*RIIIIIIIIIIIIIIIIING*
Suena el despertador, y yo me despierto aún más cansada que cuando me dormí.
Me quito los cobertores de encima, apago ese maldito ruido y miro la hora.
6:00 am.
Ah, sí, esta era mi vida antes de que nos suspendieran: levantarme demasiado temprano para ir a una escuela demasiado aburrida y demasiado repleta de gente demasiado estúpida…
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No, yo paso.
Tomo los cobertores y me vuelvo a acostar. La cama está tan cómoda que me podría quedar aquí otros cinco minutos.
O una hora.
O por siempre; digo, los padres de Izumi nunca están, e Izumi es lo suficientemente tonta para no usarla, así que no veo por qué no.
Además, allá afuera no hay nada que valga la pena.
—Ino-san, ya despierta; se nos va a hacer tarde —Khanna-san me agita el hombro ligeramente.
—No quiero —me quito su mano de encima, bostezo y me acurruco en la cama.
—Que quieras o no es irrelevante; se nos va a hacer tarde —Khanna-san me agita el hombro de nuevo.
—Pues déjenme aquí. Si voy o no a la escuela no les afecta en nada.
Khanna-san se queda pensativa.
Y dice:
—No encuentro fallas en tu lógica, pero es probable que las haya, así que —la maldita me quita los cobertores de encima, me toma de los hombros y me agita sin ninguna ligereza ni consideración—. Ya levántate.
Y me sigue agitando de los hombros hasta que:
—Está bien, está bien, pero ya suéltame.
Khanna-san obedece, y yo:
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Suspiro.
Y me levanto. En un rincón de la habitación están las dos mochilas que me traje. Tomo una de ellas y me encierro en el baño. La abro y saco mi uniforme perfectamente limpio y planchado. Me quito mi piyama, la doblo y la guardo en mi mochila. Me pongo mi uniforme. Es extra-chico, pero aun así me queda un poco grande.
Me miro en el espejo.
Parezco una puta niña jugando a ser adolescente.
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—¡KYAAAAAAAAAAAAAAAA, KAMI-SAMA-CHAN, TASUKETE! —Izumi grita.
—¡No te muevas, Izumi! —Sotoka-san grita.
Y yo me lo estoy perdiendo, así que salgo de la habitación de los papás de Izumi, bajo las escaleras, y ellas están en el baño.
Sotoka-san tiene un cepillo en la mano, y el cepillo está más que lleno de cabello horrible y castaño.
E Izumi está en un rincón con el rostro lleno de lágrimas.
—¡Hidoi yo, Sotoka-chan, hidoi yo!
—Perdón, Izumi, pero tienes el cabello súper enredado. Hay que deshacer todos los nudos.
—¡Tú dijiste que no me iba a doler!
—Eso debió ser una mentira —Espera. ¿Desde cuándo está aquí Khanna-san?—. Tu cabello está extremadamente descuidado, por lo que la posibilidad de cepillarlo pacíficamente es casi nula. Aunque, claro, siempre existe la posibilidad de que suceda, o de que Hamano-san conozca un método para desenredarlo sin dolor, o de que tú no sientas dolor, o—
—Sí, gracias, Khanna-san —dice Sotoka-san con una expresión falsamente amable y después la mira con sorpresa—. ¿Apoco ya estás lista?
Khanna-san ya está peinada y con su uniforme puesto.
¿Por qué no lo noté antes?
Ah, sí, porque estaba demasiado a gusto en la cama de los papás de Izumi para siquiera mirarla.
—Claro; hay que estar preparada —dijo con su inexpresividad de siempre.
—¿Preparada para qué? —pregunto.
—No lo sé —responde ella igualmente inexpresiva—. Durante las últimas semanas, a este club siempre le ha pasado lo más improbable —tiene razón—. Aunque técnicamente hablando, hay una infinidad de escenarios posibles en cualquier situación, por lo que la probabilidad de que ocurra cada uno de ellos tiende al 0% y—
—Sí, ya entendimos —no es cierto, pero nunca entiendo nada de lo que dice, así que no importa—. Y ¿para qué peinas a Izumi, Sotoka-san, si ella siempre está horrible?
