Fingí llevar mi mano al cabello para presionar el botón del micrófono.
—Quiero pensar que esto no se trata de una traición y que estás aquí por otra razón, Alfred.
—No quiero volver a repetir lo mismo.
—No quiero imaginar lo que te hará John por esto. Más que nadie sabes que John no perdona una traición. Procura que no se entere, porque de lo contrario, deberías darte por muerto.
—John no creo que esté en una situación donde pueda hacer algo al respecto. Camina, Daisy.
—No subestimes al demonio, Alfred. Te lo advierto, como le hayas hecho algo a nuestros hijos, yo misma me encargaré de cortarte la cabeza— caminé al frente y vi que a lo lejos de la montaña, estaban los cuerpos de los empleados que dejó John.
No esperaba está traición y fue la peor de todas. Mis hijos estaban con él y ahora no sé dónde los pueda tener. Ni siquiera sé si John logró escuchar la conversación y si se encuentra bien.
John
La traición siempre vendrá de quién menos te la esperas. Me he vuelto muy idiota como para atreverme a confiar en alguien. He depositado mi confianza en personas traicioneras toda mi vida, pero está vez no voy a permitir que se salgan con la suya.
—Tal parece que todos se unieron para atacarnos hoy, pero no te preocupes, cosita. Yo iré por ti, y haremos pedazos a cualquiera que se atreva a enfrentarnos. Haremos una limpieza de adentro hacia afuera, comenzando por ese nido de víboras— esta es una razón más para salir de aquí con vida. Ese hijo de puta va a pagar con sangre por haberse atrevido a traicionarme. No perdono a quien se meta con mi familia.
Busqué ambos silenciadores y fue colocándolos en ambas armas.
—¿Piensa atacar, señor?
—Sí, demuestren de qué están hechos, muchachos.
Daisy
No debo tratar de hacer nada ahora. Lo mejor será esperar a ver hasta dónde me lleva y con qué propósito. ¿Qué podría ganar Alfred con todo esto? No lo comprendo. Ha estado trabajando para John durante muchos años y ha tenido millones de oportunidades para traicionarlo, ¿Por qué ahora? ¿Y cómo conoce a esas mujeres? Me llevó a la entrada de la fábrica y todos los hombres de esas zorras se quedaron viéndome. Al acercarse a la puerta, un hombre alto y musculoso la abrió. Tan pronto entramos, escuché unos aplausos provenientes de las escaleras.
—Bienvenida a nuestro hogar. ¿Cómo debería llamarte? ¿Daisy o traidora? — bajó las escaleras junto a las otras tres mujeres que la acompañaban.
—El que mejor prefieras, realmente me da lo mismo— respondí indiferente.
—Amarrala— ordenó en inglés a uno de sus empleados, quien no tardó de acercarse para tratar de hacerlo, pero quise llamar la atención de ellas para que no lo hicieran.
—Mamba, SkiC y Dominic; no sabía que todas ustedes se conocían. De haber sabido que iban a estar ustedes también aquí, me hubiera arreglado mejor. Los reencuentros entre ex compañeras suelen ser memorables e importantes— falta una de ellas. Recuerdo haber visto a cuatro en total, contando a mamba.
—Sin duda será muy memorable para ti— Mamba se acercó y me mostró su tableta, donde aparecía una imagen con el perfil completo de John—. No sabíamos que alguien como tú podría cazar a hombres tan interesantes.
—¿Por qué será que tú comentario me suena a celos? Déjame adivinar, ¿Aún estás ardida porque Sebastián decidió rechazarte para quedarse conmigo? ¿O es por haberme dejado a cargo del grupo? Yo no tengo culpa de que no haya confiado en ti lo suficiente, como para darte ese cargo extra— me dio un golpe con la tableta en la cara, y reí—. Tal parece que de eso se trata.
—Tu sonrisa no va a durar mucho en tu cara— sentí el arma de Alfred en el centro de mi espalda y ella caminó, supuse que debía seguirla, así que eso hice sin protesta. No podía tratar nada aún—. Te he preparado una sorpresa— abrieron una puerta, pero estaba tan oscuro que no se podía apreciar nada.
Ella se movió del medio y alguien me empujó dentro, pero no sabía que el lugar no era una habitación, más bien era un hueco, que desde la altura que caí, me lastimé el tobillo. Todo estaba oscuro, pero un olor desagradable invadió mi nariz. El ladrido de un perro, que no se escuchaba tan lejos de mi, me hizo poner de pie. Tan pronto las luces se encendieron, pude apreciar que dónde me encontraba era en medio de un escenario, donde realizaban mayormente las iniciaciones y pruebas para ser el escogido como miembro de la ganga. Las pruebas que realizan aquí, yo tuve que enfrentarme a una de ellas, pero fue contra cierta cantidad de hombres; en cambio ahora, se trataba de un Rottweiler negro bastante agresivo, que se encontraba en una jaula más adelante de mi. Miré alrededor del lugar, pero no había ningún sitio donde pudiera aferrarme o subirme. Mi única opción es la cuchilla que tengo un poco más abajo de mi cuello, pero sacarla ahora, solo me ayudará en el momento, luego estaré completamente desarmada. Retrocedí y escuché la risa de las tres. El único que no reía era Alfred, más bien tenía una expresión extraña, no sabría decifrar si estaba pensativo o inquieto.
—¿No me digas que le tienes miedo a un pequeño animal indefenso y manso? — mamba soltó una carcajada y entró al borde del escenario.
—Suerte, novata— SkiC mostró el control de abrir la jaula.
—Veamos si estás verdaderamente capacitada para ese puesto— dijo Dominic.
No tengo más opción que usar la cuchilla. El sonido de la jaula al irse abriendo me erizó la piel. Quise mantenerme concentrada en el perro, porque sabía que tan pronto la jaula se abriera, el vendría directo hacia mí para atacarme. Planeaba buscar la cuchilla, pero la jaula no se había terminado de abrir, cuando el perro se salió. Iba a coger la cuchilla, pero el cuerpo de una mujer cayó desde lo alto, haciendo que llamara la atención del perro. La mujer aún se movía y el haber caído delante del perro, hizo que la atacara a ella. Por su ropa, la cual estaba ya manchada en sangre antes del ataque del perro, pude identificar de que era la mujer que faltaba. Todos miramos a la ubicación de dónde ella había caído y vi a John con una cuchilla sacudiéndola.
—Esa perra no está capacitada para el puesto. Veamos, ¿Quién será la próxima para intentarlo?