El día siguiente no fue como esperaba, el Duque se fue a su mansión temprano. Dijo que necesitaba arreglar algunos asuntos primero antes de salir conmigo, pero prometió regresar antes de que acabara el día.
Sin embargo, yo sabía que había algo que me estaba escondiendo, su mirada no era normal, aunque ¿desde cuándo sé cuál es su mirada normal?
No era difícil saber qué lo preocupaba, los ojos de mi padre y los de mi hermano daban la impresión de que sabían lo que había pasado la noche anterior, y estaban a punto de explotar, incluso mi mamá no dejaba de mirarme y asentir con una pequeña sonrisa. Sus comentarios sobre nietos, nietas e incluso los años felices de novios de mi papá con ella salieron en la conversación. No sabía que decir al respecto, mi cara solo estaba roja de vergüenza.
Terminé actuando cómo si nada estuviera fuera de lugar, cómo si no me hubiera demorado en bajar a desayunar, y cómo si no estuviera adolorida y exhausta. Ni siquiera podía sentarme del todo bien. Había marcas por todo mi cuerpo, marcas de besos sobre marcas de besos. Nunca pensé que en esta vida encontrara a un hombre con tanta compatibilidad conmigo en la cama. Era fascinante.
Suspiré.
"Mi querida Edén," mi mamá estaba sentada a lado de mí mientras ojeaba su libro y yo miraba la televisión. Aunque realmente solo esperaba el momento en que el timbre sonara, la puerta se abriera y el hombre elegante entrara con su hermosa sonrisa. "No sabía que te gustaba mirar documentales de cerveza."
"Me encanta la cerveza, madre, no debes subestimarla," ¿desde cuándo me gusta tanto la cerveza?
"..."
La tarde vino y se fue, la comida ya no tenía tan buen sabor, y el postre no sabía tan dulce. Tal vez era una momentánea desilusión, o tal vez era como el regalo prometido de cumpleaños que nunca llegó, así lo sentía. Ese hombre rompió su promesa.
"Señorita," Lina me veía observar la ventana de vez en cuando. Después suspiró y cerró la puerta.
¿Qué está pasando conmigo? No era como si realmente me importara que él viniera o no, pero no me gustaba. Ya no podía aguantar más las mentiras y las desilusiones. Una vida fue suficiente para sentirme decepcionada. Era mejor no tener ninguna esperanza o solo saldría lastimada.
Tenía sueño, pero yo seguía despierta, el hombre no había llegado. Ya era a punto de ser media noche.
"¿Qué estaba pensando?"
Me fui a la cama y me tapé, cerré los ojos después de mirar la ventana por una última vez. Suspiré. No sabía que estaba batiendo mi record de suspiros ese día.
Un segundo, dos segundos, un minuto… la ventana se abrió y unos brazos me despertaron de repente.
"¿Me esperaste, mi bella dama?"
No, quería gritarle que no, que no tenía ninguna ilusión, que mi corazón no se había sentido decepcionado, que no miraba la puerta a cada segundo, que el reloj no significaba nada para mí, y que la ventana solo estaba ahí sin cerrojo para dejar pasar la luz de la luna, no quería decirle que sentía cada segundo pasar, no… quería decirle que no, pero mi boca solo terminó traicionándome y sonrió. Asentí y lo besé.
"¿Por qué no llegaste?"
"Aquí estoy, ¿no?"
"Ya sabes a qué me refiero."
Él me miró con esos ojos hermosos, brillantes y llenos de orgullo como un galante caballero.
"Tuve algunas complicaciones," no lo noté al principio, pero se veía cansado, tenía una marca de sangre seca en la boca y tal vez un golpe cerca del pómulo.
"¿Qué pasó?"
"No es nada," me sonrió de nuevo aunque yo sentía que estaba tratando de ocultar el dolor. "Solo una prueba de amor para ganar a la princesa. Y adivina qué… la superé con honores."
No me pareció gracioso, para nada. Hice que se recostara en la cama y prendí la lámpara. Ahora que lo veía mejor, tenía vendajes en las manos, y debajo de la camisa había muchos más. Sentía su dolor, pero el hombre solo me veía con gentileza y con una pequeña sonrisa.
"¿Quién fue?"
"Un dragón, un tigre, cincuenta hombres y tal vez algunos osos," me miró con una pequeña sonrisa.
"No es gracioso."
"¿Estás preocupada por mí?"
"Debiste avisarme," aún golpeado, aún con dolor, él vino a verme. Debió decirme, no me hubiera molestado.
Él sonrió, "no iba a olvidar cumplir mi promesa, mi dulce princesa. Un caballero debe cumplir palabra o no tiene honor. Aunque no pueda llevarte al lugar que dije, te puedo llevar al cielo…"
Me guiño un ojo. Sabía lo que trataba de decir y no me sentí mal. Pero no iba a dejar que este tierno hombre se levantara y se lastimara más. Es un valioso pedazo de carne que no he terminado de saborear.
"No te muevas," le dije y lo empujé delicadamente en la cama.
"De acuerdo, pero…" me miró con un acto de timidez falsa en los ojos, "por favor, se gentil."
No pude más que reír por su comentario sinvergüenza. "Solo no te muevas."
No tenía intención de hacerle nada, quería darle un masaje con la medicina que Lina me ponía para golpes, o dolor muscular. Esta mañana había sido usado en casi todo mi cuerpo, y era impresionante. Solo quería ayudarlo, pero este hombre tenía que decir esas palabras para tentarme. No tiene conciencia. Descarado.
Lo miré y sin más, le desabroché la camisa, tenía vendas en sus magníficas abdominales, golpes en su pecho. Después bajé su pantalón. Una pierna con moretones y la otra vendada.
"No debiste venir," mi corazón lloraba. "¿Te duele?"
"No," mintió, "me duele más aquí…"
Tomó mi mano y la puso sobre el bulto que mis ojos trataban de ignorar. ¡Este hombre es un atrevido!
"Edén… ayúdame."
Sus súplicas me rompieron y me derritieron. Descubrí a su magnífico amigo de ahí abajo y sin más lo tomé en mi boca. Esa noche vi como este hombre hacía los más impresionantes gestos de éxtasis y placer confundidos con sus gemidos. Solo cuando me senté sobre él y me moví, me mezclé con la música del deseo. No me importaba que alguien me escuchara, después de todo, ese dragón, y ese tigre que le habían provocado semejante dolor a mi caballero, vivían en esta casa y sabían lo que estaba pasando. Tendrán su castigo a su debido tiempo, ¿cómo se atreven a romper mis cosas?