Avon Ophyris
Vi a mi padre salir del bosque mientras que con cuidado trasportaba un pequeño animal con su gran mandíbula. Dejo al pequeño lince en el suelo y cuando recorvo su forma humana lo cargo y le dijo unas pequeñas palabras que no pude entender.
El pequeño lince se trasformo en una niña, pero no era la niña que hace unos días había entrado en el bosque. Esta niña tenia la piel pegada a los huesos y se veía que con la más simple brisa se rompería. Pero eso no fue lo me mas me sorprendió, no, tampoco me sorprendió bastante que tenia un brazo en una posición poco natural y tres largas líneas en su espalda que aun sangraban.
Lo que más me sorprendió fue que la niña que entro hace unos días al bosque, tenia unos cinco años, mientras que la niña que salió parecía de diez. Había perdido cinco años de su vida en ese bosque por mis errores, por salvar a mi hermano y a mi había pagado con cinco años de su vida.
Quise llorar, pero no tenia el derecho de hacerlo, solo podía jurar que de ahora en adelante mi vida será de ella. Me asegurare de que este a salvo y cumpliré con el destino que ella me imponga.
- ¡Oh! Al parecer la pequeña santa logro sobrevivir en el bosque. Es algo que no me esperaba. Es mas interesante de lo que pensé inicialmente ¿Esta pequeña cosita tiene nombre? - Dijo Bardo Arcaitz con una mirada sorprendida y casi honesta.
Pero puede notar una pisca de codicia en sus ojos.
- Enya Ophyris, mi hija. –
-Oh ya veo, espero grandes cosas de ella en el futuro. Estoy seguro de que nos volveremos a ver. Hasta entonces, me despido, les deseo un buen viaje de regreso a la aldea. – Dio una sonrisa cortes y se alejo de camino a su tribu.