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Chapter 139 - 139

Daisy se estaba vistiendo y yo hice lo mismo.

—Te voy a dar mi número, pero no podemos comunicarnos constantemente como quisiera. De llamarme, debes hacerlo de un teléfono público y que esté lejos de donde estás viviendo ahora. Hablarás con Akira y le dirás que me llame. Él sabe cómo hacerlo— saqué un bolígrafo de mi pantalón, y le escribí el número en la palma de la mano.

—Está bien, John— puso sus brazos alrededor de mi cuello—. Por favor, cuídate mucho. No quiero que nada malo te pase.

—Lo haré, Daisy. Tú también debes cuidarte mientras yo no esté cerca. Cuando todo acabe, vamos a estar juntos otra vez. Cuida bien de este pequeño— acaricié su barriga—, y de nuestra hermosa princesa. Dale mucho besos de mi parte y avísale que pronto estaré de vuelta. No sabes lo que me duele tener que estar lejos de ustedes, pero todo sea por nuestro propio bien. Gracias por este pequeñito también. No veo el momento de conocerlo, espero esta vez, no tengas que pasar un mal momento como con Mia. Si ocurre algo con Mia o con nuestro pequeño, no dudes en llamarme. No importa donde esté o lo que esté haciendo, iré a directamente con ustedes, ¿Te quedó claro?

—Muy claro, sé que lo harás, papito— sonrió.

—No me sonrías así, que me alborotas.

—¿Qué? ¿No te cansas? ¿Acaso no fue suficiente lo que sucedió? — dijo, y la encaré.

—No, cuando se trata de ti, nada es suficiente y la idea de saber que tendré que calmar mis ganas con la mano mientras no estés, es deprimente, hace que quiera aprovechar cada mínimo segundo contigo. No tienes idea de cuántas ganas tenía de verte y tenerte así— la sujeté por la cintura y la besé, al tener ese contacto con su lengua, me detuve—. Maldita sea, no quiero irme— Daisy sonrió.

—Que esto sirva para la próxima vez que nos veamos, espósito— me hizo un guiño.

—Quizá tengas razón. Espero pienses mucho en mi, así como lo haré yo. Lo único bueno es esto— busqué mi celular, y lo sacudí.

—Eres un pervertido y de los peores. ¿Para eso fue que grabaste nuestra intimidad? Eres todo un pajero.

—¿Qué hay de malo en tener fotos y videos de mi esposa? A menos que prefieras que imagine a otras.

—Te cortaré los huevos si lo haces— su seriedad me excitó.

—¿Cómo crees que haría eso, linda? Jamás expondría mis huevos, hasta el comentario me ofende. Yo soy muy fiel a mi cosita. ¿Crees que con todo esto que tienes, tendré el descaro de mirar a otra? — le apreté el trasero, y sonreí.

—Más te vale, no vaya a ser que termines castrado.

—Cuando una mujer dice eso, es el momento de salir corriendo, solo por si acaso.

—Por eso es que te amo— me dio un beso, y sonrió.

—Y yo a ti, cosita. Ahora cuando te vayas, quiero que des varias vueltas antes de llegar a la casa. Si crees que te están siguiendo, busca la forma de despistarlos.

—De acuerdo, cielo. Todo estará bien.

—Cuídate mucho, linda.

—Tú también.

La ayudé a arreglarse la peluca y a ponerse bien el abrigo, luego salimos del Hotel y detuve un taxi, ella se subió y le di un último beso. Esto me mortifica por dentro. El tiempo pasó muy rápido y hubiera querido tener más tiempo con ella, pero todo sea por nuestra familia. Sé que al final todo esto valdrá la pena.

Al día siguiente:

—¿Te divertiste mucho anoche?— preguntó Kleaven.

—Sí, gracias por haberme dado la oportunidad de salir, padre.

—No hay de que. Llegaste muy tarde y me había preocupado, pensé que habías intentado huir.

—Jamás lo haría, este es mi lugar.

Anoche al salir, me di cuenta que estuvo el mismo hombre vigilándonos hasta que salimos e incluso me siguió hasta llegar a la casa.

—Eso es bueno saberlo. Debes encargarte del hijo de Akira.

—No lo he olvidado, de hecho, a eso iba ahora.

—Quiero que le saques la información a toda costa. No podemos esperar mucho, tengo muy poca paciencia. Si ese tipo no dice lo que sabe, no tendremos de otra que rebanarlo y enviárselo de regalo a su padre.

—Eso no es conveniente, eso va a empeorar las cosas. Un padre es capaz de todo por un hijo, te aseguro que será más efectivo amenazarlo con él, que quebrarlo. Eso aumentaría su ira y estaríamos firmando la sentencia de muerte. Mientras lo tengamos en las manos, él buscará la forma de llegar a nosotros.

—Te dejaré ese trabajito a ti, Alma. Otra cosa, en la tarde viene mi esposa, quiero que la conozcas y la vigiles. Recuerda que serás el chófer de mi mujer, mientras se está quedando aquí. Las cosas están calientes y sé que cuidarás bien de ella. No confío en nadie más para encargarse de ese trabajo. Es media insoportable, pero sé que harán las paces. Me notificarás todo lo que suceda con ella.

—Por supuesto que sí, padre.

La cuidaré tanto, que estará muy orgulloso de mí. La acción está por comenzar, viejo decrépito.

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