Nota del autor:
Este capítulo está dedicado a Yajaira_Ramirez_4324... Espero que te guste.
Un fuerte abrazo
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Todo el mundo quedó en silencio tras la presentación de Yasir, que nunca dejó de mirar a Alessa. La vida a veces sorprende de manera inesperada. Acarició su nariz un recordatorio del puñetazo que ella le había dado la noche anterior. Se preguntó si en ese momento iba a escaparse de nuevo.
—No creo que su presencia sea relevante —.La voz de Mariana lo sacó de sus pensamientos.
—Al contrario —habló Alessa—, pienso que la que sobra eres tú. Ella iba a reprochar las palabras, pero la cortó en el acto —. Tengo entendido que no eres accionista
—Mi madre es la dueña de esta empresa —se defendió.
—Te recuerdo Mariana; que tu madre acaba de venderme el treinta y cinco por ciento de las acciones, quedándose con una minina parte. Lo que significa que ella no tiene la última palabra al respecto, tampoco el control de esta empresa —Yasir estaba dejando claro su autoridad.
—¿Cómo pudiste hacer tal estupidez? —reclamó Alessa a Gissel.
—Ya está hecho. Eso es algo que no pienso discutirlo contigo, menos en este lugar.
—Algún día Gissel...
—Deja de amenazar a mi madre —intervino Amanda.
—No entiendo nada —dijo Yasir.
Mariana se le acercó. —No perdamos el tiempo con esto, cariño. —Estaba claro que ella estaba marcando su territorio.
—No lo creo —miró con los ojos entrecerrados a Mariana. Sabía de lo que era capaz de hacer—, me gustaría que me dejaran a solas en este momento para conversar con los señores.
—¡Esos es inaceptable! —exclamó Gissel.
—Creo que lo que es inaceptable es que no me hayan dicho que había otro accionista.
—El momento no es el adecuado. Tenemos cosas pendientes —Mariana trataba de interferir.
—No se preocupe señor Asrlan. Le dejaré mi tarjeta para reunirnos otro día si gusta. No, nos gustaría hacerle cambiar sus planes —el abogado de Alessa parecía tranquilo y confiado.
—Está bien... Pero no sé aún su nombre —Yasir tomó la tarjeta y la guardó en su saco.
—Disculpe, mi nombre es David Morgan. Soy el abogado de Alessa.
Yasir giró la vista hasta Mariana. Debió suponerlo. Tanta insistencia era por algo. Estaba ansioso por saber el por qué esa chica se presentó de repente y con un abogado. La verdad que de día era más hermosa que en la noche. Se levantó del gran sillón.
—Lo estaré llamando, no se preocupe —miró a Alessa—. Espero verte pronto —volvió a tocarse el puente de la nariz. Indicándole con ese gesto que tenían un asunto pendiente.
—¿Vamos por un café primero? —Preguntó Amanda, con tal de sacar a Yasir de ahí.
—Creo que eso es lo que todos necesitamos —agregó Amanda.
—Si nos disculpan, nos retiramos —con un asentimiento de cabeza hacía Gissel y a las arpías de sus hijas y otro a Yasir, Alessa se despidió y se fue con David de la sala de juntas. Gissel y sus hijas la miraron con desdén.
—Todo esto ha sido de mal gusto —dijo Amanda—. La muy idiota no sabe cuando mantenerse alejada. Nunca aprende la lección.
—¿Cuál lección? —Preguntó curioso Yasir.
—La de no meterse en el medio de nuestro camino —respondió Mariana.
Yasir tomó nota de esa aclaración.
—Niñas, no creo que a nuestro nuevo socio le interese nuestros problemas familiares —Gissel, quería cortar el tema con eso. —Entonces. ¿Esa chica si es de su familia?
—Lamentablemente si —dijo Gissel con fingido pesar—. Es la hija de mi difunto marido. ¡Qué Dios lo tenga en su gloria!
—Mamá ha hecho todo lo que ha podido por ella —agregó Mariana—, pero nada ha resultado.
—¡Oh vamos! —Exclamó Yasir— Se expresan como si fuera la oveja negra de la familia.
—¡Es que lo es! —Exageró Amanda.
Él no lo creía ni un poquito. Ya se encargaría de averiguar todo.
—Bueno. Basta de hablar de esa infeliz —Mariana tomó del brazo a Yasir—. Deberíamos irnos ahora.
—Estoy más que de acuerdo contigo, querida —La voz de Gissel era completamente falsa.
