"¿P-por qué?" se preguntó así mismo en su mente, arrodillado en las arenas de Hueco Mundo. Kurosaki Ichigo estaba totalmente conmocionado y aturdido por lo que había tenido que vivir hace tan solo algunos minutos.
Estaba lastimado, no solo físicamente si no mentalmente, el dolor físico era el que menos le importaba en ese momento. La pregunta '¿Por qué?' se repetía en sus pensamientos una y otra vez, e inconscientemente la estaba susurrando, no dejo de repetirla por minutos que parecían eternos para él, sus desolados ojos estaban a punto de empezar a gotear lágrimas.
El las contuvo con todo su ser, juró, él se juró desde aquel fatídico día, donde su madre Masaki Kurosaki, le dio su última sonrisa y su último abrazo, que no volvería a llorar, a derramar una mísera lágrima.
No quería romper dicha promesa aunque la picazón en los ojos se hacía cada vez más molesta y difícil de contener.
Se recompuso con mucho esfuerzo debido a sus heridas y alzó la mirada que había mantenido unos minutos directo en la arena y observó a la nada, el panorama era desolado al igual que su mirada y todo su ser.
El viento chocaba contra su persona, un frío viento que, en vez de sentirlo en su rostro, en su piel, en sus manos, lo sentía única y exclusivamente en su corazón, enfriándolo y endureciéndolo poco a poco.
Pensó que debía verse patético, similar a un animal abandonado y estando en un estado deplorable. Parecía un cadáver, y en ese momento pensaba que en verdad desearía estar muerto y no sufrir más, que ya había tenido suficiente, solo quería descansar, y que ese descanso fuera eterno.
Lamentablemente para él, el camino que debía recorrer, aún era largo, y este estaba lleno de baches, obstáculos y oscuridad, pero por sobre todo.
De desesperanza.
Continuará...