Después del agotador día que tuve ayer me desplomé en mi cama que ahora me parecía la más suave y cómoda del mundo. Ahora soy discípulo del maestro Boros, ¿mi afición? ¿Ser el más fuerte? No, ¿Dejar una marca de mi existencia en este mundo? No. Quiero dinero, tener una vida sin preocupaciones, bañarme en una piscina llena de monedas doradas y cuando llegue la hora, envejecer en paz en una cabaña en las montañas rodeado de sus veranos frescos y sus inviernos fríos, aunque no tolere muy bien eso último. Eso es lo que busco y haré todo lo posible por lograrlo.
Este día no me preocupé por madrugar ya que el restaurante cerrará una semana, aunque eso suene a vacaciones, en realidad no lo son, todo debido a un problema familiar de mi jefe. Me gusta la idea de tener una semana de descanso pero sabiendo que es gracias a la desgracia de un hombre… me hace sentir un poco mal el estar regocijándome en mi cama como un bebé.
Entre sueños pude escuchar un golpeteo…
— ¿Ethan?—Llamó aquella voz.
Como decía, es placentero dormir hasta tarde y olvidar las preocupaciones por un tiempo mientras mis pestañas de juntan y acomodo mi cabeza en este blando colchón.
—Ethan, despierta. Llegaremos tarde.
Aquel golpeteo se hacía cada vez más fuerte haciendo que mi cabeza comenzara a sentir fuertes hincones por la molestia que me causaba, intentaba ignorar eso y seguir con mi sueño pero cada vez aumentaba más y más el ruido. Parecía que en cualquier momento aquella molesta persona mandaría abajo la puerta.
—Voy a tirarla si no despiertas—Me advirtió y por su tono de voz percibí que iba enserio.
Despegué mis pestañas, mis ojos se sentían como plomo; muy pesados. Aún estaba cansado y quería seguir en mi cama. ¿Quién mierda se atreve a interrumpir el sueño de otros? ¡Qué falta de respeto, por dios!
—Voy…—Mi voz sonaba como la de un borracho a quien acaban de despertar de una larga fiesta nocturna.
Intenté no caerme al pararme, había descansado muy poco y mis extremidades se sentían rígidas. Pestañeé un par de veces para enfocar mi visión y di un bostezo pesado, parecía un rugido de oso.
Aún seguían golpeando la puerta y eso ya me estaba empezando a irritar, a nadie le gusta que le hagan un escándalo tan de mañana.
Caminé a pasos de zombie hacia la perilla de la puerta para descubrir quién hacía tal escándalo.
— ¿Quién es?—Pregunté, abriendo una parte de la puerta y dejando sólo una pequeña rendija por la cual, asomé el ojo.
Al otro lado estaba la chica responsable de marcarme con otro trauma, aunque no fuese responsable de eso, lo era indirectamente. Pero igual fue en parte mi culpa por aceptar esa petición de ese viejo.
— ¿Ria?—Pregunté confundido. — ¿Qué haces aquí?
— ¿Cómo que qué hago aquí?—Contestó enarcando una ceja y cruzándose de brazos. —Estoy aquí para llevarte con el maestro Boros, hoy comienza tu entrenamiento, ¿recuerdas?
Sí… entrenamiento, que emoción tengo, de verdad.
— ¿No es un poco temprano?—Dije en un tono pesado.
— ¿Temprano? Es mediodía.
¿Mediodía, dijo? No puede ser, si apenas hace algunos minutos regresé a mi habitación.
Ella dio un paso al frente y entró a mi habitación, sin permiso.
—Te ves fatal—Comentó, mirándome de arriba abajo. — ¿No has considero cortarte el cabello? Parece como si un huracán hubiese pasado por tu cabeza.
—Me gusta mi cabello largo, gracias—Le contesté esbozando una mueca.
Ria comenzó a pasear por la habitación pero su recorrido no duró mucho, diría que menos de treinta segundos. No hay nada que apreciar en esta pequeña y sucia habitación.
—Parece que Ellie no mentía—Dijo ella casi para sí mismo.
— ¿Ellie?—Pregunté mientras regresaba a la cama y dejaba caer mi trasero sobre el colchón.
—Fui a verla en la mañana para preguntarle si sabía en dónde vivías. Me dijo que alquilas una habitación en el distrito de Ormalia, la más barata del lugar para ser exactos. No me tomó mucho tiempo averiguar en dónde.
