John
—No tenemos tiempo para explorar los alrededores de esa dirección que me enviaron. Un error de ustedes puede costarle la vida a mi hermana, por lo tanto haremos lo que normalmente hacemos cuando nos toca improvisar, y es dejarnos llevar por el tiempo. Voy a entregarme a la buena, no voy a llevar mi arma; ustedes serán mis armas. Estoy confiando en ustedes, no me decepcionen. Tengo mi forma de mantenerme vivo, pero no sé si pueda salvarla a ella. Yo buscaré la forma de retrasarlos y llamar su atención a mi forma. Si escuchan que se arma antes de tiempo la balacera, olviden el tiempo que acordamos y entren. Van arrasar con todo a su paso, excepto con mi hermana. Esas sus órdenes, acabar con todo lo que haya en ese lugar.
—Cuente con eso, Señor.
Keny no ha estado en todo el día por aquí, me pregunto si habrá tenido algo que ver con lo que está pasando. Lo averiguaré luego, ahora debo concentrarme en sacar de ahí a esa mocosa inútil. Me he estado sintiendo muy inquieto. Espero aguante la bocota y no salga con sus arranques, o quién sabe lo que le pase.
Daisy
Un hombre se fue a mi espalda y me jaló el pelo, el otro me empujó hacia atrás, haciéndome caer completamente acostada en el suelo. Le tiré patadas, aún con mis piernas amarradas, estaba luchando para poder alejarlo de mi. El que estaba detrás de mí, puso su mano en mi cuello ejerciendo fuerza, mientras que el otro se subió sobre mí; el que se había subido encima, le quitó la mano al otro de mi cuello y comencé a toser. Sentí sus manos en mis senos y traté de moverme, como si eso fuera a evitar que siguiera tocándome. Era sumamente asqueroso, era un hombre que debía tener aproximadamente unos 50 años, quién sabe si más. Por más que gritaba no se detenía, seguía tocando mi cuerpo como si nada. Arrancó parte de mi camisa y quedó parte de mi sostén visible. Supliqué aún con lágrimas en mis ojos, mi voz estaba ronca de tanto gritar, aún así nadie me hizo caso. Acercó su lengua a mi cuello, y fue cuando escuché la voz de un hombre. Alguien más había llegado, pero no era John. El hombre era alto, delgado, estaba vestido en gabán, unos guantes negros y tenía un casco de motociclista negro también, que cubría completamente su rostro. Ellos se detuvieron y se levantaron; afortunadamente no hicieron nada más. No podía dejar de llorar, estaba aterrada.
—Joven Kwan — los dos hombres que trataron de hacerme daño, bajaron la cabeza ante él.
—Creí haberles dicho que no tocaran a la hermana de Alma negra, pero por lo que veo, no pudieron seguir mis simples órdenes.
—Déjenos explicarle, joven. ¡Ella nos estaba provocando!—me señaló.
—¿No me digas? — Kwan caminó hacia ellos y bajaron nuevamente la cabeza—. A mí no me parece que una chica que está atada de brazos y piernas, sea capaz de provocar a nadie— miró hacia mí dirección—. Mira cómo han asustado a la pequeña panterita. Acompañen a Enra.
—Pero Joven...
—¿No van a seguir mis órdenes?
—Lo sentimos mucho.
—Yo también siento mucho haberles dejado un trabajo tan difícil para ustedes, ahora largo de aquí.
—Sí, joven—ellos dos caminaron al frente, y el tal Enra se fue detrás de ellos.
Kwan se acercó a mí y se agachó.
—Lo siento, panterita, no pensé que se portarian así de mal con mi invitada.
—¿Quién eres, y qué quieres de mí? — no podía ver atráves del casco su rostro, pero su voz era muy varonil.
—Contigo nada, pero con tu hermano sí. No te preocupes, debe estar por llegar. Mira nada más cómo te dejaron— me ayudó a sentar y me arregló la camisa, en ese momento que lo hacía, se escucharon dos detonaciones y más aumentaron mis temblores—. Ya se solucionó el problema, ahora puedes estar tranquila. Por favor, haz de cuenta que nada malo ocurrió aquí —acarició mi mejilla, y me giré—. No pareces en nada a John. Me pareces muy tierna para ser familia de ese gruñón. Incluso tu piel es mucho más oscura que la de él. ¿Realmente eres su hermana?
—Déjeme ir, por favor— le supliqué.
—Me gustaría, pero no puedo.
—¿Qué hago aquí?—gritó la chica del lado, y Kwan se levantó, parándose frente a ella.
—Al fin despiertas, Lolita. Ha pasado un largo tiempo desde la última vez que hablamos.
—¿¡Quién eres!? — preguntó asustada.
—No es importante. Ya que nos reunimos de nuevo, ¿Por qué no creamos un buen recuerdo entre todos?
—¿Qué quieres conmigo?
—Ajustar unas cuentas pendientes, que tienen tú y tu padre conmigo— se giró hacia sus hombres—. Chicos, ya despertó el juguete por el que tanto se peleaban. Es mi regalo para ustedes—los hombres comenzaron a silbar y se acercaron a la chica.
—Espera, ¿Qué se supone que es esto? ¿Por qué yo, y no ella? Ella puede servirles.
—Porque ella no es comida para ellos, pero tú sí. Llévensela a aquel lugar y disfruten de su comida, muchachos.
—Gracias, Joven—los hombres se llevaron arrastrada a la muchacha a una esquina de la habitación y como perros hambrientos, rompieron toda su ropa con desespero.
Cerré mis ojos y traté de taparme los oídos, pero no podía. Solo escuchaba los gritos de la chica y mi frustración era más, por no poder hacer nada. No quería escuchar nada más, no quería estar más ahí. Mientras estaba con mis ojos cerrados, sentí la frialdad de los guantes de Kwan y traté de girar mi cara.
—Hay que darle ciertos aperitivos a mis hombres, y más luego de tanto trabajo. Entre más felices y contentos se mantengan, mucho mejor para mí.
—¿Cómo pudiste darles una orden así? Es una pobre mujer, nadie merece que le hagan algo así— lágrimas bajaban por mis mejillas.
—No sé porqué mi frío corazón se rompe, al ver a una chica tan bonita como tú llorando. ¿Cómo se podría llamar esto? ¿Amor a primera vista? — soltó una risita traviesa.
—Se lo ruego, detenga esto.
—Me gustaría poder complacerte, pero no puedo. Será mejor que esperes con calma y no mires para allá, es mi humilde consejo, panterita.