«Mi padre me dijo una vez que no hay dioses,
sino sólo la cruel manipulación de gente malvada
que pretendía que su poder era bueno y su explotación era amor.
Pero si no hay dioses,
¿por qué estamos tan ansiosos por creer en ellos? Aunque unos malvados mentirosos
se interpongan entre nosotros y los dioses y nos impidan verlos,
eso no significa que el brillante halo que rodea a cada mentiroso
no sean los contornos de un dios,
que espera que encontremos un camino para sortear la mentira.»
de Los susurros divinos de Han Qing-jao
<¿Qué otra cosa podemos hacer? -preguntó Humano-. Hemos fabricado la telaraña más fuerte posible. Nos hemos unido a vosotras y entre nosotros más que nunca, de forma que todos temblamos, todos nos estremecemos como si un viento trémulo danzara con nosotros y embelleciera nuestras hojas a la luz del sol; y la luz eres tú y tus hijas, y todo el amor que sentimos por nuestras pequeñas madres y nuestras queridas y mudas madres-árbol se te da a ti, nuestra reina, nuestra hermana, nuestra madre, nuestra más fiel esposa. ¿Cómo no puede ver Jane lo que hemos hecho y querer formar parte de ello?>
<¿Qué clase de puente es ése? También él se está muriendo.>
<Ésa es la parte de sí mismo que odia -dijo Humano-. Él mismo me lo dijo.>
<Ésa es la parte de sí mismo que teme -respondió la Reina Colmena-. ¿Pero no es posible que la tema porque es su parte más fuerte, la más poderosa de todas sus facetas?>
<¿Cómo puedes decir que la parte más fuerte de un buen hombre como Ender es su parte destructiva, ambiciosa, cruel, implacable?>
<Ésas son sus palabras para definir la parte de sí mismo a la que dio forma como joven Peter. ¿Pero no nos dice en su libro, El Hegemón, que lo que hay en él implacable es lo que le dio precisamente fuerza para construir? ¿Lo que le hizo fuerte contra todos los ataques? ¿Lo que le dio una entidad a pesar de su soledad? Ni Peter ni él fueron crueles sólo por el gusto de la crueldad. Fueron crueles para hacer su trabajo, y era un trabajo que había que hacer: un trabajo para salvar al mundo; el de Ender destruir a un terrible enemigo, pues pensaba que eso éramos, y el de Peter derribar los muros de las naciones y unir a la raza humana en una sola nación. Pero hay que volver a realizar esos trabajos. Hemos encontrado las fronteras de un terrible enemigo: la raza alienígena que Miro llama los descoladores. Y los límites entre humano y pequenino, pequenino y reina colmena, reina colmena y humano, y entre todos nosotros y Jane, sea lo que fuere que Jane resulte ser... ¿no necesitamos la fuerza de Ender-como-Peter para convertirnos en uno solo?>
La pena y la angustia por su amigo se acumuló en Humano y se desparramó por la red que le unía a todos los padres-árbol y todas las reinas colmena, pero a ellos les supo dulce, pues nacía del amor por la vida del hombre.
Mientras lo decía la desesperación dejaba un rastro tras sus palabras y todos cuantos formaban la red que había ayudado a tejer saborearon su amargo veneno, pues nacía del temor por la muerte del hombre y todos se apesadumbraron.
Jane encontró las fuerzas para un último viaje; contuvo la lanzadera con las seis formas de vida en su interior, contuvo la imagen perfecta de las formas físicas lo suficiente para lanzarlas al Exterior y pescarlas en el Interior, en la órbita del lejano mundo donde la descolada había sido creada. Pero
cuando la tarea terminó, perdió el control de sí misma porque no se encontraba ya, no encontraba al yo que había conocido. Le estaban arrancando los recuerdos; los enlaces con mundos que le habían sido tan familiares cómo los miembros lo son para los seres humanos, las reinas colmena y los padres-árbol desaparecieron ahora. Intentaba usarlos y no sucedía nada; estaba aturdida, se encogía, no hacia su antiguo núcleo, sino hacia pequeños rincones de sí misma, fragmentos dispersos demasiado pequeños para contenerla.
