Akira
Cinco meses y medio después:
—No hemos encontrado ningún rastro de ellos, señor. ¿Qué haremos? — preguntó Alfred.
—Las malas noticias son las que primero llegan.
—Sí, pero están desaparecidos desde hace mucho tiempo.
—Solo hay dos opciones; los tienen secuestrados todavía y están trabajando para ellos, o los mataron y eliminaron la evidencia.
—¡Eso no puede ser!— gritó Daisy.
¿Qué hacía escuchando nuestra conversación?
—¿Qué haces aquí?
—Eso no pudo haber pasado.
—Solo son suposiciones, aún no sabemos nada, es como si se los hubiera tragado la tierra— me acerqué, y ella se quedó quieta—. Que recuerdos bonitos me trae ver esto— acaricié su barriga, y retrocedió.
—No me toque.
—No lo digo por ti, despreocúpate. Te ves distinta, creo que es el embarazo lo que te tiene tan cambiada.
—Por favor, encuentren a mi esposo.
—Hemos hecho todo lo que está en nuestras manos, lo complicado del asunto es que no tenemos a Kwan. Si no se lo hubieran llevado, nos serviría de mucho en este momento para encontrarlo. Por lo pronto, ¿Qué tal si salimos hoy? Han estado muy encerradas y esa niña necesita salir, coger sol, aire fresco, ver gente, no estar aquí, y tú también necesitas despejar tu mente. Estás muy afectada y te comprendo, pero estas embarazada y debes cuidarte. Llorando todo el día y encerrada, no les hace nada bien. Si está vivo lo encontraremos, no lo dudes. Deberíamos ir a comprar las cosas necesarias, estás a ley de poco tiempo para dar a luz y no sería bueno dejar las cosas para el final. Ve al cuarto y arréglate— seguí caminando con Alfred, y Lin.
Necesito averiguar dónde están y qué están tramando. Es tan extraño que no los hayan podido localizar.
Daisy
Me he sentido tan sola. No hay un solo día en el que no pare de pensar en John. Incluso Mia ha estado diciendo papá más claramente. Esa palabra se ha vuelto como un puñal en el pecho. Todo lo que imaginé pasar con John y nuestra hija, esas esperanzas de que aparezca y poder disculparme, se han ido desvaneciendo. La culpa me ha hecho sentir más miserable. Nuestra hija lo ha estado extrañando, tanto como yo y, no he podido hacer nada para traerlo de vuelta. Debe estar pasando por mucho y todo solo. Es la primera vez que estoy mucho tiempo sin verlo o estar con él, y me ha hecho tanta falta. La habitación, la cama, todo se siente tan distante y solitario. Pensé que algún día podríamos tener la felicidad completa, pero incluso eso, esa gente nos arrebató. Si algo malo le pasó por mi culpa, no podría vivir en paz.
Mia está mucho más grande y, cada día que pasa, se parece mucho más a John. El tiempo que pensé que pasaríamos en familia, viendo crecer a nuestra hija y que viera nacer a nuestro bebé, solo ha estado lleno de soledad, de inquietud, de miedo, de desesperación y de culpa. Trato de calmarme, porque sé que esto no le hace bien al bebé, pero me lastima tanto, que no puedo evitarlo. Solo pensar en él, hace que esa presión en el pecho se intensifique y ese nudo en mi garganta se agudice.
John, donde quiera que estés, por favor, regresa. La vida no es la misma si no estás con nosotras.
Kwan
—Han pasado varios meses y continuamos siendo marionetas de estos hijos de puta. ¿Cuándo será que vamos a poder salir de aquí, Alexa?
—No lo sé, pero será mejor que continuemos con lo acordado; al menos mientras encontramos una salida. Cada día que pasa estamos más cerca de escapar, solo hay que esperar con paciencia.
Hemos tenido que permanecer con ellos y ayudarlos en todo lo que se les da la gana. Esto es peor que una cárcel. Todo el lugar está custodiado, y no dejan de vigilar que estemos haciendo bien el trabajo. A John lo vemos muy poco, no nos dejan tener contacto con él. Está completamente cambiado, se hace de cuenta que no nos conoce. Está de perro faldero de Allan y Kleaven, y tiene más privilegios que nosotros dos. La actitud de ese día no ha cambiado. Siempre que lo vemos, pareciera más un robot, una máquina que hace todo lo que esos infelices dicen. Su orgullo está por el suelo, cada vez que quieren que se arrodille, lo hace. Es irritante presenciar eso. Se ha dejado manipular tan fácilmente. Sé que la pérdida de un hijo debe ser muy dolorosa, pero hay que tener orgullo. Ha tenido oportunidad de escapar y no la aprovecha. A él lo dejan salir de aquí y a nosotros nos mantienen en un cuarto, alejados de todo. Cuando lo vemos, es cuando nos hacen entrar al cuarto de comunicación con los demás hombres.
Alexa y yo hemos estado forzados a convivir. A veces está insoportable y sus cambios de ánimo me desesperan, al límite de querer lanzarme por la ventana si pudiera.
