20 de enero de 2034, Mar de Japón, Academia Tesla, complejo de entrenamiento B, 3:23 pm.
Las luces explotaban dentro de este alto techo, era como si ambos estuviéramos en el lugar preciso donde miles de fuegos artificiales estallaban, un espectáculo de colores que dejaría ciego a cualquiera, el sonido era ensordecedor y se expandia por todo el domo.
La extension rectangular de 133 metros dentro del domo que media lo mismo que el estadio Wembley, presentaba quemaduras y derrapes. En las gradas de los alrededores pocos alumnos presenciaban el acto, desde las mismas gradas una voz femenina, ruda y severa llamo a mi nombre dándome indicaciones en un tono estricto.
- ¡Frank, tus pies deben ser ligeros, no los plantes en el suelo, baila!
Sus indicaciones eran a veces, abstractas pero entendíbles, no obstante mi oponente no iba a dejar que aplicara lo que aprendí, sus flechas seguían viniendo hacia mi, su misión era evitar que me acercara, el humo se empezaba a hacer muy denso, lo único que podía ver era las flechas en llamas atravesando el humo, viniendo hacia mi, mientras hacia mi máximo esfuerzo por cubrirme con mi espada cada vez retrocedia al límite de la arena, necesitaba algún movimiento qué me permitiera disipar el humo, aturdir a mi oponente y hacer el tiempo suficiente para contraatacar.
Mi espada estaba funcionando como escudo, la tenia sostenida con la mano derecha elevada arriba a la izquierda, la hoja de la espada apuntaba hacia abajo a la derecha, de manera que estaba alineada con mi antebrazo derecho, era una posición difícil para empezar, pero en un preciso movimiento cambie la orientacion de mi espada, ahora la sostenía correctamente apuntando hacia arriba, con toda la fuerza qué pudo reunir mi brazo derecho la lanzé al suelo haciendo que se clavara en el piso de la arena, al chocar con el piso, la espada emitió un sonido estruendoso, crudo y muy grave, con suficiente fuerza para disipar el humo, descubriendo así a mi oponente, una joven de 19 años de edad con cabello rubio, corto y ondulado hasta sus hombros, su piel era blanca aunque sucia debido a la batalla, sus facciones denotaban genes estadounidenses con labios levemente gruesos, cejas voluminosas y una nariz perfectamente simétrica.
Sus ojos se cerraron súbitamente mientras caía debido al polvo y al sonido estruendoso, ese fue mi momento, sin dudarlo y sin pensarlo corrí a tomar la empuñadura de mi espada, la saque del piso en un solo tirón y conectando cada movimiento me dirigí a donde mi oponente había caído para neutralziarla, ella reaccionó casi por instinto, tensó la cuerda del arco y su flecha llego a mi en menos de un segundo, apenas pude bloquearla con el lateral de la espada, la punta de nivel quirúrgico de la flecha choco contra el metal de mi arma, provocando el aumento exponencial del impacto original, la fuerza desmedida de la explosión provocada me hizo retroceder ante el calor súbito y el fuego provocado por el choque, al tiempo que una alarma sonó en el recinto.
─ ¡Suficiente! ─ Gritó la voz que anteriormente me había dado indicaciones.
─ Ja, parece que nunca vas a dejar de cubrirte tras tu espada ─ Dijo mi oponente, abriendo sus ojos verdes claros y dando una sonrisa que marcó las líneas a los lados de las comisuras.
- No tienes derecho de decir eso si sigues dependiendo de tu arco - respondí regresandole una leve sonrisa, bajando mi rostro un poco y extendiendole mi mano derecha para ayudarla a levantarse.
Ella amablemente tomo mi mano, tiré de ella suavemente para ponerla de pie, ambos fuimos caminando tranquilamente hacia el límite norte de la arena, donde una figura nos esperaba, parada rigidamente con los brazos crudazos y un uniforme formal-militar negro, coronado con una boina negra qué tenia un adorno en forma de cruz, incrustado de oro y varias joyas. Ella era la profesora de Campo-Batalla de la Academia Tesla, Victoria Schwartz, una mujer de casi 30 años de edad pero que se veia realmente joven debido al estilo de vida que llevaba, con el viento qué entraba en el domo de entrenamiento, su cabello largo rubio oscuro ondulaba detrás del saco negro de su uniforme de profesora, su rostro delgado y severo con ojos azules claros denotaban rasgos europeos, las facciones de su rostro parecían de modelo de revista, todo en un cuerpo delgado pero notablemente musculoso, su severa voz era la cereza del pastel.
- Ambos han llegado a un nivel realmente impresionante - dijo mientras nos veía en el límite de la arena y continuó dirigiendose a mi oponente -: ¡Aimer! Te concentras tanto en evitar que el oponente piense, que te olvidas de pensar tu misma, si concentras tu estrategia en el oponente, terminaras permitiendole qué haga lo que quiera.
