Chapter 195 - 195

—Cierra el restaurante, Karl.

—Si, señor.

—Hermanita, tenemos mucho de qué hablar, ¿No crees? Ya que ambos sabemos la verdad, no tenemos que ir con rodeos.

—¿Qué le hiciste a mi manager?

—Solo un poco de su propia medicina, no se va a morir todavía. Siéntate.

—Tengo que llevarla a un hospital.

—De aquí no vas a salir ni tú, ni mucho menos ella. Te ordené a que te sentaras, ¿Tengo que hacerlo por ti? — Amaya se sentó—. Buena chica. Vamos directo al asunto, no tengo mucho tiempo.

—¿Qué quieres?

—Quiero que cooperes y me digas todo lo que sabes con lujo de detalles, hermanita querida.

—¿Qué puedo decirte entonces?

—Lo primero, ¿Cuántos hermanos tienes?

—Que conozca somos siete.

—Ese viejo de mierda si que le daba bastante uso.

—Respeta a mi padre.

—No me hables de respeto, perra. No le debo ningún respeto a ese viejo cabrón. Me cagaría millones de veces en él, lástima que no haya quedado ni rastro de su existencia.

—Entonces ¿si es cierto que lo mataste?

—¿Y tú qué crees, pendeja?— Amaya se levantó de la silla.

—¡Eres un monstruo!— gritó molesta

—Te dije que te sientes. ¿No sabes cómo hacerlo?— Amaya se sentó—. Siguiente pregunta, ¿Por qué me estaban buscando?

—Fuiste tú quien me buscó.

—Estabas aliada con mi estúpido hermano, ¿Crees que soy pendejo?

—Él es quien quería vengarse de ti, no yo. Mi padre le dio órdenes de buscarte donde estuvieras. Yo no sabía que eras mi hermano, hasta que él me lo dijo, ahí me di cuenta de tus intenciones.

—Aún así seguiste actuando como si nada estuviera pasando. Ahora mismo me intentaste drogar, ¿Con qué propósito?

—Mi hermano te estaba buscando, le dije que te dejara tranquilo, pero insistió en seguir con el encargo que mi padre le dejó. Yo no te drogué.

—Si tanto querías saber de él, mira el plato que tienes y responderás tú misma la pregunta— miró el plato y abrió sus ojos de par en par—. ¿Por qué pones esa cara? ¿No querías saber dónde está? Nos está acompañando en esta dulce velada, ¿No es interesante que estemos compartiendo los tres juntos? — vómito en el suelo y reí—. No sabía que tenías un estómago tan malo, lo siento. ¿Ahora te queda claro que se metieron con la persona equivocada?

—¡Eres lo peor! ¡Eres un psicópata! ¡Estás enfermo!

—Eso y más cuando se meten conmigo y mi familia, hermanita querida. Siguiente pregunta, ¿En qué país están los demás?

—No te voy a decir.

—Oh, está bien. ¿Por qué no le das una buena calificación al restaurante.  Karl, ¿Por qué no ayudas a la señorita a comer? Estoy seguro que va a disfrutar de tu exquisito menú.

—No te atrevas— Amaya se levantó y saqué el arma, apuntándole a su manager.

—Te sientas o voy a tomar otras medidas. Me estás colmando la paciencia, querida, y no vas a querer conocerme molesto. Responde la pregunta o te obligaré a comer cada parte de tu cabrón hermano, ¿Eso quieres?— Amaya se sentó nuevamente—. Nos estamos entendiendo.

—Se mudaron a California luego que supieron que te habías ido.

—Entiendo. ¿Estás en el negocio?

—No, no tengo nada que ver con esas porquerías.

—¿Tu esposo sabe que estás aquí?

—¿Cómo sabes sobre eso?

—Responde.

—Sí, lo sabe.

—Y que aceptaste salir con otro hombre, ¿Lo sabe?

—No.

—Oh, cornudo el cabrón— reí.

—No hables así de mi esposo— reprochó molesta.

