Chapter 234 - 31

Estas actitudes me tienen cansada, me tienen cansada sus malos tratos, estoy harta de que lo único que quiera hacer es controlarme, yo no soy de su maldita propiedad. Estoy cansada de ser tan débil, de solo aguantar sus mierdas y sus malditos impulsos. Dicen que todo tiene un límite y creo que ya he llegado al mío.

Akira me llevó a la casa donde vivíamos y se bajó del auto para abrirme la puerta. No puse resistencia, dejé que hiciera lo que le diera la gana en ese momento. Me llevó dentro de la casa, ya imaginaba la forma que usará de calmar su rabia y molestia. Tengo que atacar por ahí. Antes de que subieramos las escaleras me detuve, y él miró fijamente queriendo mostrar control sobre mí.

—¿Si mi querido ex esposo quería tener sexo conmigo, no hubiera sido mejor hacerlo en la fiesta?

—Cállate, y camina.

—¿No estas exagerando las cosas, cariño?

—Te dije que te calles.

—¿Qué mejor forma de apaciguar los ánimos que esta? — bajé mi otra mano por su traje hasta llegar a su pantalón.

—¿Así que estás tratando de seducirme? ¿Crees que eso va a funcionar conmigo?

—¿Y no lo hará? Digo, esta es la misma forma que utilizas siempre conmigo, querido — solté mi otro brazo de un jalón y caminé por las escaleras —. ¿Prefieres el cuarto o el baño? ¿Quizás la sala o la cocina? ¿Qué deseas, Akira?— subí las escaleras y Akira me siguió.

—Te dejaré una cosa clara, perrita, a mí nadie me ve la cara de pendejo. No creas que fingiendo así, vas a escapar de tu castigo. Te has vuelto más perra de lo que eres y eso me molesta.

—No es para tanto, mi amor, solo estoy siendo igual que tú— Akira me agarró el cuello y me pegó a la pared.

—Te dije que no juegues conmigo, lisa.

—¿Mi esposo está de buen humor hoy? Si tanto quieres hacerlo de esta forma, no tengo problema, pero te advierto, no voy a cambiar de opinión, querido.

—No es lo que tú digas, corderito, aquí tú no decides nada.

—Ni tu tampoco, mi amor. Te gusta jugar mucho y estoy cansada de tu juego, Akira. No sabes la poca paciencia que tengo.

—Tu tampoco sabes lo cansado que estoy de ti. Tienes el descaro de coquetear con otro hombre delante de mis ojos y eso no lo voy a tolerar.

—¿No fuiste tú quien dijo que llevara un acompañante? Yo solo seguí tus instrucciones. Querías jugar y saliste perdiendo. Me presentaste a tu nueva zorra para hacerme sentir poca cosa. ¿Qué hay de malo con yo divertirme de la misma forma que lo haces tú? No puedo estar detrás del culo tuyo todo el tiempo. No eres el único que tiene derecho a jugar.

—A mi no me hablas en ese tono, corderito. Tal parece que quieres perder esa hermosa boca que tienes.

—Tal parece que alguien está muerto de los celos y molesto porque no le funcionaron sus planes. ¿Qué harás ahora? ¿Cogerme toda la noche o vas a matarme?

—No sería mala idea alguna de las dos, quizás así aprendes a respetarme.

Me molesta tener que darle la razón a Kanji. Akira siempre ha tenido esa atracción por las mujeres fuertes, yo soy la única excepción. He sido una estúpida todo este tiempo. Siempre siendo manejada y controlada por él. Todos me utilizan a su antojo y eso me molesta. Creo que llegó el momento de ser yo quien maneje las cosas. No todo el tiempo tiene que ser este idiota quien lo haga. No voy a poder escapar de su vida porque no lo va a permitir. ¿Qué mejor que aprender a manejar a un oponente tan inteligente como Akira? Portándome como una niña buena y difícil nunca funciona con él, supongo que no tengo otra opción que ser igual o peor que él.

—Me excita cuando te pones así de agresivo y dominante, lástima que seas así con todas.

—¿Qué te pasó tan de repente? ¿Tienes miedo de que te mate?

—Eres muy cobarde, querido. No quieres quedarte solo, dudo que realmente vayas hacerlo.