Estoy muriendo, estoy muriendo, dijo una y otra vez, odiando las palabras mientras las pronunciaba, odiando el pánico que sentía.
Habló por el ordenador ante el que se sentaba la joven Valentine, y usó sólo palabras, porque no recordaba cómo componer el rostro que había sido su máscara durante tantos siglos.
-Ahora tengo miedo.
Pero tras haberlo dicho, no pudo recordar si era a la joven Valentine a quien se suponía que tenía que decírselo. Esa parte de ella también había desaparecido; un momento antes estaba allí, pero ahora se encontraba fuera de su alcance.
¿Y por qué le hablaba a esta sustituta de Ender? ¿Por qué lloraba en voz baja al oído de Miro, al oído de Peter, diciendo «Háblame, háblame, tengo miedo»? No eran estas formas humanas las que quería. Quería la persona que la había arrancado de su oreja; el que la había rechazado y elegido a una mujer humana triste y cansada porque, pensaba, la necesidad de Novinha era mayor. ¿Pero cómo puede necesitarme más que yo ahora? Si mueres, ella seguirá viva. Pero yo me muero porque tú has apartado tu mirada de mí.
Wang-mu oyó la voz que murmuraba a su lado en la playa. ¿Me he quedado dormida?, se preguntó. Alzó la mejilla de la arena, se apoyó en los brazos. La marea estaba baja, el agua lejana. A su lado, Peter se encontraba sentado con las piernas cruzadas, meciéndose adelante y atrás, diciendo en voz baja mientras las lágrimas corrían por sus mejillas:
-Jane, te oigo. Te estoy hablando. Estoy aquí.
Y en ese momento, al oírle entonar esas palabras para Jane, Wang-mu comprendió dos cosas. Primero, supo que Jane debía de estar muriéndose, pues, ¿no eran las palabras de Peter de consuelo? Y, ¿cuándo necesitaría Jane consuelo, a no ser en su hora final? Lo segundo que comprendió, sin embargo, fue aún más terrible. Pues supo, al ver las lágrimas de Peter por primera vez (tal ver, por primera vez, que era capaz de llorar), que quería poder tocar su corazón como Jane lo tocaba; no, quería ser la única cuya muerte le apenara tanto.
¿Cuándo sucedió?, se preguntó. ¿Cuándo empecé a querer que me amara? ¿Ha ocurrido ahora mismo? ¿Es un deseo infantil de quererle sólo porque otra mujer (otra criatura) le posee o he llegado a querer su amor en estos días que hemos pasado juntos? Sus burlas, su condescendencia, su dolor secreto, su temor oculto, ¿lo han acercado de algún modo a mí? ¿Fue su propio desdén lo que me hizo querer no sólo su aprobación, sino su afecto? ¿O fue su dolor lo que me hizo querer que se volviera hacia mí en busca de consuelo?
¿Por qué ansío tanto su amor? ¿Por qué estoy tan celosa de Jane, de esa extraña moribunda a quien apenas conozco y de la que apenas sé nada? ¿Es posible que después de tantos años de enorgullecerme de mi soledad descubra que he ansiado siempre un patetico romance adolescente? Y en este anhelo de afecto, ¿no habré elegido el candidato peor para el puesto? Él ama a otra con quien nunca podré compararme, sobre todo después de muerta; él sabe que soy ignorante y no se preocupa para nada de las buenas cualidades que podría tener; y él mismo es sólo una fracción de un ser humano, y no la parte más hermosa de la persona completa que así está dividida.
¿He perdido la cabeza?
¿O he encontrado por fin mi corazón?
De repente se sintió repleta de emociones desacostumbradas. Toda la vida había mantenido sus sentimientos a tanta distancia de sí misma que ahora apenas sabía cómo contenerlos. Lo amo, pensó Wang-mu, y su corazón casi reventó con la intensidad de la pasión. Él nunca me amará, y el corazón se le partió como nunca se le había partido con el millar de decepciones de su vida.
