—No iba a llegar más lejos que esto, pero escuchando y sintiendo cómo estás, creo que deberé complacerte un poco.
—No, Akira— murmuré casi sin poder. Sentí el miembro de Akira entre mis glúteos—Oye, espera.
—Separa un poco las piernas y inclínate contra la pared— ordenó. Hice lo que dijo, si hace lo que estoy pensando va a matarme. Él nunca se controla. Se acercó a mi oído—. Relájate, corderito— sentí su miembro en la entrada de mi ano.
—No puedo, Akira.
—Te escuchas tan sexy cuando hablas así, lisa. No sabes cuánto muero por estar dentro de ti. Me has tenido esperando mucho tiempo— se me eriza la piel solamente de escuchar su voz cerca de mi oído. Entró dentro de mí, pero en mi vagina. Lo hizo tan de repente que hizo mi cuerpo estremecer.
—Quisiera que pudieras ver la expresión que tienes. Te ves tan dulce.
—No digas esas cosas ahora.
—¿Te hace sentir mejor? ¿Escuchas como estas?— alzó mi pierna en el aire y se sentía tan bien—. Déjame escucharte más.— dijo acelerando sus movimientos. No podía controlar mis gemidos, siempre causa que me sienta así—. ¿Quién te excita más? ¿Quién hace que tu cuerpo se sienta así?— sus preguntas de alguna forma me hacían sentir más caliente. Sé cómo debe sentirse, igual a mi cuando me enteré de su infidelidad. La respuesta a su pregunta era muy obvia.
—Eres el único, Akira, no quiero a nadie más—Akira se detuvo y me hizo girarme hacia él, me subió en sus brazos y me pegó a la pared. En instantes sentí cuando me penetró nuevamente.
—Quiero que lo repitas otra vez— ahora sí me sentía avergonzada. Hace tiempo no me hacía sentir vergüenza de esta forma. Repetí lo que tanto él quería escuchar y lo que yo sentía. Me sujeté de su cuello para acercarlo a mí y poder besarlo.
—¿Prefieres a esa mujer antes que a mi?— tenía que hacerle esa pregunta que tanto me estaba mortificando. Akira sonrió.
—No, a la única que quiero es a ti, tonta. No estuve con ella, no creo haber podido hacerlo de igual manera.
—¿Qué?— Akira se puso un poco más brusco, mi interior podía saberlo a la perfección.
—Desde que te conocí no he podido estar con otra mujer, lo he intentado, pero tu recuerdo me persigue. Eres esa dulce debilidad imposible de renunciar y aunque pueda tampoco quiero hacerlo — escuchar esas palabras de él me sorprendieron—. Eres una tonta, necia, desobediente e imprudente, pero creo que es algo en ti que me ha empezado a gustar. Hoy me di cuenta de una cosa, y es que aún puedo sentir miedo. Pusiste esa maldita arma en tu cabeza, tan despreocupada como si nada, y sentí el peor de los miedos. Imaginé una vida sin ti y sin Kaori y experimenté el peor de los miedos, lisa. No vuelvas hacer algo como eso—no sabía que haber actuado de esa forma lo habría hecho sentir tan mal.
—Lo siento— Akira me llevó a la cama y continuó.
—Te imaginé en los brazos de alguien más y muy en el fondo de mi, sentía está rabia de matar a cualquiera que se cruzara en frente— su expresión lucía como la de un niño cuando lo regañan, a pesar de decir todo eso.
—Perdóname, jamás quise hacerte sentir así.
—No te quiero con nadie más, lisa o no respondo de mí. — sonó mucho más serio—. Quiero que tú cuerpo solo me sienta a mi. Se que suena egoísta, pero quiero que solo tus ojos me miren a mi, que tú cuerpo solo sea mío. Quiero todo de ti, lisa. — sentí su calor dentro de mí al pronunciar esas palabras. Conozco el significado, reconozco que cuando lo dice, habla muy en serio. Muchas personas dirán que nuestro amor es enfermizo y no se equivocan, pero jamás podría dejar de sentir algo por él. Sea como sea, aún conociendo todos sus defectos y virtudes, no puedo ni quiero dejar de amarlo. Su forma de descargar lo que siente y abrirse verdaderamente es aquí. Es muy poco lo que dice, pero siempre encuentra las palabras justas para que lleguen a mi. Me gusta tenerlo recostado en mi pecho, es como si fuera un niño. Nos quedamos un rato así juntos. No había querido dañar nuestro momento para hacer esta incómoda pregunta, pero me surgió la duda al decir todas esas palabras. Había querido tener la oportunidad de preguntarle sobre Kazuo y aunque creo saber la respuesta, quiero escucharla de él.
—Akira— acaricié su pelo—. ¿Dónde está Kazuo?— Akira levantó la cabeza y me miró.
—Muerto— respondió, como si fuera lo más normal de la vida. No mostró miedo, vergüenza o lastima. ¿Cómo podría él sentir algo como eso? El Akira que conocí es de esta manera, no sé porqué me sorprende. No podría preguntar la razón, pues ya lo sabía. De este hombre impulsivo, sin corazón, celoso y egoísta me enamoré.
—Shuji sabe dónde está tu hermana— dijo de repente, cambiando por completo el tema.
—¿Qué? ¿Está viva?— no podía creer lo que mis oídos estaban escuchando.
—Eso espero. Te prometí que la traería contigo y eso haré.
—Lo sé, hazlo ya, por favor— pensar en todo lo que ha debido pasar todo estos años, me hacen sentir mal. Si hubiera sabido que mi padre fue el primer causante de todo esto, hubiera podido hacer algo a tiempo.
—Lo haré, cuenta con eso— dijo en un tono relajado.
—¿Qué harás con tu hermana Amaya?
—La dejaré, no la necesito más. No quiero que ocultemos nuestra relación más, lisa.
—Nos puede traer problemas, Akira.
—No, no dejaré que nos vuelvan a joder la felicidad. Quiero que cuando consiga a tu hermana, nos casemos de nuevo.
—¿No es arriesgado?
—No quiero seguir atrasando nuestra boda, lisa. Quiero darte unos lindos recuerdos y borrar esos malos. No quiero que vaya a ser tarde para hacerlo.
—Cuando hablas de esa forma me preocupas, Akira.
—Nada es seguro en la vida, solo la muerte, preciosa. No sé cuándo me toque, pero no quiero irme sin haberme casado contigo otra vez, así que quieras o no, lo haremos.
—¿Cómo puedes hablar tan tranquilo sobre la muerte? No tienes que estar pensando en esas cosas, Akira. Vas a morir, pero cuando lleguemos a ancianos y que sea por la edad y la vejez, no porque te dejes matar de nadie — Akira sonrió.
—Ya te imagino con canas— rio.
—Y yo a ti con bastón y amargado como siempre.
—Oh, pero complaciendote igual— reí ante su expresión de vergüenza.
—Quiero que vayamos con mi madre y celebremos en familia hoy, Akira.
—Cuando termine contigo decidimos eso, ahora continuemos donde lo dejamos y si te quedan ganas de salir después, yo mismo te llevo— su sonrisa maliciosa volvió a aparecer, ¿Y cuándo no?