Chereads / Alma Negra / Chapter 68 - 68

Chapter 68 - 68

Lo apretó con su pequeña mano y mi cuerpo extrañamente se estremeció.

—Espera un segundo, mocosa— le pedí al sentir esa sensación extraña, ella se vió asustada.

—¿Te lastimé?

—¿Crees que una mano tan pequeña podría lastimarme? ¿Qué tipo de virgen eres, mujer?

—Pues si no te gusta, lo dejaré de hacer.

—Ni se te ocurra.

—Pues no me llames virgen, estúpido.

—¿Y no es eso lo que eres?

—Quítate de encima de mi, no haré nada contigo— frunció el ceño y giró la cabeza.

—Ya deja las tonterías.

—Discúlpate entonces.

—¿Disculparme? — arqueé una ceja.

—Sí, o de lo contrario no haré nada.

—¿Así qué te crees que yo voy a disculparme por una pendejada como esa?

—No, no lo harás. Eres muy orgulloso y un idiota, es por eso que te dejaré con las ganas.

—Discúlpame, no lo volveré a decir.

—Eso fue muy rápido, deja que mi cerebro procese esto.

—No es gracioso, mocosa.

—¿No lo es? Más gracioso es que parezcas un perrito cuando te acarician la cabeza.

—Agárralo otra vez.

—No seas así de directo, es incomodo.

—¿No te gusta sentirlo en tu mano?

—Cállate, John.

—Acabas de avergonzarte. Ya tengo tu debilidad, mocosa.

—Déjame en paz.

—Cuando termine te dejaré en paz. Motívame, no sé, tócate o tócame. Tú eliges el que más te guste.

—¿Yo tocarme? ¿Estás loco?

—¿Qué hay de raro en eso?

—¡Eres un pervertido!

—No te he hecho nada de lo que quisiera, así que no sabes cuán pervertido puedo llegar a ser— desvió la mirada y sonreí.

Hasta que al fin se calla y no protesta. Lo frotó por encima del boxer y esa sensación era increíble, nunca había sentido algo igual. Se sentía totalmente diferente, a cuando soy yo quien me toco, nunca le había permitido a una chica tocarme. Lo saqué del boxer y ella lo agarró firmemente en su mano. Su mano era tan suave y pequeña, que me calentó más. Estaba tratando de evitar quejarme, pero era imposible. Metí mi mano por debajo de su bata y arranqué una parte de su ropa interior.

—¿Por qué haces eso, John?

—Puedo comprarte millones más, pero este estorba ahora.

—No estás pensando hacerlo ahora, ¿Verdad?

—Hablas demasiado.

—Tengo una pierna jodida, ¿y tú estás pensando en esto?

—No lo meteré en tu pierna, además esta me parece que está esperando— metí mi dedo entre medio de sus labios y no tardó en humedecerse—.  Que mujer tan entretenida, luego dices que no quieres— metí mi dedo dentro de ella y apretó mi brazo, mordiendo su labio superior y cerró los ojos—. Eso fue muy sexy, cosita —al ver que mi dedo entraba con facilidad, coloqué uno más.

—John— gimió fuerte.

—Baja la voz, mocosa — besé su cuello y lo mordí, mientras continuaba penetrándola con mis dos dedos.

Su cuerpo estaba temblando y sus gemidos eran constantes. Si continúa gimiendo así, no sé si pueda aguantarme; además Alfred puede escucharla. Llevé mi otra mano a sus senos y los froté por encima de su ropa. Ver esa expresión tan sensual en su rostro, me era imposible no mirarla. Hace unos lindas expresiones cuando está excitada. Saqué mis dedos y acerqué mi pene a su vagina.

—Espera, John. ¿Qué crees que haces? — preguntó preocupada.

—Baja la voz, te dije.

—No hagas una tontería.

—¿Esta tontería no se siente bien? — lo froté en su vagina y el sonido que emitió por su humedad al frotar mi pene ahí, fue realmente excitante.

Esta mujer está a punto de hacerme perder el control. Lo presioné un poco en su vagina y ella se tensó.

—Cálmate, cosita, no lo haré.

—Que digas eso me preocupa más, siempre has sido un mentiroso.

—¿Por qué tienes tanto miedo? Ya lo has tenido dentro de ti.

—No es lo mismo. No tienes condón puesto, John.