—¿Eso crees?—  sacó el arma y la acercó a mi rostro—. Tal parece que no me conoces, corderito. No sabes toda la paciencia que he tenido contigo y ya con esto la acabaste.

—"No debes apuntar con un arma, si no estás dispuesto a disparar" ¿ese no es tu refrán, cariño?— lamí la boca del arma—. ¿Por qué me miras así, mi amor? ¿Te arrepentiste?

—No juegues con fuego, lisa.

—Lo mismo digo— subí mi mano por su traje, hasta llegar a la mano que sujetaba el arma, sin perder contacto visual en ningún momento—. ¿Vas a poner una barrera entre los dos? — Akira tiró el arma a un lado, y comenzó a besarme desenfrenadamente como si hubiera estado conteniéndose por mucho tiempo. Una vez más pude librarme de su amenaza. Estoy consciente que no siempre será así, pero eso no va a evitar que las cosas cambien.

Estábamos en el segundo piso cerca de las escaleras, Akira me cogió en el aire y me pegó más a la pared, mientras continuaba besándome. Puse mis manos alrededor de su cuello para sujetarme y él acarició con su mano mi pierna, mientras subía parte del traje. Hace tiempo no lo veía tan desesperado y hambriento, ni siquiera anoche estaba así. Escuché los pasos de alguien subiendo las escaleras.

—¿Qué está pasando aquí? — vi a Sofía sujetando un arma, sin apuntar a donde nosotros.

—Oh, tenemos visita, cariño— comenté sarcástica y Akira me bajó y la miró.

—¿Me vas a explicar qué están haciendo?— se veía afectada. Ya veo que está enamorada de Akira también.

—¿Quieres que continué y lo veas o te explicó en palabras? — preguntó Akira.

—¿Por qué me mentiste, Akira? ¿Me has estado utilizando todo este tiempo?

—¿Y ahora te das cuenta? — respondí antes que Akira lo hiciera —. Debes tener cuidado con quién te metes, dicen que las mujeres que se acercan a Akira no las vuelven a encontrar. ¿Quieres experimentarlo por tu cuenta?— sonreí inocentemente.

—¿Qué dijiste? — se veía confundida.

—No sabía que también traías a nuestra casa a esta mujer. Ya veo que ibas en serio, Akira.

—Hablaremos eso luego, corderito.

—No hay necesidad, ya entendí lo que está ocurriendi. Ya me voy— caminé hacia la escalera y me paré al lado de Sofía.

—No vas a ninguna parte— Sofía me apuntó con el arma, pero estaba temblando. Estoy segura que es la primera vez que tiene un arma en la mano.

—Sal de mi camino, Sofía. Si vas arreglar las cuentas, que sea con ese traidor que está ahí, no conmigo.

—Tu eres el problema aquí— estaba llorando.

—Cállense las dos. Tú no vas a ninguna parte, lisa.— dijo Akira.

—¿Yo? No me hagas perder el tiempo y sal de mi camino o no respondo — le dije. Quería aprovechar el momento para irme. Ya Akira estaba más tranquilo, era el momento perfecto para hacerlo.

—Conmigo nadie juega— estaba llorando y sus manos estaban temblando, aún así subió más el arma y mi reacción fue defenderme al verme amenazada. Tuve temor de que se le escapara un tiro, así que le di un golpe suave en la mano para que dejara caer el arma, pero no contaba con que su  pierna iba a ceder de la sorpresa y caería por las escaleras abajo.

Bajé corriendo por las escaleras para ver que estuviera bien, pero no respondía. Aún estaba respirando, por suerte. Akira bajó las escaleras lentamente hasta llegar a donde nosotras, pero no hizo nada para ayudarla.

—¿Tú no harás nada, imbécil?— pregunté molesta.

—¿No vas a encargarte de ella? ¿No es una molestia para ti?— preguntó Akira, en un tono sarcástico.

—Yo no soy como tú Akira. Llama una ambulancia.

—No, encárgate del muerto tu.

—¿Qué?

—Hasta donde has llegado, lisa. Acabas de estropear mis planes otra vez. ¿Qué debería hacer contigo?— sonrió maliciosamente.

—¿Cómo puedes estar tan tranquilo? ¡Es tu mujer!

—Mi única mujer eres tú…