New Troy es el principal distrito de Metrópolis, el centro financiero, cultural y el área donde se aglomera la mayor densidad poblacional.
La atención del visitante casual de New Troy rápidamente se verá atrapada por dos edificios. Primero, la antigua torre Lexcorp, actualmente una oficina de Wayne Enterprises, después que la poderosa compañía de la familia Luthor se disolviera y su anterior titular diera con sus huesos en la cárcel condenado por múltiples crímenes.
El segundo edificio es el Daily Planet, con su característico globo holográfico girando en su cima anunciando a todo el mundo el nombre del mítico periódico fundado en el siglo XVIII.
Dentro de la edificación se vivía el día a día común para un medio periodístico tan influyente. Reporteros y periodistas avanzando apresurados entre largas filas de escritorios. El lugar rebosaba de vida gracias a las voces y sonidos de los ruidosos teclados.
Casi imperceptiblemente, entre ese animado bullicio, se escuchaban las teclas de una máquina de escribir. Es el único escritorio del lugar donde hallaremos una reliquia de este tipo. Pero ahora centraremos nuestra atención en el hombre que la utilizaba y a quien vemos de espalda. Se trataba de un hombre alto, de cabello negro azabache y con hombros anchos. Repentinamente, el hombre levantó la cabeza y sus dedos dejaron de teclear.
Para él todo se quedó en silencio y como si fuera una especie de súpersonar su sentido auditivo filtró una única resonancia.
Un leve sonido de disparos.
El hombre se puso en pie. Se trataba de Clark Kent, guapo, con gafas, mandíbula de hierro. Clark Kent, el intrépido reportero, ganador del premio Pulitzer. Su rostro expresaba preocupación por algo que solamente él podía escuchar.
Una voz se coló sin previo aviso.
-Hola, Clark -era Tom, reportero de la sección deportiva-, ¿Cuándo regresaste de la misión? Hola, Clark.
Clark levantó la vista mientras frotaba reflexivamente su alianza de oro con su dedo pulgar.
-Algunos de los muchachos iremos está noche a O'Mally's -prosiguió Tom haciendo el ademán de beber un trago-. Cuando el gato se va, tú ya sabes.
Clark sonrió, pero sus ojos reflejaban seriedad. Los muchachos de la oficina y sus cosas. Realmente no estaba para banalidades.
-Lo siento yo... Discúlpame Tom.
Y acto seguido cruzó raudamente la oficina. Un rígido Tom lo miró alejarse.
-Idiota.
Clark se apresuró a paso ligero por el corredor principal.
Los sonidos de las balas continuaban escuchándose insistentemente en sus oídos, había personas que ayudar, vidas que salvar. Los objetivos que siempre habían regido su vida desde su natal Smallville.
Dobló una esquina en dirección a un armario de suministros de limpieza. Discretamente miro a los lados y entró aflojándose la corbata.
Se detuvo en seco. Adentro había un hombre y una mujer besándose. Eran empleados del Daily Planet como él, quienes al verse pillados lo miraron sonrojados y asombrados.
-Lo siento -dijo Clark también avergonzado.
♣ ♣ ♣
En el paseo de la libertad continuaba el tiroteo. Sin dejar de disparar a los guardias el terrorista corrió hasta la parte trasera del camión y pateando el pestillo del remolque liberó al todoterreno que se hallaba desconectado. El vehículo rodó alejándose del camión mientras el terrorista subió rápidamente tomando el volante y encendiendo la máquina.
Los guardias aprovecharon el espacio concedido y abandonaron su zona de resguardo. Impotentes miraron al vehículo alejarse por el centro comercial. Sintieron en sus dedos la tentación de abrir fuego contra el todoterreno, pero sabían que hubiera sido un gasto innecesario de municiones y además de ser un peligro potencial para los visitantes del lugar.
-¡Cristo! -dijo Joe Salas, el mayor de los dos guardias mirando hacia el camión- ¡Llama a la policía! ¡Ve! ¡Ahora! -esto último lo dirigió a su compañero, quien corrió prestamente a la oficina del monumento a ejecutar la orden.
Joe se movió inmediatamente hacia el camión ¿Cuál había sido el objetivo de tan inesperado atentado?
En la cabina del camión el guardia palpó desesperadamente los controles, pero se dio con la ingrata sorpresa de que las llaves se hallaban ausentes.
♣ ♣ ♣
En el Daily Planet, Clark se dirigió apresuradamente a los ascensores de servicio. Al llegar a las puertas se guardó las gafas en el bolsillo y miró a los alrededores.
Las luces parpadearon cuando separó las puertas.
Sus pies pisaron el vacío y Clark cayó en un salto mortal. Cada vez a mayor velocidad. Sus dedos rasgaron su camisa...
Revelando una gran S sobre un fondo amarillo y azul.