Mi amor por él no es nada comparado con su necesidad de ella, su conocimiento de ella. Pues sus lazos son más profundos que estas pocas semanas transcurridas desde que fue llamado a la existencia en ese primer viaje al Exterior. En todos los solitarios años de vagabundeo de Ender, Jane fue su amiga más constante, y eso es el amor que ahora brota en forma de lágrimas de los ojos de Peter. No soy nada para él: una recién llegada secundaria en su vida; sólo conozco una parte de él y mi amor no es nada para él.
También ella lloró.
Pero se apartó de Peter cuando un grito se alzó entre los samoanos que esperaban en la playa. Miró las olas con ojos anegados de lágrimas y se puso en pie para asegurarse de lo que veía. Era la barca de Malu. Volvía hacia ellos. Regresaba.
¿Había visto algo? ¿Había oído el grito de Jane que Peter oía también ahora? Grace estaba a su lado, la cogió de la mano.
-¿Por qué vuelve? -le preguntó a Wang-mu.
-Tú eres quien lo comprende -dijo Wang-mu.
-No le comprendo en absoluto. Entiendo sus palabras, conozco el significado que tienen. Pero cuando habla, siento que las palabras se esfuerzan inútilmente por contener las cosas que quiere decir. No son lo bastante grandes, esas palabras suyas, aunque habla en nuestro idioma más grande, aunque construye las palabras en grandes cestas de significado, en barcos de pensamiento. Yo sólo veo la forma externa de las palabras e imagino qué significan. No lo comprendo.
-¿Y por qué piensas que yo sí?
-Porque vuelve para hablar contigo.
-Vuelve para hablar con Peter. El es quien está conectado con la deidad, como la llama Malu.
-No te gusta esa deidad suya, ¿verdad? -dijo Grace. Wang-mu sacudió la cabeza.
-No tengo nada contra ella. Sin embargo ella le posee y por eso no queda nada para mí.
-Una rival -dijo Grace. Wang-mu suspiró.
-Crecí sin esperar nada y obteniendo aún menos. Pero siempre tuve ambiciones para mí inalcanzables. A veces extendía la mano de todas formas, y cogía más de lo que merecía, más de lo que podía manejar. A veces extiendo la mano y nunca alcanzo lo que quiero.
-¿Le quieres?
-Acabo de darme cuenta de que quiero que me ame como yo le amo. Siempre estaba enfadado, siempre me apuñalaba con sus palabras, pero trabajó junto a mí y cuando me alabó creí en sus alabanzas.
-Yo diría que tu vida hasta ahora no ha sido perfectamente sencilla.
-No es cierto -dijo Wang-mu-. Hasta ahora, no he tenido nada que no necesitara, y no necesité nada que no tuviera.
-Has necesitado todo lo que no tenías -respondió Grace-, y no puedo creer que estés tan débil que no quieras alcanzarlo incluso ahora.
-Lo perdí antes de descubrir que lo quería. Míralo.
Peter se mecía adelante y atrás, susurrando, subvocalizando su letanía en una interminable conversación con su amiga moribunda.
-Le miro y veo que está ahí mismo -dijo Grace-, en carne y hueso, y tú también, aquí, en carne y hueso; no entiendo que una chica lista como tú diga que se ha ido cuando tus ojos sin duda te dicen lo contrario.
Wang-mu contempló a la enorme mujer que se cernía sobre ella como una cordillera montañosa;
miró sus ojos luminosos e hizo una mueca.
-No te he pedido consejo.
-Yo tampoco te lo he pedido a ti. Pero viniste aquí para intentar hacerme cambiar de opinión respecto a la Flota Lusitania, ¿no? Querías conseguir que Malu me hiciera decirle algo a Aimaina para que él a su vez dijera algo a los necesarios de Viento Divino y éstos a la facción del Congreso que ansía su respeto. Entonces la coalición que envió la flota se rompería y ordenarían dejar intacta a Lusitania.