Ya veo, así fue como supo en dónde vivía. Me preguntaba cómo iba a hacer para encontrarme ya que se fue antes de que le dijera en donde vivo.
—Al parecer no mentía—Continuó. —Este lugar es un desastre.
—He vivido en peores condiciones.
—Bueno…—Ria caminó hacia la puerta. —Es hora de irnos, deja de holgazanear.
¿Holgazanear? ¿Quién mierda se cree para decir eso? Ella también se despertó tarde.
—Claro, claro, ahora voy—Dije mientras me ponía de pie y pasaba mis dejos sobres mis ojos.
Seguí a Ria hasta la puerta principal y caminamos unos pocos minutos, me desvié del camino para comprar mi desayuno habitual. Ria se percató y comenzó a seguirme también.
— ¿Adónde vas?—Preguntó mientras se acercaba atrás mío.
—A desayunar, no esperas que iré a entrenar con el estómago vacío.
—Lo sé y por eso pensaba en invitarte a comer.
Detuve mis pasos para escuchar lo que iba a decir.
—Ayer te prometí que te invitaría algo por las molestias causadas, ¿no?
Ya recuerdo, sí ella dijo eso pero no me esperaba que fuera hoy.
—Te lo agradezco pero sólo compraré algo ligero para el camino.
Ella no dijo nada más y aceptó acompañarme hasta el puesto de frutas de la esquina.
—Buen día, señora. Lo de siempre—Le pedí mientras levantaba la mano en un gesto de saludo.
—Claro, chico. Aquí tienes—Tomó un par de manzanas con sus arrugadas y delicadas manos y me las entregó.
Le compré las habituales par de manzanas a la dulce señora pero ella al verme que iba acompañado, dijo:
— ¿Y quién es esta linda jovencita? ¿Es tu novia?—Preguntó mientras desviaba la mirada a Ria.
—No es mi novia, sólo me está acompañando este día. Estaré ocupado en algo—Contesté mientras tomaba las manzanas.
—Ya veo, que se diviertan entonces.
Ria, quien estaba detrás de mí se acercó también al puesto.
—De una también, por favor.
—Claro señorita—Contestó la dulce anciana.
— ¿Te gustan las manzanas?—Pregunté mientras volteaba a verla. Sus ojos resaltaban un brillo inusual, su mirada se tornó melancólica al observar a la dulce anciana hacer su trabajo.
—Un poco, también me comeré una para el camino—Dijo mientras sus labios se curvaban en una cálida sonrisa que no iba dirigida hacia mí, sino hacia la vendedora de frutas.
Luego de esa agradable conversación continuamos nuestra caminata por la ciudad, caminaba junto a ella a la espera de que encontrara un lugar para comer. El sol estaba sorprendentemente fuerte hoy, su irradiación me cegaba momentáneamente cuando caminábamos por las calles de piedra. Nos metimos un poco más a fondo en la ciudad, claramente yo no me he dado el tiempo para explorarla debido a la rutina que tenía pero ahora estaba disfrutando de un tour dado por Ria. Recorrimos muchos lugares como parques, grandes locales comerciales y ahora estamos comiendo cerca de una plaza la cual se denomina "Paso del Rey" que, por lo que me dijo Ria, la llaman así porque hace tiempo el ministro ordenó la construcción de este lugar para conmemorar el cumpleaños número 50 del Rey y él personalmente viajó hasta aquí para contemplar el lugar el cual fue echo a su nombre.
Un regalo muy… excesivo, si me lo preguntan. Hacer todo esto para conmemorar el simple cumpleaños del Rey… pero no soy nadie para criticar algo así ya que en mi mundo hay todo un monumento monstruosamente grande llamado, ¿Tach Mayal? ¿Tag Magal? Realmente no recuerdo el nombre pero fue construido en honor a la esposa de un ¿rey? ¿Dictador? Soy un hombre que se crio en las calles, los conocimientos sobre la cultura general no son lo mío. De hecho, tengo suerte de conocer este dato sobre mi mundo, aunque muy seguramente todo lo que dije esté erróneo en un noventa y nueve por ciento.
Una simple plaza no se comprara con ese gigantesco monumento.
Ahora estamos comiendo en el centro de la plaza al lado de una bella fuente con la forma de un hombre que presumo, es el rey, y también hay un sinnúmero de restaurantes por la zona pero Ria escogió éste específicamente.
Nos sentamos en las mesas y rápidamente una camarera se nos acercó para pedir nuestra orden, por supuesto yo ordené algo que me llenase de energía ya que hoy entrenaré y necesito fuerza o sino caeré desplomado al piso como un muñeco de trapo.
