La ciudad brillaba abajo. Con sus edificios gigantes y su tráfico incesante que en esos momentos para el hombre que se hallaba suspendido en las alturas eran similares a pequeños juguetes o figuras en miniatura. De repente llegaron hasta él los sonidos que su superaudición perseguía.
Superman detuvo su vuelo, su mirada se dirigió al monumento allá a lo lejos. Se desplazó en esa dirección como un cohete, su capa impulsada con fuerza hacía atrás por el viento.
♣ ♣ ♣
El guardia que se había quedado en el camión raudamente pasó a revisar la puerta trasera. Se encontró con que esta se hallaba asegurada por un candado.
Apuntó su arma al seguro y le dio un certero disparo.
Mientras tanto el terrorista a bordo del todoterreno avanzaba a toda marcha saltando de la calle a la acera y viceversa, obligando a los asustados peatones a hacerse a un lado para no sufrir la furia del bólido.
En el monumento el guardia abrió la puerta trasera del camión...
El área de carga estaba llena al máximo de tambores metálicos grasientos apilados en dos grupos. Un explosivo altamente destructivo.
-¡Oh Dios, oh Dios! -dijo el guardia al fijarse en un temporizador digital conectado a un tambor marcando un conteo mortal.
00:00:08...00:00:07...00:00:06
Superman viajaba con los brazos extendidos viendo al monumento frente a él a la distancia y con el escenario a su alrededor como un vertiginoso desenfoque.
00:00:04...00:00:03...00:00:02
A lo lejos desde las alturas el camión se veía pequeño en la base del monumento, mientras el guardia era un punto apenas visible. Hasta que la horrible explosión convirtió todo en una enorme bola de fuego que engulló la base del monumento y todo lo que tenía delante como unas fauces famélicas.
El sonido de la detonación fue ensordecedor, silenciando todo lo demás alrededor.
Cuando la bola de fuego se volvió negra el monumento pareció tomar vida y comenzar a moverse. Primero lo hizo de una forma casi imperceptible, pero luego la vida que se le había insuflado hizo mayor efecto y lentamente comenzó a inclinarse hacia uno de los lados.
No muy lejos de allí el todoterreno negro continuaba causando caos entre la multitud aterrorizada. En un calculado momento el terrorista abrió una tapa secreta en el tablero, revelando un botón igualmente secreto. Su dedo lo presionó con determinación.
Acto seguido uno de los neumáticos del todoterreno estalló anunciando nuevos problemas. El conductor del vehículo, que iba a toda marcha, perdió el control y el todoterreno cruzó la calle en un peligroso zigzag. El terrorista trataba de frenar el descontrolado desplazamiento cuando una grúa se desvió hacia su camino.
El impacto de la grúa con el todoterreno fue tremendamente violento. El metal de este último vehículo se retorció como plástico y los vidrios volaron en diminutas fracciones esparciéndose por toda la calle.
Luego del aparatoso choque un mecánico furibundo y dos trabajadores descendieron de la grúa y se dirigieron al todoterreno que había pasado a ser solo una pieza de chatarrería. Dentro estaba el terrorista desplomado apenas moviéndose.
En ese mismo momento el gigantesco monumento a la libertad se volcaba lentamente hacia el cráter negro y humeante que había dejado la explosión del camión.
Caía inexorablemente como una sentencia de muerte hacia una muchedumbre aterrada que corría sin esperanza de ponerse a salvo. De pronto una joven afroamericana, de cabellos largos y vestido azul se detuvo en medio de tanta desesperación, sus ojos fijos en la gran sombra que se desplomaba. Y llena de asombro recitó como una oración: "Superman".