—Pinches perdedoras.
—Se lo merecen por querer robarse a Yuri Okabe-chan.
—La única que se salva es Hamano-san.
—Sí, pobre Hamano-san.
—Pero ¿para qué se junta con Nuki-chan y la otra?
—¿Y ellas para qué se meten con el club de fútbol?
—Pendejas.
—A mí me sorprende que no les hayan hecho bullying hasta ahorita.
—Claro que no. A Nuki-chan siempre le hacen bullying, y a Hamano-san la critican un montón.
—Sí, pero a la otra, ¿qué?
—¿Cuál otra? ¿La enana?
—Ay, pues ni quien la pele a ella.
—Jajaja, sí, cuando la vi el primer día pensé que era una niña de primaria que se perdió.
—¿En serio? Yo siempre pensé que era una de esas niñas genio que se gradúan como a los doce.
—Jajajaj, qué risa.
—¡YA CÁLLENSE! —grito—. ¡Y SI ME QUIEREN DECIR ALGO DÍGANMELO EN LA CARA! —me vuelvo hacia todos los que están en el salón, y todos se quedan callados y revisan sus celulares con tal de no mirarme.
Pinches cobardes.
Golpeo mi escritorio con la palma abierta y grito:
—¡A VER, DÍGANMELO EN LA CARA! —grito otra vez.
Pero nadie dice nada.
Y no lo van a decir nunca.
Pero, bueno, mejor me vuelvo hacia Izumi. Ella está acostada sobre su escritorio.
—Oye, Izumi —la agito del hombro—, ayúdame a limpiar mi escritorio, y te ayudo a limpiar el tuyo.
Pero Izumi no se despierta.
No llevamos ni dos minutos aquí. ¿Apoco ya está dormida?
No sé, pero ya está babeando.
Y roncando.
¿Qué ayer no durmió nada o qué? Pero si se fue a dormir a los sillones.
Con Sotoka-san.
Oh, eso lo explica todo. De seguro no durmió nada.
Y de seguro tampoco dejó dormir a Sotoka-san.
Hablando de Sotoka-san, ella tiene ambos brazos sobre el escritorio, y la cabeza, apoyada en ellos.
Me le acerco.
—¿Sotoka-san? —le toco el hombro.
Ella se vuelve hacia mí. Su sonrisa es más forzada que de costumbre, y tiene los ojos enrojecidos.
Ay, Sotoka-san.
—Hola —me dice.
—Vente —le digo—, vamos por unos trapos, y te ayudo a limpiar.
Pero ella no se levanta.
—No, así está bien —dice con una sonrisa aún más forzada—. Si dejamos el escritorio así ya no lo van a rayar otra vez y, no sé, ya con los libros encima no se nota tanto.
Eso no es cierto: ella está sobre el escritorio, y aun así se alcanzan a leer varios "PUTA" que hay ahí.
—No me importa —le digo—, si los rayan otra vez los borramos otra vez. A ver quién se cansa primero.
—Yo —dice ella—. Yo ya me cansé.
—Pues qué pena, Sotoka-san, pero esto apenas está empezando.
—¡No, así déjalo!
—¡Y ¿tú crees que las del club de futbol —porque fueron ellas las que nos rayaron los escritorios, y todos lo sabemos— nos van a dejar en paz?! ¡¿Tú crees que no nos van a seguir fregando?!
—¡Ya cállate!
—¡¿Por qué eres así, Sotoka-san?! ¡¿Crees que si no haces nada te van a dejar en paz?!
—¡YA DÉJAME EN PAZ! —Sotoka-san me grita con todas sus fuerzas. Lágrimas le corren por toda la cara.