Aimer asintió, se paro firme, juntó los pies fuertemente y llevo su puño derecho a la parte izquierda de su pecho, vociferando: "¡Entendido Profesora!"
Acto seguido la Profesora Victoria dirigió su mirada hacia mi, sentí la pesada severidad mientras su voz resonaba en mis oídos.
- ¡Frank! Dime, ¿Crees que ganaste?
- ¡No gané profesora! - levanté mi voz haciendo el mismo movimiento qué Aimer.
- ¿Por que? - volvió a dirigirme una voz estricta.
- No pensé más allá de aturdir a Aimer, eso le dió tiempo de disparar otra flecha y alejarme. - le explique medio agitado.
- ¡Correcto! Tu problema es pensar a corto plazo y luego olvidarte de que debes seguir pensando.
Al terminar de decir eso se volteó y su zapato izquierdo resonó en el recinto, los otros 20 estudiantes se pusieron rígidos en sus asientos al instante, y su atención se fijó en la profesora, ella les dedico un breve discurso para finalizar la clase.
- En batalla, hay ciertos lujos que solo los fuertes pueden darse, pero uno de ellos NO es dejar de pensar. Los más fuertes nunca dejan de procesar cada acción en el campo de batalla, ¡Recuerdenlo!
Al terminar de decirlo, todos los alumnos, al unísono, se colocaron firmes, hicieron el saludo y un fuerte "¡Entendido Profesora!" resonó en el extenso recinto.
Ese día las clases habían terminado unos minutos más tarde de lo usual, todos nos dirigimos a la zona residencial, Aimer y yo caminábamos hacia la estación de transporte, ya habiendo recogido nuestras cosas.
-Pensar que hemos avanzado tanto - dijo con una voz tranquila y casi melodiosa.
- Hemos estado aquí por mucho tiempo - Respondí sin apuros.
- Estando aquí tanto tiempo, sería una vergüenza si no avanzarán - Dijo la voz severa de la profesora Victoria detrás de nosotros, nunca nos dimos cuenta de su presencia.
- ¡Ah¡ ¡¿En que momento?! - sonó la voz interrumpida de Aimer.
- Sus clases nos han dado más confianza, nos sentimos más seguros al pelear - No dude en agradecerle a la profesora y continué -: !No puedo esperar a recibir más clases el lunes!
- Si... El lunes -Respondió suavemente mientras su mano súbitamente temblorosa se posaba sobre mi frondoso cabello, a través de él, incluso sentía lo frío de su piel. Parecía que sus sentimientos más conflictivos afloraron en un solo segundo.
La profesora Victoria era conocida por tener un temple como ninguna otra persona, nunca la habíamos visto titubear ante alguna situación, ni siquiera ante los ejercicios más difíciles, pero en ese único momento, no pude reconocerla.
El fin de un dia más llegaba, el sol se empezaba a esconder en el Oeste, los cielos pintados de colores cálidos parecían hacer una sinfonía visual, las nubes se tornaban doradas mientras varios alumnos de diversas clases apreciabamos tal cuadro desde la terraza de uno de los edificios residenciales. El rojizo cielo se empezaba a oscurecer y una voz inconfundible vino hacia mi.
— Ah, aquí estas.
— Hey, Jung — Respondí mientras volteaba la cabeza para dirigir una sonrisa a mi amigo.
— No te había visto en todo el día — expresó mientras tomaba asiento a mi lado.
— Los entrenamientos son cada vez más duros — dije mientras soltaba un fuerte suspiro y estiraba los brazos.
— Encontré a Aimer, viene subiendo detrás de mi, pasó a buscar a Ciara.
Aimer y yo eramos amigos desde que entramos a la Academia. Jung venía de Corea del Sur, era un chico solitario qué incluso pasaba desapercibido, pero descubrimos qué simplente necesitaba unos amigos para entrar en confianza, tanta confianza que nos contó que en su país natal sufría de un intenso acoso escolar debido a la forma de sus orejas, puntiagudas como las de un elfo, es por eso que su cabello ondulado tenia el objetivo de cubrirlas lo más posible.
En el segundo año que estuvimos aquí, Aimer fue elegida como presidenta de nuestra clase, ese mismo año ella fue encargada de darle la bienvenida a los alumnos nuevos, entre ellos Ciara Asturias, una joven española recién inscrita, desde entonces nos hemos vuelto más cercanos, siempre procuramos disfrutar de los momentos de descanso juntos, justo como en ese hermoso atardecer.
— ¡Nada como un baño después de ser golpeada tan brutalmente! — escuche decir a una voz somnolienta. Al voltear pude fácilmente reconocer ese cabello largo y negro acompañado de una tez morena bien ciudada, a pesar de los moretones, Ciara no era buena en combate cuerpo a cuerpo, a pesar de que Aimer solía darle clases privadas.