—Ay, no digas eso —Sotoka-san me regaña por ser demasiado honesta. Qué novedad—, y aparte peinada ya se va a ver bonita.
—¡¿Entonces no estoy bonita?! —Izumi se pone a llorar.
—¿Qué? No, Izumi-chan, y no digas eso, tú eres muy bonita —Sotoka-san trata de calmar a Izumi con palabras dulces y palmadas en la espalda.
Pero no sirve de nada:
—Pero dijiste "peinada ya se va a ver bonita", o sea que no crees que ahora no estoy bonita, ¿verdad, Hanna-senpai?
—Bueno, sí, juzgando por lo que dijo, ese parece ser el caso, pero—
—¡Ya ves, ya ves, Sotoka-chan! ¡Hidoi yo!
—Claro que no, Izumi-chan, perdón, es que, no sé, no me di a entender bien. Y ¿por qué le dijiste eso, Khanna-san?
—Porque ella no miente… como tú. ¡Hidoi yo, Sotoka-chan, hidoi yo!
Y la escena es muy divertida y todo, pero yo me regreso al baño de los papás de Izumi y me encierro ahí otra vez para enfrentarme al peor problema de todos:
Mi cabello.
Está casi tan despeinado y horrible como siempre.
Por eso me lo cepillo.
Y me lo cepillo. Y me lo cepillo, y me lo cepillo y me lo cepilloymelocepilloymelocepilloymeloc epilloymelocepilloymelocepilloymelocepilloymelocepilloymelocepilloymelocepilloymelocepilloymelocepilloymelocepilloymelocepilloymelocepilloymelocepilloymelocepilloymelocepilloymelocepi—
—¡Ino-san, vente a desayunar! —me grita Sotoka-san, y no sabía que ella iba a preparar el desayuno.
Mi cabello sigue tan horrible como siempre, pero siempre está así.
Y al menos ya no estoy despeinada, así que salgo de la habitación de los papás de Izumi, bajo las escaleras y voy al comedor. Todas están ahí: Khanna-san está sentada en la mesa y parece solo estar acompañando a Izumi y Sotoka-san, quienes desayunan pizza.
Mientras están tomadas de la mano.
Eso es raro.
Ah, sí, Izumi está perfectamente peinada.
Eso es más raro.
Aunque el uniforme de Izumi e Izumi siguen tan sucios como siempre.
Pero, bueno, no es que nadie esperara más de ella.
—Siéntate, Ino-san —me dice Sotoka-san sin soltarle la mano a Izumi.
—Ok, pero ¿qué está pasando aquí? —pregunto mientras las señalo alternativamente a ellas dos.
—Solo calenté unas rebanadas de pizza que había en el refrigerador —dice Sotoka-san como si eso fuera lo más extraño de la situación—. Era lo único que había ahí; tienes que comprar más cosas, Izumi-chan.
—No —responde ella sin dejar de comer y sin dejar la mano de Sotoka-san—, con ese dinero me puedo comprar más manga.
Y no dicen nada más.
Digo, ¿qué otra cosa podía esperar de ellas?
Me siento a un lado de Khanna-san y me como mi pizza recalentada.
—¿Me pasan una servilleta? —pregunto porque la pizza está muy grasosa y porque el servilletero está justo en frente de ellas.
Izumi y Sotoka-san acercan la mano al servilletero, pero obviamente no pueden tomar ninguna servilleta porque siguen tomadas de la mano.
Así que Sotoka-san deja la pizza que estaba comiendo y toma una servilleta con su mano libre y grasosa.
—Ten —me da la servilleta ahora sucia y grasosa.
—Hubiera sido más fácil que se soltaran, pero gracias —les digo.
—Sí —Sotoka-san suspira—, pero quedamos en que si Izumi se dejaba peinar, la iba a tomar de la mano hasta que saliéramos de la casa.
—Qué estupidez —digo yo sin dejar de comerme mi aún grasosa pizza—. Ojalá ninguna de las dos quiera ir al baño.
