John
Se veía muy nerviosa por mi pregunta, es como si estuviera ocultando algo. Cogió su trago y se lo tomó de un golpe, pero se sacudió y comenzó a toser.
—¿Estás demente, mocosa? No puedes tomarlo así.
—¿Y yo qué sé? Eso no vino con un manual de cómo tomarlo, y tú tampoco me dijiste nada— su rostro se veía muy rojo, y aún permanecía con los ojos cerrados. Me causó algo de gracia ver cómo se sacudió.
Recuerdo que mi primer trago fue a los 8 años, y no me olvido del ardor que pasó por mi garganta; eso fue como tomar ácido, nunca lo he tomado, pero imagino que así debe sentirse.
—Me fue bien en la universidad. Varias asignaciones y un proyecto, pero tan pronto regrese a la casa comenzaré hacerlo.
—Estás hablando enredado. ¿No me digas que ya estás borracha?
—No estoy borracha, siempre he hablado así.
Le pasé el menú y ella lo miró. Ella está mucho más delgada, baja de peso muy rápido, como estaba se veía mejor.
—Al menos pide algo que tenga muchas calorías— añadí.
—¿Para qué quiero más calorías de las que tengo?
—Para que no vayas a secarte y piensen que estás pasando hambre conmigo.
—Créeme que faltaría demasiado para que me seque.
—¿Te has mirado en el espejo? Estás mucho más delgada.
—¿No es eso bueno?
—Para tu salud sí, pero tú apariencia sin carné se vería fatal. Incluso tu trasero bajaría y no creo que sea justo, al menos no hasta que lo pruebe — traté de demostrarle lo serio que hablaba y ella me miró con sorpresa.
—¡Depravado!
El mesero se acercó nuevamente y ella ordenó, yo pedí la botella de licor para que la trajera a la mesa. Hace tiempo no tomo, pero este ambiente me es sofocante. No es ella, soy yo. No acostumbro a salir a restaurantes, a menos que sea para reunirme con algún socio o mis empleados. Le serví otro trago y me serví el mío, ella me miró mientras se lo tomaba y se sacudió.
—El que se toma esto se lo mete al padre, esto es horrible.
—¿Quieres algo más suave?
—Sí— se tomó el que le había servido y llamé al mesero para que le trajeran un cocktail de frutas.
No sé porqué la hice tomar; supongo que no quiero tomar solo, pero no puedo olvidar que ella no es un hombre, y que es aún una niña para estar tomando cosas fuertes. Por lo que veo le he robado su primera vez también en esto, debe estar furiosa.
—¿Cómo van tus negocios?
—Todo muy bien, aún investigando quién fue la persona que te secuestró. Sin duda hay varios implicados y como tengo tantos enemigos, no sé de donde me están tirando— ella desvió la mirada y apretó sus labios—. ¿Te ocurre algo?
—No, claro que no — fingió una sonrisa. Ha estado muy nerviosa y haciendo esos gestos que me inquietan. ¿Qué me estará ocultando?
Nos quedamos en la mesa luego de haber cenado, su rostro estaba más rojo que un tomate y estaba riendo como loca. No podré llevarla a dónde planeaba, y menos así de borracha como está. Esto será un dolor en el trasero, a mala hora la puse a tomar. La llevé a la casa y ella estaba caminando de lado a lado. No puedo dejar que suba las escaleras así o caerá como balón de baloncesto. La llevé a su habitación y la recosté sobre la cama.
—El alcohol y tú no hacen buena conexión, ¿Eh?
—¿Y tú y yo sí, John?— arqueé una ceja al escuchar su pregunta. Definitivamente está borracha.
—Depende en qué aspecto lo digas.
—En todos los aspectos. Ah, olvidaba que me desprecias. Debe ser difícil para ti cuidar de una niña inútil como yo, ¿Verdad?
—No digas tonterías. Sí eres complicada, pero no es como que yo sea tan fácil que digamos. Ya descansa, mujer.
—John…
—¿Qué?
—Quédate conmigo — extendió su mano hacia mí y sonrió.
—No tengo ninguna intención de quedarme con una borracha.
—Eres un cobarde. Tanto que decías que deseabas tenerme en tu cama y ahora no quieres; supongo que el recuerdo de esa mujer que amas te está atormentando, y por eso no puedes tocarme. Es una lastima, porque ya estaba sintiendo ganas de estar contigo, aunque me trates como un animal salvaje.
—No digas una sola palabra más, Daisy. En este momento estás peligrando y no sabes cómo. No voy aprovecharme de una mujer que está borracha, ya cuando se te pase, espero me lo digas y veremos qué pasa.
—Ven aquí, te diré un secreto, John — al ver que aún estaba con su mano extendida, me senté en la esquina de la cama y acerqué mi oído.
—Dime, soy todo oídos.
—Te desprecio, pero a la vez no puedo sacarte de mi mente. Es como si me hubieras atado a ti para que no pueda dejarte. A veces quiero irme, pero algo me detiene. Debo odiarte por todo lo que me haces, pero no puedo. ¿Ahora ves cuán miserable e inútil puedo llegar a ser? Me he convertido en esta mujer masoquista, y que desea al hombre equivocado, a ese monstruo que eres, John. Me salvaste varias veces y te debo mucho, pero tú me debes más. Tú me quitaste todo lo que tenía, y quiero, no, te exijo que te hagas cargo por haberme arrebatado todo, y por hacerme sentir esto que siento— puso sus manos en mi mejilla y me besó. No esperaba que se atreviera hacer eso la mocosa, pero para ser honesto, no quería detenerla. Otra vez me ha tomado con la guardia baja. No fue como otras veces donde deseaba mantenerla lejos, esta vez algo se sentía totalmente diferente. La suavidad y humedad de ese beso, me hizo desear más. Cerró sus ojos e hice lo mismo, llevé mi mano a su cuello para profundizar el beso. Creo que no había nada que pudiera detenerme ahora.