— Tienes algo que otros no pueden tener — agregó amablemente Jung.
— Si, huesos frágiles.
— Eso lo confirmo yo — argumentó Aimer detrás de Ciara.
— ¡Ahh! Si tan solo mi habilidad fuera más rápida — Agregó Ciara con una voz irritada mientas se tomaba el cabello con las dos manos.
—Es cuestión de estrategia — Me reía suavemente mientras lo decía, Jung me acompaño en la leve risa y continuó la conversación.
— No puedes negar que tus habilidades de combate ahora son más prolijas qué cuando entraste, eso es algo de admira-
Jung interrumpió su habla mientras una severamente agitada compañera de clases llegaba a nosotros, tenía una terrible urgencia qué de inmediato expresó.
— ¡AIMER, FRANK VENGAN CONMIGO! — Gritó con una palpable desesperación y con la misma intensidad prosiguió —: ¡JUNG Y CIARA, REFUGIENSE EN LOS SÓTANOS DE LOS EDIFICIOS!
— ¿Katy, que pasa? — cuestionó Jung ante los gritos de la chica, quien empezó a moverse para bajar del edificio al tiempo que la seguíamos.
— ¡NO HAY TIEMPO, HAGAN LO QUE DIGO! ¡SON ORDENES DE FRAY!
Empezamos a correr al escuchar ese nombre, Fry Foster era el actual presidente de la clase, el mayor, un hombre con antecedentes qué respaldaban su puesto, un hombre que no causaría un alboroto por cualquier cosa, un hombre que ha velado por todos y cada uno de sus compañeros.
Ciara y Jung acataron las ordenes, se resguardaron los sótanos de los edificios, los otros tres salimos y nos dirigimos a la plaza central de la zona residencial, parado firme y recto estaba Fray en ese espacio, era el más alto de la clase, fornido y de cabello muy corto, su mirada filosa se dirigió a nosotros al llegar a donde el estaba parado, sus dientes se presionaron unos con otros antes de que su voz saliera.
— Chicos, se que es imprudente tenerlos afuera en una situación como esta, pero...
— ¿Qué?
— Seré consiso, los presidentes de las clases de la zona residencial A, al norte de aquí, reportaron una extraña aeronave que se movía en esta dirección. — expuso viendo alerta al cielo.
— ¿Seguros qué no es un avión comercial o algo parecido? — Cuestionó Aimer.
— Un avíon comercial no viaja a tal velocidad, y sobre todo no tiene la forma triangular qué reportaron.
Casi como obra de un temporizador, la extrañaba aeronave triangular mostró su silueta acercándose a una velocidad inmedible. Sin dudarlo Fray nos dio indicaciones.
— ¡ESCUCHEN LA NAVE ESTA ABRINEDO SU PARTE BAJA, SUPONEMOS QUÉ ES UNA BOMBA!
— ¿¡Seguro que no es un ejercicio!? — pregunte tontamente, pero Fray no perdió la concentración y dictó el plan.
— VOY A ELEVAR UN ESCUDO SOBRE LA ZONA, FRANK, USA TU HABILIDAD CANALIZADORA PARA HACER MÁS FUERTE EL ESCUDO, AIMER, VOY A ABRIR UNA GRIETA EN EL ESCUDO, SI LA NAVE ARROJA LA BOMBA, DESTRUYELA CON TUS FLECHAS.
En un segundo, Fray nos transmitió su tensión, demostrando asi la magnitud de la alerta, su voz ordenó a nuestros cuerpos y nuestros cuerpos obedecieron.
Hice que mi espada apareciera en mi mano derecha, la clavé fuertemente en el suelo, con mi otra mano toque la espabla de Fray para canalizar toda la energía potencial de los alrededores y entregársela a el, esa era mi habilidad de canalización, incluso podia usar la energía recaudada para un ataque propio, pero ese no era el caso.
Fray extendió sus brazos al cielo, lineas azules de distintos patrones aparecieron en ellos y un gran círculo en el cielo apareció, al mismo tiempo, el contorno del círculo era parecido a una Aurora Boreal, su luminiscencia se intensificó súbitamente, esa era la energía qué le había entregado a Fray.
La aeronave termino de abrir sus compuertas bajas, un elemento cilíndrico de mediano tamaño salio de la parte baja, con un sonido metálico que hizo eco a través de los edificios la nave soltó la supuesta bomba, esta se precipitó en picada a una velocidad alarmante.
Una bomba había sido desplegada sobre nosotros, apunto de dejar en cenizas todo a su alrededor, teníamos solamente segundos para reaccionar, Aimer tenia solamente segundos para apuntar y disparar, mientras su rostro se empapaba de sudor, inundando una expresión de preocupación y alta tensión.