Los demonios fueron creados para el mal, no sabían lo que eran los sentimientos, no amaban y no lloraban.
Los demonios pueden ser muy buenos jugando con la mente de su presa, haciéndola sufrir consigo misma o haciéndola sufrir físicamente, son muy versátiles.
Pero los demonios a veces también se volvían locos por una que otra presa humana hasta el punto de ser erradicados por querer estar en otro lugar que no sea el infierno.
Volaba buscando por la ciudad algún choque o algún constructor con su arnés mal puesto o tal vez un peatón que no se fijó que el semáforo estaba en verde para el tránsito.
Pero siguió buscando algo, en su interior algo le estaba trazando el camino, hasta que notó cercas de él a un demonio ya conocido observando a los humanos en el borde de un edificio, tan pacíficamente.
Pero sus luceros notaron la presencia de un ser divino, acercándose lentamente con una daga.
Louis estaba impresionado de lo que aquel ángel iba a cometer, un pecado.
Sin pensarlo dos veces llegó hasta la escena y se interpuso entre el Ángel y el demonio haciendo que el demonio al notar de su presencia rápidamente desapareciera.
El Ángel con la daga se encontraba a punto de ir tras el demonio cuando Louis nuevamente se puso delante y con su mano tocó el pecho del ángel para que parara finalmente con su acto.
—No puedo creerlo ¡Está huyendo y es tu culpa! —dijo el ángel frente a Louis.
—Gracias a mi no haz cometido un pecado ¡Que estabas pensando! —dijo esta vez el pequeño querubín un poco exasperado.
—Espera, tu... Está bien ya entendí, eres un querubín tierno y dulce, que mandaron a liberar el mundo de pecados y muertes en tu mundo color rosa. —dijo mientras ponía la palma de su mano cubriendo su cara.
—¿Y tú quien te crees? ¿Un rebelde? —El querubín deseó no haber dicho eso, en cuanto terminó de hablar el ángel frente a él lo tomó de el cuello y lo levantó hasta que sus caras estaban frente a frente.
—¡Jamás vuelvas a compararme con un rebelde! —dijo a gritos mientras soltaba finalmente a Louis y este caía al piso, tosiendo.
—Mira pequeño querubín, deja te ilumino ¿Si? Yo soy parte de los angeles más fuertes de este reino, así que tengo derecho de bajar a la tierra y no precisamente a conceder deseos como hada madrina ni a hacer nada por los humanos, nosotros venimos a acabar con cualquier demonio que se nos tope enfrente. —explicó el ángel para hablar nuevamente.— Soy Liam, al menos podrías agradecer la explicación, ya perdí suficiente tiempo. —dijo y con ello se marchó.
Louis ya recuperado logró pararse, sin saber que detrás suyo ahora estaba llegando el mismo demonio de siempre, Harry.
—Pequeño...
—¿Qué quieres? —dijo el querubín sin dejar que esté terminará de hablar.
"Wow, tranquilo ¿Te dió tu sermón del día? No es mi culpa sabes. —dijo Harry mientras se acercaba a Louis quien seguía de espaldas.
Harry contempló las alas extendidas del querubín. —Nunca había observado unas alas de Ángel tan cercas, bueno, de un Ángel que aún estuviera con vida claro. —expresó el demonio mientras extendía una mano a ellas pero Louis se alejó de su tacto antes de que lo tocara.
—Te salvé la vida, y ahora quieres volver a dañarme. —dijo Louis mientras lo miraba de frente con los brazos cruzados.
—Los demonios no decimos esas palabras de agradecimiento, pero podemos demostrarlas en otras maneras. —dijo mientras se acercaba lo suficiente a Louis, alzó una mano y delicadamente la dirigió a su mejilla, Louis estaba preparado para un calor descomunal así que cerró los ojos con fuerza.
Finalmente tocó su mejilla en un tacto suave y delicado, louis abrió los ojos sorprendido, ya no ardía y ahí comprendió cómo funcionaban las cosas. Harry podía hacer daño cuando el lo quisiera y no todo el tiempo como lo pensaba.
—Louis ¿Esto demuestra mi agradecimiento? —dijo Harry mientras acariciaba su mejilla y Louis cerraba nuevamente los ojos pero esta vez calmado.
Harry movió lentamente su mano e hizo un camino con sus dedos, desde la mejilla del querubín, poco a poco se encontraba en su mandíbula, ahora bajando lentamente hasta su cuello, sus dedos tocaron ese pequeño lunar que louis tenía justo arriba de su clavícula.
Louis estaba dejándose llevar, mientras Harry finalmente llegó a su ala derecha, Louis sintió un escalofrío por toda su columna, abrió los ojos para encontrarse a un demonio curioso, con su rostro demasiado cerca del ala, inspeccionando cada centímetro de las blancas plumas.
Harry estuvo conforme, aún tocando su ala Harry dirigió su mirada al Ángel, este estaba sonrojado y solo quitó la vista, Harry aprovecho ese momento y decidió que se llevaría un recuerdo con el.
—Adiós querubín. —dijo el demonio mientras se sentía una gran brisa, Louis volteó pero nadie se encontraba junto a él.
—Vas a matarme. —dijo y se quedó mirando el cielo, sin mover ni un solo músculo.