Daisy
Subimos a la habitación, y John rio.
—Ese color de pelo te queda muy bien, pero me gusta más verte con el tuyo suelto; con esa peluca no podré halarlo adecuadamente, y no quiero quedarme con eso en la mano en pleno acto— reí ante su comentario y me la quité, dejando caer mi pelo, y él sonrió—. Mucho mejor.
—Me hiciste mucha falta— lo abracé fuertemente, y él correspondió mi abrazo.
—Perdóname por haberte dejado sola. Otra vez les volví a fallar, aún después de haberles prometido que no las dejaría.
—No fue tu culpa, fue la mía. Soy yo quien debe disculparse, no tu. Si no te hubiera prácticamente obligado a soportar a Kwan, quizá no hubiera pasado esto. Quería creer que era una buena persona, y que quizá luego de lo que pasó, no iba a volver a hacernos daño, pero me equivoqué. Por otro lado, me advertiste muchas veces del peligro y no te hacía caso por necia e imprudente. No hay un solo día en el que no me culpe por toda esta situación. Sé que yo tuve la culpa y no me había dado cuenta hasta ahora. Si hubiera confiado en todo lo que me decías, las cosas no hubieran salido tan mal.
—Cosita, esto iba a pasar tarde o temprano. No es el momento de buscar quién tiene la culpa o no, ya eso no va a cambiar lo que sucedió, solo podemos continuar como hasta ahora, y seguir luchando por salir de este problema. Siéntate en la cama. Hablaremos primero, porque después no vas a tener un chance ni de tomar un respiro.
—No has cambiado en ese aspecto ni un poco.
—¿Y cómo podría hacerlo? — ambos nos sentamos en la cama.
—¿Por qué seguiste de largo?
—Ni modo que te brincara encima en ese momento, aunque ganas no me faltaban. Estaba acompañado de dos empleados y obviamente hacerlo, iba a traer problemas. No me sentí bien haciendo eso, por esa misma razón tuve que regresar. Sabía que estarías ahí, por eso quise ir personalmente a encargarme del asunto. Vi la oportunidad de poder verte, así fuera de lejos. He estado pendiente de las cosas que haces.
—¿Cómo?
—Hace tres meses, logré ponerme en contacto con una persona, un viejo empleado y le pedí que investigara por mi. Luego de un tiempo, logró dar con la casa de seguridad de Akira, aunque se mantuvo lejos por la protección que había en ese lugar. Mi objetivo era encontrarlo, fuera como fuera y no solo por orden de los Roberts, sino porque tú estabas con ellos. Es algo que obviamente desconocen, por eso no les avisé sobre esa casa, porque las estaría poniendo en riesgo. Debía asegurarme de que tú y la niña estuvieran bien. Tenía temor de que aún no la hubieran encontrado— bajó la cabeza—, más bien tenía mucho miedo de que le hubiera sucedido algo. Estaba a punto de volverme loco, estaba a mi límite y tenía tantas ganas de salir corriendo de ahí solo por encontrarlas, pero sabía que si lo hacía, solo las pondría otra vez en riesgo y no quería eso. Él estuvo en constante comunicación conmigo durante ese tiempo— sacó un teléfono y me mostró unas fotos, donde aparecía en el jardín de la casa de Akira y otras asomada en la ventana—. No salías con frecuencia y no podía verlas muy a menudo como quería, pero me conformaba con saber que estaban bien. De hecho, en ninguna foto sale el rostro de la niña, pero se ve mucho más grande y eso me reconforta. Saber que está bien, me tranquiliza más de lo que crees.
—Quisiera que vieras a la niña, John.
—Yo también muero de ganas por verla, no sabes cuanto, pero ahora no es el momento. ¿Te has estado cuidando, cielo? ¿Has estado tomando las medicinas que corresponden, alimentándote bien y todo eso?
—Akira se ha encargado de todo, el médico es quien va a la casa. No había salido de allí, hasta hoy. Akira quería evitar cualquier peligro.
—Y fue lo mejor. Cuando me di cuenta de tu embarazo, no sabes lo feliz que me puse, pero me frustra no haberte podido acompañar en este momento que tanto me necesitan. Sé que es por las circunstancias de ahora, pero daría todo por escapar de esto y llevarte a ti y a la niña conmigo lejos, pero sé que si hago eso, los problemas seguirán y quiero arrancarlos de raíz. Perdóname por no estar con ustedes, sé que han debido sufrir mucho a causa de esto y hubiera querido evitar que eso sucediera, pero no es mucho lo que puedo hacer. Estoy a poco pasos para acabar con todo.
—No tienes la culpa de esto. No tengo que perdonarte nada. Sé muy bien que todo lo haces por nosotras, y no puedo juzgarte o molestarme por eso.
—He tenido que fingir estar a gusto y hacer todo lo que dicen sin protesta; muchas veces es desesperante. He podido conocerlos y ver lo peligrosos que son, no por las conexiones, el dinero y el poder que tienen, más bien por lo víboras que son. Entre ellos mismos se traicionan, se matan, se odian, eso es lo que los llevará a su destrucción. Un padre que no le importa que le maten a un hijo, solo lo descarta como algún tipo de pieza innecesaria; o como un hijo busca la forma de acabar con su padre, solo por la ambición. La hipocresía es tanta, que muchas veces es irritante estar entre esas dos aguas. Ambos me piden que les ayude a acabar con el otro, pero al final, a ellos no les queda mucho tiempo. El día que decida cortar esos hilos con los cuales me manipulan, ahí es donde seré yo quien ponga fin a la obra; y todos esos que nos han hecho tanto daño, serán finalmente destruidos— sonrió de una manera tan malévola, que no sé porque sentí algo de miedo.
Un escalofrío recorrió por todo mi cuerpo. Es como si el John que tuviera en frente, no fuera el mismo de antes; a pesar de tratarme igual de dulce.