Me asomé por una de las ventanas y eran varios los que habían afuera, no tardarán en entrar. Hay que saber cuándo retirarse, no puedo ser presa fácil. Algo me dice que pudo haber sido Keny, y juro que si fue así, lo haré trizas. Me escondí detrás de la pared de la puerta de entrada, tenía poca munición al lado de ellos, pero si la utilizo como corresponde, podría llevarme unos cuantos. Lo mejor será quedarme en un lugar, donde no esperen encontrarme y tomarlos por sorpresa. Me quedé esperando a que entraran, si entran por otro lado, estaré acabado porque podrían rodearme.
Daisy
Entramos a una especie de sótano y Alfred abrió una puerta, el lugar se veía un poco oscuro y caluroso. Caminamos por unos segundos y me detuve, no puedo dejar a John solo.
—No podemos simplemente irnos y dejarlo, Alfred.
—Comprenda, Señorita. Solo empeoraría las cosas, y el jefe me mataría si algo le pasa.
—Podemos salir de esta si luchamos juntos, pero no podemos abandonarlo.
—No sabe en el peligro que nos estaríamos enfrentando, no haga las cosas más difíciles y vámonos.
—¡No me iré!— iba a dar la vuelta para regresar, pero vi un hombre detrás de Alfred, no me dio tiempo avisarle, le dieron un golpe en la cabeza con un arma y él cayó al suelo.
—¡Alfred! —estaba algo oscuro, que era muy poco lo que se podía ver. Retrocedí y él me apuntó con el arma.
John
Escuché la puerta y me quedé pegado a la pared, sin emitir ningún ruido. Entraron dos al frente y ambos tenían rifles. Solamente entraron ellos, los demás al parecer se quedaron afuera. Ambos caminaron apuntado al pasillo, y me acerqué sigilosamente al hombre que estaba detrás, puse mi brazo alrededor de su cuello, y antes de que el otro se volteara, le disparé en la cabeza. Al otro le torcí el cuello y le quité el arma, no hice más que agarrarla, y escuché un pequeño ruido en la puerta de entrada, no me dio tiempo a reaccionar rápidamente. Al escuchar el disparo, sentí un ardor en mi hombro, hace mucho tiempo no sentía ese ardor. Disparé hacia la puerta y retrocedí para correr hacia el pasillo. ¿Cómo es que me dejo pegar un tiro? Presioné la herida y mi mano no tardó en cubrirse de sangre, no parecía profundo, pero estaba perdiendo bastante sangre, así no voy a durar nada. Escuché sus suaves pasos cuando entraron a la casa. Tenía que hacer algo para parar el sangrado. Miré a todas partes, y al alcancé a ver un paño de la cocina, no tuve de otra que hacerme un torniquete para detenerlo por ahora. Traté de aguantar mi quejido al presionarlo tan fuerte. No puedo hacer más ruido o voy a revelar mi posición. Me quedé en la cocina y me escondí por detrás de la mesa, cuando alcancé a ver por debajo a dos hombres entrar a la cocina, y esperé a que estuvieran más cerca para levantarme y dispararles. Otros tres hombres llegaron, y no tuve de otra que salir de ahí. Escuché los disparos por mi culo y tuve que correr lo más que pude, así no podré seguir. Voy a tener que largarme, o van a matarme y no puedo dejar a la mocosa sola. Me pregunto si ya habrán salido al otro lado.
Daisy
—Baja esa arma, no hay que irnos a este extremo, podemos arreglar las cosas de otra manera.
—¿Eres la hermana de Alma?
—No, solo soy una pobre mujer.
—¿Pobre mujer? ¿Y qué estás haciendo por estos lares, muñeca?— piensa en una respuesta rápida, Daisy.
—Vine a pasar la noche con Alma, pero no pude hacerlo, me perdí buscando el baño.
—¿Estás jugando conmigo? — arqueó una ceja.
—No, le aseguro que no, yo solo quiero encontrar el baño.
—Tengo órdenes de acabar con quién se cruce en mi camino— me apuntó a la cabeza.
—Esto es injusto. ¿Hacen a todos los hombres tan cobardes o qué?
—¿Qué dijiste?
—Al menos si vas a matarme, dame la oportunidad de defenderme. No sería divertido que me mates así nada más.
—Tienes que tener huevos para retarme de esa forma, chiquita. Lo siento, pero no tengo tiempo que perder contigo — cargó el arma.
