Era un pasillo con un suelo brilloso, con flores a los alrededores, que te guiaban hacia el gran altar donde del techo colgaba un Jesús crucificado. Detrás había un mosaico por el cual los rayos de sol entraban, alumbrando a la virgen, e iluminando a los que abajo se quejaban. Sumamente alto está el techo y muy abajo el suelo. Entonces podría ser un misterio, pero no, en realidad, todos se arrastran como lombrices del infierno. Debería doler. Desde la puerta trasera se veían solo a dos humanos llorar; el resto de personas celebraba con música y comida. A las afueras de la iglesia, las personas hablaban demás. Lo único que decían eran comentarios innecesarios o estúpidos que, a la hora de la verdad, solo demostraban lo podrido que están sus corazones. Hay cosas que no se pueden olvidar, el tiempo sana las heridas, pero no borra las cicatrices... Murió por puta. Sus padres no la educaron bien. Que Dios los perdone. Es triste, pero es culpa del sistema. Por los malos pasos. Esa dejó la escuela por machos e irse a corretear. Bueno que la pase. Abrió las patas demás. Pobre familia. Sigan buscando al diablo y fallándole a Dios. […] Las palabras son un arma de doble filo y nadie lo puede negar.
Entender que ya no se quejará de la vida, hizo que odiaran más a la suya. Ese día nadie esperaba que su sonrisa fuese la final, y que de su boca salían las últimas palabras. La vida en un segundo les cambió por una pesadilla que viven hoy. Ahora aquella mirada quedó clavada en sus memorias para siempre. Es que la muerte consume a los vivos. Desgasta el alma. Destruye todo lo que estaba construido. Transforma el tiempo en un caracol sumamente lento. Es una granada que explota de la nada. Y, lo único que se sabe es que algún día tiene que suceder, porque es lo único asegurado desde nuestro nacimiento.
—¡Amén, amén, Cristo vive! —dijo una señora mientras se acercaba, con un rosario en la mano y una biblia en la otra.
—¿Qué está mirando? ¡Vieja presentá! —replicó un hombre adolorido con un sombrero negro en la cabeza y un reloj disfuncional en la muñeca.
—Mire señor, esto lo hago por usted —se persignó, guardó la biblia y sacó un encendedor de su cartera—, quisiera que me de la oportunidad…
—¡SAS! Échate pal ya tú sabes —gritó el hombre—. Uf, otra más que nos ignora en to' el día. Parece que la gente solo sirve pa' joder.
—Deja que las personas se rían, y que no vean nuestro dolor —dijo una mujer que cargaba una rosa.
—Imagínate que sea la primera mujer Papa, o Mama (no existe este termino), en la historia —mencionó emocionada—. Ay si, que brutal sería, transformando las tradiciones, aunque ya estoy mayor puedo seguir viviendo la vida.
—Estás loca, pero con todo respeto… bien loca.
—Sí, lo sé, estoy loca, pero soñar es gratis —al encender la última vela se recuerda que no está siendo cautelosa, y guarda el encendedor—. ¡AY SANTO DIOS DEL UNIVERSO! Estoy hablando sobre el templo del alma de un hermano. ¡Ya es muerto! ¿Qué estoy haciendo?
—Silencio por favor.
—¡Ay Jesús María y José! Lo siento, lo siento mucho, es que soy bastante despistada. A veces, me pierdo en mi propio mundo y olvido este, aunque pensándolo bien… este mundo ya es como el hogar del diablo.
—En algo tienes razón.
—Santo, santo, santo… —se persigna—. Señor, me voy a buscar algo. Pero voy a volver.
—Tranquila que no la voy a extrañar —susurró el hombre.
En estos días, la gente prefiere pasar sobre otras antes de darles el paso. Las calles se llenan de almas perdidas, que sufren las consecuencias de un mal sistema o de sus propias acciones. Las búsquedas más grandes son de comida, dinero o drogas. Es impresionante cómo el planeta se llena de vida, pero resulta que todas las monedas tienen dos caras. Las personas tienden a olvidar que nosotros no solo somos números y eso complica las cosas aun más. Si mañana mueren tres personas, así mismo lo informan. Hace unas semanas dijeron en las noticias: "Una familia de tres integrantes pierden la vida luego de que el conductor recibiera un disparo y perdiese el control del vehículo e impactase un poste del tendido eléctrico. Hasta ahora los detalles policiales indican que se debe a un despecho, debido a que la menor, de dieciséis años, no quería mantener una relación con un hombre, de treinta años, que ha sido detenido". De un vehículo a otro, acabó con la vida de tres personas y todo por "despecho". Y, lo sé porque las almas estancadas (fantasmas) sabemos todo.