—¡¿POR QUÉ ME GRITAS A MÍ?! ¡GRÍTALES A ELLAS! ¡O ¿QUÉ?! ¡¿NOMÁS ME GRITAS A MÍ PORQUE SOY PEQUEÑA Y NADIE SE SABE MI NOMBRE AUNQUE LLEVAMOS VARIOS MESES EN EL MISMO SALÓN Y YO TODOS LOS DÍAS DIGO "PRESENTE" CUANDO HORINOMI-SENSEI DICE "INO YAMAMOTO, PORQUE ESE ES MI NOMBRE, GRÁBENSELO BIEN! —tomo un gis y me pongo a escribir en el pizarrón—. ¡I-N-O! ¡INO! ¡DIGAN MI NOMBRE!
—¡¿INO-CHAN?! —grita alguien desde la puerta.
Y ese alguien es Nagai-san.
Ella se me acerca, me toma de los hombros y me mira enojada.
—¡Me decepcionas, Ino-chan! ¡¿Por qué le gritas a Hamano-san si se supone que es tu amiga, y QUÉ CARAJOS HICISTE CON SU ESCRITORIO?!
Sotoka-san ya no está sobre él, así que se ven claramente todos los "PUTA" que le escribieron.
Y son demasiados.
Casi que es lo único escrito ahí.
—¡CONTÉSTAME! ¡¿POR QUÉ SE LO DEJASTE TODO RAYADO?!
—¿Qué? No, yo—
—¡¿Tú qué?! ¡¿No hiciste nada?! ¡¿Entonces me vas a decir que no le estabas gritando, que no la hiciste llorar?!
—¡Yo no escribí eso! —señalo el escritorio de Sotoka-san.
—¡Ahora resulta! ¡Entonces se escribió solo, ¿no?!
—¡PUES NO LO ESCRIBÍ YO!
—¡A MÍ NO ME GRITES!
—¡PUES ES QUE NO ME ESCUCHAS!
—¡NO, SÍ TE ESCUCHÉ BIEN… CUANDO LE GRITABAS A HAMANO-SAN! ¡TODA LA ESCUELA TE ESCUCHÓ!
—¡PUES ES QUE ELLA NO ME HACÍA CASO!
—¡PUES ¿CÓMO QUIERES QUE TE HAGA CASO SI HASTA LA HICISTE LLORAR?!
—¡YO NO LA HICE LLORAR; ELLA ESTABA LLORANDO DESDE ANTES!
—¡SÍ, DESDE QUE VIO CÓMO RAYASTE SU ESCRITORIO, O ¿NO, HAMANO-SAN?! —pregunta Nagai-san, y Sotoka-san me mira muy enojada.
Esto no me gusta nada.
—Sí —Sotoka-san miente—. Ino lo rayó y me gritó y me hizo llorar.
—¡¿QUÉ?! ¡YO NO FUI! ¡ESTUVIMOS JUNTAS TODA LA MAÑANA! ¡¿CÓMO PUDE HABER SIDO YO?! ¡Y APARTE SOMOS AMIGAS!
—Sí, tan amigas que ya le estás gritando otra vez —dice Nagai-san sarcásticamente.
—¡TÚ ME GRITASTE A MÍ!
—¡PORQUE TÚ LE ESTABAS GRITANDO!
—¿Qué están haciendo? ¿Quién le está gritando a Sotoka-chan? —pregunta Izumi y bosteza. Ella está justo en frente de nosotras, y tiene la mitad de la cara manchada de tinta. De seguro se manchó por quedarse dormida sobre su escritorio rayado.
—Ay, Izumi-chan. Ven —Sotoka-san sacó un kleenex de su bolsillo y se puso a limpiarle la cara.
—¿Qué pasó? ¿Me manché de algo? —al parecer la tonta de Izumi aún no se da cuenta de nada—. ¡¿QUÉ LE PASÓ A TU ESCRITORIO, SOTOKA-CHAN?!
Por fin se dio cuenta.
—No sé —responde Sotoka-san—. Ino lo rayó.
Izumi me mira con más odio que de costumbre.
—¡Omae wa mou shindeiru! —me grita eso, lo que sea que signifique, con una voz muy grave y gutural.
Voy a fingir que no la oí.
—¡QUE YO NO LO RAYÉ! ¡¿POR QUÉ MIENTES?! —le grito a Sotoka-san.
