—¿Qué hay con esa expresión? ¿No estás feliz de verme?
—Estás diferente.
—¿No te gusta? Todo tiene una explicación, pero no puedo entrar en detalles ahora, linda— me miró la barriga, y cerró los ojos—. Perdóname, las he dejado solas, pero te juro que todo pronto se va acabar— acarició mi barriga, y se quedó pensativo.
—Es un niño, John. Tendremos una parejita— John sonrió, y me miró.
—Te juro que quisiera escapar contigo ahora, pero no puedo. Por favor, espérame un poco. Voy a regresar con ustedes y les daré una mejor vida.
—Estoy feliz de saber que estás bien— acaricié su mejilla—. No sabes cuánta falta me has hecho. Perdóname por no creerte nada de lo que decías, por ser tan necia y tonta— acarició mi mejilla, y secó las lágrimas, que no tardaron en dejarse ver.
—Feliz estoy yo de que estén bien, créeme. Ya supe que estás con Mia, he hecho mis investigaciones y eso es lo que me ha mantenido un poco calmado. Estoy feliz de saber que esa gente no te hizo nada malo, y que gracias a ellos estás aquí ahora conmigo. No sabes cuánto deseaba volver a verte y tenerte así. No tengo mucho tiempo, me están esperando, y si tardo sabrán que algo raro está pasando. Escúchame con atención, Daisy. Hablarás con Akira y Lin, y les dirás que se entregue uno de ellos hoy. Tú te quedarás aquí en el centro comercial, quiero que estés segura. Allá fuera hay unos hombres que vienen por ellos. ¿Puedes hacer eso?
—Sí, pero ¿cómo me comunico con ellos?
—Alfred está contigo, ¿No?
—Sí, está conmigo y la niña.
—Dile a él que vaya y les advierta. Le dirás que yo no dejaré que los maten, que estoy trabajando para los Roberts, y que haré que puedan vengarse como quieren, pero para eso necesito de su cooperación.
—Está bien, les diré.
—Otra cosa; muero por ver a Mia, pero ahora no puedo, no quiero arriesgarla a que le pase algo, pero quiero que nos encontremos tú y yo afuera.
—¿A qué te refieres?
—A que nos encontremos en otro lugar, quizás un Hotel, para no llamar mucho la atención.
—¿Un Hotel? ¿No se te ocurrió algo mejor, pervertido?
—No, es el lugar perfecto. No llamaremos la atención, podremos hablar tranquilamente, y podemos darle uso a la habitación.
—¿Cómo harás para poder llegar ahí?
—Digamos que tengo mis privilegios, y gracias a eso, puedo salir a disfrutar y celebrar.
—¿Te has acostado con otras?
—Es que en serio debería golpearte, eres una tonta. ¿Qué pasa por tu cabeza, mocosa? Es cierto que no eres la única mujer en mi vida, porque tengo también a Mia, pero en el otro aspecto— llevó mi mano a su pantalón, y esbozo una sonrisa—, tú sólo eres la única que me pone así, incluso en una situación tan peligrosa como está. Este paquete es solo tuyo. Para encontrarnos tendrás que seguir mis indicaciones; en especial, cambiar tu apariencia. De la reserva me encargo yo. Nos encontraremos hoy, pero a eso de las 12, en el Global luxury. No puedes llevar a la niña como quisiera, pero vamos a poder hablar de los planes que tengo en mente, entre otras cositas.
—Eres un pervertido.
—¿Acaso no extrañas hacerlo conmigo? No sabes lo caliente que me pone verte en este momento. Es difícil controlarme, y más teniéndote cerca luego de tanto tiempo. No soy de hierro, ¿Sabías? Además de que estás más hermosa que nunca.
—Te ves tan distinto, John.
—¿No te gusta mi nueva apariencia?
—Te ves muy atractivo, pero…
—¿Realmente hay un pero?
—Pero muero por saber qué es lo que tienes en el cuello, ¿Es un tatuaje?
—Sí, mas bien una fastidiosa marca. Un poco más y me ponen uno en tus nalguitas preferidas— rio, y no puede evitar reír—. Me hice otros más, pero deberás descubrirlos esta noche por tu cuenta— sonrió—. Me tengo que ir. He tardado demasiado. Protégete y haz lo que te dije, bonita. Quédate con la niña dentro del centro comercial y cuando pase todo afuera, te vas derecho a donde te estás quedando con Alfred. Sé que él las va a cuidar con su vida. ¿Todo claro hasta ahora?
—Sí, cielo. Por favor, protégete.
—Ustedes también. Te veré esta noche— me dio un último beso, y sonrió—. Te amo, cosita.
—Te amo, John— sonrió antes de salir el baño.
Mi corazón estaba acelerado. Acaricié mis labios y salí del baño a buscar a Alfred.
—¿Dónde estaba, mi señora? Estaba preocupado. Estuve a punto de ir a buscarla.
—Escúchame bien, Alfred— le dije todo lo que me dijo John, y estuvo de acuerdo.
—Lo haré enseguida. Quédese aquí y tenga mucho cuidado— Alfred se fue, y me quedé con Mia.
Akira
—¿Dónde está Daisy y la bebé?— le pregunté a Alfred.
—Escuchéme, señor. Tengo noticias de mi jefe y les mandó un mensaje muy claro— nos dijo el plan que tenía, y me estuvo muy bueno.
—Muy bien, yo me entregaré.
—No, Akira, lo haré yo. Sé que no dejarás que me pase nada, en cambio yo, no estoy seguro de querer sacarte de ahí— comentó Lin.
—No te queda de otra, idiota. Espero no te dejes matar.
—Si dejas que me pase algo, mamá no estará muy contenta que digamos, y mi hija y Kaori tampoco.
—Deja de amenazarme con esa necia. Vete de aquí, Alfred, y quédate con Daisy. Más tarde regresaré por ustedes, luego de que se hayan llevado a este idiota. No se vayan de aquí.
—Sí, señor.