¿No era ése el plan?
Wang-mu asintió.
-Bien, te engañabas. No puedes saber desde fuera qué hace que una persona decida las cosas que decide. Aimaina me escribió, pero no tengo poder sobre él. Le enseñé el camino del Ua Lava, sí, pero siguió, al Ua Lava, no a mí. Lo siguió porque le pareció verdadero. Si de repente empezara a explicarle que el Ua Lava también significa no enviar flotas para aniquilar planetas, él me escucharía amablemente y me ignoraría, porque eso no tendría nada que ver con el Ua Lava en el que cree. Lo consideraría, acertadamente, como un intento de una vieja amiga y maestra de doblegarlo a su voluntad. Sería el final de la confianza entre nosotros, y no cambiaría de opinión.
-Así que hemos fracasado -dijo Wang-mu.
-No sé si habéis fracasado o no -respondió Grace-. Lusitania no ha sido destruida aún. ¿Y cómo sabes que ése fue realmente vuestro propósito al venir aquí?
-Peter lo dijo. Y Jane.
-¿Y cómo saben ellos cuál era su propósito?
-Bueno, si quieres seguir en esa línea, ninguno de nosotros tiene ningún propósito -dijo Wang-mu-. Nuestras vidas sólo son nuestros genes y nuestra educación. Simplemente representamos el papel que nos fue impuesto.
-Oh -dijo Grace, decepcionada-. Lamento oírte decir algo tan estúpido.
De nuevo la gran canoa llegó a la orilla. De nuevo Malu se levantó de su asiento y bajó a la arena. Pero esta vez (¿era posible?), esta vez parecía tener prisa. Tanta prisa que perdió un poquito de dignidad.
De hecho, por lento que fuera su avance, Wang-mu notó que recorría a trompicones la playa. Y al mirarle a los ojos vio lo que Malu estaba mirando: no se fijaba en Peter, sino en ella.
Novinha despertó en el blando sillón que habían traído para ella y por un momento olvidó dónde se encontraba. Durante sus días como xenobióloga, a menudo se había quedado dormida en un sillón del laboratorio, y por eso miró momentáneamente a su alrededor para ver en qué estaba trabajando antes de quedarse dormida. ¿Qué problema intentaba resolver?
Entonces vio a Valentine de pie junto a la cama donde yacía Andrew. Donde yacía el cuerpo de
Andrew. Su corazón estaba en otra parte.
-Tendrías que haberme despertado -dijo.
-Acabo de llegar -respondió Valentine-. Y no he tenido valor para despertarte. Me han dicho que casi nunca duermes. Novinha se levantó.
-Qué extraño. Me parece que no hago otra cosa. -Jane se está muriendo -dijo Valentine. El corazón de Novinha dio un vuelco.
-Es tu rival, lo sé -dijo Valentine.
Novinha miró a los ojos de la mujer para ver si había ira en ellos, o burla. Pero no. Sólo había compasión.
-Confía en mí, sé cómo te sientes -la tranquilizó Valentine-. Hasta que amé a Jakt y me casé con él, Ender fue toda mi vida. Pero yo nunca fui la suya. Oh, durante algún tiempo, en su infancia, le importé mucho... pero eso se desvirtuó porque los militares me utilizaron para llegar hasta él, para mantenerle en marcha cada vez que quería renunciar. Y después de eso, fue siempre Jane quien escuch�� sus chistes, sus observaciones, sus pensamientos más íntimos. Fue Jane quien vio lo que él veía y oyó lo que él oía. Yo escribía mis libros, y cuando los terminaba me prestaba atención unas cuantas horas, unas cuantas semanas. El se servía de mis ideas y por eso me parecía que llevaba dentro una parte de mí. Pero le pertenecía a ella.
Novinha asintió. En efecto, lo comprendía.
