Prologo
Hoy me levante para ir a la escuela, todo se veía exactamente igual que los días anteriores, las misma rutinas fastidiosas de cambiarme, lavarme la cara y dientes, bajar a desayunar solo.
Baje a la cocina y me prepare mi desayuno que eran una taza de café con mermelada que me dio mi padre la semana pasada, luego de desayunar agarre mi maleta y me marche a la escuela.
Esta rutina ya me tenia bastante fastidiado no encontraba nada bueno en que centrarme.
No me gusta ningún club de la escuela, no le gustó a ninguna chica ni mucho menos me gusta el deporte, lo único que me gusta es encerrarme en mi cuarto a leer mangas como cualquier otaku.
Al llegar a la escuela me vuelvo a decir a mi mismo;
–Otra vez la rutina de sentarme solo atrás a lado de esa ventana a donde me la paso pensado o mirando afuera casi toda la clase–
Entre a mi salón de clases y me senté en mi pupitre.
–me pregunte como había llegado a convertirme en un chico aburrido que lo único q hace es leer mangas y libros e inexpresivo–
–A ahora lo recuerdo– Todo esto paso cuando mi madre falleció de un tumor en la cabeza, y mi padre al poco tiempo de fallecer mi madre se volvió a juntar con otra mujer, que por cierto ya tenia 2 hijas. Con la cuales no me llevo nada bien, mi padre dejo de prestarme atención, todo el tiempo libre que tenia lo pasaba junto a sus hijastras y su nueva esposa. Poco a poco me dejo de llamar hijo y me empezó a llamarme por mi nombre de pila.
Y a pasar de los días empecé a comprar y leer mangas, pasaba horas y hora leyendo mangas, a causa de eso perdí mis amigos, baje mis notas en la escuela y ya casi no salía de mi casa.
Lo único que quería era conocer a una persona que me sacara de mi maldita rutina.
Un día le pedí a mi padre que me ayudara con mis problemas pero solo dijo:
–No tengo tiempo para esas cosas, tengo mucho trabajo que hacer–
Luego mi padre se mudó a la casa de su nueva mujer junto a sus hijastras, decidió llevarme y vender la casa de mi madre a lo cual me opuse rotundamente hasta que decidió no venderla, desde entonces vivo solo en casa de mi difunta madre.
Todos los días al levantarme ruego poder encontrar a alguien que pueda sacarme de mi maldita rutina. Alguien con quien compartir mis problemas y mi felicidad hasta mis último días de vida.