Link apareció en la Sala de los Sabios, enfrente del símbolo azul, del cual salió nada más y nada menos que Ruto, que, hasta ese momento, Link no se había fijado en que era muy hermosa. Ella dijo:
—Link... No esperaba menos del hombre que elegí para que fuera mi esposo. La Región de los Zora y sus habitantes volverán a su estado original. Como recompensa, te entrego mi amor eterno —pero Link no esperaba eso, ni aunque pensara que Ruto era muy bella —. Bueno, eso es lo que quisiera decir, pero no creo que pueda ofrecértelo ahora. Debo proteger el Templo del Agua. Soy la sabia del agua... Y tú... ¿Buscas a la princesa Zelda? —Link se puso algo colorado, y no por lo que él sintiera hacia Ruto, sino por lo que sus celos le incitaran hacer. Ella simplemente rió y dijo —¡No puedes ocultarme nada! La princesa Zelda está viva. Puedo sentirlo... No te desanimes. Veo que nada puede detener tu travesía en busca de la paz y la justicia... Toma este medallón. ¡Cuida de él!
Y entonces, como los demás sabios, Ruto extendió las manos y un medallón azul cayó en las manos de Link. En la parte frontal tenía el mismo símbolo sobre el que estaba parada Ruto y el de la plataforma sobre la que apareció en el Lago Hylia: seis diamantes unidos por el centro que formaban algo así como un copo de nieve o una flor; y detrás el símbolo de la Trifuerza.+
Link empezó a ver todo blanco y sólo escuchó la voz de Ruto, que decía:
—Si ves a Sheik, dale las gracias de mi parte. ¿Lo harás?