-Pero tengo a Jakt, y ya no soy desgraciada. Y a mis hijos. Por mucho que ame a Ender, un hombre poderoso como es incluso tendido aquí de esta forma, incluso desvaneciéndose... los niños son más para una mujer que cualquier hombre. Pretendemos lo contrario. Pretendemos soportarlos por él, criarlos por él. Pero no es verdad. Los criamos por ellos mismos. Nos quedamos con nuestros hombres por bien de nuestros hijos. -Valentine sonrió-. Tú lo hiciste.
-Me quedé con el hombre equivocado -dijo Novinha.
-No, te quedaste con el adecuado. Tu Libo tenía una esposa y otros hijos... ella era la única, ellos fueron los únicos que tenían derecho a reclamarlo. Te quedaste con otro hombre por el bien de tus hijos y, aunque a veces lo odiaban, también lo amaron, y aunque en algunos aspectos era débil en otros fue fuerte. Fue bueno para ti tenerlo por el bien de ellos. Fue una especie de protección.
-¿Por qué me estás diciendo estas cosas?
-Porque Jane se está muriendo, pero podría vivir si Ender le tendiera la mano.
-¿Poniéndose otra vez la joya en la oreja? -dijo Novinha, despectiva.
-Ya han dejado de necesitar eso -le respondió Valentine-. Igual que Ender ha dejado de necesitar vivir su vida en este cuerpo.
-No es tan viejo.
-Tres mil años.
-Eso es sólo el efecto de la relatividad -dijo Novinha-. En realidad tiene...
-Tres mil años -repitió Valentine-. Toda la humanidad fue su familia durante la mayor parte de ese tiempo; fue como un padre que está en viaje de negocios y vuelve a casa de vez en cuando, pero que cuando está presente es un buen juez, el amable proveedor. Eso es lo que sucedía cada vez que aparecía en un mundo humano y hablaba en la muerte de alguien: ponía al día a la familia contando todos los hechos que habían pasado por alto. Ha tenido una vida de tres mil años, y no le veía fin, y se cansó. Y por eso dejó a esa gran familia y eligió a la tuya, más pequeña. Te amaba, y por tu bien abandonó a Jane, que había sido como una esposa para él durante todos sus años de vagabundeo; ella había permanecido en el hogar, como si dijéramos, haciendo de madre de todos sus trillones de hijos, informándole de lo que hacían, atendiendo la casa.
-Y sus obras hablan bien de ella -dijo Novinha.
-Sí, una mujer virtuosa. Como tú. Novinha ladeó la cabeza, despectiva.
-Yo no. Mis propias obras me ridiculizan.
-Él te eligió y te amó y amó a tus hijos y fue su padre; fue el padre de esos niños que ya habían perdido dos padres y sigue siéndolo, y sigue siendo tu marido aunque ya no lo necesites.
-¿Cómo puedes decir eso? -preguntó Novinha, furiosa-. ¿Cómo sabes lo que necesito?
-Tú misma lo sabes. Lo sabías cuando viniste aquí. Lo sabías cuando Estevão murió en el abrazo de ese padre-árbol rebelde. Tus hijos dirigen ahora sus propias vidas y no puedes protegerlos, ni tampoco Ender. Todavía le amabas, él todavía te amaba a ti, pero tu vida en familia se había acabado. Realmente, ya no le necesitabas.
-Él nunca me necesitó.
-Te necesitó desesperadamente -dijo Valentine-. Te necesitó tanto que renunció a Jane por ti.
-No. Necesitaba mi necesidad de él. Necesitaba sentir que era mi proveedor, mi protector.
-Pero tú no necesitas ya su provisión, ni su protección -dijo Valentine. Novinha sacudió la cabeza.
-Despiértalo -dijo Valentine-, y déjalo marchar.
