El gato marrón siempre se había preguntado, sobre el contenido de la casita roja que había mas allá del jardín, su madre, la gata blanca siempre le prohibió cruzar el jardín y mirar dentro de la casita roja, él podía mirar absolutamente cualquier cosa y entrar en cualquier lugar excepto la casita roja, ella estaba totalmente prohibida, lo mejor era no mirarla ni siquiera de lejos, su madre una vez lo había pillado y se había llevado tal regaño que nunca mas volvió a mirar descuidadamente, de ese momento en adelante solo miraría la casita roja cuando su madre no estuviera presente.
Pero ahora había decidido cambiar un poquito, ya no se quedaría solo a mirar, ahora entraría a la casita roja.