Chapter 274 - 71

-¿Así vas a tratar a tu mujer, Akira?

-Serás mi mujer, pero si quieres te recuerdo lo que dijiste la otra vez de mi, si es que tienes amnesia y te has olvidado. ¡Muévete!- me agarró el brazo y me haló por el pasillo hasta llegar al cuarto, me empujó de mala forma dentro.

-Vayánse afuera. Llévense a las enfermeras también, ya saben que hacer con ellas- le ordenó a sus empleados.

-¿Las vas a matar?

-Vieron demasiado; además es tu culpa por no controlarte. Te advertí que no sería bueno esta vez contigo, y aún así, trataste de escaparte. Que niña tan desobediente eres.

-Yo no iba a matar a nadie, solo quería salir de aquí.

-¿Y creíste que ibas a poder salir de aquí, sin derramar una sola gota de sangre? ¿Por quién me tomas, corderito?- arrastró el cuerpo de la enfermera que yo había drogado, y lo sacó de la habitación, para luego cerrar la puerta.

-¿Qué estás haciendo, Akira?

-Darle un buen castigo a mi necia esposa- caminó lentamente hacia mí, y no tenía forma de seguir retrocediendo, ya había llegado a la pared.

¿Qué mierda es lo que le pasa? Ni siquiera parece el hombre de hace una semana, no puedo descifrar lo que piensa o lo que hará; eso me preocupa.

-Estamos en el hospital. Si piensas darme el mismo castigo que siempre me das, te advierto que no voy a perdonarte. No voy a dejar que me pongas una mano encima, animal - solté, y sonrió con malicia.

-No pondré mi mano, pero hay otras cosas que puedo ponerte.

-Si no me vas a sacar, será mejor que te largues.

-A mi no me das órdenes- me sujetó ambas manos, y traté de darle una patada, pero antes que pudiera hacerlo me tiró a la cama; se subió sobre mí sujetando ambas muñecas con una sola mano. Tiraba patadas, pero no podía darle.

-¡Deja el maldito juego! - le grité molesta. Desajustó su corbata con la otra mano y se la quitó, para luego amarrarla a las mías, para luego levantarse de la cama-. ¿Ahora qué vas hacer, animal? - no podía soltarme por más que hacía fuerza. Llevé mi boca a la corbata para tratar de quitarla, pero él se sentó a un lado de la cama, y me jaló por el brazo haciéndome quedar acostada boca abajo en su falda-. ¡Suéltame, idiota! - le grité, forcejeando para soltarme, pero mi esfuerzo era en vano. Sentí cuando bajó mi pantalón, dejándome la ropa interior visible.

-No golpeo mujeres, pero esta vez te lo mereces - sentí la nalgada que me dio, esa área estaba fría, y al hacer eso tan de repente, me hizo soltar un grito. Mi cara quería explotar de la vergüenza, ¿Qué mierda se cree este idiota?-. No voy a detenerme, al menos no, hasta que te disculpes con tu papi.

-Yo no me tengo que disculpar de nada- pronunciando estas palabras, volvió a darme otra nalgada, un poco más fuerte que la otra-. ¡Maldito seas!

-Dicen que en la cama todo se vale. Ya que sería incapaz de golpearte, supongo que puedo descargar toda mi ira aquí- volvió a darme otra nalgada con más fuerza, su mano se sentía caliente, y ya esa área se estaba adormeciendo. Estaba tratando de soltar mis manos aprovechando que estaba ocupado, pero la amarró del lado contrario, y no alcanzaba donde hizo el amarre. Entre cada nalgada me estaba sintiendo extraña, podía sentir que él estaba disfrutándolo, su parte baja estaba casi atravesando mi vientre, literalmente-. Hace mucho no te veo, y al verte así, me están dando ganas de castigarte más; no pensé que serías tan masoquista, y disfrutarías de esto.

-¿Quién podría disfrutar de este enfermo trato?

-Tú, ¿Has sentido lo húmeda que estás?- pasó su mano por mi entrepierna y dejé escapar un gemido involuntario.

-Deja de decir tanta pendejada y sácame de aquí.

-Te daré la oportunidad de salir de aquí, pero luego de que disfrute contigo.

-¡Eres de lo peor! ¡Estás abusando de mi!

-¿Cómo puedes decir eso, cuando estás jadeando de esa forma? Dos meses y medio es mucho tiempo.

-Claro, y tus hormonas no puedes controlarlas nunca.

-No tengo porqué hacerlo, tu eres mi mujer.

