En el día el sol dormía y de noche la luna sentía, los fuertes golpes de la vida, con palabras y golpizas. El niño se quejaba, mami lo arropaba y entre lamentos lloraban. El poder estaba en las manos equivocadas. Cuando un rayo de luz lograba entrar con la verdad, este era apagado con tanta facilidad. Hay ciegos y sordos que pueden ver y escuchar; son seres que parecen no sentir. Su vida obtenía las cualidades de una película de terror: falta de habla, clima y colores densos, gritos, tensión, oscuridad y un monstruo. Sin embargo, el día fue un drama con dolor y pocas sonrisas. El tiempo era diferente al reloj y si domingo es el primer o ultimo día, daría igual. Creció el miedo y la cobija se volvió una pequeña arma de valentía. Las pesadillas a la hora de dormir cada vez fueron más estúpidas, al ser comparadas con el diarios vivir. Dormir es la oportunidad para no ver la realidad.
En las mañanas siempre realizó la papiroflexia, dedicada para así misma. El arte le ayudó a expresar lo que las palabras no permitían. Al salir de la prisión y caminar por las calles, sintió la libertad. Hubo bastante miedo, pero estuvo presente la seguridad. Declaraciones y descripciones que creaban confusión y arrepentimiento. Ella ni siquiera tenía que hablar, todo su cuerpo lo hacía sin parar y los ojos no lo podían ocultar. En resumen, faltaba evidencia física con capacidad para ayudar. Culpable es el sistema de que un niño y madre sufran. Aunque su voz llegó lejos, careció de claridad y tono. Insuficiente parece estar todo y es que no hay fuerzas para luchar si la gente oye lo que quiera.
Un día pensó en su color, la representación del amor y como sería si las manos se bañan de éste, por un bien mayor. Las lágrimas son parte del ciclo del agua y su lucha de la basura. Hay una bomba puertorriqueña que dice:
Cuando vallas por la calle,
no camines con dulzura
porque atrás puede estar...
¡EL CAMIÓN DE LA BASURA!
En las navidades pasadas, decía bomba y ahora solo llora. Hizo mal, al esperar recibir lo mismo que su corazón da. El hijo estaba como su motor y gran amor. Deseaba que su esposo fuese una decoración, del basurero o infierno.
En la entrada ubicó unas maletas y un origami blanco con forma de ave, se cayó. Cada cosa a su tiempo. Iban de salida hasta que él llegó y al ver lo que sucedía, su mirada asesina acaloró el lugar. En la televisión había una serie de acción: puños, patadas, correazos, empujones y entre tantos golpes parecido a lo que sucedía en el hogar. El niño lloraba, gritaba y solo cerraba sus ojitos. La discusión se escuchó hasta la otra calle. Parecía una bestia rabiosa sobre su presa. Cada segundo parece ser un minuto. Estos son cuentos de hadas, con finales que no se explican. Los vecinos al fin llegaban a salvar la prisionera del silencio. Fue un sueño que repites. De heridas a cicatrices. La paz se logró, al ver que la paloma blanca de rojo se bañó.
AᗺƧTЯAƆTO
Los cuentos del hoy.