Salieron a un lujoso restaurante para tomar un café y luego celebrar con un pequeño almuerzo la inclusión de Yasir a la empresa familiar. Su instinto le decía que esas mujeres no eran de fiar, no le quedaba duda de que le ocultaban algo. Aún no tenía claro el por qué, habían vendido las acciones de esa empresa. También no podía sacarse de la cabeza la tristeza que se reflejaba en el rostro de la chica. Al menos ya sabía su nombre.
—Sé que no es el café al cual estás acostumbrado —dijo muy bajito Mariana.
—No te preocupes, solo tomo café del bueno cuando estoy en Turquía.
—Tienes una mezcla muy exótica, Yasir —Alabó Gissel.
—¡Muchas gracias!
—¿Piensas en hacer reformas en la empresa? —Preguntó Gissel algo inquieta.
—Me gustaría hacer un pequeño chequeo personalmente. Para ver qué se podría mejorar.
Mariana cruzó miradas con su madre y hermana —¿Eso quiere decir que piensas quedarte un tiempo?
Yasir dejo a un lado su taza de café —Sí. Pienso quedarme un tiempo.
Mariana sonrió de oreja a oreja. —Entonces, debemos celebrarlo.
—Me gusta la idea. Esa es una manera de conocer a todos en la empresa.
—Creo que con nosotros basta. No hay necesidad de involucrar a todos los empleados —inquirió Gissel
—No comparto tu opinión. Me gusta saber qué tipo de personal trabaja en mi empresa.
—Da impresión quieres una fiesta grande.
—Comprendes perfectamente lo que quiero decir.
—No hay problema, me pondré en eso inmediatamente —se ofreció Amanda.
—Gracias, podrás trabajar con Camilo en eso.
El almuerzo transcurrió en trivialidades. Aún no tenía muy claro. El hecho de que Mariana le pidiera ayuda. No le gustaba tener cerca a ninguna de ellas. Al llegar la noche fue a su club. Estaba en la oficina revisando las cámaras. Quería que Alessa apareciera de pronto en la pantalla.
—Antes de que me mandes a hacer lo que creo —le lanzó el folder a Yasir—. Aquí está la información.
—No esperaba menos de ti —dijo sonriendo.
—Es bueno que sepas que debes de tener cuidado con esa serpiente de Mariana y las dos disfrazadas se cordero.
—Lo sé.
—La chica trabaja ahí. No como la accionista que es —informó Camilo y Yasir frunció el ceño.
—Trabaja en el departamento de logística e informática.
—Creo que me entrevistaré con su abogado.
—Será lo mejor debemos saber qué es lo que está pasando verdaderamente en esa empresa, Yasir.
—Yo creo que esa chica ha tenido problemas por culpa de Mariana y compañía.
—Pienso lo mismo y creo que no estamos lejos de la verdad.
—Como siempre estás en lo cierto, amigo.
—Yasir... estoy preocupado realmente.
—Vamos a averiguar más acerca de esto. Estoy seguro que hay un trasfondo.
—Por ahora me retiro. Ahí tienes toda la información de Alessa Sinclair.
—Está bien, gracias como siempre.
Camilo le hizo un gesto de saludo militar y se retiró de la oficina. Comenzó a revisar. Leyó todo cuidadosamente. Se enteró de los acontecimientos de su vida desde los cinco años hasta la actualidad. También del suicidio de su novio en la universidad. Su última relación con un prestigioso abogado con planes de matrimonio.
Alessa Sinclair se había graduado con honores. Su vida personal había sido un poco polémica, pero la de él también. Aun así no entendió porque se le escapó un gruñido al saber que habían existido hombres antes que él. Era una mujer hermosa que tenía un buen gancho derecho, se echó a reír. Si su abuelo estuviese vivo y se enterara que una mujer le había golpeado se hubiese burlado de él.
Su mala experiencia con Mariana, mientras estudiaba en América le hizo endurecer el corazón. Durante muchos años descartó la idea de una relación a largo plazo porque eso traería consigo una desventaja "el matrimonio", por qué amarrarse a una sola mujer, cuando muchas están dispuestas a satisfacer sus apetito sexual. Pensó
Todas las mujeres con las que se había relacionado eran americanas, tomar una como esposa nunca había estado en sus planes. Era solo un fetiche que tenía. Volvió a mirar a las cámaras de seguridad. La chica seguía sin aparecer. Tal vez lo mejor era acercarse a ella en la empresa. Aunque lo dudaba después de aquel incidente en su club fuese su reencuentro amistoso. Tan solo si pudiera conversar con ella.
No entendía por qué razón; se sentía curioso y al mismo tiempo protector con la chica. Miró el reloj en su muñeca y observó la hora. Apenas eran las siete y treinta de la noche, era aún temprano puede que pudiese hablar con el abogado de ella. Enseguida buscó la tarjeta y marcó el número. David Morgan contestó al segundo repique.