Novinha pensó en todas las veces que se había visto de pie ante una tumba. Recordó el funeral de sus padres, que murieron por salvar Milagro de la descolada durante aquel primer terrible estallido. Pensó en Pipo, torturado hasta la muerte, descuartizado vivo por los cerdis porque pensaban que si lo hacían se convertiría en un árbol. Sin embargo no creció más que dolor, el dolor del corazón de Novinha... puesto que fue un descubrimiento suyo lo que le llevó a estar con los pequeninos aquella noche. Y luego pensó en Libo, torturado hasta la muerte del mismo modo que su padre, y otra vez a
causa de ella, pero esta vez por lo que no le había dicho. Y en Marcáo, cuya vida fue mucho más dolorosa por culpa suya hasta que finalmente murió de la enfermedad que le había estado matando desde niño. Y en Estevão, que dejó que su loca fe le llevara al martirio para convertirse en un venerado como los padres de Novinha, y sin duda algún día en santo igual que ellos.
-Estoy harta de dejar marchar a la gente -dijo.
-No veo cómo puedes estarlo. No hay ni uno solo de los que han muerto de quien puedas decir sinceramente que lo «dejaste marchar». Te aferraste a ellos con uñas y dientes.
-¿Y qué si lo hice? ¡Todos los que amo mueren y me dejan!
-Es una excusa muy pobre. Todo el mundo muere. Todo el mundo se marcha. Lo que importa son las cosas que construimos juntos antes de que lo hagan. Lo que importa es la parte de ellos que continúa en ti cuando no están. Tú continuaste el trabajo de tus padres, y el de Pipo, y el de Libo... y criaste a los hijos de Libo, ¿no? Y eran en parte hijos de Marcão, ¿no? Algo de él permaneció en ellos, y no todo malo. En cuanto a Estevão, creo que construyó algo hermoso con su muerte, pero en vez de dejarle marchar todavía se lo reprochas. Le reprochas haber construido algo más valioso para él que la propia vida. Que amara a Dios y a los pequeninos más que a ti. Todavía te aferras a todos ellos. No dejas marchar a nadie.
-¿Por qué me odias por eso? -dijo Novinha-. Tal vez sea cierto, pero así es mi vida: perder y perder y perder.
-Sólo por una vez, ¿por qué no liberas el pájaro en vez de mantenerlo en la jaula hasta que muera?
-¡Haces que parezca un monstruo! -chilló Novinha-. ¿Cómo te atreves a juzgarme?
-Si fueras un monstruo, Ender no te habría amado -dijo Valentine, respondiendo a la furia con ternura-. Has sido una gran mujer, Novinha, una mujer trágica que ha obtenido muchos logros y ha sufrido mucho. Estoy segura de que de tu historia se hará una saga conmovedora cuando mueras.
¿Pero no sería bonito que aprendieras algo en vez de representar la misma tragedia hasta el final?
-¡No quiero que otro de los seres que amo muera ante mis ojos! -gritó Novinha.
-¿Quién ha hablado de muerte?
La puerta de la habitación se abrió. Plikt apareció en el umbral.
-Con permiso -dijo-. ¿Qué está pasando?
-Ella quiere que lo despierte -dijo Novinha-, y le diga que puede morir.
-¿Puedo mirar? -preguntó Plikt.
Novinha cogió el vaso de agua que había junto a su silla y se la arrojó a Plikt gritándole:
-¡Estoy harta de ti! ¡Es mío, no tuyo!
Plikt, chorreando agua, se quedó demasiado asombrada para encontrar una respuesta.
-No es Plikt quien se lo está llevando -dijo Valentine suavemente.
-Es igual que todos los demás. Intenta arrancar un trozo de él. Lo devoran a pedazos; todos son unos caníbales.
-¿Qué? -le dijo Plikt furiosa-. ¿Querías comértelo tú sola? Bueno, es demasiado para ti. ¿Qué es peor, los caníbales que picotean aquí y allá o una caníbal que se guarda al hombre entero para sí cuando es más de lo que nunca podrá digerir?
-Ésta es la conversación más repugnante que he oído jamás -terció Valentine.
-Lleva meses rondando por aquí, observándolo como un buitre -dijo Novinha-. Dando vueltas, saqueando su vida, sin decir nunca ni tres palabras seguidas. Y ahora que finalmente habla, mira el veneno que sale de su boca.