—¡NO LE GRITES A SOTOKA-CHAN Y NO LE DIGAS MENTIROSA, MENTIROSA! —me grita Izumi.
—¡YA NO GRITEN! —grita Nagai-san.
—¿POR QUÉ DIJISTE ESO, SOTOKA-SAN?! —le grito—. ¡SON CHINGADERAS!
—¡QUE NO LE GRITES A SOTOKA-CHAN! —me grita Izumi.
—¡LENGUAJE, INO-CHAN! —Nagai-san también me grita—. ¡Y YA DEJA DE GRITAR! ¡SI GRITAS OTRA VEZ TE VOY A PONER UN REPORTE!
—¡¿QUÉ?! —grito—. ¡ESPERA! ¡NO PUEDES HACER ESO!
—¡NO, ¡PERO PUEDO IR CON EL DIRECTOR Y CONTARLE TODO ESTO, Y ÉL DE SEGURO TE VA A PONER UN REPORTE!
—¡ESPERA, NO! ¡YO NO ESCRIBÍ ESO! ¡DILE, SOTOKA-SAN!"
—¡¿QUÉ TE DIJE SOBRE GRITARLE A HAMANO-SAN?! —Nagai-san me grita por enésima vez—. ¡AHORA SÍ ESTÁS EN PROBLEMAS, INO-CHAN!
—¡INO-SAN NO ESCRIBIÓ ESO! —Sotoka-san por fin dice la verdad—. ¡INO-SAN NO HIZO NADA!
—Claro que sí —responde Nagai-san—. Te gritó quién sabe cuántas veces.
—Sí, pero eso fue mi culpa. Y aun así yo me enojé mucho con ella y dije eso para desquitarme. Perdón, Ino-san —Sotoka-san dice apenada.
Y debería estarlo.
Nagai-san se empieza a reír ruidosamente y nos toma a Sotoka-san y a mí del hombro y nos abraza con muchísima fuerza.
—¡Así me gusta: que se reconcilien! —y nos suelta—. Ahora solo falta limpiar tu escritorio y buscar quién lo rayó.
—¡TARÁN! —dice Izumi.
Nos volvemos hacia ella, y ella está enfrente del escritorio de Sotoka-san, pero este ya no está rayado ni nada.
¿Qué? ¿Cómo lo…? Oh, simplemente lo cambió con un escritorio que había cerca y donde no había nadie sentado.
Sotoka-san lo ve y:
—¿Qué hiciste, Izumi-san? —toma su escritorio rayado y lo empieza a mover de vuelta a su lugar—. Nagai-san, dile algo.
Pero Nagai-san no le dice nada a Izumi.
De hecho, toma el escritorio rayado desde el otro extremo y lo empuja de vuelta, con Sotoka-san y todo, a donde Izumi lo dejó.
—Nagai-san, ¿qué haces? —Sotoka-san empuja con todas sus fuerzas, pero no puede mover ni un milímetro el escritorio ni a Nagai-san, y eso que Nagai-san no es tan grande (está de la altura de Sotoka-san) ni se ve fornida.
Pero si hasta Izumi le tiene miedo significa que es muy, muy fuerte.
—¿Que qué hago? —pregunta Nagai-san fingiendo sorpresa—. Yo solo estoy regresando el escritorio a su lugar. ¿Tú por qué lo mueves?
—Porque es mi escritorio —responde Sotoka-san.
—No, tu escritorio es el que está en tu lugar —y señala el escritorio que le dejó Izumi.
—¡Claro que no! —Sotoka-san sigue empujando con todas sus fuerzas, y el resultado sigue siendo el mismo—. ¡Izumi-san los cambió!
—No sé de qué hablas, Hamano-san. Yo no vi que Izumi haya cambiado nada. ¿Tú viste algo, Ino-chan?
—No, no vi nada —digo, y es verdad; estábamos tan ocupadas gritando que no vimos cuando Izumi cambió los escritorios.
—¡¿Ustedes vieron algo?! —Nagai-san le grita al resto del salón, pero todos fingen estar muy ocupados revisando sus celulares.