—Me da una chuleta de cerdo, acompañada de papas fritas y un jarro de cerveza—Dije y en mi mente ya saboreaba la deliciosa carne de cerdo.
—Claro, señor. Y ¿para usted?—Preguntó la camarera, con sus manos puesta en una libreta.
—Me da uno de esos panel dulces y un té, por favor—Pidió Ria, indicando con su dedo índice el platillo que quería.
—Bien…—La mesera comenzó a escribir nuestros pedidos en su libreta. —Una costilla de cerdo y unos panecillos dulces con té. En unos momentos se los traigo.
La mesera se fue después de eso y nos quedamos los dos juntos, recorría mis ojos por el lugar; maravillándome de sus finas estructuras. Las paredes son echas de unos brillantes y lisos ladrillos de piedra y la entrada del lugar están hechas con unas hermosas puertas arqueadas de madera negra. Las personas recorren el lugar, las parejas caminan juntos mientras charlan tranquilamente y los niños corren felizmente por los pasillos. Un lugar animado, sin duda.
Mis fosas nasales captaron un dulce olor a lo lejos y al voltear la mirada me fijé que la camarera estaba regresando con nuestros pedidos.
—Aquí tienen—Dijo mientras colocó los platos en la mesa. —Que tengan buen provecho.
Me quedé un tiempo contemplando tal delicia, las chuletas desprendían un vapor delicioso, grasa jugosa que se desliza por la carne y dulce olor crujiente de las papas fritas. Y una buena cerveza para acompañar.
Agarré un cuchillo y corté las carnes en varios trozos y me llevé uno a la boca, la carne se derretía en mi paladar; agarré un par de papas y las remojé en una exquisita salsa roja.
Disfrutaba mucho de esta comida, mi mente sólo estaba concentrada en devorar cada pedazo de carne y papas del plato.
— ¿Estás seguro de que deberías comer así?—Preguntó repentinamente Ria e hizo que me saliera de mi pequeño trance. —Vamos a entrenar, ¿recuerdas?
—No te preocupes, estaré bien. Por cierto, ¿entrenar? ¿Cuándo te incluiste?
—Qué grosero—Refutó. —Es obvio que el maestro pedirá mi ayuda en tu entrenamiento, por eso me incluí—Dijo eso último con gran énfasis, como si quisiera echármelo en cara.
Ria comía algo más liviano, una taza de té y unos panecillos redondos.
—Disculpa, no era mi intención—Dije y le di un sorbo a la jarra de cerveza.
—Está bien, come rápido que ya nos retrasamos mucho.
Seguí su consejo y terminé mi comida sin distraerme en otra cosa, Ria pagó la cuenta ya que al fin y al cabo, ella me invitó.
Salimos de la plaza en busca de un caballo, nos tardamos un poco pero al final dimos con uno, Ria guio al animal por el mismo trayecto de anoche pero esta vez el clima estaba cálido y no el horror gélido de ayer. Cuando llegamos el maestro estaba lógicamente muy enfadado, nos tardamos algunas horas entre despertar e ir por algo de comida. Nos disculpamos y sin más cháchara nos dedicamos al entrenamiento, Boros buscó dentro de su casa algunos equipos para comenzar.
Me entregó una especie de armadura echa de madera, un equipo que estaba compuesto por un peto, un par de codales y tobilleras, estaba comenzando a sentirme nervioso.
—Disculpe… ¿Por qué tanta protección?—Examiné mi cuerpo al verme con tal equipo.
—Normalmente no usarías este equipo, de hecho—Volteó a verme por encima de su hombro con una mirada burlona. —El equipo es para niños—Culminó con una sonrisa.
— ¿Para niños?
—Sí, no tienes nada de experiencia en batalla y además hace poco despertaste tus poderes. ¿Acaso querías el entrenamiento de alguien experimentado?
Eso último me cayó, si bien hace poco desperté mi magia me sentía apenado por llevar un equipo de niños, miré a Ria de reojo y ella se estaba riendo entre dientes. Vaya mierda…
—Bien, toma—Boros me lanzó una espada de madera. —Quisiera probar tus reflejos.
No me percaté antes pero el maestro, aparte de traer la armadura también trajo un saco consigo. Parecía contener cosas pequeñas y redondas dentro de él.
Cogió el saco y vació su contenido, de él salieron… ¿piedras? No va a hacer lo que creo que va a hacer.