-¿Yo, y cuántas más?-me dio una última nalgada, que me hizo gritar de sorpresa.

-Me tienes cansado con tu necedad - me tiró boca abajo en la cama, y se subió sobre mí.

-Siempre tienes que hacer todo así, ¡Eres un animal! - quitó por completo mi ropa interior.

-Sí, un animal por el que te mueres. Ahora recibe a tu esposo, y cállate, necia - me penetró tan de repente, que solté un gemido fuerte.

-¡Eres un abusador!-dije entre jadeos.

-Y luego dices que no te gusta, ¿Te escuchas?- mientras más rápido lo hacía, más perdía el control sobre mí. No quería ser tan obvia, pero esta bestia es demasiado. Me molesto conmigo misma por no poder disimular las malditas ganas que siento hacia él. Mi cuerpo no puede rechazarlo por más que lo intento, siempre ha sido así, ¿Quién podría negarse a alguien como él? -. ¿No vas a disculparte todavía?- acercó su boca a mi oído, y eso me hizo sentir un ligero escalofrío.

Hace meses no podía tenerlo cerca, y moría por estarlo. Me sentía sola y frustrada, ahora que lo tengo conmigo, y dentro de mí, me hace sentir de alguna manera feliz.

-¡No voy a disculparme, idiota! ¡Eres un impulsivo de mierda! - le grité, fingiendo estar aún molesta. La realidad es que, cuando está conmigo la molestia no me dura nada; eso me hace molestarme conmigo misma también.

-Tú misma dijiste que te gustaba más este Akira. Para la próxima mide tus palabras antes de decirlas, yo me las tomo muy en serio, corderito- movió mi pelo a un lado, y lo sujetó entre sus dedos mientras que mordía mi hombro. Odio que me conozca cómo lo hace, y más, en estos momentos donde más sensible estoy-. Discúlpate.

-No, no lo haré.

-Esta bien- se detuvo, y en instantes sentí su miembro entre mis glúteos.

-Oye, ¿qué estás haciendo?

-¿Tu qué crees?

-No te atrevas, Akira.

-¿Cómo crees que hago confesar, y pedir perdón a mis enemigos?

-¿Y yo soy tu enemiga?

-Mientras no te disculpes, lo seguirás siendo. No tendré lástima de ti, corderito.

-No llegues tan lejos, Akira.

-Entonces, discúlpate o no voy a dudar en hacerlo- no me quedaba de otra, era eso, o que ese animal salvaje, lo hiciera.

-Lo siento, Akira.

-Bien hecho - volvió a penetrarme de vuelta y sin aviso, esta vez estaba siendo más brusco. Sus jadeos podrían confirmar lo bien que se siente cuando se sale con la suya. Por unos instantes sentí algo de miedo, no sabía si realmente era capaz de hacerme algo como eso. Me jaló el pelo de vuelta y se acercó a lamer y besar mi cuello, fue con si hubiera presionado un botón en mi cuerpo. Me estaba sintiendo mejor, el placer que siento con Akira, no podría sentirlo con nadie más. Sentí su último movimiento brusco y su calor dentro de mi, mi cuerpo estaba temblando ante la sensación húmeda que sentía en mi parte baja-. Te amo, lisa- dijo entre jadeos. Su voz se escuchaba muy tierna y entrecortada. Se levantó de encima de mí y me ayudó a ponerme boca arriba para subirse de vuelta.

-No pensarás continuar, ¿verdad?

-Ganas no me falta, te ves muy excitante así- me besó lentamente, y se quedó contemplando a lo que él llama una obra de arte. Él, y sus extrañas fantasías.

-Sácame de aquí, Akira- le pedí.

-Así no se piden las cosas, corderito- suspiré molesta.

-Por favor.

-¿Por favor qué?

-Sacame de aquí, por favor.

-Esa es la chica de papi - soltó la corbata, y aguantó con sus manos las mías-. Solo espero que no trates de hacer otra estupidez, mi corderito; o no dudaré en volverte a traer aquí. Sería muy triste estar sin ti otra vez, así que no hagas que me arrepienta- se acercó y lamió mis labios, mostrando quien tiene el control. Solo por esta vez lo dejaré.

-Quiero ver a mis hijos y a mi madre, Akira.

Akira

Recuerdos:

-Yukine está muy mal, Akira, no es bueno que lisa la vea así - dijo Jefferson.

-La mantendré lejos por ahora - respondí.

-Nuestros hijos están locos por verte, ya era hora que regresaras, princesa.