Dos horas después:
Kleaven
—Estoy orgulloso de ti, Alma. Fue una buena decisión el haberte dejado con vida. Me has rendido muchos frutos, mucho más que el mismo Allan. Sin duda eres el hijo que siempre había deseado tener. Leonardo crió a un hombre bastante inteligente y fuerte, es un honor contar contigo.
—Gracias, padre— bajó la cabeza—. Le pido permiso para acompañar a sus hombres a ese lugar.
—Claro que irás. No quiero que esos cabrones se vayan a escapar esta vez. Es la única oportunidad que tenemos para atraparlos desprevenidamente.
—Yo me encargaré de él personalmente. Debo asegurarme de matarlo. Quiero que esté orgulloso de mí, padre.
—Ya lo estoy. Eres muy obediente, Alma. Ahora entiendo cómo se sentía Leonardo al tenerte con él— puse mi mano en su hombro—. Cuento contigo para que acabes con ese infeliz— Alma sonrió.
—Lo estará, padre. Permiso— bajó la cabeza antes de irse.
Este hombre definitivamente es lo que estaba buscando. Tan pronto acabe con esos japoneses de mierda, podré deshacerme de Allan también.
Daisy
Estábamos en el centro comercial. Akira y Lin se quedaron en el auto, y Alfred, Mia y yo nos bajamos juntos. Dimos varias vueltas por las tiendas y sentía mucha nostalgia. John y yo solíamos venir a estos lugares. Recordé con la ilusión que compramos cada cosa para la llegada de Mia. Éramos tan felices escogiendo su ropa, sus cositas. Como extraño esos momentos.
—¿Quiere algo de comer, mi señora?
—Sí, Alfred. Escoge lo que sea y sentémonos por allá— le señalé una mesa, y antes de caminar hacia allá, no sé porqué sentí alguna especie de escalofrío y una ligera punzada en el pecho.
—¿Se encuentra bien, mi señora? — preguntó Alfred preocupado.
Miré a todas partes, tuve esa ligera sensación de que alguien me estaba mirando. Fue tan raro que tuve que mirar. A lo lejos vi unos hombres vestidos en gabán, y por sus apariencias se podía notar que no eran personas comunes. Me dio muy mala espina.
—Alfred…
Caminaron en dirección para acá y me pareció conocer a uno de ellos. El que estaba en medio se parecía mucho a John, pero por la distancia no estaba completamente segura. No podía creerlo y tenía que irlo a comprobar.
—Cuida a Mia, por favor. Vengo enseguida— le dije a Alfred, antes de caminar en esa dirección.
Él venía de frente en el mismo pasillo y me paré en el mismo medio, frente a los baños. Se veía distinto, no parecía en nada al John que conocí. Su pelo estaba mucho más largo, y a pesar de estar vestido con un gabán, como normalmente siempre lo estaba, algo en él se veía totalmente distinto. Traía unas prendas que se veía a simple vista que debían ser costosas, e incluso unos aretes en sus orejas. Jamás lo había visto así, creí que estaba soñando despierta y que mi cabeza me jugó una mala broma. No podía creer que realmente fuera él, hasta que lo tuve justo en frente. A pesar de haber estado en el medio de ellos y de haberme mirado de reojo, solo pasó por mi lado como si no me conociera. Me dolió tanto su indiferencia, que quería pensar que era una pesadilla. De todo lo que quería decirle cuando lo viera, no dije nada. No tuve la valentía de detenerlo y enfrentarlo. Me dolió tanto que, una parte de mi se rompió en millones de pedazos.
¿Realmente eras tú, John? ¿Realmente lo eras? Entonces ¿Por qué? ¿Por qué no te detuviste? ¿Acaso no significo nada para ti? ¿Ya me olvidaste o quizá nunca me amaste como creía?
Tenías muchas preguntas, pero ninguna respuesta. Toqué mi pecho, quizá con la ilusión de que dejaría de sentir esa punzada en el, pero no fue así. Rechiné los dientes por la frustración y esas ganas de llorar que me invadieron. Estaba dispuesta a volver con Mia, cuando alguien me agarró el brazo repentinamente y me hizo entrar al baño de chicas. Era John, y no podía creerlo.
—¡Larguénse de aquí!— les gritó a las chicas que estaban dentro del baño, y ellas asustadas salieron.
Me agarró la mano más fuertemente y me metió a uno de los baños, cerrando la puerta.
—John— no hice más que pronunciar su nombre, y entrelazó su mano en mi pelo, antes de besarme.
No podía entender nada de lo que estaba pasando, pero no quise decir nada más, solo disfrutar ese pequeño momento, sin siquiera saber si realmente estaba soñando o no.
Su beso fue algo brusco y era como si su lengua no quisiera dejar de jugar con la mía. No podía respirar por el rato que estuvo haciéndolo así.
Al detenerse, cruzamos miradas. Fue un beso muy húmedo, hizo que incluso mis piernas perdieran la fuerza. Aún con la respiración agitada y a centímetros de sus labios, sonrió.
—Mi cosita.
Fue algo que me devolvió las esperanzas, el alma, la felicidad y la calma; algo que me hizo olvidar por un momento todo lo que había pasado o en el lugar donde estábamos, porque solo podía verlo a él.