—Realmente me molesta, si no fuera el padre de tus hijos, ahora mismo le hubiera dado lo que se merece. Hubiera roto el maldito trato que habíamos acordado, y estuviera muerto ahora.
—No, no vale la pena. Gracias por decirme las cosas, Kanji. Te lo agradezco mucho. Has sido el único real que me ha apoyado hasta ahora—fingí una sonrisa para no mostrar el nudo que estaba en mi garganta. Me levanté de la mesa y él hizo lo mismo. Necesitaba descargar mi tristeza, pero no quería que él lo presenciara. Quería estar sola y quise irme, pero Kanji lo evitó. Me agarró de la mano y me llevó al pasillo frente a las puerta del baño del restaurante, puso sus dos manos en mi hombro para que lo mirara.
—No te dejes atormentar por algo que no tuviste la culpa. Como bien dijiste, no vale la pena.
—Lo sé, me iré a la casa— Kanji me abrazó de la nada, sujetando mi cabeza, impidiendo que me despegara de su pecho.
—Llora, llora hasta que no quede nada dentro de ti; hasta que esa presión que estás sintiendo en el pecho se vaya. Déjalo todo atrás, lisa, mereces algo mejor. Puedes llorar aquí, nadie más te escuchará y tampoco te verán. Prometo no mirarte, pero déjame estar aquí contigo.
¿Por qué sentir un abrazo en un momento como este, hace que la tristeza sea más fuerte?
¿Por qué tengo que llorar frente a él?
Esa presión que tenía en mi pecho y esas lágrimas que había tratado de evitar, ya estaban cayendo.
Luego de todo lo que he pasado, ¿Así me paga?
Sentía un dolor tan fuerte en mi pecho y el nudo en mi garganta no me abandonaba. Soy la única que está llorando por esta situación. No vale la pena derramar una lágrima más. Todos me utilizan a su antojo; todos estos años de sufrimiento, de sacrificio, de dedicación, de nada sirvieron. Veo que amar no es suficiente...
¿Si no me quería, para que me arrastró a esta miserable vida? Lo más probable solo estaba conmigo por lástima. Por sentirse culpable de todo lo que me pasó. Eso era lo que más repetía, ni siquiera podía mirarme a la cara luego de lo que sucedió.
Soy tan estúpida...
¿Quién podría amar a una mujer como yo?
Soy despreciable...
No quiero sufrir más, no quiero esto más. Soy la única que le duele esto, él es ya feliz al lado de alguien más. Si a él no le importó herirme, ¿Por qué me tiene que importar a mi?
M solté de Kanji y lo besé.
—No vuelvas hacer eso, lisa. Estás herida y confundida, por eso lo haces.
—Solo cállate, Kanji—quería probar los labios de alguien más. Necesitaba un beso para sentirme algo mejor, pero de nada sirvió.
Mi corazón estaba destrozado. Jamás podría encontrar sus besos en alguien más...
Hasta aquí he llegado...
Que bajo he caído por él...
Puse mis manos alrededor de su cuello y lo volví a besar, Kanji correspondió mi beso y luego me detuvo.
No puedo sentir nada... ¿Por qué?
¿Por qué a él si se le hace fácil besar a otra y a mi no?
Maldita sea...
—Esto no te hace bien, lisa. Tienes que pensar en tu bienestar. Muero por besarte, pero no así, no para sustituir a tu marido. El día que me puedas ver como quien soy, ese día prometo hacerte feliz, pero mientras tengas en tu mente esa maldita carga de ese infeliz, no podrás ser feliz ni conmigo ni con nadie— acarició mi mejilla y aguantó mi mano—. Te llevaré a tu casa, ahí te sentirás mejor.
—No, quiero ir a la oficina. Necesito distraer la mente, no voy a pensar más en esto— bajé mi cabeza y caminé fuera del restaurante.
Nos subimos al auto y quise disculparme por lo ocurrido.
—Lo siento, Kanji.
—Haré de cuenta que nada pasó, no te preocupes— lucía muy tranquilo luego de lo que hice por mi estupidez.