—Te lanzaré poco a poco estas piedras para ver qué tal reaccionas—Eso pensé, ahora agradezco tener este equipo conmigo pero también hubiera preferido un casco.
Mi expresión se tornó nerviosa y preocupante a la vez.
—No te preocupes, no morirás con esto—Dijo Boros al ver mi rostro de inseguridad. —Los Seirs son por naturaleza más resistentes y fuertes que los humanos normales.
Después de lo que dijo, algunas rocas comenzaron a flotar a su alrededor cubiertas de una especie de energía azul.
—Comenzaré por lanzarte algunas que vayan lento pero iré variando la velocidad con el tiempo—Indicó, Ria estaba de espectadora, apoyada en un árbol con los brazos cruzados.
Inmediatamente me puse en guardia; con mi pierna izquierda atrás de la derecha y con la espada apuntando hacia el frente. Tenía ambas manos puestas en las empuñaduras, lo que me resultaba muy incómodo.
Y sin previo aviso Boros comenzó, me lanzó una piedra y la logré desviar golpeándola con la espada; usé el arma a modo de bate de béisbol pero vi que Boros hizo una mueca de desaprobación, las siguientes piedras continuó lanzándolas a un ritmo en el que pude golpearlas. Pasaba el tiempo y llevaba algunas piedras golpeadas pero me estaba comenzando a cansar, sin mencionar que me sentía realmente incómodo sosteniendo esta espada de madera, para mejorar mi conformidad solté una mano de espada, sólo la estaba agarrando con la mano derecha y eso mejoró mi conformidad pero Boros seguía mirándome reprobación.
La velocidad de las rocas fue aumentando lo que obviamente aumentó la dificultad, lograba darles a algunas y otras simplemente llegaban a golpearme cerca del pecho y de las piernas, sólo contaba con que el equipo me cubriera el pecho, codos y rodillas así que las piedras me golpeaban en los brazos, me rozaban el lado de la cabeza y me golpeaba los muslos.
Llegó a un punto en el que no pude ver ya a ninguna pierda y me cubría con los brazos, el dolor era insoportable sí pero Boros se percató de esto y dejo de tirarme rocas a la cara.
Agradecí que parara pero luego se me acercó y me dijo:
—Terriblemente mal, tus reflejos son algo aceptables pero el uso que le das a la espada… ni si quiera un niño lo haría como tú—Boros frunció el ceño.
— ¿Qué tiene de malo?—Pregunté con algo de enfado. —Me sentía incómodo sosteniéndola con las dos manos así que pasé a usarla con una.
—Incluso la agarrabas mal usando las dos manos—Ria intervino y abandonó el árbol para acercarse a nosotros. —Tienes que dejar un ligero espacio en la empuñadura. Tus manos estaban juntas y por eso te sentías incómodo—Explicó.
—Hay diferentes tipos de espadas y la que estás usando es una de dos manos, por eso el peso y la hoja son largas—Añadió Boros, pasé mi mirada por la espada y tal y como dijo, la hoja es algo larga.
Ria desenvainó su espada y procedió a explicarme como debería de sujetarla.
—Mira, pon tu mano dominante en la guarda y la otra en el pomo. La base de la espada—Especificó. —Deja un ligero espacio en la empuñadura.
Obedecí las sugerencias de Ria y del maestro, agarré la espada tal y como dijo pero aún me sentía incómodo asiéndolo. Boros regresó a su posición y continuó con el lanzamiento de piedras. Comenzó poco a poco, yo las golpeaba moviendo la espada de un lado a otro a modo de bate.
El resultado creo que fue peor que la vez pasada, me palpitaban algunas partes del cuerpo debido a los múltiples golpes que recibía y el constante sudor que transpiraba tapaba mis ojos, pasaba mi brazo algunas veces por mi cara para secar el líquido que corría por mi piel.
—Realmente lo haces mal, pero bueno, con el tiempo aprenderás a usarla—Opinó Boros.
— ¿No hay otra arma? ¿Cómo una daga o algo así?—Pregunté mientras jadeaba.
—Si no puedes usar el arma más básica de todas, mucho menos podrás usar otras.
La idea de entrenar y sobre trabajar como cazador empezaba a verse muy lejana…
—Probemos otra cosa—Boros comenzó a pasear por el lugar.
— ¿No podemos comenzar primero con la magia?—Interrumpí. Boros se detuvo y volteó a verme. Me observó un segundo más de lo que debía.