-Lo único que he hecho es escupirte tu propia bilis. No eres más que una mujer acaparadora y odiosa; lo utilizaste una y otra vez y nunca le diste nada, y el único motivo por el que se está muriendo es por escapar de ti.
Novinha no respondió, no tenía palabras, porque en el fondo de su corazón supo de inmediato que lo que Plikt había dicho era cierto.
Pero Valentine rodeó la cama, se acercó a la puerta y abofeteó a Plikt. Plikt se tambaleó del golpe y se dejó caer contra el marco de la puerta hasta quedar sentada en el suelo, tocándose la mejilla, las lágrimas corriéndole por el rostro. Valentine se alzó sobre ella.
-Nunca hablarás en su muerte, ¿me entiendes? Una mujer capaz de decir una mentira semejante sólo por causar dolor, sólo por castigar a alguien a quien envidias... no eres una portavoz de los muertos. Me avergüenzo de haberte dejado enseñar a mis hijos. ¿Y si les has contagiado tus mentiras?
¡Me pones enferma!
-No -dijo Novinha-. No, no te enfades con ella. Es verdad, es verdad.
-Te parece verdad porque siempre quieres creer lo peor sobre ti. Pero no es verdad. Ender te amó libremente y no le robaste nada, y por el único motivo que aún sigue vivo en esa cama es por su amor hacia ti. Ése es el único motivo por el que no puede dejar ese cuerpo agotado y ayudar a Jane a saltar a un lugar donde pueda seguir viva.
-No, no, Plikt tiene razón. Consumo a las personas que amo.
-¡No! -gritó Plikt, llorando en el suelo-. ¡Te estaba mintiendo! ¡Lo amo tanto y estoy tan celosa de ti porque lo tuviste cuando ni siquiera lo querías!
-Nunca he dejado de quererlo -dijo Novinha.
-Lo abandonaste. Viniste aquí sin él.
-Lo dejé porque no podía...
Valentine completó la fráse cuando su voz se apagó.
-Porque no podías soportar que te dejase. Lo notaste, ¿verdad? Le notaste desvanecerse incluso entonces. Sabías que necesitaba irse, terminar con esta vida, y no podías soportar que otro hombre te dejara; por eso lo dejaste primero.
-Tal vez -dijo Novinha, cansada-. Todo es una ficción, de todas formas. Hacemos lo que hacemos y luego inventamos las razones, pero nunca son las razones verdaderas. La verdad está siempre fuera de nuestro alcance.
-Entonces escucha esta ficción. ¿Y si, por una vez, en vez de dejar que alguien que amas te traicione y se marche y muera contra tu voluntad y sin tu permiso... y si por una vez lo despiertas y le
dices que puede vivir, te despides adecuadamente y le dejas ir con tu consentimiento? ¿Sólo por una vez?
Novinha volvió a llorar, allí de pie, completamente agotada.
-Quiero que todo acabe -dijo-. Quiero morir.
-Por eso tiene que quedarse -dijo Valentine-. Por su bien, ¿no puedes decidir vivir y dejarle marchar? Quédate en Milagro y sé la madre de tus hijos y la abuela de los hijos de tus hijos. Cuéntales historias de Os Venerados y Pipo y Libo y Ender Wiggin, que vino a sanar a tu familia y se quedó para ser tu marido durante muchos, muchos años antes de morir. Ni una alocución por los muertos, ni una oración fúnebre, ni un discurso público sobre el cadáver como quiere hacer Plikt, sino las historias que le mantendrán vivo en las mentes de la única familia que ha tenido jamás. Morirá de todas formas, muy pronto. ¿Por qué no dejarle marchar con tu amor y bendición, en vez de intentar retenerlo aquí con ira y pena?
-Tejes una historia muy bonita -contestó Novinha-. Pero en el fondo, me estás pidiendo que se lo entregue a Jane.
-Como tú misma has dicho -respondió Valentine-, todas las historias son ficciones. Lo que importa es en qué ficción crees.