—"Diga".
—"Buenas noches. Soy Yasir Arslan".
"Te veo mañana". Se escuchó al fondo una voz dulce femenina que estaba muy seguro que pertenecía a Alessa.
"De acuerdo, cariño. Solo ve con cuidado". Un tono paternal.
—Disculpe. Le escucho señor Arslan.
Ahora no sabía que decir. El saber que ella estaba al otro lado de la línea lo puso nervioso.
—Disculpe la hora… Señor Morgan.
—Llámeme David —le corrigió.
—De acuerdo, David. Me quedé un poco desconcertado con la participación de la señorita Sinclair esta mañana.
—Entiendo. Al parecer usted no estaba al tanto de que ella es una accionista también.
—La verdad que no. De hecho. No sé nada en realidad de la empresa.
—¡Vaya! —Exclamó—. Para ser el tan nombrado magnate mestizo, ahora el desconcertado soy yo.
—Disculpe de nuevo. Yo no tenía conocimiento de lo que pasaba en la empresa. Lo vi solo como una oportunidad para un buen negocio.
—Suele suceder.
—¿Es muy tarde para usted? —Preguntó.
—¿Tarde como para qué?
—Para entrevistarme con usted. Si gusta puedo ir a donde usted se encuentra —era la excusa perfecta así sabría un poco más acerca de Alessa y al mismo tiempo no pondría a Mariana sobre aviso de su investigación.
—La verdad es que aún es temprano. ¿Le gusta a usted el whisky Arslan?
—Por supuesto, pero si yo le llamo David, puede llamarme Yasir.
—No hay problema —dijo en tono de burla—. Entonces anota mi dirección y trae contigo una botella de whisky escocés, Macallan preferiblemente y si no es mucha molestia.
Yasir soltó una carcajada ese hombre era astuto, le gustaba. El whisky Macallan era uno de los más caros del mundo —Lo tengo. Estaré ahí en unos cuantos pocos minutos.
Anotó en un papel la dirección de David Morgan y salió prácticamente corriendo. Ahora si estaba curioso por saber la otra versión de lo tan oveja negra que era Alessa. Camilo le abría la puerta del auto cuando Mariana venía llegando al club y lo detuvo.
—Vengo llegando y te vas.
—Tengo algo que hacer, Mariana.
—Puedo acompañarte. Si quieres —se ofreció.
—No —dijo de inmediato —. Es un asunto personal — en ese momento se le acercó uno de los empleados del club con la botella de whisky envuelta como regalo y se la entregó en sus manos.
—Muy personal por lo que veo —dijo haciendo gesto de enojo hacía la botella.
Yasir salió del auto y le hizo señas a Camilo para que le esperara unos segundos dentro —Voy a ser muy franco contigo —aclaró acomodando su saco de nuevo—. Nosotros somos socios. No somos pareja. La única relación que tenemos es de negocios.
—No puedes tratarme de esa forma —se le fue encima para darle una bofetada pero él fue más rápido y la paro antes— ¿Quién demonios te crees?
—Soy el nuevo dueño de la empresa arruinada de tu familia.
—Solo es por cuatro meses.
—Te equivocas, querida. Será por el tiempo que a mí me dé la gana —la soltó bruscamente—. Ahora quítate de mi camino —le dio un pequeño empujón—, vas a hacer que llegue tarde a mi destino.
—Este desplante que me has hecho esta noche no se queda así. Eso te lo aseguro.
—No tengo tiempo ahora para tus berrinches de niña malcriada —Yasir le hizo gesto con la mano de fastidio, le dio la espalda y se monto en el vehículo. Miró a Camilo por el retrovisor.
—No te atrevas a decirme nada. Tengo suficiente con el show que ha dado Mariana en este momento.
Su chófer negó con la cabeza. —Esa mujer te hará caer en su telaraña.
—Precisamente voy a verme con David Morgan para no caer en sus redes.
—Sigue diciéndote eso —dijo riendo—, tal vez te lo creas.
—Ya me conoces. —Se encogió de hombros—. Mataré dos pájaros de un solo tiro.
—Viste los informes. Sabes que ella es una víctima de esas mujeres.
—Creo que hay algo más.
—Lo que creo que es que Alessa te atrae demasiado. Eso te está alterando.
Yasir se pasó la mano por la cara. — Espero que no sea falsa como sus hermanastras.
—No la veo de esa forma. Ella es diferente.
