Akira
Al día siguiente
—¿Puedo hablar con usted, Sr. Akihiro?
—Por supuesto, ¿En qué puedo ayudarle, Sra. Amaya?
—Quiero pedirle disculpa por lo de anoche. Me siento culpable, no debí haber tomado tanto. No acostumbro a tomar vino. ¿Será que podemos empezar de nuevo y hacer de cuenta que nada ocurrió?
—Por supuesto, es un hecho. Espero se quede más tiempo disfrutando de este lugar— sonreí.
—Si, planeo quedarme unas semanas. Quiero explorar el lugar, me pregunto si podría ayudarme con eso.
—Claro, con mucho gusto— debo ganarme su confianza poco a poco, de no lograrlo tendré que acudir al plan B.
Lisa
Ha pasado una semana, hoy es el día que tanto he estado esperando. Tengo un plan en mente, si todo sale bien, mañana a primera hora estaré en Nueva York. Compré el pasaje e hice unas pequeñas maletas y guardé lo esencial; las guardé debajo de la cama para que los hombres de Akira no la vean. La idea consiste en ir a la tienda y comprar unos somníferos para dormir a los hombres de Akira. Si intento irme con ellos despiertos, será un problema y le dirán a Akira. No puedo permitir que eso pase. Todo lo que tengo que hacer para poder llegar a ti, Akira. Jamás estuvo en mis planes drogar a nadie, pero no tengo opción, solo espero que funcione.
—¿Será que puedes llevarme a la farmacia? Tengo que comprar unas cosas, incluyendo los pañales de Kaori — le dije al chófer.
—Sí, señora.
Al llegar a la farmacia, por suerte se mantuvo lejos de mí, intenté comprar varias cosas para que no se diera cuenta de lo que estaba cogiendo. Los puse en el carrito de compras y pagué. Todo lo guardé en las bolsas y él quiso ayudarme a llevarlas al auto. Al llegar a la casa, saqué todo de la bolsa y guardé las pastillas. Pretendo cocinar algo delicioso y que todos coman de ello. Será complicado hacerlos comer, ya que Akira siempre les impide tener contacto conmigo. Preparé la comida y puse varias pastillas en ella, hice dos platos diferentes. El mío no podía tener de eso y tenía que actuar como si estuviera comiendo también. En el jugo y la comida puse bastante cantidad, para que duerman lo más que puedan. Espero no les haga daño esto. Serví la comida y la llevé a la mesa para buscarlos.
—Chicos, quiero que entren para que coman— se quedaron mirándome fijamente.
—Eso es imposible, señora. El Sr. Akira nos tiene prohibido...— interrumpí lo que iban a decir.
—¿Akira está por alguna parte? Lo siento, pero no lo veo. ¿Van hacerme un desplante en el día de mi cumpleaños?—les pregunté, fingiendo estar afligida.
—Entiendanos, por favor.
—No quiero comer sola, creí que un día como hoy podría compartir con alguien, pero veo que no— bajé la cabeza y procuré llorar para verme mucho más convincente. Las lágrimas fueron demasiado reales.
—Lo siento, Sra. Lisa, nosotros iremos—caminaron para la mesa y se sentaron. Al comenzar a comer, les sonreí.
—Esta muy delicioso, Srta. lisa. Hace mucho tiempo no comíamos bien.
—¿Ves? Y ustedes que querían perdérselo— comencé a comer con ellos. Kaori estaba durmiendo y estaba algo preocupada. No será un viaje largo, pero no quisiera exponerla de esta forma; aunque peor es dejarla aquí extrañando a su papá. Eso le hace más daño, al igual que a mi. Espero todo esto valga la pena.
—Feliz cumpleaños, Señora. No sabíamos de su cumpleaños. Nos agrada saber que confíe en nosotros y nos permita comer en su mesa junto a usted— lo siento chicos, han sido muy buenos conmigo, pero tengo que hacerlo.
—Gracias a todos. Me hace feliz compartir con ustedes también. Han sido muy serviciales y han estado al pendiente de todo en la casa. No saben lo agradecida que estoy— al terminar de comer todos salieron a vigilar la casa; entré a mi cuarto, esperando que pasara algún tiempo, hasta que hicieran efecto las pastillas. Luego de una larga espera, salí lentamente como si nada estuviera pasando. Estaban los 4 hombres en el suelo dormidos. Me acerqué para quitarle las armas y los teléfonos. Cuando estaba haciéndolo con el último, se movió y casi muero de un infarto, pero siguió durmiendo. Falsa alarma. Corrí a buscar las maletas y las llevé al auto para luego ir a buscar a Kaori a la habitación. La metí en el auto y seguí mi camino. Tenía el teléfono del chófer en mi mano, por si acaso lo necesito, aquí lo tendré. Al llegar al aeropuerto hice todo el proceso hasta llegar al avión. Ya estaba a ley de esperar a que despegara. Estaba sumamente nerviosa, este no es como el Jet privado. El miedo a los aviones era inmenso, solo con Akira podía sentirme segura y tranquila.