—Cállate. Quiero que me digas dónde era la casa de tu padre. Tienes que saberlo, te mantuvo viviendo como una reina, ¿Cierto? Tuviste todo lo que yo nunca tuve, no puedes quejarte, perrita.

—Eso no te lo puedo decir.

—Karl…

—No te atrevas, infeliz— dijo molesta.

—Responde.

—Con una condición.

—Tu no pones condiciones. Habla o tendré que cortar tu lengua y así no podrás cantar nunca más.

—No voy a dejar que les hagas daño a mi familia. Tu no eres de mi familia.

—¡Pff! Ni tampoco quiero serlo. Todos ustedes son tan despreciables, que solo me repugnan. Los iré matando a todos. Hombres, mujeres, niños, niñas, todo el que tenga la sangre de ese cabrón, incluyéndote— me levanté de la silla y caminé hacia ella.

—No te me acerques— se levantó de la silla y retrocedió.

—¿Vas hablar o tengo que hacerte hablar?— puse el arma en su cuello.

—Baja esa arma— su cuerpo estaba temblando.

—Oh, ¿te da mucho miedo?— bajé el arma a su pecho—.  ¿Hablarás?

—No— apunté a su manager, quien aún estaba en el piso casi muerta —. No lo hagas— comenzó a llorar desesperadamente.

—¿Vas hablar?

—Entiéndeme, no puedo— dijo en llanto.

—Lo siento, yo tampoco entiendo— le disparé en la cabeza a la manager.

—¿Qué hiciste?— se tiró al suelo, sujetando el rostro de la manager— Oye, responde, Lidia— estalló en llanto y me le quedé viendo.

—Por más que le hables no va a responder. Ya mismo le harás compañía, no te preocupes.

—¡Eres un monstruo!— gritó entre lágrimas.

—Hace mucho no lo escucho, insultame más.

—Me las vas a pagar— se levantó e intentó golpearme.

—Oh, ¿Solo eso vas hacer?

—¡Te detesto! ¡Eres lo peor!

—Karl, encárgate de sujetarla— Karl la sujetó por los dos brazos, contra la mesa.

—¡Suéltame! ¡Maldito hijo de puta! — saqué del plato un pedazo de carne y lo acerqué a su boca.

—Saborea por última vez algo de comer. Abre la boca, vamos— intentó morderme—. Que agresiva— puse el arma en su boca ejerciendo presión para que la abriera y metí la carne a su boca y ella intentó vomitar.

—Este lugar es muy reconocido por la confección de las carnes. ¿Shuji sabe bien? ¿Es delicioso, querida?— vómito en la mesa y reí.

—Suéltala, Karl— la solté para que continuara vomitando, no me quiero ensuciar la ropa —. ¿No vas hablar todavía? — luego de vomitar, fijó su mirada en mi.

—¡Mátame entonces!— su mirada está llena de odio.

—Eso es un no— miré el reloj. Tengo que terminar, lisa debe estar preocupada—. Bueno fue un placer haber platicado contigo. Nos veremos en el infierno, querida. Hasta nunca — le disparé en la frente—. Discúlpame por el desastre, Karl. Ya vendrán a limpiarlo. Gracias por ayudarme.

—De nada, señor.

—Estuvo muy buena la comida como siempre, lástima que no pudieron apreciar el buen Steak qué haces— reí.

—Yo que lo hice con tanto amor como siempre— rio.

—No cabe duda. Toma el dinero y un extra para tu familia.

—Gracias, señor, siempre es tan generoso.

—Por supuesto.

Lisa

No pude estar mucho rato con mi hermana como quería. Estuvo durmiendo todo el tiempo y antes de que hubiera despertado y me encontrara ahí, decidí a irme. Mi mamá quería quedarse con Mr. Jefferson, y bueno, yo me tuve que venir para la casa. No he sabido nada de Akira y estaba preocupada. Solo espero que todo haya salido bien y que no se haya visto obligado a ensuciarse las manos nuevamente. No veo la hora de irme a otro lugar con nuestra familia y empezar otra vez de cero, esperando que esta vez no nos encuentren.