—Ea, carajos, todavía no han llegado todos los arreglos —se quejaba un hombre trabajador.
—No, pero empecemos de una buena vez, ya no aguanto que la gente nos ignore —respondió—. Además, los arreglos que hay son bellos y suficientes.
—Rayos y centellas, pero es que faltan los últimos detalles.
—No me importa, ya no siento nada. Solo quisiera voltearme y ver que ella sigue con vida —dijo con voz apagada mientras se hacía el fuerte por no llorar.
—Empezaría, pero falta el sacerdote —le llamaron al celular—. Hello! ¡Si! Buenas… No, ahora mismo trato de cuadrar las últimas cosas para el velorio, y estaba pasando por el altar y veo que me faltan cosas. Necesito que traigan el televisor para proyectar aquellos momentos felices. Ah, pues bien. Pues nada, dale, yo brego con lo que tengo. Anyway tengo que salir un momento.
—Si, si, vallase también pal ya usted sabe.
—No puedo con esto, la gente está faltándole el respeto a nuestra hija e incluso a Dios. Escucha esa música y mira como bailan. ¿Qué tiene esto de alegría? ¿Por qué la gente parece pichar el dolor ajeno? ¿Acaso no existe el respeto? ¿No hay empatía? —decía muy molesta, y cada vez apretaba más a la pobre rosa.
—Mi amor, relájate, y no te muevas que estas sangrando gracias a las espinas —repitió tres veces con cierto nerviosismo.
—No, esto que se derrama es mi amor, y las espinas son los recuerdo que me atan a nuestra hija. Esta rosa es mi corazón y cuando la vea se lo voy a ofrecer. Total, de seguro estoy muerta y no lo sé.
—¡Jamás vuelvas a decir eso! Pero si llega a ser el caso y morimos con Dios, al menos viviremos con él.
—Ni siento el dolor físico, debe ser por lo que he dicho… estoy muerta de tristeza y Dios parece no estar. Literalmente no se que está pasando. Es un caos.
La magia más poderosa, sin explicar, es el amor. Las princesas y príncipes hablan del amor verdadero, y que todo hechizo hecho con maldad es acabado a través de un beso. Pero, en realidad, no sabemos nada sobre este sentimiento, porqué la única forma de amar es amando. Es algo confuso. Lo importante es que hay un sentimiento en los humanos capaz de derrocar cualquier imperio de maldad y todos esos males que existan. Y, la magia es ciencia sin explicar.
Los problemas son enredaderas que van subiendo sin parar, a menos que se corten o se marchiten. Normalmente hay que envenenarlos, para que vayan muriendo de manera lenta. En algunos casos las personas prefieren hacerse ciegas y así comienzan a estar bien durante un corto o largo tiempo. «No hay peor ciego que el que no quiere ver» una frase que se hace visible en el momento que las enredaderas crecen demás. Ignorar las señales crean catástrofes que terminan afectando la vida de una o más personas. Y, llegan la situaciones totalmente lamentables.
—Hermanos. Hoy estamos reunidos aquí en el nombre de Dios padre, hijo y espíritu santo —dijo el sacerdote mientras persignaba a todos.
—AMÉN —dijeron todo los allí presente.
—La penúltima despedida —recalcó el sacerdote—. Apocalipsis, capítulo veintiuno, versículos tres al cuatro. "Oí una potente voz que provenía del trono y decía: «¡Aquí, entre los seres humanos, está la morada de Dios! Él acampará en medio de ellos, y ellos serán su pueblo; Dios mismo estará con ellos y será su Dios. Él les enjugará toda lágrima de los ojos. Ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento ni dolor, porque las primeras cosas han dejado de existir.»". Palabra de Dios.
—TE ALABAMOS SEÑOR —respondieron todos.
—Con el permiso de él —dijo, y abría un ataúd, mientras todos comenzaban a llorar o a gritar cómo si no hubiese un mañana.
—Ya nadie canta o baila —agregó la madre.
—Nadie come o habla —indicó el padre.
—¿Algunas palabras qué desean añadir? —dijo el sacerdote y abría un ataúd.
—Mi hermosa Rosa.
—Hija mía, espero verte sonreír de nuevo.
—Ay, me despertaron, me hubiesen dejao durmiendo —dijo mientras se paraba y comenzaba a mirar a todas las personas—. Diablo… ¡¿AL FIN ABRIÓ LA IGLESIA PARA LOS HUMANOS?!
—Hermanos míos. La empatía muere el día que comiences a ponerte, solamente, tus propios zapatos. —concluyó el sacerdote y abría un ataúd.
—Amén.
AᗺƧTЯAƆTO
Los cuentos del hoy.