"Escuché que Edén había invitado a dos hombres a su habitación."
"¿Qué?"
"Si, yo también la vi, Vanesa la había dejado en su habitación, pero unos minutos después dos hombres llegaron y ellos empezaron a coquetear sin escrúpulos en el pasillo."
"¿Cómo es posible? Si ella se ve tan pura e inocente."
"¿Cómo sabes que ella es inocente? Incluso las más elegantes y finas damas de la sociedad como ella, tienen ciertas necesidades, además, una cara como la de ella seguro que atrae a cualquier mosca en este lugar."
"Oye, ¿Crees que lo están haciendo en este momento?"
"Seguro que sí, debe estar gritando tanto que los empleados han de estar asustados."
"Jajaja, me encantaría verlo, sería todo una experiencia escuchar gritar a semejante dama de alta cuna."
"¿Vamos?"
Como esperaba, las pequeñas secuaces de mi querida Vanesa, pronto esparcieron los rumores, y las noticias. Esos nobles aburridos tenían tantas ganas de un espectáculo que no dejaron pasar el momento de ver sexo en vivo, menos cuando la principal actriz en la escena era yo. O supuestamente yo. Qué sorpresa se llevarían cuando descubrieran la verdad.
"Es el momento de nuestro papel," le dije a Ana.
Estábamos sentadas detrás del evento viendo las cámaras de seguridad hasta que las dos mujeres por fin completaran su cometido. Solo cuando vimos al grupo subir el elevador y dirigirse con intriga al segundo piso, fue cuando decidimos seguirlas.
"¿No te preocupa que te culpe tu familia?"
Que pregunta tan inútil, si me preocupara desde un inicio, no lo habría hecho. Creo que entendió mi silencio porque suspiró y sonrió.
"Nunca pensé que la calmada e inocente Señorita Edén tuviera una personalidad tan poderosa."
"Ja, no me conoces lo suficiente."
"Lo sé, pero lo poco que puedo ver me basta y me agrada," Ana tiene buen gusto.
Al menos sé a qué atenerme con ella, sinceridad, no, no espero sinceridad, ni amistad incondicional, pero por lo menos cierto entendimiento mutuo. Una ayuda como la de ella me servirá en el futuro y, por supuesto, yo podré proveerle de ciertos beneficios. Como dije, es un entendimiento mutuo.
Llegamos al piso, y los fisgones ya estaban grabando los sonidos de placer y gritos de éxtasis con sus teléfonos.
"Vaya, no sabía que la señorita Edén tuviera tanta energía."
"Esto sí que me deja sin palabras, esos gritos me acompañaran esta noche."
"Que asco, vete de aquí pervertido."
"Oye, mira, la puerta está abierta."
Los fisgones se vieron el uno al otro y con una sonrisa movieron la puerta. No era para más, ¿qué se le podría pedir a esta sociedad tan sucia y sin escrúpulos?
Abrieron la puerta, y caminaron hacia adentro. Las dos amigas se rieron entre ellas, y pronto algunas risas y murmullos me llegaron a los oídos.
"No pensé que la señorita Edén fuera tan voluptuosa."
"Incluso su cabello se ve más corto."
"Espera, esa no es…"
"¿Qué?"
"¿Vanesa?"
O esa era mi señal.
"¡¿Qué está pasando aquí?!"
Los fisgones, y las dos idiotas me miraron con sorpresa. La mujer seguía pidiendo más y más de los hombres con los que estaba teniendo una noche de placer.
"¡Vanesa!"
Grité y por fin la mujer se enfocó en mí, sus ojos borrosos aún tenían lágrimas, solo cuando prendí la luz y ella pudo distinguir la figura de la multitud observándola, es cuando volvió en sí.
"¡Ah!"
Se escurrió al fondo de la cama para cubrirse con las almohadas. Me miró asustada y yo solo suspiré.
"¡Afuera, ahora!"
Les ordené a los demás, sin embargo, pude observar muy bien que muchos habían grabado el asunto, algunos incluso estaban haciendo un live streaming. Seguro el resto de los asistentes del evento lo estaban disfrutando con sonrisitas.
No les dije que lo olvidaran, ni tampoco que no dijeran palabra. Solo miré a Vanesa decepcionada.
"Ustedes dos, afuera," les indiqué a los hombres que estaban desnudos y con ansias de continuar. "Vístete, y regresa a la casa, nunca esperé que humillaras a la familia tanto."
"Yo… ¡Tú fuiste!"
"¿Qué?"
Se abalanzó sobre mí, pero los guardias que Ana había traído se interpusieron.
"¡Tú fuiste la que me hizo esto!"
Los demás todavía no se habían ido, seguían en el pasillo cuando Vanesa empezó a gritar.
"Yo no te hice nada," le dije con toda la dignidad de la familia Reid, "¿por qué le haría esto a mi propia familia? ¿Crees que humillaría de esta forma a mi apellido?"
Era evidente que no, aunque el apellido no me importaba ni una pizca. Mi padre jamás se sentiría humillado por las indiscreciones de su sobrina política. Es más, se sentiría aliviado si a raíz de esto ya tendría una excusa para echarlas de la casa.
"¡Tú!" La cara de Vanesa ya estaba irradiando furia, "Yo no debería ser…"
"¿De qué hablas?"
Se calló, sabía que no era mejor que se echara de cabeza, o algo peor vendría hacia ella. Si mi padre y madre la escucharan, el castigo que le pondrían no sería leve, pero si mi hermano se enterará, no podría imaginar la tortura que la haría sufrir. Sería desastroso.
"Qué descarada, ahora quiere echarle la culpa a la señorita Edén por sus indiscreciones."
"Qué asco."
Escuché las voces de discriminación e insultos dirigidos a Vanesa, la pobre ahora no podía dejar de llorar y exprimir sus manos en un puño ajustado. Sus ojos que antes disimulaban su malicia, ahora expresaban el más intenso odio.
¿Qué puedo decir? Lo tiene bien merecido, la pobre Edén había caído en sus trampas tantas veces, ¿me pregunto que pasó la noche de su muerte? Estoy segura de que Vanesa tiene algo que ver, lo presiento.
Por ahora, me conformo con un poco de interés, que suerte tiene.
Las voces y los pasos de los demás ya se habían marchado, Ana se aseguró de que nos quedáramos solas. ¿Miedo? Ninguno, sabía que no intentaría nada o solo empeoraría la situación para ella. La tenía donde quería.
"Espero que con esto entiendas que no debes actuar sin considerar las consecuencias," sonreí, "que no vuelva a pasar, ¿entendido?"
Me miró con sorpresa y después con miedo.
"¿Có… cómo lo supiste?"
Sonreí, no era necesario explicar. Me di la vuelta y salí de la habitación con cuidado, incluso tuve la cortesía de cerrar la puerta para darle un poco de privacidad.
"No sabía que me había perdido de tan interesante espectáculo."
La voz que había esperado toda la noche llegó a mis oídos.
"Qué ruda, mi señorita Edén."
Albert estaba reclinado contra la pared, observándome con una ceja levantada.
"Guapo," me acerqué a él con una pequeña sonrisa, "¿tienes algo que hacer esta noche?"
"Mucho," me tomó de la cintura, "tengo que secuestrar a una princesa y…"
"¿Y?"
"Hacerla mía toda la noche."
"Bueno, entonces, que tengas suerte, espero que no te cachen… ¡ah!"
Este hooligan me alzó en su hombro y me dio una nalgada.