luciérnagas de alrededor.
—fin —dijo la cuentista.
—jamás había escuchado una historia como esa —dijo Diana limpiando sus lágrimas.
—fue una hermosa historia —dijo Rebecca.
—si... al principio creía que el protagonista era un tonto, pero al final aprendió la lección —dijo Robert.
—creo que... él pudo haber evitado todo eso si hubiera seguido a su corazón desde el principio —dijo Jules.
—a veces hasta la persona más enamorada puede equivocarse —dijo la cuentista.
Todos comenzaban a comentar la historia entre ellos.
—¿ese es el final? —responde Tamara.
—así es...
—quería saber más ¿Qué paso después de que se casaron?
—eso... eso no debe de ser un misterio para ustedes niños.
En cambio, una bella joven en el fondo parecía un poco distraída pensando en algo.
—Elle —llamo la cuentista—¿Por qué tan pensativa?
—nada —respondió Elle— es solo que mamá ya me la había contado, esa es la historia de...
la cuentista comenzó a sonreír mientras miraba a Elle, contenta por haber reconocido algo en esa historia.
—así es... esta es la historia de Alden Lenn... su abuelo.
Todos los demás pequeños niños parecen asombrados de saber que era la historia de su abuelo.
—pero abuela Meriel... ¿todo eso paso en realidad? —pregunta Robert
Meriel sonríe a su nieto y vuelve a mirar el cuaderno.
—sí, su abuelo fue un gran científico después de todo, el documento todo lo que paso durante esos siete días y también... lo que paso después.
La mirada nostálgica de Meriel se hizo presente mientras que todos se sorprendían al saber que esa historia era real.
—pero el abuelo —dijo Elle— a pesar de que era brillante, el no pudo escribirlo de la manera en la que está escrita.
—bueno —responde Meriel— digamos que lo ayudé solo un poco y este fue el resultado, titulado "Seven Days Walking", la historia de ese chico tonto que creyó haberlo perdido todo.
—pero el jamás los perdió —dice diana— el tío James, la tía Cristal y usted jamás lo abandonaron.
—no... nunca, estuvimos con él y el con nosotros hasta el último momento.
Meriel sostenía en sus manos un viejo cuaderno que miraba con mucho cariño. Ese preciso día era el mismo en el que un chico hambriento por conocimiento descubrió el universo dentro de los ojos de una bella chica.
—¿no extrañas al abuelo? —pregunta Tamara— yo todavía lo extraño desde que ya no está con nosotros.
Meriel parecía haber decaído cuando Tamara le hizo esa pregunta, pero duro poco, al poco tiempo vuelve a sonreír y a mirar a Tamara.
—lo extraño todos los días... incluso a veces hay algo de arena en mis ojos, como en este preciso momento —dice Meriel tallando sus ojos— pero sé que está con nosotros en cada paso que damos.
—¿cómo puedes saberlo abuela? —pregunta Elle.
—porque él está plasmado en cada una de estas páginas y cada vez que cuento esta historia... es como revivirlo de nuevo, cuando esa lluvia de recuerdos viene y... me hacen sonreír.
Elle sonríe dulcemente frente a los ojos de Meriel.
—tienes razón abuela —dice Elle— es la segunda vez que escucho su historia y... cada vez que lo hago... siento algo cálido en mi pecho al recordar cuando era más niña y me enseñaba las estrellas.
Todos se quedan en silencio sintiendo su corazón, todos concordaban que sentían ese cálido sentimiento dentro de sus pechos.
—así es Elle —dice Meriel— la razón de porque seguimos sintiendo eso en nuestro pecho al recordar a alguien que se fue... no es otra cosa que el amor, es como dice en la historia...
—lo único que nos une a través del tiempo y del espacio es el amor —dice Elle con sus ojos lagrimosos— lo volveremos a ver ¿verdad?
Meriel sonríe de nuevo y mira hacia el cielo con lágrimas en sus ojos, el atardecer estaba terminando y el anochecer tomada poco a poco su lugar. en el cielo, había tres estrellas que brillaban con gracia, más allá de la vía láctea y la galaxia de Andrómeda, se encontraba una estrella nombrada en memoria de uno de los más grandes científicos, pero más importante, en memoria de una amada persona llamada Alden Lenn.
—lo volveremos a ver... nunca fue un adiós, solo nos dijimos hasta luego.