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Chapter 138 - 138

Luego de llenarla tantas veces de mi, nos acostamos fatigados y se recostó en mi pecho como siempre solía hacer. Como quisiera quedarme con ella.

—Este es el momento en que maldigo todo. No sé cuándo pueda verte ahora. Quisiera huir contigo en este momento, pero no puedo. Tengo que terminar lo que empecé.

—John, ¿Cuáles son tus planes?

—Quiero que hables con Akira. Tengo pensado que se infiltre en nuestra organización, y así nos quedaremos con todo lo que tienen. Para eso hay que comenzar por cortar la cabeza de la serpiente mayor, que en este caso es Kleaven. Su idiota hijo quiere quedarse con todo y eso nos ayudará a hacer una buena limpieza.

—Espera, ¿Tú estás pensando quedarte con todo lo de los Roberts? o sea, ¿volverás a esas andanzas?

—Bonita, no tienes que preocuparte. Si eso sucede, estaremos mejor parados, que alejándonos por completo.

—¿Eso qué significa?

—Mientras permanezca bajo el mando de su organización, pasaré como uno de ellos más. Siendo John Frost, ese apellido feo y maldito que me dio Leonardo, todos me seguirán buscando para matarme. Con llevar ese apellido, ya estoy totalmente condenado. Tendremos más protección que tratando de huir. Una guerra se aproxima y para ella debemos estar preparados. No solo serán los enemigos de Kleaven, sino también los míos; esos que me guardan rencor por la muerte de Leonardo, que al enterarse que me cambié de bando, ahí vendrán a buscarme. Me siento más seguro estando en el negocio, que apartándome de el. Ya viste lo que pasó por tratar de empezar una nueva vida, es algo de lo que jamás voy a escapar, Daisy. Tomé malas decisiones cuando niño y me condené para siempre. Yo no puedo obligarte a que estés conmigo, aunque me muera por hacerlo. Con lo que ocurrió con la niña me di cuenta de muchas cosas, en especial de que cerca de mí lo más probable esté en peligro, pero sé que si estamos juntos tu y yo, tendremos formas de pelear contra quién sea por nuestros hijos. Daisy, estando lejos estarán en más peligro que ahora. Sabes que todo esto pasó, porque no estaba con nosotros, pero sé que si llegaba a estar con nosotros, íbamos a cortarle la cabeza a quien se atreviera a querer tocarla. Yo sé que te prometí que iba a retirarme de esto y estás consciente de que lo intenté, pero por eso casi acaban con nosotros. Necesito que confíes en mí y me des una oportunidad de demostrarte que esta vez las cosas serán diferentes. No te prometo que no habrán tragedias, problemas, emboscadas, porque eso es algo que no puedo controlar yo, pero mientras estemos juntos, sé que podremos con todo eso. Dame una oportunidad, ¿Si? — bajó la cabeza, y acaricié su mejilla—. Ya sé que he prometido muchas cosas que no he podido cumplir, pero te aseguro que mientras respire, voy a protegerlos a los tres y a todos los que vengan, pero para eso necesito que te mantengas a mi lado, cosita.

—Confío en ti, cielo.

—¡Maldita sea!

—¿Qué sucede?

—Me entraron otra vez ganas. Ven aquí, cosita—la besé, y mordí suavemente su labio.

—Tienes que calmarte, John. No se supone que te hayas quedado tanto tiempo, lo más probable tengas problemas.

—¿Qué no está rico encontrarnos así? Le da ese toquecito perverso y de adrenalina a nuestra relación.

—Lo sé, pero aún así, no quiero que tengas problemas.

—Me da lo mismo. Necesitaba complacer y llenar a mi mujer, no creas que es fácil estar tanto tiempo sin ti. Te he extrañado mucho, ¿Sabías? Estoy tan acostumbrado a tenerte cerca y a verte todo el tiempo, que estar así me irrita. Ahora mismo quisiera que te quedaras conmigo y podamos hacerlo toda la noche como solíamos hacer, o me conformaba con tenerte así pegadita a mi, pero ya ves que hasta eso nos arrebataron esos hijos de puta. Te aseguro que les haré pagar por eso, en especial a Allan.

—¿Quién es Allan?

—El hijo de Kleaven, y el único hijo que me falta por eliminar. Esa familia es grande, aún no he visto a su esposa, pero mañana me la va a presentar. No puedo esperar para quemarla viva.

—No digas esas cosas.

—Es que eso haré. Hablando de incendiar, de fuego y toda la cosa, averigüe que los Roberts no fueron quienes pusieron la bomba en nuestro auto.

—¿Y quiénes fueron?

—Aún no lo sé, pero ellos no tuvieron nada que ver. Tengo una ligera sospecha de Kwan, él lo negó, pero es obvio que no lo va aceptar tan fácilmente.

—¿Ellos están contigo?

—Sí, también están trabajando para los Roberts. Planeaban matarlos, pero logré convencerlos de que no lo hicieran. Los tienen en la mira, en especial a la mujercita.

—¿Por qué?

—Trataron de violarla, pero Kwan la defendió y ya sabes cómo son muchos hombres; cuando se les mete algo en la cabeza, no hay quien se lo quite. Por suerte, ella se está quedando con Kwan. Esa mujer es fuerte, fíjate que no sabía que era peligrosa también y que estaba en negocios muy sucios. Físicamente no parece que rompiera un plato, pero es una joya.

—Hablas como si te interesara.

—¿Acaso estás celosa?

—No— desvió la mirada, y reí.

—Ya que mi esposa está celosa y molesta, es el momento oportuno de brincarle encima y llegar al fondo, a dónde estén esos celos y hacer que los impulses de esa manera tan fascinante que siempre lo haces.

—Estás buscando excusas para seguir.

—Sí, voy a continuar hasta que se me dé la gana. Tengo ganas de ti y ya no me aguanto más. Debo asegurarme de que me recuerdes mientras no estoy, ¿Y qué mejor manera que está? — sonreí.