—Si no aprender a usar tu propio cuerpo, mucho menos controlarás tu poder—Dijo finalmente.
Asentí con la cabeza, Boros siguió caminando, pensando en qué probarme ahora.
Me senté sobre el suelo para descansar pero no duró mucho ya que él comenzó a indicarme lo siguiente de mi entrenamiento. Ria volvió al papel de espectador, me imagino que interrumpirá de vez en cuando para corregirme una que otra cosa.
—Ria—Habló Boros, Ria enseguida asistió a su llamado.
—Dígame, maestro.
—Serás su compañera de lucha—Me señaló. —Ethan, ponte de pie, quiero ver tus movimientos de combate.
—Entendido, señor—Ria inmediatamente se puso en guardia.
Me volví a poner de pie y reflejé las acciones de Ria pero antes de que sucediera algo, Boros interrumpió.
—Ria, sólo quiero que esquives y bloquees los ataques de Ethan—Indicó. —Oye, puedes usar tu espada o sus manos, haz como quieras.
Me dio libre albedrio del cómo desempeñarme en combate, tiré la espada porque obviamente no me serviría, me siento incómodo usándola así que iré por lo tradicional. Mis manos.
Ria ya estaba en guardia, preparada para detener mis golpes, pueda que sea malo usando una espada pero mis manos me han ayudado en muchas ocasiones en diferentes riñas callejeras. Tenía cierta confianza pero mi oponente no es una humana de mi mundo por lo que no debo confiarme. Mi guardia era la más común de todas; coloqué mi cuerpo de manera semifrontal, levanté ambos puños y flexioné un poco los brazos. Ria me miraba de manera curiosa y sutil, sus ojos ardían y me lanzó una leve sonrisa.
Me acerqué a ella poco a poco hasta tenerla frente a frente, a pesar de ver mis acciones Ria se quedó en su posición; estática. Sus ojos seguían cada uno de mis movimientos, estaba completamente preparada para esquivar mis golpes.
Comencé con algo sencillo, un golpe con la izquierda que… esquivó muy fácilmente, era de suponerse; continué con un derechazo y fue igual, logró esquivarlo. No sé cómo explicarlo pero la emoción y adrenalina comenzaba a aumentar en mi cuerpo, sé que no es una pelea como tal pero incluso ella parece emocionada al respecto. Seguí lanzando puñetazos, alternando en izquierda y derecha.
— ¿Esto es todo?—Pregunta ella, sus labios se curvan en una sonrisa burlona y sus ojos reflejan fuego. Me mira de manera desafiante.
Su comentario me emocionó más de la cuenta así que, hice lo que ella quería: comenzaba a atacar cada vez más rápido, incluso en medio de esto pude notar como mi velocidad aumentaba con el tiempo. Un humano no entrenado tiene un límite de velocidad en lanzar sus golpes pero yo notaba que estaba superando ese límite con creces. Boros dijo que naturalmente los Seirs mejor rendimiento físicos que los humanos, y ahora lo estaba comprobando con mis propios ojos. Incluso temía que uno de mis golpes fuera a alcanzarla, lo sé, ella ha experimentado una multitud de combates y uno de mis golpes sólo sería como una picada de mosquito para ella pero, Ria sigue siendo una mujer y obviamente me sentiría mal si la golpeara.
Ahora mismo estoy intentando hacerlo, lo sé, pero se me pasa esa incomodidad al saber que ella está a otro nivel y que no importa cuanto lo intente, con mi fuerza actual no le haré ni cosquillas.
Cambié de estrategia, cambié de golpes a patadas y comencé con una patada lateral hacia su rostro, Ria se sorprendió un poco al ver mi movimiento. No logré golpearla pero al menos rocé su cabello de cobre.
Aumentó más mi velocidad, golpeo con un gancho horizontal, seguido de un puño giratorio; continuo con un combo de golpes y patadas. Me sorprendo al ver que envés de esquivar, comienza a bloquear mis ataques. Se lo está tomando más enserio. Ria retrocede un par de pasos, acorto nuestra distancia un Superman punch.
—Oye—Habló Ria, su respiración era relajada y tranquila comparada con la mía pesada y agotada. — ¿Quieres hacer esto un poco más interesante?
— ¿A qué te refieres?—Pregunto intrigado, ella voltea a ver a su maestro para dirigirle la palabra.
—Maestro, puedo hacerlo, ¿no?—Le pregunta a Boros quien estaba observando nuestro enfrentamiento mientras se rascaba la barba.
