Chapter 314 - 111

Lisa

—James, será mejor que te encargues de esto y nosotros sigamos al aeropuerto— le pedí.

—Yo me encargo, Srta. Leiko. Tenga mucho cuidado, y si me necesita no dude en llamarme.

—Gracias, James.

Kanji y yo nos subimos al auto. Kaori y Lin se fueron en el asiento de atrás, estaban en silencio y se veían algo distante. No encontraba qué decirle a Kaori. Estan pasando muchas situaciones en este momento, y que ella también se vea arrastrada a esto, no me agrada para nada. Me hace sentir mal todo lo que está diciendo, porque en parte es mi culpa. Si me hubiera dado cuenta de lo que Akira estaba haciendo con él desde pequeño, hubiera podido evitar que se convirtiera en esto. Lo hizo convertirse en un monstruo como él. No culpó a Lin, pues se crió pensando que la forma de cuidar a su familia era esta. Akira y yo hemos sido mal ejemplo para nuestros hijos. Quisiera poder evitar todo esto que está pasando. Quisiera cambiar esta vida por el bien de ellos. Lo más triste es que así será con todos los niños que vengan a esta familia. Estarán condenados a esto, si no los retiro de Akira. Ese otro bebé que acaba de llegar a este mundo, viene a pasar por lo mismo. Quisiera poder hacer algo para sacarlo también de este mundo antes de que crezca. Sé que es su hijo, pero no puedo permitir que corra la misma suerte que mis hijos, me sentiría más culpable.

—Cuídense mucho, iré a visitarlos cada vez que pueda. Manténgase comunicados conmigo, por favor. Me duele mucho tener que despedirlos así, pero espero puedan estar bien allá, y que hayan tomado la decisión correcta.  

—Lo es, mamá. Protégete de papá, y no creas en nada de lo que te diga— me dijo Kaori.

—No le digas nada de dónde estaremos, mamá— me dijo Lin.

—No lo haré. Dios los bendiga. Los amo mucho— los abracé fuertemente a los dos—. Cuida a tu bebé, princesa — los tres estaban en lágrimas. Es la primera vez que estaremos lejos. Es sumamente doloroso saber que ahora la casa se sentirá sola.

—Sé que hemos tenido muchas diferencias, pero no dudes de que te amo mucho, mamá— me dijo Lin, dándome otro abrazo.

—Te amo, mamá— Kaori me dio un beso y le di otro.

—Gracias por todo, Kanji. Haz bien feliz a mamá y no dejes que ese imbécil le lave el cerebro— comentó Lin.

—Cuenta con eso. Cuídense mucho. Que todos les salga bien. Llámame y avísame de que llegaron bien a la casa. Ya el auto tuyo lo envíe esta mañana, se supone que mañana lo recibas.

—Gracias, Kanji— le dijo Kaori.

Los dos abrazaron a Kanji a la vez; incluso ellos le han tomado cariño. Él ha hecho demasiado por nosotros y estoy muy agradecida con él.

Me despedí por última vez con mi corazón agitado, y ese dolor punzante en mi pecho. Estoy dejando ir a mis dos queridos hijos. No se han ido y ya siento que me hacen falta, es como si estuviera incompleta y ellos se llevaran parte de mi. Los dejamos en el avión y luego que despegó, nos fuimos a comer algo.

—¿Tú crees que deba salir de ese bebé? — le pregunté a Kanji.

—¿A qué te refieres?

—A que se lo devuelva a Akira.  

—No sé qué decirte.

—Sé que no debe importarme, pero en alguna parte saber qué es hijo de Akira, sé que va a enfrentar una vida difícil y no quisiera que lo haga.

—Eres demasiado buena, lisa. Te preocupas por los demás, pero no debes hacerlo. De eso se debe encargar la verdadera madre o Akira, no tú.

—Akira mató a su madre.

—Bueno— hizo una pausa—, supongo que ahora su madre eres tú.

—No digas eso. Yo no soy su madre ni pretendo serlo, solo quisiera evitar que sufra al lado de él.

—Quédate con él entonces.

—No sé si deba hacerlo. Haber aceptado su manipulación me molesta.

—Quizás te lo entregó porque sabe que nadie más podría hacerse cargo mejor que tú. No es el primer hijo que tienes, lisa. Quizás eso es lo que está buscando Akira a su forma.

—¿Estás defendiéndolo?

—No, pero así lo veo. Él vive ocupado y metido en el negocio, no podría hacerse cargo de igual forma. Para qué el pobre niño crezca al lado de una niñera amargada o al lado de un hombre irresponsable, es mejor que crezca al lado de alguien que pueda darle el cariño que merece. Independientemente de tu relación con Akira, el bebé no tiene que pagar por eso. Claro que considero que fue un descaro de su parte, pero ya lo aceptaste, no hay marcha atrás.