Poco después, terminamos de desayunar, dejamos los platos en el fregadero (y ¿quién los va a lavar, porque Izumi no parece de las que lavan?
Bueno, ese es su problema.
En fin, nos lavamos los dientes (y sí, Sotoka-san e Izumi se los lavan tomadas de la mano), salimos de la casa (y sí, Sotoka-san e Izumi se sueltan, aunque Izumi no parece muy feliz al respecto) y vamos a la escuela.
Las calles estaban tan pobladas y aburridas como siempre.
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Y por fin llegamos a la escuela.
Aunque para entrar tenemos que rodearla y:
*PUM*
Se escucha un golpe en el suelo.
Y ese algo es una Izumi que saltó al otro lado de la reja. Ella recoge sus cosas y se dirige a la escuela.
—¡¿QUÉ ESTÁS HACIENDO?! —le pregunto.
Izumi se detiene, se vuelve hacia nosotras, y ladea la cabeza como un perro confundido.
—Vente, Izumi-san —le dice Sotoka-san—. Vamos a entrar por la puerta principal.
—¿Por qué? Ah, sí —Izumi salta la reja de nuevo.
Rodeamos la escuela y entramos por la puerta principal, como personas normales.
Llegamos a los casilleros, y cada quien abre el suyo y:
—¿Qué es esto? —Izumi saca de su casillero lo que parece ser una carta. El sobre es rosa y está llena de corazones y—espera. ¡¿QUÉ?! ¡¿ALGUIEN SE LE VA A DECLARAR A IZUMI?!
Corro hacia Izumi porque eso es imposible; digo, ¿quién en su sano juicio le dejaría una carta de amor a ella? De Sotoka-san lo entiendo, pero ¿de Izumi? Creo que sería más fácil que alguien me la dejara a mí, aunque eso nunca ha pasado, y lo entiendo y no es que me importe ni nada, pero no sería tan raro como esto.
—Espera, espera, espera. ¿Eso estaba en TU casillero? ¿No te equivocaste? ¿No se equivocó el que la puso ahí?
—Considerando la cantidad de casilleros que hay en la escuela, eso es muy probable —Khanna-san también se acerca.
—Ay, no sean así —Sotoka-san apenas puede contener la emoción—. Ábrela, Izumi-chan. Ábrela, ábrela, ábrela.
Izumi la abre:
Querida Natsumura-chan —dice la carta—. ¿Podríamos vernos después de clase detrás de la escuela? Tengo algo que preguntarte. Atentamente: tu admirador secreto.
—¡AY, IZUMI-CHAN, QUÉ EMOCIÓOOOOOOOOOOOOOOOOOON! —Sotoka-san abraza a Izumi con la misma emoción con la que Izumi siempre la abraza a ella.
Pero Izumi no reacciona: no deja de leer la carta.
—Izumi-chan, ¿estás bien? —pregunta Sotoka-san, aunque Izumi claramente no lo está.
—¿Qué? Ah, sí. ¿Por qué me estás… ¡AY, SOTOKA-CHAN! —e Izumi por fin reacciona y la abraza de vuelta, y Sotoka-san grita, y todos los que están ahí nos miran mucho más raro que de costumbre y susurran y ríen y gritan anónimamente cosas como "Nuki-chan, te amo".
Definitivamente no extrañaba esto.
En fin, regreso a mi casillero y me pongo mis sandalias esas.
Sotoka-san trata de quitarse a Izumi de encima, pero Izumi no la deja, y ambas gritan y hacen mucho ruido, y todos los presentes las miran y susurran y ríen y de repente gritan estupideces, y qué bueno que no estoy ahí.
En fin, Khanna-san está esperándonos frente a su casillero.
Voy con ella.
—Qué raro, ¿no?
—¿Qué parte? —me pregunta Khanna-san, y hasta eso tiene razón. Todo lo que hacemos, no, lo que hacen ellas es raro.
—Lo de la carta y eso.
—Ah, pues sí, eso creo. A mí solo me ha pasado una vez, y sí, fue raro.
