Chapter 256 - 53

Cuando logré calmar mis mareos, nos fuimos a la casa de Mr. Jefferson. Akira lo llamó por teléfono desde el auto, pero no respondió. La casa estaba llena de hombres armados por todas partes.

—No responde. Esto es muy extraño.

—¿Hace tiempo no lo llamas?

—Claro que lo llamo. Quédate aquí— Akira se bajó del auto y se acercó hablar con los hombres para luego regresar al auto.

—¿Qué sucede?

—Hubo un cambio de planes. Vamos a la empresa— puso el auto en marcha y no dijo nada más.

—¿Qué pasó? ¿Qué te dijeron?

—No está.

—¿Y mi madre? ¿Nuestros hijos?

—¡No están, lisa!— alzó la voz.

Akira se veía molesto, pero no quiso decir una palabra más. Manejó a toda velocidad hasta llegar a la empresa, y se bajó como alma que lleva el diablo. No le importó que llegáramos juntos, me ayudó a bajar del auto como normalmente hace. Subimos a la oficina de Kanji y abrió la puerta de mala gana sin tocar. Kanji se levantó de la silla y se quedó mirándolo fijamente.

—Necesito que contactes a John ahora — le gritó molesto. Akira se veía fuera de control.

—¿Qué te pasa ahora, Akira?— preguntó Kanji confundido.

—Necesito que encuentre la ubicación de un Jet que salió hace tres semanas del país, ¿Crees que él pueda rastrearlo?

—Podemos tratarlo.

—Que lo haga ya.

—¿Qué está pasando, Akira?— le pregunté asustada.

—Tal parece que el viejo salió del país con nuestros hijos sin permiso. No me notifico nada, y para completar hace 3 semanas que no han vuelto a la casa.

—¿Qué? Espera, ¿Qué estás diciendo? — intenté guardar la calma—. ¿Con qué razón podría hacer eso?

—No sé, pero lo voy averiguar. Mis empleados estaban recibiendo órdenes directas de él, es por eso que no me notificaron nada.

—¿Por qué Mr. Jefferson haría algo como eso?

—¿Yo qué voy a saber?

—Hay que calmarnos y seguir llamándolo, quizás es un mal entendido, Akira. Yo voy a seguir tratando de contactarlo.

Me quedé con el teléfono de Akira y llamé muchísimas veces al número de Mr. Jefferson, incluso al de mi madre, pero ninguno respondió. ¿Por qué harían algo como eso?  ¿Qué está pasando por su cabeza? Sabiendo que Akira asume las cosas de una mala forma, y hacen esto. ¿Dónde pueden estar mis hijos? Hace dos semanas hablé con ellos y estaban bien.

—Akira, hace dos semanas hablamos con ellos. ¿Crees que haya una posibilidad de rastrear la llamada de ese día?

—No sé, princesa. Hay que preguntarle a alguien que sepa. Maldito viejo, ¿Qué mierda está tratando de hacer?

—No creo que lo haya hecho por algo malo.

—Entonces, ¿Por qué mierda no responde?— la mirada de Akira se veía muy aterradora.

—No sé, pero tenemos que averiguar primero.

Estaba tratando de guardar la calma, pero me sentía muy preocupada. Me estaba sintiendo muy mareada otra vez. Este no es el maldito momento para sentirme así. Akira se veía tan desesperado y molesto. No quería molestarlo y quise tratar de salir de la oficina, pero Akira se puso en la puerta.

—¿A dónde crees que vas?

—No haré una tontería, solo necesito estar sola un momento —Akira removió el mechón de pelo, que cubría parte de mi rostro.

—Estas pálida, corderito. Aún estás débil, será mejor que vayamos a la casa y descanses.

—Estoy bien, es solo que esas medicinas son muy fuertes y me causan esos mareos. Tenemos que encontrarlos, Akira.

—Yo lo haré, princesa. Hazme caso, te llevaré a la casa para que descanses.

—No quiero irme, Akira.

—¡Maldita necia!— me aguantó la mano y fijó su mirada a Kanji—. Te enviaré los datos del Jet. Según consigas contacto con John, llámame.

—Vayan con calma. Me alegra saber que estás bien, Srta. Leiko, no sabes la falta que me ha hecho — sonrió malicioso, y Akira lo miró molesto.

—No me provoques, Kanji. Este no es el momento para tus pendejadas. Si no quieres que te corte el cuello, será mejor que te concentres en el trabajo y dejes a mi mujer— Kanji sonrió malicioso, antes de que Akira me hiciera salir con él de la oficina.

—¿Cuándo será que dejen esta tontería ustedes dos? — le pregunté, pero Akira evadió la pregunta.

—Vámonos, princesa.