—Podía haber creído cualquier cosa, pero escucharte decir eso es, ¿Extraño?

—Lo digo porque no tuve esa figura de madre, lisa. Hubiera querido tenerla. Fui criado con varias niñeras, nunca supe lo que era un cálido abrazo de mamá. Un día era una, otro día era otra. Es por eso que te lo digo.

—Lo siento, no quería traerte malos recuerdos.

—No te preocupes, ya no me afecta en nada. Solo te lo digo por el niño. Es una lastima que Akira sea tan imbécil y le haya arrebatado a la mamá. Maldito impulsivo de mierda— Kanji se veía algo irritado, es comprensible. No pensé que él contaría algo así de su vida. Sentí algo de lástima, pues no quiero que ese bebé le suceda lo mismo. Kanji hizo a un lado su odio hacia Akira, y abogó por la decisión que tomó. Eso es algo que no pensé que haría alguien como él. Cada vez conozco cosas de él, que me dejan sorprendida.

Al llegar a la casa, me quedé con el bebé en mi cuarto.

—No ha querido comer, señorita.

—¿Qué? ¿Qué tipo de comida le diste?

—Puré y leche,  pero no ha querido nada, solo ha estado llorando.

—Debe extrañar a su mamá— dejé escapar en voz alta.

—¿Dónde está su mamá?

—En el cielo.

—Siento mucho hacer una pregunta fuera de lugar.

—Le prepararé algo de leche y trataré de dársela.

—¿Quiere que lo haga yo?

—No, lo haré yo. Cuida del bebé.

Fui a la cocina y calenté un poco de leche para llevársela. Subí a la habitación y traté de dársela. Se la tomó y en segundos quedó dormido. Sus ojos me recuerdan tanto a Kaori cuando era pequeñita. Me quedé viéndolo dormir, y no sé cuándo quedé dormida.

Me levantó la empleada tocando la puerta, quedé sentada en la cama y miré a mi lado. El bebé estaba quieto aún dormido.

—¿Qué sucede?

—La está buscando el Sr. Akira.

—¿Y qué hace ese hombre otra vez aquí? ¿No se cansa?

—Trajo consigo una camioneta y varios hombres.

—Ahora bajo, quédense con el bebé—le ordené.

Bajé y Akira estaba al frente de la casa.

—Cuanto tiempo sin verte, corderito.

—No me importa tus sarcasmos, ¿Qué quieres?

—Que niña tan malcriada. Traje lo que necesitarás para el bebé. Iba a venir mañana, pero ya que tuve la tarde libre, quise traerlas hoy mismo.

—¿No será una excusa para venir a mi casa y molestarme?

—También— no esperé que respondiera tan rápido.

—Deja las cosas y vete.

—¿Dónde está el bebé?

—En mi cuarto.

—Llévame con él.

—¿Por qué? A ti no te importa ese bebé.

—Llévame a donde está el bebé— suspiré molesta por su insistencia.

Di mi espalda y caminé de vuelta al cuarto.

—Permiso, Señorita— la empleada iba a salir, pero lo impedí.

—No, quédate ahí— le pedí, y Akira rio.

—¿Alguien está dudando de su autocontrol?

—Eres un fastidio, Akira.

—¿Crees que una empleada puede impedir que suceda algo si yo quiero?— se acercó y retrocedí.

—Mira al bebe y vete.

—Quería pedirte una cosa, lisa.

—¿Qué quieres?

—No te encariñes de ese bebé, lisa.

—¿Por qué?— se quedó en silencio y desvió la mirada.

—Digamos que no estará mucho tiempo en este mundo.

—¿Tu eres capaz de…? — miré a la empleada y le ordené que saliera. Cuando ella salió tuve que preguntar—. ¿Acaso piensas hacerle daño a tu bebé?

—¿Y si es así qué?

—¡Llévatelo inmediatamente! Yo no voy a presenciar algo como esto. ¡Llévatelo ya!— su frialdad al referirse al bebé me molesto.

—No te pongas así.

—Sácalo de aquí, Akira.

—Deja de ser tan dramática.

—¿Dramática? ¿Cómo no puedes tener ni un poco de corazón?  ¿Para esto haces hijos? Eres un cobarde, poco hombre— él rio descaradamente.

—¿Por qué tienes que gustarme tanto, corderito? La paciencia que tengo contigo, no la he tenido, ni la tendría con nadie más.

—Yo no voy a ser partícipe en esto. ¡Quiero que te lo lleves, Akira!

—Lo siento, pero un trato es un trato, es muy tarde para arrepentirte.

No se supone que hable de esto frente a un bebé, pero yo no quiero sufrir más a causa de esto. Es mejor salir de esto de una vez. No voy a ser partícipe en ese plan macabro.

—Te lo ruego, llévatelo.

—Y si te digo que no es mi hijo, ¿Me creerías?

—¿Qué?