¡¿QUÉ?! ¡¿TAMBIÉN A TI?! ¡¿O SEA QUE SOY LA ÚNICA DE LAS CUATRO QUE NUNCA LE HAN MANDADO NADA?!
—Ah, sí, sí, claro, a mí también, jaja, y fue muy raro. Jajajá JAJAJAJAJA.
—Sí, fue el año pasado. La carta decía más o menos lo mismo que la de Izumi, por lo que me puse a pensar quién podría ser ese admirador secreto, todas las razones posibles para escribirme esa carta —¿en serio?—, todas las preguntas posibles que me podía preguntar —¡¿en serio?!—, todas las respuestas posibles que le podía responder, y cuando me di cuenta ya era de noche, y yo estaba en mi casa. Nunca supe quién era mi admirador secreto ni qué quería —¡¿EN SERIO?!—, pero, bueno. Ya no importa.
Sí, sí, sí, no importa; digo, no es como que me esté quedando atrás, y no me gusta nadie, y sería una molestia ir a quién-sabe-dónde después de clase para rechazar a quién-sabe-quién, y digo, apenas voy en primer año, y apenas llevo unos meses aquí, y de seguro me van a dejar una carta en cualquier momento porque los niños son unos idiotas hormonales, y me va a dar mucha flojera ir y escuchar una declaración que no me podría importar menos, pero aun así no lo voy a dejar plantado como Khanna-san; yo los odio a todos, pero no soy tan cruel—
—¿Vienes, Ino-san? —me pregunta Sotoka-san. Al parecer ella e Izumi ya por fin se soltaron, y ahora solo nos queda ir a clases.
Ah, sí, clases.
Seis horas de absolutamente nada.
Genial.
Caminamos por el pasillo y llegamos al salón de Khanna-san. Ella se despide y entra, y nosotras vamos a nuestro salón, entramos, y todo el mundo nos mira y susurra y ríe, y estamos aquí, y maldita sea. Estamos aquí. Podemos oírlas.
Espera. ¿Por qué nuestros escritorios están pintados de negro?
Me acerco al mío y, viéndolo más de cerca, resulta que no lo pintaron, sino que le escribieron muchísimas cosas en letra muy, muy pequeña:
muérete muérete deja en paz a Yuri-chan ¿por qué sigues aquí? Muérete muérete muérete nadie te quiere aquí pinche enana nadie sabe ni cómo te llamas si te murieras hoy a nadie le importaría pareces niña de primaria maldita plana muérete muérete regrésate al kínder pendeja a nadie le importas fea plana recha de seguro eres emo y otaku muérete qué asco nunca le vuelvas a hablar a Yuri-tan nunca te le acerques nadie te conoce nadie sabe quién eres y muérete a nadie le importa vete muérete pinche tabla ni quien te pele tú y tus amiguitas váyanse a la chingada nadie las quiere aquí váyanse muéranse estás horrible Fukuda-kun nunca te va a pelar porque eres plana y fea y virgen es súper obvio que te gusta muérete aunque nadie le importa y cómo quieres que se fije en ti muérete si pareces una niña pinche niña plana plana plana plana plana plana plana plana plana plana recha nadie sabe ni cómo te llamas muérete haznos un favor y mátate en tu vida le vuelvas a hablar a Yuri-chan no eres nadie no eres nada muérete plana muérete tú y Nuki-chan ya de seguro apestas tanto como ella apestosa pendeja muérete pinche club culero que tienen ni pueden conseguir cinco putos miembros pendejas que risa nadie las quiere aquí pinche niña ni quién te quiera coger y menos con esa cara de chinga tu madre que te cargas virgen virgen virgen así quién te va a querer coger aunque si yo estuviera tan plana como tú yo también andaría emputada por la vida pinche tabla córtate el pelo y pareces niño mejor muérete ojalá te hubieran abortado Fukuda-kun es mío pinche zorra aléjate de él puta puta muérete…
Y esto es solo lo que dice la parte de arriba.
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Ay, dios.
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Me hubiera quedado en la cama.