Luego de su conversación vino el silencio que acompañó a ambos hasta la casa del abogado de Alessa. No era una casa grande. Era una mansión. Así que eso le indicó que verdaderamente estaba ayudando porque dinero obviamente no le hacía falta. Una de las empleadas de la vivienda los estaba esperando. Les saludó y le mostró el camino con mucha cordialidad. Estaban dirigiéndose hasta la sala principal.
—Karen se olvidó de mi, tío —escuchó su voz—. Será mejor que pida un taxi.
—Niña, pero deja eso, Edward puede llevarte te he dicho.
—¡Nah! No quiero molestar. Además no es la primera que uso el servicio.
Aún ella estaba con su tío. —Buenas noches —saludó con voz grave.
Cuando Alessa se giró. Se puso pálida al ver a los dos hombres.
—Bienvenido Yasir.
Ella parpadeó dos veces. Se veía asombrada. Su mirada pasaba de Camilo hacía él. No le gustaba para nada eso. Se acercó al hombre mayor y le puso en las manos la botella de whisky.
—Tal como me lo pediste.
Se rió a carcajadas —Buen trabajo, chico —el silencio reinó por un momento y frunció el ceño—. Ya conoces a mi ahijada Alessa.
—Pensé que eras su abogado —la duda ya se estaba sembrando en él.
—Soy más que eso. Ven siéntate —le hizo señas con la mano— Alessa, niña pareciera que hubieses visto a un fantasma. No has dicho nada.
—Buenas noches. Señor Arslan —lo saludo con mucho profesionalismo y luego miró a su padrino—. Para nada, tío. Solo estoy sorprendida de verlo aquí.
—Aless además de ser la hija de mi mejor amigo y socio, es mi ahijada.
—Ah ya entiendo —todo tenía sentido.
—No puedo permitir que te vayas en uno de esos taxis; llamados por una aplicación telefónica.
—Pues ni modo, tío —sonrió con el celular en la oreja— Karen se olvidó pasar por mi —dijo encogiéndose de hombros.
—No tienes porque tomar un taxi —la tomó del codo sutilmente—. Le diré a mi chófer que te deje en tu casa.
Sin importarle lo sospechoso que se veía la situación se la llevó casi que a la fuerza. Más pálida se puso. Ahora le confirmaba que él era el dueño del club. Él hombre al que ella golpeó. Caminaban de espaldas a su tío quien los observaba frunciendo el ceño.
—Suéltame —Alessa habló bajito —¿Acaso te has vuelto loco?
—¿Te piensas escapar de nuevo de mi?
Del pecho de ella salió un gemido de angustia. —Cálmate tu tío se dará cuenta de que pasa algo entre nosotros —dijo con los dientes apretados.
—¿A dónde se supone que me llevas?
Yasir dejó de caminar para mirarla por un momento a los ojos —¿Crees que de verdad quiero abusar de ti?
—Me estás prácticamente arrastrando.
—No. Te enviaré a tu casa con mi chófer que también ya conoces —le apretó más fuerte del brazo mientras le abría la puerta del auto—. Le darás tu número telefónico para que yo pueda llamarte luego que termine de hablar con tu abogado.
—¿Por qué demonios le daría yo el número de mi celular a tu chófer?
—No juegues conmigo Alessa. Tenemos asuntos pendientes —automáticamente se acarició el puente de la nariz.
—¿Qu.. Qué asuntos? —preguntó nerviosa.
—Para empezar me muero por la curiosidad de saber qué hacías esa noche en mi habitación en el club —él entrecerró los ojos—, después necesito saber más acerca de tu familia disfuncional.
Cerró la puerta del auto que tenía la ventana abajo. Se acercó todo lo pudo al rostro de Alessa. Si se movía un poco podía rozar sus labios. Podía oler su perfume de flores silvestres que le hizo recordar a los meses de verano.
Enseguida sintió como se le estaba calentando la sangre y estaba fluyendo rápidamente por sus venas cuando vio que ella cerraba los ojos y aspiraba su olor. Esa era toda la señal que necesitaba. No estaba loco. Aquella noche ella había respondido a sus caricias.
—Hablo en serio, Alessa —le miró entrecerrando los ojos—. Ya tienes las instrucciones
Le repitió a Camilo las instrucciones que le había dado a ella. Luego se quedó ahí parado hasta que el vehículo se perdió en la lejanía. Caminó de nuevo hasta la casa y David estaba en la puerta esperando con dos tragos de whisky.
—Eso ha sido totalmente extraño —David dijo con un tono de voz que reflejaba duda, le entregó el vaso y luego le hizo señas para que le siguiera a la sala.
Cuando se cerró la puerta se sintió como un adolescente siendo pillado en algo. Sin embargo se sentía cómodo con esa situación.
—Sí. Por eso necesito hablar contigo