El viaje pareció eterno, aunque solo fueron unas horas. Al llegar me bajé rápidamente, busqué las maletas y me encaminé junto a Kaori a buscar un taxi para llevarnos. Necesitaba ir a la casa de Jefferson primero. Al llegar a su casa, no estaba, pero me atendieron las empleadas.
—Señora, ha regresado.
—¡Sh! No digas nada. Escúchame atentamente. Necesito que llames a Mr. Jefferson y le digas que tiene una visita importante aquí, no se te ocurra decirle que soy yo—asintió con su cabeza y le marcó a Mr. Jefferson.
—Ya viene para acá, señora.
—Gracias. ¿Puedes quedarte con Kaori mientras me doy un baño?
—Por supuesto, señora. Sería un placer.
Subí a bañarme y vestirme. Me puse un traje rojo que compré con unos tacones negros alto, me maquillé lo más hermosa que pude; me puse el mejor perfume que a Akira le encanta, junto al collar de perlas valioso que me regaló aquel día y solté mi cabello. Estoy decidida para conseguir lo que quiero, no importa lo que tenga que hacer, pero Akira no se va a salir con la suya. Busqué una cuchilla en el estudio de Mr. Jefferson y la guardé en mi pequeña cartera. Tengo que actuar lo mejor posible. Akira y Mr. Jefferson no son fáciles de manejar, pero no tengo de otra que ser firme y mostrar seguridad.
Al cabo de un tiempo, escuché la voz de Mr. Jefferson cuando llegó y me dispuse a salir a la sala, cuando lo vi.
—Lisa, ¿Qué haces aquí?— abrió los ojos de par en par.
—¿Por qué se asombra? Ah, claro. Usted estaba de acuerdo con el estúpido plan de Akira, ¿No es así?
—Que cambio has dado, lisa. No pareces...— añadí algo más, antes de que terminara de hablar.
—¿No parezco que? ¿A esa mujer estúpida que descartaron a un lado?
—Lisa, jamás estuve de acuerdo con la decisión de Akira.
—Pero lo patrocinaste, pero no vengo a hablar de eso. Necesito tres cosas de usted.
—¿Qué podría ser?
—Quiero que se quede con Kaori mientras arreglo unos asuntos, segundo, necesito que me diga dónde está Akira y tercero necesito un arma.
—¿Qué? ¿Qué piensas hacer?
—No me cuestione, solo hágame caso.
—Las dos primeras puedo cumplirlas, pero la tercera no, lisa.
—Le ordeno que lo haga. Si realmente no estuvo de acuerdo en la decisión de Akira y quiere que se solucionen los problemas entre él y yo, será mejor que lo haga.
—No puedo, lisa. No quiero que cometas una estupidez. Akira hizo todo esto por protegerlas.
—No me importa la razón. No pensó en el bienestar de Kaori, ni mucho menos en el mío. Ahora vuelvo a preguntar, ¿Va a darme el arma o no?
—Es peligroso que vaya al Hotel ahora y peor aún, que lleves un arma contigo. Si consiguen esa arma los hombres de Akira, no dudarán en dispararte.
—¿Tan tonta me crees?
—Tienes que detenerte, no sé lo que pretendes, pero Akira no le gustaría saber que regresaste sin su consentimiento.
—Desde que llegué aquí, retirarme no es una opción—me acerqué lentamente a Mr. Jefferson—. ¿Sabe cuál es el problema? Patrocina todo lo que hace Akira y dice llamarse su padre y querer su bienestar. Si tanto te importa tu nieta, será mejor que no te opongas a mi decisión.
—¿Estás intentando persuadirme, lisa?
—Si, eso intento, pero si por las buenas no puedo, supongo que por las malas tendrá que ser— en un mínimo segundo saqué la cuchilla y la puse en su cuello—. Le dije que con tal de conseguir lo que quiero, soy capaz de hacer lo que sea. Por la felicidad de mi hija soy capaz de esto y más. Si no llevo con que defenderme, lo más probable Akira intenté otra estupidez y no voy a permitirlo. De no ser necesario no la usaré, pero mientras tanto, no me obligue a hacer algo de lo que me voy a arrepentir después.
—Está bien, lisa. Quita eso de mi cuello— dijo Mr. Jefferson nervioso.
—Gracias, Mr. Jefferson— sonreí amablemente ante su respuesta.
—Toma el arma y ten mucho cuidado, lisa. Akira ha cambiado y no sé lo que sea capaz de hacer si sabe que estás aquí.
—No le diga nada, no se atreva a llamarlo. Voy a confiar en usted— sonreí antes de irme y cerrar la puerta.
Jefferson
¿En qué has convertido esa muchacha, Akira?
Lisa
Ya falta poco para vernos, darling.