—Ya verás, idiota— estaba intentando sacar el cuchillo de mi bolsillo, pero no salía.
—¿Y ahora qué estás haciendo?
—Espérame un segundo.
—¿Tú me estás pidiendo un segundo? ¿Qué tipo de payasa eres?
—Voy en serio contigo, cobarde. Conozco mis derechos y no voy a dejar que me mates sin siquiera darme una oportunidad de partirte la madre.
—Las mujeres son bien problemáticas.
—Y te metiste con la peor de todas—logré sacar el cuchilla y lo señalé con el.
—Eres muy entretenida. Quisiera saber qué harás ahora con un simple cuchillo.
—En realidad lo único que sé hacer es correr—esbozó una sonrisa—. No te rías, no es algo que me haga sentir orgullo alguno.
—Juguemos entonces — bajó el arma y sacó un cuchillo de su pantalón. Yo no quiero ser picada en pedacitos.
—Sabes, creo que prefiero que saques el arma. Un hombre se ve más atractivo con ella— reí nerviosa.
—Hablas demasiado—se acercó y retrocedí. Creo que he cometido un error otra vez. Estaba temblando y traté de retroceder lo más que pude. Tiró un inesperado corte horizontal hacia mí cara y no pude retroceder a tiempo, tapé mi rostro al sentir el ardor de la cortada.
—¡Eres un imbécil! — le grité molesta. Tiré un navajaso hacia él y lo esquivó, quise evitar su siguiente ataque, pero no pude. Torció mi brazo hacia la espalda y me hizo soltar el cuchillo.
—¿Así planeabas defenderte? — me empujó bruscamente contra el suelo y sacó el arma—. Ya me cansé de perder el tiempo contigo — me apuntó a la cabeza.
Busqué alcanzar el cuchillo del suelo y se lo tiré, en ese preciso momento, se escuchó un disparo y cerré mis ojos pensando lo peor, pero al no sentir nada y escuchar el ruido del hombre al caer al suelo, abrí mis ojos. Vi a John y suspiré aliviada. El hombre aún estaba vivo y John se le acercó.
—¿Quién te mandó? — le preguntó. El hombre escupió en el suelo y miró a John sin decir una sola palabra—. En realidad me importa una mierda ahora mismo quien haya sido, lo más que me molesta es que me echaron a perder un polvo para esta mierda y no saben el mal humor que me traigo—John le apuntó en la cabeza y le disparó. ¿¡Realmente eso es lo que le molesta de todo esto!?—. ¿Estás bien?— preguntó extendiendo su mano para ayudarme a levantar—. Te daño el rostro ese hijo de puta— reí por lo tonto que sonó, y por preocuparse por eso, no es normal que lo haga.
—¿Ahora somos más parecidos, John? — sonreí, y él se quedó serio.
—¡Necia! — me di cuenta de su herida y me acerqué.
—Eso se ve muy mal. ¿Te sientes bien?
—Es solo sangre, no es grave. ¿Tú estás bien? ¿No tienes más heridas?
—Estoy bien.
—Hay que salir de aquí. Deben estar por encontrarnos. Si este tipo estaba aquí, eso significa que la persona definitivamente es Keny. Las únicas personas que sabíamos de este lugar era Keny y Alfred.
—¡Alfred! — miré en dirección a Alfred y me acerqué.
—¿Está muerto?
—No, debemos ayudarlo.
—No tenemos tiempo, Daisy. Vámonos.
—No podemos dejarlo ahí.
—¡No seas imprudente, Daisy! Si esa gente logra encontrarnos aquí, nos harán polvo. Tenemos que avanzar.
—¡No lo pienso dejar, así como no pensaba abandonarte a ti!
—¡Tch!— John levantó el cuerpo de Alfred y lo ayudé a cargarlo, para poder darnos prisa.
John me pasó el arma de Alfred por el camino y continuamos caminando lo más rápido que podíamos.
—Hay un auto a 5 minutos caminando, según salgamos al otro lado. Tenemos que llegar ahí para irnos a la mierda.
—Está bien, John.
Luego varios minutos caminando rápido, no hicimos más que salir de ese túnel, y cuatro hombres nos apuntaron.
—¿A dónde con tanta prisa?— los cuatro esbozaron una sonrisa y John suspiró molesto.