Me masturbé mientras lo frotaba en su vagina, se sentía demasiado bien. Su cuerpo se estaba relajando poco a poco, podía percibirlo al frotar mi cabeza en su entrada. Estás ganas me estaban consumiendo por dentro, y eso es un peligro. Se sentía muy caliente su cuerpo, en especial esa área que tanto frotaba. Alcé su pierna sana y me acomodé bien para poder estar más cerca de ella. Lo continúe frotando y masturbando lo más rápido que podía, mientras que ella mordía sus labios. Solo con verla estaba sintiendo ese hormigueo en la punta de mi cabeza. Su humedad la pude percibir claramente, sus gemidos se volvieron más constantes y al ver cómo mordió su labio evitando quejarse más fuerte, acabó con mi autocontrol. Estaba a punto de correrme y la penetré de una estocada, antes que pudiera soltar un gemido de sorpresa, la besé robando cualquier palabra o queja que pudiera dar. No era el momento de quejarse, era el momento de responder por su provocación; en especial por haberme hecho perder el autocontrol con el que había luchado desde el principio. La sensación de haber entrado en ella de golpe, más lo ajustado y húmedo que estaba, acabó conmigo. No pude evitar explotar dentro de ella. Definitivamente se sentía mucho más rico sin condón. Me sentía arrepentido, pero por no haberlo hecho antes. Mis reglas se había ido a la mierda, y todo por su culpa.

—¿¡Qué fue lo que hiciste, John!? — gimió entre fatiga—. ¿Dónde están tus reglas, infeliz?

—Tú me haces romperlas fácilmente, no te quejes; además esto se puede solucionar, no pasará a mayores. Me deberás una próxima vez, pero cuando te recuperes. No te lastimé la pierna, ¿Verdad?

—No, pero eres un salvaje. Sabía que no debía confiar en ti.

—¿Cómo se siente tener todo eso dentro de ti? — pregunté curioso, y me miró visiblemente avergonzada.

—No hagas ese tipo de preguntas en este momento.

—Muero de curiosidad.

—Muérete de curiosidad entonces, idiota.

—Bueno, al menos déjame ver cómo se ve—me salí de ella y bajé a mirar, ella quiso juntar sus piernas y la sujeté antes que pudiera hacerlo—. Ya deja la vergüenza, esto es casi como una experimento de ciencia, al menos para mí— la miré y se tapó la cara avergonzada—. Déjame ver cómo se ve.

—Mientras estés ahí mirándome, no haré nada.

—Supongo que debo meter mis dedos entonces — la miré esperando ver la reacción que tendría, y sacó sus manos de la cara.

—No te atrevas, depravado.

—Házlo para mí entonces.

Quería ver cómo se vería. Jamás he terminado dentro de una mujer sin condón, y quería apreciar esa obra de arte. Al ver cómo se derramó todo encima de la cama, me quedé observando, pareciera que estuviera llorando. Sin duda era muy excitante, hasta sentía ganas de continuar. Algún día deberé hacerlo otra vez, no debo preocuparme por esto, mañana todo se solucionará.

—Esto es muy erótico. Otro día lo haremos, pero desde el comienzo.

—No volveré hacer esto.

—Ya veremos, tengo tiempo demás para convencerte.

—Voy a limpiarme. Buenas noches, John.

—¿Por qué buenas noches?

—¿No vas a irte como siempre haces? — me miró de reojo, y frunció el ceño.

Se levantó lentamente de la cama y se metió al baño, saqué la ropa de cama y puse otra. Cuando salió del baño, me acosté en la cama.

—¿Qué haces aquí todavía? — preguntó, caminando hacia la cama.

—Ya cállate y acuéstate, no vaya a ser que amanezcas muerta por exceso de leche antes de dormir.

—Puedes irte a la mierda, John.

—No creo que quieras eso. Ven — le di unas palmadas a la cama, invitándola a entrar.

Ella entró y se acostó boca arriba, le toqué la frente y aún estaba ardiendo en fiebre. Con lo que hicimos ahora, supongo que es normal que su temperatura esté así.

—¿Te sientes mal todavía?

—No— maldita niña orgullosa, y luego habla de mi. La despeiné y me quedé frotando su cabeza.

—¿Qué estás haciendo? — preguntó sorprendida.

—Ya cállate y duérmete, no me hagas arrepentirme de haberme quedado aquí contigo— seguí haciéndolo y se quedó en silencio. No sé qué mierda estaba haciendo, ni que ella fuera un perrito que necesita que le froten la cabeza; digamos que era algún tipo de pago por haber tocado la mía.