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Chapter 188 - 188

—Todo el mundo asegúrese. Tuvimos una explosión en la turbina izquierda. Tendremos que forzar un aterrizaje de emergencia acuático— informó el piloto por el Intercom.

—¡Maldición! — le agarré la mano a Daisy y me sujeté de todo lo firme que podía alcanzar. Entramos al área donde estaba la mujer y senté a Daisy en una de los sillones para abrochar su cinturón. Aproveché para sentarme en el otro y amarrarme también. La mujer estaba de rodillas en el suelo y amarrada, pero no iba a arriesgar mi vida por ella. Tenía que actuar rápido y mi prioridad era Daisy. 

—Yo no quiero morir aquí, John. 

—Cálmate, todo estará bien. Somos mala hierba y la mala hierba nunca muere. Sería patético morir de esta manera, así que relájate y cierra los ojos. 

La turbulencia que había, me estaba ocasionando una especie de calambre en la frente y chillidos en ambos oídos. Agarré la mano de Daisy y la entrelacé a la mía. Ella se mantuvo con los ojos cerrados y tuve que hacer lo mismo. No sé cuánto tiempo con exactitud transcurrió, pero no creo que haya sido mucho, cuando de pronto sentimos el impacto. En realidad no recuerdo lo que sucedió luego del impacto. Desperté ante la presión que estaba sintiendo en la cabeza; una presión que no me permitía pensar con claridad, fue como si hubiera perdido el conocimiento por un tiempo. Abrí mis ojos lentamente y presioné mi cabeza ante el dolor que estaba sintiendo en ella. Me sentía aturdido y adolorido. Lo que alcancé a ver hizo que recordara lo que había ocurrido. Aún permaneciamos en el avión, aunque la otra parte se había desprendido. No quedaba mucho tiempo como para que la parte donde estábamos, también se fuera poco a poco hundiendo. Se podía apreciar el mar claramente, varios artículos y objetos flotando en el agua. 

—Daisy— miré a Daisy y de su nariz e incluso de sus oídos bajaba sangre. 

Me quité el cinturón y me levanté con dificultad, me incliné hacia ella y le tomé el pulso. Estaba respirando todavía, pero estaba inconsciente. Le quité también el cinturón y miré alrededor. Debemos salir de aquí antes de que se hunda esta mierda. Me quité el traje para poder estar más cómodo. En la funda de mi hombro todavía tenía enfundadas las dos armas en ambos costados. Ahora estar armados no nos ayudará en nada para salvarnos. La cargué para tratar de sacarla del fuselaje, pero al acercarme a la terminación dónde se desprendió la otra parte, más agua entraba y tambalee. Debo buscar el botiquín de emergencia, eso nos puede ayudar al salir. Se supone que en esta parte del avión haya un botiquín y si me voy sin el, esta parte estará bajo agua en poco tiempo y no podré venir a buscarlo. Recosté a Daisy en el suelo y caminé apoyándome de los asientos para ir hacia la cabina de mando. El cuerpo de la mujer estaba en el suelo, estaba moviéndose y tratando de sentarse, pero como estaba amarrada, se le hacía trabajoso. Es un milagro que no se haya muerto por el impacto, más por el haber estado suelta. Debía estar adolorida porque para haber llegado hasta acá cuando estuvo a nuestros pies antes del impacto, debió golpearse bastante, aún así seguía respirando y luchando. Pasé por el lado de ella para ir a la puerta de la cabina y la abrí. El piloto tenía recostada su cabeza sobre los controles. Levanté su cabeza y sangre bajaba de su frente. Quise tomar su pulso, pero no tenía ninguno. Es una lastima, este hombre me sirvió por muchos años y gracias a él estamos vivos. Busqué el botiquín que estaba en una esquina y lo agarré para llevarlo a dónde Daisy. Estaba bastante pesado, o más bien mis energías no son las mismas de antes. Lo abrí para ver su contenido y rezando para encontrarme con algo que pudiera ayudarnos a salir de aquí. Estaba equipado con otro pequeño botiquín de primeros auxilios, bengalas, chalecos y al visualizar un bote salvavidas, suspiré aliviado. Solo debo salir primero para abrirlo y luego subir a Daisy. Ella no parece que fuera a despertar todavía. Entré al agua y luego de unos instantes luchando para abrirlo, logré hacerlo. Jamás había estado en una situación así, no pensé que podría ser tan difícil abrir un maldito bote. Me subí a buscar a Daisy y traté de mantener el bote a una distancia prudente. Se estaba moviendo mucho y tenía temor de que se fuera lejos, por tal razón quise darme prisa. Entré al agua con Daisy y escuché un quejido de su parte. 

—¿Daisy? — recogí un poco de agua en mi mano y se la eché en el rostro, luego limpié la sangre que bajaba de su nariz. Ella despertó unos segundos después de eso—. Oye, cosita, ¿Estás bien? — acaricié su mejilla y se quejó. 

—Duele— presionó su cabeza y continuaba quejándose. 

—Ya sé que te debe doler, pero necesito que caigas en tiempo y te subas al bote. Debo buscar lo demás que está en el botiquín, preciosa. No tenemos mucho tiempo. 

—Dios mío, John. ¿Cómo es que estamos vivos? Mira el avión. 

—Te dije que mala hierba nunca muere. Este no era nuestro momento. Necesito que te calmes y te subas. 

—Me subiré— le ayudé a subir al bote y me mantuve en el agua. 

—Voy a regresar enseguida. 

—Date prisa, John. 

Nadé hasta lo que era el borde, pero ya estaba sumergido en el agua. El botiquín estaba a centímetros del borde y quise alcanzarlo para no tener que subir de nuevo, pero vi las piernas de mi asistente. 

—Planeaban dejarme aquí, ¿Cierto? Fíjate que no voy a permitirlo. Si voy a morir, entonces tú también vendrás conmigo— me apuntó con la pistola de bengala, y reí. 

—¿Y qué harás con eso? — llevé mi mano a la funda hasta tocar el arma del lado izquierdo. Al estar en el agua, estaba seguro de que no iba a ser capaz de ver el movimiento. 

—Por tu culpa mataron a Charlie, y no sabes cómo había planeado cobrarte eso— sus manos estaban temblorosas y estaba casi seguro que a pesar de lo que decía, no tenía realmente la intención de disparar; al menos no a la misma velocidad mía. 

—¿Por qué culpas a los demás de tus errores? Fue tu culpa por haberte metido con las personas equivocadas. Veamos el lado positivo de las cosas; al menos no sufrirás más por eso, porque me temo que le irás a hacer compañía ahora— saqué el arma con rapidez y le disparé en el mismo centro del pecho. Sangre se deslizó de su boca a la barbilla y su cuerpo no tardó en caer. Muchas veces la duda tiende a ser tu peor enemiga.

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