Un día más en dónde Yugi Amane regresaba a su casa cansado de los golpes y abusos psicológicos por parte de sus compañeros y su hermano gemelo menor.
Podía soportar los golpes de Tsukasa, solo lo golpeaba cuando estaba en desacuerdo en alguna cosas. Eran uno o dos golpes, pero cada uno con una fuerza increíblemente fuerte. Regresó solo ese día, su hermano le había abandonado y no sabía en dónde se había metido. Así que lo más lógico era tomar un taxi, aún le dolían las piernas como para caminar
Se acercó en donde la aplicación le indicaba que iba a llegar su taxi, estaba bien, llegó en menos de 10 minutos. Lo que se le hizo raro fue que el señor taxista no era precisamente un señor, era un joven. Quizás dos o tres años mayor que el, tenía el pelo rubio y una gorra en su cabeza.
-Buenas tardes señor taxista.- cerró la puerta del automóvil y acomodo sus cosas, la música que se escuchaba en el interior no era de su agrado, pero tenía fé en que el joven se daría cuenta de su pésimo gusto musical y lo cambiaría.
-Buenas tardes ¿A dónde se dirige?.- volteó a ver al azabache con una resplandeciente sonrisa que podría jurar que le lastimaba la vista
¿Ir a su casa? No era una opción, probablemente Tsukasa le golpearía por no haberse ido con él (a pesar de que él lo había abandonado) este siempre se las arreglaba para poder ver las magníficas expresiones que hacía Amane cuando lo golpeaba
-¿Niño?.- volvió a repetir, parecía que no le estuviera prestando atención
-No me llamo niño.- frunció su entrecejo haciéndolo parecer muy tierno (a opinión del rubio)
-Lo siento, te estaba llamando y no respondías.- seguía con se expresión infantil pero poco a poco se estaba desesperando
-Disculpe la verdad... Aún no quiero llegar a mi casa así que maneje a dónde usted quiera.- El rubio se quedó desconcertado ante esa respuesta.-
-Eso se lo podrías decir a un secuestrador, yo no secuestro niños. Dame tu dirección porfavor
-Encerio, realmente... No quiero llegar, no hay nadie que me espere en casa
El otro solo pudo soltar un suspiro y arrancó el auto en dirección hacia un parque, le estaban pagando y decidiría el lugar, espera ¿Esto contaba como una cita? No, era diferente. Pero por lo menos trataría de consolar a ese pobre niño que de seguro es dos años menor que él. Sería solo un rato
-Está bien, iremos a un parque no muy lejos de aquí ¿Te parece? Ahí podrás desahogarte
-Me parece bien.- sonrió mientras analizaba la letra de la canción que sonaba
No es como que conociera de bandas japonesas pero había una canción que le llamaba la atención
»Si yo fuera talentoso crearía tan solo
Una obra maestra«
Buen inicio, pensó. Pero si fueras talentoso ¿Para que creerías una sola? No quería quedarse con la duda
-Nee señor Taxista ¿Si fueras talentoso harías solo una obra maestra?
-¿Eh? No sé... Supongo que no ¿Hablas por la canción?
-Así es, tiene buen ritmo ¿Verdad?
-Si, es una de mis bandas favoritas
-Oh ya veo, creí que realmente tenías pésimo gusto musical.- una sonrisa juguetona se formó en su rostro mientras le miraba por el espejo retrovisor.
Una gota de sudor cayó en la cabeza de nuestro rubio ¿Pésimo gustos? ¡Pésimos gustos los de los locutores! El solo tenía la radio encendida pero se sorprendió en que estuviera una de sus canciones favoritas
-Oye eso sonó cruel niño
-¿Niño? Solo eres mayor que yo por dos años ¿Me equivoco?
»Tendría suficiente dinero para
Jugar hasta que muera
Así podría vivir jugando hasta que muera«
-No, no te equivocas. Y por el uniforme vas a la misma escuela que yo
-Ohh que casualidad, nunca te había visto
-Es normal, la escuela es grande y tiene muchos estudiantes
El pelinegro volteó y miro a un chico comprando una cuerda para remolcar
-Ese chico se va a suicidar...
-¿Eh?.- se sorprendió por lo dicho, dió una mirada y solamente vió a un chico con una cuerda para remolcar autos, no le veía nada raro.- Solo compró una cuerda, no sé porque dices eso
-¿Enserio no lo ves?.- el semáforo estaba en rojo impidiendo que avanzara, ahí el ojiazul miró al chico que estaba en la banqueta con la nombrada cuerda y de nuevo no vió nada inusual, pero antes de decir algo el pelinegro lo interrumpió.- Está lleno de melancolía, de seguro piensa colgarse desde una viga de su casa. Su vida a de ser muy triste como para que recurra al suicidio. Es valiente
»Si yo fuera un rey haría desaparecer a todas las personas despreciables
Todos excepto yo desaparecerían«
Lo dejó asombrado, pero ante lo último dicho solo pudo fruncir su entrecejo -al mismo tiempo que el semáforo cambiaba de color-
-¿Valiente? ¿Triste? Aunque estés triste el suicidio no es una opción. Es de personas cobardes.- aseguró mientras tenía fija su vista en la carretera.
-Señor Taxista, usted dice eso porque tiene metas que seguir. Alguien que ya no tiene nada a lo que aferrarse a este mundo la vida se le vuelve incipida.Yo dije que eran personas valientes, porque no todos tienen el coraje de arremeter contra su propia vida ¿No es así?
»Pero sería mejor que yo desapareciera«
-Supongo.- No dijo nada más, en cierto punto tenía razón
Llegaron hasta el pequeño parque y el niño de los ojos color sol salió estirando su pequeño cuerpo.
-Son 100¥ niño.- miró la tarifa que marcaba el pequeño recuadro que estaba en el tablero del taxi
-Realmente no quiero estar solo ¿No me puedes acompañar?.- lo miró suplicante. No podía tenía que trabajar.
-Lo siento, pero tengo que seguir trabajando.- Recibió el dinero y ajusto su gorra.- Además que soy un extraño ¿Porqué le pedirías a un extraño que se quede contigo?
-Porque podría decirte mis arrepentimientos y no dirías nada.- le dió una sonrisa triste que Teru creyó que lloraría
-En verdad no puedo, lo siento. Pero hablaremos la próxima vez que nos veamos, adiós.- arrancó el auto mientras le daba una mirada a ese chico por el espejo retrovisor.
-Adiós.- murmuró mientras veía como giraba en una esquina.
Que afortunado, ese parque era el que estaba en frente de su casa.
...
...
Abrió la puerta de su casa y se encontró con Tsukasa quién estaba viendo la tele
-¡Amane! ¿Porqué llegaste tarde?.- lo recibió eufórico mientras se aferraba a su torso.
-Me abandonaste, Tsukasa.- reprendió con cierto fastidio.- Tuve inconvenientes para regresar y al final pedí un taxi
-¿Un taxi? ¿No podías caminar? .- se acercó peligrosamente y acarició la mejilla de su hermano mayor.
-No puedo, aún me duelen las piernas.- el agarre en la correa de su maleta se hizo mas fuerte, había metido la pata en grande.- Iré a descansar ¿Si?
-Pero si tu transporte fue un automóvil, aún podemos jugar, A-m-a-n-e.- Lo cargó al estilo princesa mientras el mayor temblaba, cómo desearía tener la cuerda del chico que vió hace un rato.
»Si solo pudiera ver, tu rostro dormido
creo que me sentiría mucho mejor«