La revelación de César impactó a todos, en especial al alcalde de Montecristo, quien se sintió engañado por las personas a quienes confió en la seguridad de la ciudad. Visiblemente molesto, se levantó de golpe para dirigirse a la dirección de Policía con la intención de expulsar a las manzanas podridas.
—¿A dónde va, alcalde? —cuestionó César, que ya había previsto lo que causaría su revelación.
—¿A dónde crees? ¡Iré a correr a esos desgraciados que me engañaron!
—No le aconsejo hacer eso —señaló César con serenidad—. Si usted va ahora a la comisaría, ellos podrían tomar represalias o escapar. Además, no dudo que ya sospechen que usted sabe de esto.
—Pero... ¡no puedo permitir que se sigan burlando de mí! —replicó el político.
—Es preciso que se tranquilice —reiteró César— No podemos actuar apresuradamente, es preciso armar un plan para atrapar a los responsables por la muerte de esas jóvenes.
Clarissa, que hasta ese momento se había mantenido callada, sentía curiosidad por lo que había sucedido en el encuentro entre su amigo y el mafioso de la ciudad:
—César, ¿qué más pasó en tu entrevista con "El Águila"? ¿Te dijo algo más?
Ante esto, el joven detective contestó con cierto fastidio:
—Realmente bebimos café. Además confirmó lo que ya sabíamos, que Alberto estaba detrás del ataque contra Mario, así que en compensación le conté que Lisa estaba viva.
—¡¿Qué?! ¿Por qué le dijiste eso? —regañó Clarissa.
—En realidad —contestó César, cruzando los brazos con actitud desenfadada— no hay nada que él no sepa. Desde el primer momento en que llegué, él ya sabía que era un detective.
—Definitivamente no podemos confiar en él, ¡es un hombre peligroso! —reiteró Clarissa, visiblemente preocupada.
—No exactamente —respondió César con seguridad— a "El Águila" le conviene que todo se esclarezca, por lo que a cambio de limpiar su imagen, Abraham nos ayudará a buscar a Sofía.
Andrés se estremeció al enterarse de que el líder de la mafia ayudaría en las investigaciones, que temió que el plan del joven detective no resultara como esperaba.
—"El Águila" no es una persona de fiar —replicó el alcalde con una expresión seria—Él me ha demostrado que es un doble cara, y por eso nunca acepté sus proposiciones.
César escuchó atento el argumento del alcalde, sin embargo, estaba seguro de que su plan funcionaría.
—Es natural que usted dude de alguien como "El Águila", pero a estas alturas, él es la persona más confiable.
—¡Me niego a colaborar con un mafioso! —reviró el alcalde, demasiado alterado.
—Deme un día —replicó César con firmeza— si Abraham no cumple con su promesa, continuaremos con el plan original.
El alcalde resopló de frustración ante el atrevimiento de César, que no le quedó de otra que aceptar la proposición.
—Está bien, te daré ese tiempo —hizo una pausa para dirigirse hacia la puerta—. Me retiro, no puedo seguir más tiempo alejándome de mis obligaciones.
—Claudia —dijo César dirigiéndose a su amiga— acompaña al alcalde.
—Sí —respondió Claudia, levantándose de su asiento.
—¡No es necesario! —objetó Andrés— no necesito que me acompañen.
—Sugiero que ella vaya con usted, sé lo que le digo —añadió el detective con una mirada sombría.
Aturdido por tal petición, Andrés aceptó que Claudia lo acompañara, y los dos salieron de la habitación.
En el momento en que los demás estaban discutiendo, Marcos no prestó mucha atención, sino que se la pasó revisando el audio que grabó el chip que César había llevado en su entrevista con "El Águila". Para su fortuna, el aparatito pudo grabar con toda fidelidad la conversación entre ambos hombres.
Cuando notó que se encontraban solos, Marcos se quitó los auriculares para dirigirse hacia César.
—¿Qué planeas hacer? —preguntó intrigado.
Ante esto, César dio media vuelta para ver a su compañero.
—Veo que estás escuchando mi conversación con "El Águila", ¿se grabó toda? —dijo, ignorando el cuestionamiento.
—Bueno... sí —contestó rápidamente—, pero no respondiste a mi pregunta.
—¡Qué bien que se grabó toda! —señaló un tanto aliviado—. Te recomiendo que estés pendiente de tu teléfono móvil, es probable que suene en cualquier momento.
—¿A qué te refieres?
—Lo sabrás cuando suceda.
Marcos se dio cuenta que su amigo evadió su pregunta, sin embargo confiaba en su visión, así que era posible que su plan fuera más allá de su imaginación.
—¿Lo escuchaste? —preguntó César, haciendo que su amigo despertara de sus pensamientos.
—Oh sí, la verdad me sorprende lo que te contó ese hombre, pero —hizo una pausa, haciendo una mueca de inconformidad— ¿estás seguro de que ese sujeto colaborará?
—Estoy seguro de mi plan —contestó de manera egocéntrica.
—Oh, vamos, dime qué planeas hacer.
Harto de la insistencia de su compañero, César le dio la espalda para dirigirse hacia el sofá para recostarse. Antes de cerrar los ojos, finalizó.
—Lo sabrás en su momento.