—Pero el escritorio está rayado —dice Sotoka-san bastante nerviosa—. No podemos simplemente dejárselo a alguien más.
—Sí, pero ustedes no los rayaron, así que ¿de qué se preocupan?
En eso tenía razón.
—Pues sí, pero ellas van a saber que nosotras lo cambiamos de lugar—
—¿Y qué? ¿Te van a seguir molestando? Eso van a hacer hagas lo que hagas —y eso es exactamente lo que yo le dije, pero ¡ella no entiende!—. Pero me tienes a mí. ¿O no confías en mí? ¿Crees que no voy a hacer nada? Me ofendes, Sotoka-san.
—¡Y también me tienes a mí, Sotoka-chan, porque daisukidesu! —grita Izumi al frente al pizarrón.
Todos nos volvemos hacia ella y vemos muchísimos OTAKUs y NUKI-CHANs y MUÉRETEs y etcéteras escritos ahí.
—¡Izumi-san, ¿qué hiciste?! ¡Borra eso, bórralo! —Sotoka-san se acerca al pizarrón y se pone a buscar algo (seguramente el borrador), pero no lo encuentra—. Bórralo, por favor, bórralo.
—No, Sotoka-chan —dice Izumi con el borrador en la mano—. Porque cuando Horinomi-sensei vea esto, va a pensar que fueron los que rayaron tu escritorio y va a pensar: "¿qué? ¿Alguien de mi salón le rayó el escritorio a Sotoka-chan y aparte rayó todo el pizarrón? Normalmente me haría de la vista gorda (como siempre), pero esto es algo muy serio, y a lo mejor se entera el consejo directivo. No me puedo quedar con los brazos cruzados." Y aparte se siente bien rayar el pizarrón. Inténtalo, Sotoka-chan —Izumi le ofrece un gis a Sotoka-san.
Pero ella obviamente lo rechaza.
—¡Ya bórralo, Izumi! ¡No estoy jugando! —Sotoka-chan está a punto de llorar de nuevo—. ¡Y todos saben que fuiste tú!
—No sé de qué hablas, Hamano-san —dice Nagai-san con una amplia sonrisa—. Yo nunca vi a Izumi escribiendo en el pizarrón, y estoy segura de que tú tampoco —y era cierto porque ella miraba a Sotoka-san, y Sotoka-san la miraba a ella mientras Izumi escribía—. ¡¿USTEDES VEN ALGO?! —les grita a todos los presentes, y ellos, como siempre, están muy ocupados con sus celulares y fingen no ver ni oír nada de lo que pasa.
Pero se ven bastante nerviosos.
Y si Sotoka-san no quiere rayar el pizarrón, entonces…
Tomo el gis que Izumi le ofrecía a Sotoka-san.
Y lo lleno con todas las groserías que me ocurren.
Sotoka-san me pide que lo borre todo, pero ella también dijo que yo le había rayado el escritorio.
Y ella no es la única que puede desquitarse.
El pizarrón pronto de llena con PENDEJOs y PUTAs y ENANAs y CHINGUEN-A-SU-REPUTÍSIMA-MADRE-HIJOS-DE-LA-CHINGADAS-OJALÁ-SE-MUERAN-PRONTOs
¿Sabes qué?, esto es muy relajante, es como si me quitara un peso de encima, y lo mejor es que no hay consecuencias.
Con razón los bullies lo hacen tanto.
—¡Yamamoto-san, ¿qué están haciendo?! —esa es la voz de Horinomi-sensei.
Ay, dios.
Me vuelvo hacia la puerta, y sí, Horinomi-sensei está ahí.
Y todos los que están en el salón tienen el celular levantado.
Me están grabando.
Y de seguro me grabaron desde que empecé a llenar el pizarrón con todas las groserías que se me ocurrieron.
Un pizarrón que ya tenía escrito un INO gigante.
O quizá nos empezaron a grabar desde que le grité a Hamano-san.
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Definivamente debí quedarme en la cama hoy.