—Claro, querida. Quiero ver que tan lo soporta—Dice finalmente, parece que ellos se leían la mente porque sabía que era lo que el otro le trataba de decir.
Mis sentidos se agudizaron aún más cuanto escuché su pequeña charla.
Ria me regresó la mirada, esta vez cambió de postura. Comenzó a acercarse a mí con la intención de atacar, dejó de estar a la defensiva.
Antes de que ella hiciera algo, contraataqué con una patada lateral con salto y por culpa de mi emoción todo pensamiento de lógica se marchó de mi cabeza. Ria obviamente aprovechó mi error para sujetar mi pierna, dio media vuelta y me lanzó por los aires.
—Eso dolió—Me quejé mientras recuperaba mi guardia.
—Me cansé de esquivar y bloquear. Además, no usaré mi verdadera fuerza.
—Que considerada—Pasé mi brazo sobre mi cara para secarme el sudor.
—Atacaré con tu misma fuerza, ya te desenvolviste en el ataque, ahora quiero ver que tal lo haces en la defensa—Luego de decir eso, inmediatamente arremete contra mí. En el camino logra decir algunas palabras antes de hacer contacto conmigo. —Prepárate, haré los mismos movimientos que hiciste.
Tal y como dijo, comenzó con el Superman punch, logré bloquearla pero continuó con una patada lateral. Estaba repitiendo lo mismo que hice contra ella, no me quedé parado esperando a que me golpeara, todas las técnicas que aprendí las iba a descargar contra ella.
Tiré un gancho ascendente y seguí con una patada giratoria. Ella esquivó esos ataques y contraatacó con una patada descendente.
Nuestra pelea continuó unos cuantos minutos más, recibía golpes por parte de ella pero nunca lograba atinarle uno. El no poder hacer contacto hizo que me enfureciera poco a poco, no es agradable cuando eres el saco de boxeo de alguien.
— ¡Deténganse!—Boros alza la voz y ordena que el enfrentamiento termine, Ria obedece instantáneamente esa orden como si fuera una computadora. Yo me encontraba cansado, el sudor chorreaba por mi cara, por mi espalda, por mi abdomen. Por todo mi cuerpo.
—Ethan, esto es un entrenamiento dirigido para ti—Me regañó. —No un espectáculo, ¿entendiste Ria?—Le lanzó una mirada filosa a la pelirroja quien bajó la cabeza ruborizada.
—Perdóneme, me dejé llevar—Se justificó ella.
—Bien, gracias a su pequeño juego pude percatarme de varias cosas. Ethan, pensaba que tú eres un total inexperto, ¿Dónde aprendiste esos movimientos?
La pregunta del millón… es fácil, inventaré una mentira como de costumbre. De hecho, desde que llegué aquí, toda mi vida ha sido una mentira para camuflar el hecho de que vengo de otro mundo.
—Fue un amigo—Contesté jadeando. —Él me enseñó.
Obviamente es mentira, aprendí todo eso solo. Viendo a profesionales en la televisión y practicando en casa, alguien como yo que no tiene dinero, amigos, ni medios de entretenimiento tiene que buscar la forma de mantener su mente ocupada en algo. Y eso era el practicar ciertas cosas en casas.
—No pensé que sabías pelear así—Me elogia Ria. Al fin notaba algo de cansancio en su cuerpo.
—Sí, sabe cómo moverse pero eso no le servirá contra un monstruo gigante—Boros acaricia su barbilla y se acerca a mí. —Chico, ya que te es difícil usar un arma, entonces, ¿por qué no usas tus puños?
— ¿Eh?
—Tu arma será tu cuerpo, aprenderás a combatir con tus brazos y piernas. Regresa mañana para comenzar el verdadero entrenamiento.
— ¿No se suponía que era hoy?—Pregunto
—Sólo quería probarte, quer��a ver tus virtudes y defectos y los encontré. Para mañana te tendré listo un par de cosas.
—De acuerdo…
OK, pensaba que hoy sería el verdadero entrenamiento pero resultó ser una mera prueba. Aunque me gustó que decidiera dejar a mis puños como mis armas, realmente no me veía usando una espada u otra arma. Creo que es perfecto para mí. Me pregunto qué clase de cosas me dará mañana.
Regresé al distrito, algo satisfecho por los elogios que me llegaron a dar y también me divertí luchando un rato con Ria. Espero que el tiempo que quede del entrenamiento sea igual, aunque creo que no será.